15 junio, 2009

¿Universitarios o paletos?

(Publicado esta semana en Gaceta Universitaria)
Este infiltrado acaba de conocer un caso que encierra todo un diagnóstico de nuestra universidad. El protagonista es un profesor titular de una filología en una universidad de provincias. Hombre dedicado a su oficio, ha escrito en revistas internacionales, ha dirigido su departamento, ha sido investigador principal de proyectos financiados por diversas instituciones, ha organizado doctorados con mención de calidad... Hace un año intentó acreditarse como catedrático y la correspondiente comisión de la ANECA le dio con la puerta en las narices. Tuvo dos informes, uno bueno y otro malo. En el malo se decía que no había publicado en revistas internacionales relevantes y que no había dirigido proyectos de investigación: falso de toda falsedad.
Nuestro profesor, cansado, presentó sus papeles para una plaza de full professor en una universidad norteamericana. Pasó primero una entrevista telefónica y le enviaron los billetes de avión para irse allá para la entrevista definitiva, junto con los otros candidatos finalistas. Regresó a casa y a las dos semanas lo llamaron: es suya la cátedra y la dirección del departamento y ha de incorporarse de inmediato. Por supuesto, el sueldo será mucho más alto que el que aquí percibe de profesor titular o percibiría como catedrático.
Y ahora vienen las preguntas y las respuestas. ¿Por qué a los estadounidenses les vale este español y a los españoles no? Porque aquí, cuando quiso acreditarse, seguramente le cayó entre los informantes un enemigo o algún secuaz de una escuela rival, mientras que a la universidad americana sólo le interesa su currículo, su capacidad y su previsible rendimiento académico. ¿Por qué allí lo seleccionan de modo tan rápido y eficiente? Porque es el propio departamento el que elige de entre los candidatos al que le parece mejor, y escogen al mejor por la cuenta que les tiene, ya que cuanta mayor sea la productividad del departamento, tanto mejor les irá a todos sus miembros. Por eso no importan como mérito principal las relaciones de amistad o parentesco, los amoríos, la disciplina de escuela, el peloteo, etc., etc. Aquí es distinto. Si se presentara para una plaza de aquí un extranjero muy bueno, ¿la conseguiría? No, no y mil veces no. Ni extranjero ni de otra comunidad autónoma ni de una universidad distinta de la que convoca la plaza. Lo llaman autonomía universitaria. En España la única ciencia académica inapelable es la geografía. Luego van los bromistas y escriben aquello de que con lo de Bolonia se trata de que las universidades españolas compitan eficazmente con las norteamericanas. Tiene guasa.

6 comentarios:

Miguel Fdez. Benavides dijo...

Qué patética situación, la universidad pública se está convirtiendo en algo parecido a un prostúbulo, nos pasamos la vida elogiando los méritos de la educación pública frente a los defectos de la privada y resulta que ahora las universidades públicas se empiezan a parecer cada vez mas al ponzoñoso negocio de la educación privada.
A este paso, pronto dará igual donde estudiar por que los valores de la educación pública habrán sucumbido en esta vorágine de desvergüenza e hipocresía.

belijerez dijo...

El panorama es caótico, pero pregunto ¿puede haber solución para mejorar la situación?

Lopera in the nest dijo...

En respuesta a "belijerez":
a) Puede haber solución para que no empeore la situación.
b) Esta respuesta pasa por que algunos, o mejor muchos, se leyeran este libro .

Hîthwen Fëadür dijo...

Tienes más razón que un santo, en mi facultad son todos parientes, luego los hijos les saldran tontos....

AnteTodoMuchaCalma dijo...

Sólo semi-off topic

Anónimo dijo...

Empiezo a pensar que la universidad pública es la universidad de los paletos.