20 enero, 2011

La lengua de los senadores

Hay que ver cómo se ha puesto la gente con lo de el pinganillo de cinco lenguas en el Senado. Como si tuviera importancia. Como si lo que se gasta con el aparatejo y los traductores fuera relevante en comparación con lo que cuesta el Senado mismo. La cámara territorial lo llaman. Es cual si me calificaran a mí como el asturiano saleroso o el rey de del bacalao al horno. Son maneras de hablar y no va más allá la cosa. Aunque, si bien lo pensamos, un servidor sí se marca su salero cuando la ocasión lo requiere, y cuando me pongo el delantal de cocinar, me salen exquisitos el bacalao y unos platos más. En cambio, lo del carácter territorial del Senado es tan misterioso como lo de las caras de Bélmez, te lo cuentan y sigues pensando que tiene truco, que hay gato encerrado.

Por poner otra comparación, es como si usted se mosquea porque a esa verruguilla de junto al escroto le ha salido un puntito verde. Compañero, el color de los puntitos es lo de menos, lo relevante es que no pinta nada una verruga en lugar tan sensible. Pues lo del Senado igual. No añade nada de nada ni a la democracia ni al Estado de Derecho ni a la soberanía popular ni a la representación ciudadana, y menos a la representación territorial, salvo que las autonomías ponen por el morro a unos cuantos senadores y cuando, por ejemplo en Castilla y León, no saben qué hacer con uno de los suyos que se les está poniendo fondón y torpe, lo vuelven senador para que la Comunidad tenga en el Estado una defensa de impresión.

En el marco de nuestra Constitución y nuestro Estado de Derecho, la definición correcta de Senado es esta: Cámara compuesta por senadores. Y la noción exacta de senador reza así: miembro de la Cámara llamada Senado. Igual que se dicen Senadores por ser del Senado, podrían llamarse camareros por ser de la Cámara. O camarista, que es término que evita que te pidan un café a la mínima y que según el dicccionario puede significar “Residente en alguna cámara de posada, que no tenía trato con los demás hospedados” o “Criada distinguida de la reina, princesa o infantas”. Precioso y exacto. No tiene mayor enjundia teórica o conceptual el asunto.

Puestas así las cosas y con el debido realismo, tenemos que el Senado y los senadores conforman el peor de los círculos, que es el círculo vicioso, son pescadilla retozona que se muerde su propia cola. Si no hubiera Senado, no existirían los senadores y si no existieran los senadores a ver con qué íbamos a hacer el Senado, no nos iban a llamar a usted o a mí que no militamos en nada y que, además, somos honestos currantes con mucho que hacer.

El problema de ese tipo de bucles político-conceptuales es que tienden a la invisibilidad, la ciudadanía se olvida de ellos porque son aburridos y dan para poco. A ver, usted mismo, que me pone esa cara de escepticismo y que no sabe si pensar que por mi teclado habla la derecha más rancia o el anarquismo más feroz. Pues no, pero contésteme usted a esto: a que no se sabe el nombre de tres senadores, ¿eh? Digo de ahora mismo, no me venga con historias de Cicerón y Catilina y Graco y no sé qué. Que manda narices que conozca usted más senadores romanos que del Senado territorial nuestro.

Si el Consejo de Estado tuviera más plazas sería distinto, porque a muchos de esos senadores los jubilarían allí en lugar de mandarlos de camaristas territoriales. Pero, claro, el Consejo de Estado está lleno y fíjate que ya no queda sitio ni para cumplir las promesas de cuando el TC y tal. La última silla la ocupó Fernández de la Vega y ahí os quedáis las amigas, tontinas. Pero los que aconsejan al Estado son cuatro gatos y cuatro gatas, poco más de ocho o treinta, lo mejorcito de la ciencia jurídica y el macramé, y así dónde metes a todo el personal. Como muy bien explican aquí, no hay cama para tanta gente. Pues que no desaparezca el Senado, porque, si no, tendríamos que constituir nuevas cajas de ahorros o ampliar las concejalías de bienestar.

Recapitulemos: a) los senadores no tienen más que hacer que ser senadores y retroalimentarse; b) lo que dicen que representan no cuenta, pues son tan territoriales como yo etrusco; c) en lo que cuenta no tocan bola, pues si un día les da por decir que no a una ley, va el Congreso, la vuelve a mirar y decide lo que le da la gana sin contar con el Senado; d) cuando dicen en casa o a los chavales que son senadores, todos los imagina con toga y coturnos y los invitan a fiestas de disfraces y a pelis porno rebuscadas, como lo de Topolanek, pero con una corona de mirto sobre el cráneo y venga a darles a la cítara y la lira.

Así que se inventan lo del pinganillo y hablar en cinco lenguas nada menos, a fin de que se las traduzcan, y se produce el milagro de que: a) todos pensamos que, puesto que hablan y traducen, tienen algo que decir y que decirse; b) nosotros también hablamos de ellos en nuestras respectivas lenguas, como si de ellos tuviéramos algo que decirnos; c) ellos se dicen lo de deja que hablen, aunque sea mal, que más duele la indiferencia del electorado y más cornás da el hambre; d) cuando llegan a casa ya tienen algo que contar a la parienta o el pariente, tipo "tenías que ver qué voz tan insinuante se le oía a la que traducía del euskera" o "yo el gallego lo entiendo un poco, pero me puse el pinganillo para descojonarme porque el que lo vierte al catalán es un poco tartaja".

Entre unas cosas y otras, vamos tirando. De momento. Un ten con ten que ni fu ni fa.

5 comentarios:

Juan María R. dijo...

No se equivoque, Garcíamado, la tartaja, que para eso se han encargado de aclararnos que se ha aplicado la doctrina de género y el 90% son traductorAs, es la que traduce de catalán a valenciano...

Anónimo dijo...

¡Jooooobar!
Que no nos los merecemos. Estoy por ir en peregrinación a no sé dónde en plan Tedeum como los de antaño. Lo dicho: no nos los merecemos y ellos merecen la inmortalidad. Esperemos que pronto la consigan previo paso por el trámite pertinente.

Codín dijo...

Inmortales ya son: no pueden pasar a mejor vida...

MF dijo...

¡Genial!

Dulcamara ya nos enseñó cuál es el estribillo de la "canzonetta": "Idol mio, non più rigor; fa felice un senator".

Carmen dijo...

Hombre, el tema del pinganillo es importante, las pensiones vitalicias de los políticos, también. Y tantas otras cosas que se están haciendo a pesar de la situación económica que padecemos.
Por supuesto que hay cuestiones mucho más importantes que se deben revisar, transformar o simplemente eliminar, pero siempre hay la gota que colma el vaso. Dicha gota es la última aunque aquí parece que tenemos el vaso sin base.

No se pueden rebajar los sueldos, congelar pensiones, subir impuestos, destruir empleo y que la casta política ni se inmute.
¿Pinganillos para traducir? No nos tomen el pelo, que cada cual hable en el idioma que le plazca...pero sin traducir, total para lo que dicen.
Que todo tiene un límite, oiga.
Ufff, ¡qué hartazgo!

Un cordial saludo.

Un cordial saludo.