Cada vez se entiende menos todo este barullo de parejas e hijos. Aquí lo que hace falta es capar gente a mansalva, pero me temo que algún tribunal ponderará y dirá que es inconstitucional la medida. Así que no sé lo que va a pasar.
Mientras, sigue uno leyendo patochadas y constatando desenfoques sin cuento y con cuento. Hoy mismo he visto en El País una noticia con este titular: “El Gobierno insta a los jueces a no esgrimir una patología inexistente”. Reconózcase que es un encabezamiento enigmático, bien oscuro. ¿Que los jueces esgrimen patologías y, encima, inexistentes? ¿Cómo, dónde y con qué las esgrimen? ¿Con la mano, con el mazo, con un tenedor…? Habrá que mirar el subtítulo: “Un informe concluye que el llamado Síndrome de Alienación Parental, usado supuestamente por madres para lograr la custodia, carece de validez científica”. Sigue sin entenderse, pero da la impresión de que van a hablar de asuntos científicos y jurídicos de mucha enjundia. Impresión falsa, ya que se trata de la típica ensalada espesa e intoxicante, dinamita para los pollos, alimento –con toxinas- para cerditos y cerditas, cuento chino. Es kommt mir Spanish vor.
Pero lo leí, porque ya se sabe que la curiosidad mata al gato y al bloguero que debería ocuparse de cosas serias en lugar de escribir sobre las mamarrachadas que se llevan. No sé si lo habré entendido bien, más allá de captar sin lugar a dudas que los hombres somos una calamidad y que hay jueces machistas sin remisión. Puede que también los haya feministas, pero creo que eso no es problema.
No había oído hablar del Síndrome de Alienación Parental, que el periodista escribe con mayúsculas, de lo que deduzco que debe de ser más grave que el cáncer de próstata, que siempre se pone así, en minúsculas. Además el cáncer de próstata no tiene siglas (podrían ser CP, mira qué original), mientras que al Síndrome este sí se las asignan en el artículo periodístico (SAP), nuevo indicio de que tiene que ser materia de mucho nivel. ¿En qué consistirá?
Pues, al parecer, es cuando en procesos de divorcio y en el fragor del combate para ver quién se queda con los hijos, el varón alega que la mujer “manipula al menor para que sienta aversión contra él”. Se entiende que contra el padre. Dicen las estadísticas -que siempre aparecen aunque no se sepa quién las hace ni cómo- que el 89% de las veces que tal acusación se formula es por obra del hombre, mientras que las damas sólo imputan esas maniobras a sus ex en el 11% de los casos. Pero lo absurdo es cuando lo alega el paisano, dónde vas a parar. Si lo dicen ellas suele ser con verdad, y así se hará constar en la nueva legislación sobre igualdad, que viene haciéndose pajines y que pretende que no se humille ni a los gordos ni a los feos ni a los que tienen espinillas ni a los eyaculadores precoces ni a los afroamericanos, aunque aquí no tengamos apenas. Ni a las mujeres ni por ser mujeres ni por ser mujeres.
Al margen de la guerra de los géneros, y en especial entre progenitores/as que deberían haber sido amputados de sus partes reproductoras a su debido tiempo, la historia parece sencilla. Mientras lucha por quedarse con los niños, que también son ganas, uno de los papás, generalmente el papá, le dice al juez que el otro –generalmente la mamá- anda hablando malísimamente de él delante de la descendencia. Eso puede ser verdad o puede ser mentira, según lo afirmado coincida o no con los hechos y sin que tengamos que remontarnos a citar a Tarski y la teoría de la verdad como correspondencia ni zarandajas por el estilo. Y esa alegación será jurídicamente relevante o no según que la ley dé o no dé cancha a ese tipo de guantazos dialécticos entre los no castrados a su debido tiempo. Parece sencillo, y una persona normal creo yo que no le daría más vueltas. A veces será verdad que el padre o la madre le hablan al niño pestes del otro y a veces será pura falsedad. Caso por caso, no estadísticamente, porque si es verdadero o falso que yo comí callos a la asturiana este mediodía -sí los comí, comprados en Mieres el sábado- no depende para nada de datos estadísticos sobre la frecuencia con que se toman callos en León en el mes de enero. Y no hay más tutía.
Bueno, pero si ya es un bien escaso la normalidad cuando hablan los juristas, ni te cuento lo que puede quedar de ella cuando, de propina, se meten los científicos sociales –esta vez psicólogos, pura ciencia exactísima, rigor en estado puro-, los periodistas y los que hacen de su sexo profesión y fe, sacerdocio y sacerdocia, dedicación de tiempo completo, obsesión propiamente dicha, maniqueos a los que el aparato reproductor se les ha subido a la cabeza y a ver esa deformidad quién la opera o si no será un síndrome con siglas.
Así que, según la oscura redacción del artículo periodístico que cito, resulta que el Síndrome de Alienación Pariental (SAP, no se olvide) es mentira. ¿Que son siempre falsas aquellas acusaciones? No, que es mentira el síndrome. Que no hay una dolencia psicológica consistente en andar diciendo pestes de la contraparte a la prole. Y que, como el síndrome es más falso que la falsa moneda, según los psicólogos, el juez no tiene por qué tomar jamás en cuenta dichas imputaciones, las formule el papá o las formule la mamá. Creo que el razonamiento se entiende bien: como el síndrome no es propiamente tal, no es verdad que el padre o la madre anden manipulando nunca al chaval de esa manera. Es como el día que se descubra que el síndrome del tabaquismo no es tal síndrome, de lo que se deducirá con aplastante lógica que la gente nunca fuma ni fumó. ¿Que mi pareja declara que ayer me vio atizándole unas deleitosas caladas a un Camel? Si lo que pretende es insinuar que soy rehén del síndrome de abstinencia provocado por la nicotina y si un día unos psicólogos de Nebraska o de Viana do Bolo averiguan que ese síndrome no es tal, resultará que yo ni de broma me fumé un Camel o, si lo fumé, no lo disfruté un carajo. Así es la ciencia posmoderna, tonta del culo.
Sé que estoy haciendo algo de caricatura, pero estas cosas hay que tomárselas con humor. Miren, algo más en serio -no mucho-, lo que cuenta el periódico: “El informe insiste en que ni la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, ni la Asociación Española de Neuropsiquiatría ni la Organización Mundial de la Salud conceden validez científica al SAP o lo consideran un trastorno verificado por la comunidad científica. El Síndrome de Alienación Parental -hasta los años 90 se denominaba Síndrome de la Mujer Maliciosa- es un término acuñado por Richard Gardner, un psiquiatra militar norteamericano que en la década de los ochenta lo definió como trastorno mental invalidante para ocuparse de los hijos. Es, según él, "una campaña de denigración injustificada contra un progenitor alienado", para que el menor rechace vivir con él o acudir a las visitas. Se aplica sobre todo en algunos estados estadounidenses, Argentina y España. La Asociación de Psicólogos de estos dos últimos países avalan el SAP, la comunidad médica no lo rechaza -el Colegio de Médicos entiende que es una decisión que corresponde a cada profesional- y otro tanto ocurre con el Colegio de Abogados. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo ha tenido en cuenta en las alegaciones de algunos procesos revisados. En este contexto variopinto, algunos jueces lo aplican a rajatabla. Y eso es, sobre todo, lo que preocupa al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y al Observatorio. La polémica, siete años después de la primera sentencia española que tomaba en consideración el SAP, continúa”.
No me digan que no es para reírse un buen rato. Ni serio ni nada, pura rechifla. O para rasgarse las vestiduras. Resumamos toda esta falta de rigor de la pseudociencia de las narices, unida a la demagogia barata de los medios y a su sumisión al "decurso" único:
a) Las fuentes científicas son exhaustivas y demoledoras: La Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, la Asociación Española de Neuropsiquiatría y la Organización Mundial de la salud. Dicen las tres que no, que no existe tal síndrome. Pues vale. ¿Y qué dicen la Asociación Francesa de Tejido Cerebral, la Asociación Canadiense de Neurocirugía Ornitológica y la Asociación Extremeña de Mujeres Separadas o la Asociación Murciana de Varones Escamados? Huy, perdón, con este último ejemplo se me han mezclado los apartados.
b) Pero, por lo visto, aunque la Asociación Española de Neuropsiquiatría sostine que no hay síndrome que valga, la Asociación de Psicólogos de España –igual que la de Argentina, qué buena compañía nos hacemos los “gallegos” y los psicoanalistas compulsivos- afirman que vaya que sí, que ya lo creo que anda mal del síndrome mucha gente. Jolín, y a veces hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se lo ha creído. No sabe uno a qué atenerse.
c) Pero ya se sabe quién resuelve cualquier duda científica en este país nuestro, puntero donde los haya en materia de saberes y cosas de tías y tíos: el Ministerio de Igualdad. Si, como ahora, están juntos Igualdad y Sanidad -como si lo desigual fuera enfermizo- miel sobre hijuelas. Dice el Ministerio Con Señora que ni síndrome ni hostias. Mano de santa. Por lo visto también anda por ahí un Observatorio que, por más que observa, ni ve síndrome por ningún lado ni verdad en las acusaciones cuando van contra damas con niño. Pues ya está.
d) “El pronunciamiento oficial sobre este supuesto síndrome constituye una vieja reivindicación de las asociaciones de mujeres, que reprochaban a la ex ministra de Igualdad, Bibiana Aído, el silencio del Gobierno. Ahora como secretaria de Estado, y con Leire Pajín como ministra, el Ejecutivo asume su inexistencia y tiene previsto hacer público el informe en los próximos días”. Esto es otro párrafo de la noticia. Se comenta solo. El ejecutivo ha asumido la inexistencia del síndrome y va a comunicarlo un día de estos. Como cuando no había crisis económica o como cuando éramos y seguimos siendo un Estado social a tope y muy protector de los desamparados. Menudos. Será por declaraciones.
Manda tal.
Consiéntanme un comentario final antes de venirse con la caballería, que es una manera muy nuestra de venirse. Admiro a mi querida esposa por muchas cosas, incluida esta que voy a contarles y que no es de importancia tan menor como parece. No hace mucho, en presencia de otras personas, estábamos hablando de separaciones y cosas por el estilo. Muy seria por un momento, me miró y me dijo tranquilamente, de manera bien creíble: si un día nos separamos, con la niña te quedas tú; ni sueñes que voy a pelear yo por custodias ni similares. Magnífica. Deberían muchos y muchas tomarla como ejemplo. Y a otros y otras habría que caparlos a tiempo, ya se ha dicho. Y punto pelota.
Mientras, sigue uno leyendo patochadas y constatando desenfoques sin cuento y con cuento. Hoy mismo he visto en El País una noticia con este titular: “El Gobierno insta a los jueces a no esgrimir una patología inexistente”. Reconózcase que es un encabezamiento enigmático, bien oscuro. ¿Que los jueces esgrimen patologías y, encima, inexistentes? ¿Cómo, dónde y con qué las esgrimen? ¿Con la mano, con el mazo, con un tenedor…? Habrá que mirar el subtítulo: “Un informe concluye que el llamado Síndrome de Alienación Parental, usado supuestamente por madres para lograr la custodia, carece de validez científica”. Sigue sin entenderse, pero da la impresión de que van a hablar de asuntos científicos y jurídicos de mucha enjundia. Impresión falsa, ya que se trata de la típica ensalada espesa e intoxicante, dinamita para los pollos, alimento –con toxinas- para cerditos y cerditas, cuento chino. Es kommt mir Spanish vor.
Pero lo leí, porque ya se sabe que la curiosidad mata al gato y al bloguero que debería ocuparse de cosas serias en lugar de escribir sobre las mamarrachadas que se llevan. No sé si lo habré entendido bien, más allá de captar sin lugar a dudas que los hombres somos una calamidad y que hay jueces machistas sin remisión. Puede que también los haya feministas, pero creo que eso no es problema.
No había oído hablar del Síndrome de Alienación Parental, que el periodista escribe con mayúsculas, de lo que deduzco que debe de ser más grave que el cáncer de próstata, que siempre se pone así, en minúsculas. Además el cáncer de próstata no tiene siglas (podrían ser CP, mira qué original), mientras que al Síndrome este sí se las asignan en el artículo periodístico (SAP), nuevo indicio de que tiene que ser materia de mucho nivel. ¿En qué consistirá?
Pues, al parecer, es cuando en procesos de divorcio y en el fragor del combate para ver quién se queda con los hijos, el varón alega que la mujer “manipula al menor para que sienta aversión contra él”. Se entiende que contra el padre. Dicen las estadísticas -que siempre aparecen aunque no se sepa quién las hace ni cómo- que el 89% de las veces que tal acusación se formula es por obra del hombre, mientras que las damas sólo imputan esas maniobras a sus ex en el 11% de los casos. Pero lo absurdo es cuando lo alega el paisano, dónde vas a parar. Si lo dicen ellas suele ser con verdad, y así se hará constar en la nueva legislación sobre igualdad, que viene haciéndose pajines y que pretende que no se humille ni a los gordos ni a los feos ni a los que tienen espinillas ni a los eyaculadores precoces ni a los afroamericanos, aunque aquí no tengamos apenas. Ni a las mujeres ni por ser mujeres ni por ser mujeres.
Al margen de la guerra de los géneros, y en especial entre progenitores/as que deberían haber sido amputados de sus partes reproductoras a su debido tiempo, la historia parece sencilla. Mientras lucha por quedarse con los niños, que también son ganas, uno de los papás, generalmente el papá, le dice al juez que el otro –generalmente la mamá- anda hablando malísimamente de él delante de la descendencia. Eso puede ser verdad o puede ser mentira, según lo afirmado coincida o no con los hechos y sin que tengamos que remontarnos a citar a Tarski y la teoría de la verdad como correspondencia ni zarandajas por el estilo. Y esa alegación será jurídicamente relevante o no según que la ley dé o no dé cancha a ese tipo de guantazos dialécticos entre los no castrados a su debido tiempo. Parece sencillo, y una persona normal creo yo que no le daría más vueltas. A veces será verdad que el padre o la madre le hablan al niño pestes del otro y a veces será pura falsedad. Caso por caso, no estadísticamente, porque si es verdadero o falso que yo comí callos a la asturiana este mediodía -sí los comí, comprados en Mieres el sábado- no depende para nada de datos estadísticos sobre la frecuencia con que se toman callos en León en el mes de enero. Y no hay más tutía.
Bueno, pero si ya es un bien escaso la normalidad cuando hablan los juristas, ni te cuento lo que puede quedar de ella cuando, de propina, se meten los científicos sociales –esta vez psicólogos, pura ciencia exactísima, rigor en estado puro-, los periodistas y los que hacen de su sexo profesión y fe, sacerdocio y sacerdocia, dedicación de tiempo completo, obsesión propiamente dicha, maniqueos a los que el aparato reproductor se les ha subido a la cabeza y a ver esa deformidad quién la opera o si no será un síndrome con siglas.
Así que, según la oscura redacción del artículo periodístico que cito, resulta que el Síndrome de Alienación Pariental (SAP, no se olvide) es mentira. ¿Que son siempre falsas aquellas acusaciones? No, que es mentira el síndrome. Que no hay una dolencia psicológica consistente en andar diciendo pestes de la contraparte a la prole. Y que, como el síndrome es más falso que la falsa moneda, según los psicólogos, el juez no tiene por qué tomar jamás en cuenta dichas imputaciones, las formule el papá o las formule la mamá. Creo que el razonamiento se entiende bien: como el síndrome no es propiamente tal, no es verdad que el padre o la madre anden manipulando nunca al chaval de esa manera. Es como el día que se descubra que el síndrome del tabaquismo no es tal síndrome, de lo que se deducirá con aplastante lógica que la gente nunca fuma ni fumó. ¿Que mi pareja declara que ayer me vio atizándole unas deleitosas caladas a un Camel? Si lo que pretende es insinuar que soy rehén del síndrome de abstinencia provocado por la nicotina y si un día unos psicólogos de Nebraska o de Viana do Bolo averiguan que ese síndrome no es tal, resultará que yo ni de broma me fumé un Camel o, si lo fumé, no lo disfruté un carajo. Así es la ciencia posmoderna, tonta del culo.
Sé que estoy haciendo algo de caricatura, pero estas cosas hay que tomárselas con humor. Miren, algo más en serio -no mucho-, lo que cuenta el periódico: “El informe insiste en que ni la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, ni la Asociación Española de Neuropsiquiatría ni la Organización Mundial de la Salud conceden validez científica al SAP o lo consideran un trastorno verificado por la comunidad científica. El Síndrome de Alienación Parental -hasta los años 90 se denominaba Síndrome de la Mujer Maliciosa- es un término acuñado por Richard Gardner, un psiquiatra militar norteamericano que en la década de los ochenta lo definió como trastorno mental invalidante para ocuparse de los hijos. Es, según él, "una campaña de denigración injustificada contra un progenitor alienado", para que el menor rechace vivir con él o acudir a las visitas. Se aplica sobre todo en algunos estados estadounidenses, Argentina y España. La Asociación de Psicólogos de estos dos últimos países avalan el SAP, la comunidad médica no lo rechaza -el Colegio de Médicos entiende que es una decisión que corresponde a cada profesional- y otro tanto ocurre con el Colegio de Abogados. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo ha tenido en cuenta en las alegaciones de algunos procesos revisados. En este contexto variopinto, algunos jueces lo aplican a rajatabla. Y eso es, sobre todo, lo que preocupa al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y al Observatorio. La polémica, siete años después de la primera sentencia española que tomaba en consideración el SAP, continúa”.
No me digan que no es para reírse un buen rato. Ni serio ni nada, pura rechifla. O para rasgarse las vestiduras. Resumamos toda esta falta de rigor de la pseudociencia de las narices, unida a la demagogia barata de los medios y a su sumisión al "decurso" único:
a) Las fuentes científicas son exhaustivas y demoledoras: La Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, la Asociación Española de Neuropsiquiatría y la Organización Mundial de la salud. Dicen las tres que no, que no existe tal síndrome. Pues vale. ¿Y qué dicen la Asociación Francesa de Tejido Cerebral, la Asociación Canadiense de Neurocirugía Ornitológica y la Asociación Extremeña de Mujeres Separadas o la Asociación Murciana de Varones Escamados? Huy, perdón, con este último ejemplo se me han mezclado los apartados.
b) Pero, por lo visto, aunque la Asociación Española de Neuropsiquiatría sostine que no hay síndrome que valga, la Asociación de Psicólogos de España –igual que la de Argentina, qué buena compañía nos hacemos los “gallegos” y los psicoanalistas compulsivos- afirman que vaya que sí, que ya lo creo que anda mal del síndrome mucha gente. Jolín, y a veces hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se lo ha creído. No sabe uno a qué atenerse.
c) Pero ya se sabe quién resuelve cualquier duda científica en este país nuestro, puntero donde los haya en materia de saberes y cosas de tías y tíos: el Ministerio de Igualdad. Si, como ahora, están juntos Igualdad y Sanidad -como si lo desigual fuera enfermizo- miel sobre hijuelas. Dice el Ministerio Con Señora que ni síndrome ni hostias. Mano de santa. Por lo visto también anda por ahí un Observatorio que, por más que observa, ni ve síndrome por ningún lado ni verdad en las acusaciones cuando van contra damas con niño. Pues ya está.
d) “El pronunciamiento oficial sobre este supuesto síndrome constituye una vieja reivindicación de las asociaciones de mujeres, que reprochaban a la ex ministra de Igualdad, Bibiana Aído, el silencio del Gobierno. Ahora como secretaria de Estado, y con Leire Pajín como ministra, el Ejecutivo asume su inexistencia y tiene previsto hacer público el informe en los próximos días”. Esto es otro párrafo de la noticia. Se comenta solo. El ejecutivo ha asumido la inexistencia del síndrome y va a comunicarlo un día de estos. Como cuando no había crisis económica o como cuando éramos y seguimos siendo un Estado social a tope y muy protector de los desamparados. Menudos. Será por declaraciones.
Manda tal.
Consiéntanme un comentario final antes de venirse con la caballería, que es una manera muy nuestra de venirse. Admiro a mi querida esposa por muchas cosas, incluida esta que voy a contarles y que no es de importancia tan menor como parece. No hace mucho, en presencia de otras personas, estábamos hablando de separaciones y cosas por el estilo. Muy seria por un momento, me miró y me dijo tranquilamente, de manera bien creíble: si un día nos separamos, con la niña te quedas tú; ni sueñes que voy a pelear yo por custodias ni similares. Magnífica. Deberían muchos y muchas tomarla como ejemplo. Y a otros y otras habría que caparlos a tiempo, ya se ha dicho. Y punto pelota.
7 comentarios:
¿Quién “esgrime” esta clase de titulares? Desde luego, nadie que haya saludado las primeras letras.
Al margen de la insolvencia expresiva del redactor, lo primero que llama la atención es que el gobierno “inste” a los jueces a … lo que sea. Si el gobierno quiere “instar” algo de los jueces podrá hacerlo en el seno de procesos concretos en los que sea parte, a través de su representante y defensor, el abogado del Estado. Si lo que quiere decir la noticia es que al gobierno le gustaría que los jueces no decidieran cómo lo vienen haciendo, sino de otra determinada forma que al gobierno le gusta más, pues entonces estamos ante una injerencia (el redactor hablaría de “ingerencia”) del poder ejecutivo en el judicial. Lo que le queda al gobierno es promover una nueva reforma legal, superadora de todas las anteriores en los límites del absurdo, que impida taxativamente a los jueces (conminándolos con severas penas) creer nada que venga del lado de la parte masculina en procesos de familia o violencia doméstica. Así estaría todo más claro y ya podríamos pedir asilo político en algún país civilizado.
Comparto la estupefacción que refleja el post sobre el “debate científico” para dilucidar si las situaciones -no infrecuentes- en las que un progenitor separado se dedica a tiempo completo a desvalorizar ante los hijos menores al otro progenitor, son un “síndrome” o un tráiler de seis ejes. Mi estupefacción se troca en carcajada cuando leo el recuadro que acompaña a la noticia, en el que la directora de una asociación de mujeres, con “varias décadas de profesión defendiendo a mujeres” (lo cierto es que su cualificación profesional consiste en haber regentado, durante muchos años, un estanco en Madrid), se constituye en autoridad “científica”. Yo no sé si existe o no el SAP, pero lo que no puede negarse es que prolifera el SAPO (simplificación acrítica de posturas opuestas) y así no hay manera de tomarse nada en serio.
JAG: veo que no te leiste toda la noticia: donde la periodista pregunta alinclito Miguel Lorente "¿Qué ocurre cuando una mujer malmete contra el padre, se llame como se llame?. Muguel Lorente reconoce que este tipo de mujer existe, al igual que el hombrre..." Vamos, que tan grave problema y tanto informe y toques al sistema judicial son por el nombre o por purismo epistemológico
Qué curioso, el primer Congreso Internacional sobre el SAP se celebró en León, del 17 al 19 de septiembre de 2009. Exista o no el SAP, es cosa sobre la que pueden hacerse congresos, y eso quiere decir ponencias, y eso quiere decir dienro o, al menos, presencia pública, y eso quiere decir: más congresos.
http://www.congresointernacionalsap.org/index.html
Interesante, como siempre. El criterio que he aplicado en estos temas ha sido siempre determinar quién de ambos conyuges genera a los hijos lo que llamo "conflicto de lealtad", e inclinarme a favor del otro.
El caso que la existencia o no del síndrome puede determinar la setencia, así, ¿se aplicará con efecto retroactivo? sea como sea, no son muchos los padres que quieren responsabilidades. Algunos si me apuras, ni la pension alimenticia quieren pasar. Si te he visto ni me acuerdo, arreglatelas como puedas. Son una minoría de padres "ilustrados" los que sinceramente reclaman la custodia de sus hijos, otros lo hacen para fastidiar. Lo siento , pero eso es totalmente cierto. Estoy harta de verlos. El instinto paternal cuando se separan los conyuges es lo que yo estimo inexistente del todo. Lo he visto en separaciones muy cercanas. Ni pensión y si me apuras ni visitas, que al poco ya tiene nueva conquista y se olvida por completo que tenía hijos. Mi profunda admiración a esos padres que de verdad ansian ocuparse de sus hijos tras la separación. Son rara avis. Y lo de la esposa de Amado, eso si que es raro raro raro. jajaja.Porque creo que ella no tiene más hijos, eso es lo que yo intuyo.
Anónima, el pensamiento que subyace bajo lo que escribes es repugnante. Pretendes colar tu interesado y misándrico mensaje hablando de lo "malo" que es el otro para justificar todos los atropellos habidos y por haber, sea custodia compartida, sap, igualdad de derechos hombre mujer, etc. Pero en este caso de lo que se habla es del SAP un asunto muy importante del que sus víctimas principales son los niños a quien mediante lavado de cerebro un progenitor consigue que rechace, incluso odie, al otro. Asume que tu pensamiento no es mejor ni más abierto que quien pretende justificar su xenofobia en qué hay un extranjeros que cometen robos. En cualquier caso, que estas iniciativas gubernamentales con los apoyos que cuenten sean como el tuyo, deja bien a las claras en que coordenadas hay que situar todos estos atropellos jurídicos y políticos.
Alberto
La cuestión clave que hay detrás del famoso SAP es si el menor tiene o no opinión propia y si su opinión debería tenerse en cuenta... Ya se sabe las malas influencias que pueden ejercer sobre el menor uno de los agraviados progenitores en un proceso de separación o divorcio! Qué malos!
El tema es MUY serio; se están decidiendo custodias de menores en base a este supuesto síndrome por no tenerse en cuenta la opinión de los niños. Los jueces no quieren mojarse y prefieren hacer caso a informes de expertisimos psicologos que ahora camuflan sus diagnosticos de SAP bajo consignas como "conflictos de lealtades".
Tengo 35 años. Soy mujer, así que muchos pensarán que mi opinión está sesgada. Pero por favor, sigan leyendo... no estoy divorciada ni lucho por la custodia de mis hijos.
De haber existido, a los 13 años una panda de psicólogos me habría diagnosticado SAP. Pero como por aquél entonces el SAP ni existía ni se le esperaba, uno de mis progenitores acudió a otras artimañas legales para retenerme en contra de mi voluntad. El resultado es el mismo: un año inolvidable en mi vida secuestrada legalmente en contra de mi voluntad. Y tengo la misma opinión de mi progenitor -o peor!- de la que tenía en un principio. En otras palabras, de haber tenido SAP no me habría curado! ¿Podría alguien llegar a la sorprendente conclusión de que la opinión del menor debe tenerse en cuenta? Ah! se me olvidaba! Es que está enfermo... tiene SAP!
Señores Jueces, psicólogos expertos en síndromes imaginarios y centros mediadores varios subvencionados con dinero público, tengo una mala noticia para ustedes: el tiempo corre a favor del menor, que dará un corte de manga a la primera de cambio a quien corresponda.
Eso sí, mientras tanto le han jodido la vida uno, dos o tres años.... los que a ustedes les plazca....
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