Una novedad presentan estas elecciones. Por primera vez en muchos años, ante la triste constatación de que ninguno de los partidos nacionales está a la altura de las circunstancias -es decir, a la altura de sus votantes-, un nutrido grupo de ciudadanos de toda España hemos tenido la osadía de decir que hasta aquí hemos llegado, que basta ya de trincheras ideológicas estériles. Y hemos concretado nuestro hartazgo fundando -de la mano de Rosa Díez, Fernando Savater, Mikel Buesa...- un partido con el que acudimos a las elecciones: Unión, Progreso y Democracia (UPyD).
La empresa a la que nos lanzamos no pretende ser épica, aunque el bipartidismo cacofónico así la haga parecer, sino que tiene la modestia de lo razonable. Creemos que lo que nos une como ciudadanos está por encima de las diferencias (territoriales, lingüísticas o ideológicas) y que la igualdad de nuestros derechos en todos los territorios ha de ser el fin por el que ha de velar el Gobierno de España. Desde la transversalidad ideológica que ha permitido transformar este país en los últimos treinta años, proponemos recuperar los pactos de Estado en educación, sanidad o política exterior, pues es gracias a ellos que los ciudadanos vivimos a cobijo de los sobresaltos que nos proporciona el gobierno de turno.
No vendemos humo de pajas. Nuestras propuestas son claras, pues no nos columpiamos en la elipsis argumentativa. Proclamamos que ha llegado el momento de cerrar el modelo territorial delimitando claramente cuáles han de ser las competencias de las comunidades autónomas y cuáles las del Estado, porque la política territorial es algo demasiado serio para convertirla en una lonja en la que se subastan las transferencias al mejor postor. El modelo autonómico, exitoso en muchas facetas, ha de ser corregido en aquello manifiestamente equivocado. Afirmamos así la necesidad de que la educación o los servicios y prestaciones sanitarias sean de nuevo competencia del Estado.
La separación de poderes, garantía de nuestra libertad, necesita de unos altos órganos judiciales que no bailen al son de la flauta gubernamental, por lo que urge la modificación de los sistemas de elección del fiscal general del Estado y de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Nuestra democracia, ajada antes de tiempo, necesita una regeneración, un «lifting» que le estire el cutis legitimatorio: defendemos por ello la obligación de primarias en los partidos políticos, la limitación por ley a dos mandatos, así como la elección directa de los alcaldes. Postulamos, asimismo, un laicismo moderno, sin caspa anticlerical ni exabruptos antirreligiosos, sino como la mejor forma de garantizar la igualdad de todas las confesiones entre sí y de todos los ciudadanos ante el hecho religioso.
Hay que decirlo sin dramatismos, pero con nitidez: los asturianos tenemos mucho que perder en la actual deriva política española hacia modelos confederales. Nuestra región requiere de la solidaridad entre ciudadanos, no de la caridad interterritorial que algunos han elevado al rango de máxima política. Asturias necesita de un Estado croupier que diga «¡ya no va más!» ante la voracidad de las élites políticas de algunos territorios.
Nos dirigimos así al abstencionista por obligación, que no por vocación, al elector desencantado; al elector, en fin, que no quiere regalos electorales, sino propuestas de convivencia y futuro. Apelamos por ello al voto útil, porque el voto útil no es el voto «ganador» ni el voto «en contra de». El voto útil es el voto responsable, el voto sereno pero convencido. El voto, en suma, razonable.
Igor Sosa Mayor es candidato al senado por Unión, Progreso y Democracia (UPyD)
(Publicado en La Nueva España hoy, 4 de marzo de 2008).
1 comentario:
Me atrae UPyD y lo que representa, pero me resulta llamativa su pretensión, sobre todo en materias complejas, de hacer política "neutra", sin ideología. Valga como ejemplo una respuesta de Rosa Díez en el encuentro digital de hoy en el mundo, donde habla de un pacto de estado sobre inmigración ¡¡¡sin ideología!!! ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se puede ser tan ingenuo de pensar que el tema de la inmigración -y tantos otros- puede abordarse, -¡y resolverse!- sin que entre en juego la ideología? Ya sé que quieren ser visagra, pero hay cosas difíciles de entender.
Pregunta: En el tema de inmigracion ¿ustedes que piensan hacer al respecto? ¿que piensan de los inmigrantes? ¿harian un contrato a los inmigrantes como el que propuso Rajoy?
REspuesta: Pues no. Realmente no sé lo que es un contrato para la inmigración. El único "contrato" exigible a los ciudadanos que vivimos en España y a los que aspiran a vivir con nosotros es la Constitución española. Por otra parte, el fenómeno de la inmigración requiere de un pacto de Estado que sea capaz de garantizar la integración real; es una verdadera hipocresía y una gran irresponsabilidad hacer un discurso progre de que aquí cabe todo el mundo y luego condenarles a quienes lleguen esperando una oportunidad para vivir a vivir en un guetto. Sólo desde un Pacto de Estado ausente de ideología que plantee además la necesidad de una política europea en esta materia podemos cumplir con nuestra obligación democrática de integrar a quienes llegan de forma beneficiosa para ellos y para todos los que aquí están. Es la única manera de evitar que este fenómeno se convierta en un problema, cosa que en modo alguno es inevitable. Solo hace falta ser rigurosos y responsables.
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