27 enero, 2011

Tenemos que retomar lo de la propiedad Sinde y la ley intelectual ¿O era al revés?

Sí, estimado "un amigo", retomaremos y resumiremos estos días nuestras consideraciones sobre tema tan escarpado.

Hoy me he encontrado en El País con una información que tiene mucho que ver con una pregunta que me estoy haciendo sin parar esta temporada. Creo que aquí ya la mencioné de pasada. La repito.

Como ahora estoy perplejo con lo de los libros digitales y la posibilidad de bajarse de la red, sin pagar ni un chavo, muchas de las novelas recién salidas de la imprenta, yo me había planteado la siguiente cuestión: qué razones podría tener yo, mismamente, para hacer todo esto: (1) Comprar o tomar prestada una novela editada en papel; (2) escanearla entera; (3) pasar las páginas por algún programa de conversión a texto legible por los libros electrónicos, tipo e-pub o similar; (4) colgar el correspondiente archivo en una página web mía o en alguno de esos servidores o "lugares" donde se almacenan archivos abiertos al intercambio, es decir, a que alguien los mire y, si quiere, los baje. En este último caso, para que mi acción no sea inútil del todo, deberé dar a conocer la correspondiente dirección mediante algún enlace o cosa así. Con esto último me arriesgo, no sé si poco o mucho, a que alguien venga con que he cometido una ilegalidad y que tienen que cerrarme algo.

Todo eso es un trabajo del copón, no me digan que no. Una razón para tanto esfuerzo puede ser la filantropía, no la descartemos. Como el que compra ingredientes para un buen plato, los concina en su casa y luego los saca a la calle en unas cazuelas para que se sirvan los hambrientos que pasen. Otra razón puede ser que se esté montando un restaurante bajo la apariencia de cocina económica o de ONG caritativa. Yo qué sé.

Miren lo que se cuenta en El País, que no debe de ser parte desinteresada tampoco en todo este jaleo.

Miren, miren aquí y luego hablamos a ver esto qué es lo que es.

5 comentarios:

Leónidas dijo...

Pues que va a ser,que nadie vende los duros a peseta coña. Pero eso no hace falta que lo digan los expertos de la Carlos III (que también). "Piensa mal y acertarás" no??Pues eso. Bendito el que todavía cree en el altruismo y la filantropía y que hermanos somos todos y tal.

Por otro lado,no estoy muy de acuerdo con la dichosita ley de las narices, pues creo que lo que se afirma en el artículo del País es totalmente verdad: Que internet es mucho y muy grande y esa realidad va a superar a la ley,que tarde o temprano,se quedará en papel mojado. Cuando no es por falta de medios,es por falta de previsión y de asesoramiento,y cuando no,porque la abuela fuma.Que le vamos a hacer.

Si rebajasen las entradas del cine,y que valieran tanto como un cafe cortao,seguro que nadie pirateaba películas y el cine estaba lleno mañana, tarde y noche... pero ah!!!se me olvidaba que jode mucho hacer una gala en teruel en vez de en hollywood y cenando gambas en vez de langosta. Menos mal que los ARTISTAS trabajan, según el dicho popular, POR AMOR AL ARTE jejeje Pa´ juntarlos en la Isla de los famosos o como se llame con futbolistas y tertulianos de sábado noche. Y que sobrevivan de verdad... Aghhhhhhhh...

Buenas noches,y buen fin de semana, Profesor!!

Ángel dijo...

Lamento no haber podido seguir en su día el hilo de los últimos comentarios respecto a este asunto.
Para tratar la cuestión deben diferenciarse dos aspectos distintos; por una parte qué es (o debe ser) el derecho de propiedad intelectual y por otra los mecanismos procesales y sustantivos con que debe defenderse.
No tengo muy clara la primera cuestión pero sí creo tener claro algún punto. Que la propiedad intelectual no sea un derecho de propiedad como otro cualquiera – lo revela el hecho de que esté sometido a un plazo de caducidad- y que recaiga sobre una cosa con unos caracteres especiales –inmaterialidad, fácil replicabilidad a bajo coste y sin merma de la calidad- puede justificar que pongamos en duda si la naturaleza jurídica de éste derecho debiera modificarse. No sé dónde debería acabar el camino de esa modificación pero, y apunto como hipótesis, ¿y si fuera considerada en vez de cómo una cosa, como un servicio? Porque si mantenemos que es una cosa, no veo por qué no puedo hacer con ella lo que me dé la gana, o casi.
En cuanto a la segunda cuestión mantengo lo que expuse en esta misma sede hace unas semanas: no puede se lo de esta reforma.
Primero por la forma de hacerse: en una disposición adicional de una ley que en sí carece de toda coherencia material y sin debate público de ningún tipo. La manera de hacer una reforma como ésta es proponerla en los programas electorales, presentarse a las elecciones y, tras un debate en las Cámaras, aprobar el texto que resultara, no negociando en conventículos con pretendidos representantes de unos y otros grupos.
Segundo por la chapuza técnico-jurídica que supone. La lectura de la disposición en su redacción actual pasma. Para muestra un botón: como los autores no tienen claro –o lo tienen demasiado- qué es lo que pretenden proteger ni qué derechos quieren tutelar, hablan, ojo, de “contenidos que hayan causado o sean susceptibles de causar un daño patrimonial”. O sea, que se puede estar sacando a Google de la red en España, pues alberga un contenido -nombres de páginas de descargas- que puede causar un daño patrimonial. ¿O esa amplitud de términos es buscada por el legislador para poder cerrar cualquier página web en un futuro más o menos próximo?
(...)

Ángel dijo...

(...)
Tercero, por el agravio comparativo que supone: Para proteger la propiedad intelectual frente a las agresiones que sufre por Internet –no perdamos de vista que estamos asumiendo que las descargas gratuitas son ilegales e injustas, en el sentido de justicia material, cosa discutible- se reforman dos leyes, se crea un órgano “ad hoc” del que no se especifica su composición (…que yo haré los reglamentos) y se instaura un procedimiento especial en sede de, pásmense, ¡¡¡procedimiento especial para la protección de los derechos fundamentales de la persona!!! –que ya me dirán ustedes qué derechos fundamentales puede violar la piratería-. No importa si usted cuando recurre una tasa por considerarla ilegal, pretende desahuciar a un inquilino moroso, se somete a un procedimiento concursal o persigue a quien le partió un diente de una bofetada tiene que invertir años y hacienda, porque si usted es un “creador”, amigo, está de enhorabuena, pues irá a la sala VIP de la Justicia y en un par de semanas le arreglaran su problema. Y es que, claro, si usted es un “creador”, usted es mejor que nosotros. Una tomadura de pelo, y con cargo a los impuestos de los que esperan cola. Y ya que va la cosa de derechos fundamentales, pregunto: ¿dónde deja esta ley el de igualdad?
Por último, y por ceñirme en algo a la senda que nos indica nuestro anfitrión, los intereses de quienes suben los archivos que se descargan son variados. Pueden ser meramente altruistas –como los de quienes escriben algunos de los millones de artículos que aloja la Wikipedia, o los de quienes “cuelgan” fotos en flikr, o los de quienes ponen cualquier archivo en la red a disposición del público bajo licencia “creative commons”- . Pero pueden estar guiados por un ánimo de lucro, cosa hoy prohibida por la ley. Y la misma ley prevé mecanismos para reaccionar frente a esas acciones ilegales, los únicos con los que contamos todos los ciudadanos.

un amigo dijo...

La charla está abierta, por supuesto.

Me adhiero a la excelente síntesis que ya propone Ángel aquí.

Permítanseme dos comentarios y una conclusión contextual.

Primer comentario, una precisión añadida - la absolutización de la 'propiedad privada' que seguramente acabará por imponer el contubernio autores-clase política se plantea contra la propia propiedad privada. Porque no olvidemos que también es propiedad privada (nunca absoluta, siempre relativa) la del legítimo propietario de una novela, un CD o un DVD que decide compartirlos sin que medie lucro en ello - algo que se admite para toda propiedad privada.

Tenemos pues otra manifestación de una creación de derechos especiales: el derecho especial a cobrar un canon, el derecho especial de contar con un carril prioritario para sus procedimientos judiciales, y el derecho especial asignado a su propiedad privada de ellos, que prevalece sobre los derechos de nuestra propiedad privada de nosotros.

Y los que seguirán ... porque cuando se sienta el precedente de que hay grupos que pueden gozar de derechos especiales, vamos por muy mal camino. La política debería ser también didacta, y en este caso todos los implicados merecen unas grandísimas orejas de burra.

Segundo comentario, sobre el artículo de El País. Suena muy sospechoso que describan un nuevo modelo emergente que 'los piratas' saben aprovechar para hacer un montón de pasta (publicidad, etc.) ... y que en cambio las casas discográficas y editoriales, que cuentan con mil medios y prebendas más, no saben en cambio aprovechar. Quiere decir entonces que no sólo son torticeros, como ya sabíamos, sino que además son profunda e irreparablemente idiotas, en el sentido empresarial del término.


La conclusión es particularmente grave, si hacemos una lectura contextual de cuándo y dónde se produce esta mayúscula pérdida parlamentaria y gubernativa de tiempo. Como analizaba perfectamente Sosa Wagner ayer, tenemos la democracia hecha jirones - le queda solamente, y si siguen las cosas así, por poco tiempo, la libertad de expresión. El gobierno (y la oposición) dedican energías a consolidar derechos especiales de una minoría violando garantías constitucionales de todos ... en una situación donde no sabemos si la próxima subasta de deuda saldrá adelante, y consiguientemente si el Estado tendrá tesorería para llegar al verano. Donde el modelo "productivo" del país se ha ido al santo carajo, y parados más subempleados constituyen la mayoría efectiva de la sociedad. Donde se está preparando una gigantesca nacionalización de las cajas que se entramparon inmobiliariamente - lo cual quiere decir, en palabras sencillas, que si Vd. y yo fuimos prudentes y no compramos casas de pacotilla, mal hechas y mal situadas, a precios estratosféricamente inflados, a la mierda nuestra prudencia, a la mierda nuestra condición adulta, porque ahora papá Estado nos va a obligar a comprarlas colectivamente. Donde las desigualdades están creciendo desbocadas. Donde la contaminación (véase la tragedia del testarudo y malicioso incumplimiento de la directiva de calidad del aire) y la destrucción de nuestra riqueza básica está yendo al galope. Donde el modelo institucional, y la estructura del Estado entero, está hecha unos zorros y necesita una reforma de arriba abajo. En fin ...

La ley Sinde no sólo es una ley patéticamente mala, en procedimiento y en contenidos, mitad bellaca y mitad trasnochada, que conceptualmente apunta contra los fundamentos de la convivencia, sino que además asemeja la lira de Nerón, y es el pasatiempo al que se entrega una clase política desconectada de la realidad mientras arde todo.

Salud, a todos Vds., menos a la clase política,

Anónimo dijo...

http://www.elpais.com/articulo/opinion/mayor/desman/financiero/historia/elpepuopi/20110128elpepiopi_5/Tes