20 mayo, 2006

Nacionalismo. Una definición.

En el primer tomo de su Historia de Alemania en el siglo XIX (Deutsche Geschichte. 1800-1866. Bürgerwelt und starker Staat), ya citado aquí, explica Thomas Nipperdey (pp. 300 ss.) el surgimiento del nacionalismo alemán como movimiento político en dicho siglo y da dicho autor, de entrada, una definición de nacionalismo:
"Hablamos de nacionalismo allí donde la nación es, de entre los grandes grupos, aquel al que ante todo el individuo pertenece, allí donde el vínculo con la nación y la lealtad a ella ocupa el lugar más alto en la escala de vínculos y lealtades, siendo la nación el más elevado de los valores de este mundo. Ni el estamento ni la confesión religiosa ni la región ni el linaje (tampoco la ligazón con una dinastía), y tampoco la clase social ni la ideología política, determinan primeriamente la pertenencia a un entramado suprapersonal ni la líneas de demarcación, sino justamente la nación. Y tampoco el ser humano -como en la filosofía de la Ilustración- es en primer lugar miembro de la humanidad como ciudadano del mundo, sino miembro de la nación. Lo que está en primer plano no es la igualdad en lo universal, sino la pluralidad de lo nacional como individualidad. En individuo particular halla y tiene su identidad supraindividual en la medida en que se identifica con la nación, con su herencia histórico-cultural y con su existencia política, y por ello la identidad de la nación vive en sí misma. Para los individuos es la nación el espacío de su origen y el de su futuro, la nación trasciende el mundo de las experiencias cotidianas y se convierte en algo originario y futuro al mismo tiempo. La nación transmite, por tanto, una parte del sentido de la vida. Y la nación no es una obviedad, sino un principio dinámico que determina acciones y emociones. En el tiempo de la fe política, obtiene la nación un impulso religioso, y se asocia con ella un componente religioso -eternidad y futuro consumado, santidad, solidaridad, sacrificio, martirio-. Lo religioso se seculariza como nacional, lo secular se sacraliza".
Hasta ahí la definición de Nipperdey. Me parece una descripción perfecta de lo que quieren y sienten los nacionalistas, sea la que sea la nación en que ese sentimiento se proyecte. Conviene reparar, sin más, en las tensiones que esa religiosidad nacional introduce en el pensamiento político contemporáneo:
1. El ser humano individual no es lo más importante, lo más valioso. En caso de conflicto, por tanto, la vida o la libertad de los particulares debe ceder ante el interés superior de esa macropersona, de ese superser suprapersonal, transpersonal, grupal, místico. Por eso al miembro de la nación se le pide que dé la vida por ella, pues la vida de ella vale más que la de cada uno. Por eso, igualmente, por defender la vida propia de la nación y su pervivencia como tal, se insta a sus miembros a matar, incluso, en el caso extremo en que esté en juego la "vida" de la nación, a matar por ella, a suprimir la vida o la libertad de los que para la nación sean un peligro o un obstáculo. El homicidio se justifica moralmente como legítima defensa de la nación o como respuesta a un estado de necesidad nacional.
2. La dimensión religiosa del sentimiento nacional casa mal con cualquier religión universalista y pide iglesias nacionales. El sentimiento religioso, que es sentimiento de trascendencia, es en buana parte colonizado por el componente trascendete de la nación. La vida eterna ha de ser en primer lugar garantía de la eternidad de la nación. El alma nacional cuenta más, también a la hora de estipular jerarquías espirituales, que el alma individual. Es más, la salvación individual pasa por la sumisión a la salvación grupal como nación. En el amor al prójimo surgen divisiones y jerarquías, y prevalece el amor al prójimo nacional. De esto tomó buena nota la jerarquía católica española en tiempos de Franco, y con esto han sabido coquetear sibilinamente los obispos vascos en décadas recientes.
3. La compatibilidad entre socialismo y nacionalismo se vuelve problemática, pues ha de pagar el precio de la renuncia a toda pretensión de igualdad o solidaridad entre los humanos. Si el precio de la solidaridad socialista es la disolución de las identidades nacionales y si se pone así en riesgo la perpetuación del grupo como superpersona, tal precio no debe pagarse. Una nueva degeneración se cierne sobre el socialismo, contraviniendo sin remisión su espíritu cosmopolita y su mensaje de justicia universal, pues después del fracaso de los socialismos de Estado llega el tiempo, ahora, de los socialismos de nación, una contradicción en los términos, un abandono definitivo de toda pretensión de hacer de los trabajadores o de los pobres la clase universal. Todo lo universal es malo, viva lo nacional. Primero nosotros; los pobres de la tierra que se busquen la vida en sus naciones, pero que se abstengan en tal empresa de poner en riesgo nuestra identidad colectiva, nuestro derecho sobre lo nuestro, el interés que nos aglutina como nacionales.
4. El Estado de Derecho es invertido en Estado de la Nación. La prioridad del individuo y de sus derechos individuales, prioridad que se expresa en la idea liberal y kantiana de autonomía individual, cede frente a la idea de autodeterminación nacional. Es la nación la que tiene el derecho primigenio a la autonomía, y por eso la autonomía individual vale y se respta sólo en lo que sirva a ese interés suprapersonal, místico, metafísico, en lo que sea compatible con el bien y la vida propia de ese nuevo Leviatán que viste traje regional y quiere hablar sólo la lengua de los antepasados, aunque no hable en verdad como los antepasados. Se transmuta así el sentido de las constituciones modernas, y la democracia que quieren establecer muda en democracia orgánica de nuevo (o no tan nuevo) cuño. De ahí que haya también que someter la separación de poderes al límite del interés nacional, pues no se trata ya de que ningún poder ponga en peligro la autonomía de los individuos por extralimitarse, sino que lo que importa es que todos los poderes trabajen en pro del interés de esa nación-persona, aunque sea a costa de mancillar las libertades individuales o de volver a convertir a las personas en puros peones de un señor superior, de un ente voraz que los oprime por su propio bien y para que sean como deben ser, no como quieran.

3 comentarios:

IuRiSPRuDeNT dijo...

Mientras digeria un plato de garbanzos con callos, me quedé pasmao al oir hoy esto en un documental de la 2 :
"Lo que cuenta no es lo que el estado puede dar al ciudadano, sino lo que el ciudadano está dispuesto a dar por la patria"
John F. Kennedy

PD: Y SI NOS DILUIMOS TODOS EN EUROPA DE UNA VEZ? En estos momentos y con ese abono que crecería?
Malos tiempos para la izquierda ada con el paso cambiado

IuRiSPRuDeNT dijo...

one moment, please. Dudo si era la la 2 una cualquiera, la que coincidió.

Anónimo dijo...

Profesor, la definición de Nipperdey es una de tantas, es igual que si ahora traemos a colación la distinción que procesalmente se hacía entre la búsqueda de la verdad formal o de la verdad material según se tratase del proceso civil o penal, al igual que Carnelutti destruyó esa sinrazón, el concepto de nación ha evolucionado dependiendo practicamente de cada partido político.
En cuanto a la tensión nº 1 que Vd detecta, es que el ser humano individual no es importante para nadie, ni incluso en ocasiones de baja autoestima personal , ni para él mismo. El ser humano individual va a lo de él y así no se puede ir por la vida, pero cuidado, va a lo de él hasta que se ve en la texitura de tener que hacer cola en una ventanilla, entonces ya conoce a fulano o cualquier situación de corruptela de las que todos nos imaginamos ejemplos a diario, ahora con esto de las notas de junio empezarán las presiones a los profesores para que regalen algún aprobado y tal. Por tanto, por supuesto que en caso de conflicto entre lo que le viene bien a un paisano y lo que le viene bien al conjunto de la sociedad, la elección para mí está clara. Y en el caso extremo, como es un caso extremo todas las constituciones que yo conozco, que conozco 5 y en profundidad sólo la nuestra, prevén el sacrificio de las libertades individuales, pero extrictamente el tiempo necesario y no podemos flipar con que se le puede ocurrir a un nacionalista, pues vamos a perseguir a los que tienen gafas o a los calvos o a los que no se laven o a los que son diferentes, eso pasó en la Historia, pero no hay peligro de que pase actualmente.
En cuanto a la tensión 2 la nación lleva su César que es el pueblo y la iglesia el suyo que es Dios, pero para mí como protestante lo que hagan los obispos católicos en Vascongadas me da lo mismo, como cualquier doctrina que no sea referente a Nuestro señor. La nación, para mí no tiene alma sino unión química atómica con sus habitantes nativos.
Tensión 3, muy de acuerdo en todo , salvo que Vd identifica indubitadamente socialismo con ZP y los cuarenta carotas, cuando socialismo es también el nacionalsocialismo que ideó el concepto, por ejemplo, de seguridad Social más perfecto jamás pensado, copiado de lejos por Beveridge y tal.
En la tensión 4 el Leviatán no es un mostruo que aplaste individualidades sino que es un cuerpo de nacionales; muy bueno lo da Leviatán vestido de traje regional. Ahí está la clave, una región no es una nación, pero ya sabe de algo tienen que justificar el sueldo los honorables y lehendakaris y comuneros de Castilla y monarcas de León. Joder con el puto reino y los putos reyes de León y su antiguedad, otros jaladores. De verdad que nación , nación diferenciada : el Barrio de Santa Marina . Freedom for Santa Marina, nuestro traje regional va a ser en pelota picada. Y la democracia orgánica es una opción muy válida ¿por qué no?, por lo menos yo en mi vida actual no veo , ni siento nada que me haga decir bendito sea el sistema, al revés digo ¡vaya sistema! en el que estoy discriminado por no pasar por el aro, pero me da igual , por eso, porque no quiero mi individualismo y porque gracias a otros patriotas que practicamos el comunitarismo entre nosotros, no tendremos casas con piscina y cagaderos varios, pero para comer normalmente, un techo aunque sea una caja y nuestras risas no nos falta a nadie, no como los individualistas que como les venga mal el dinero o el cargo político pierden las amistades más rápido que yo los enamoramientos.
Y no se preocupe que el único que en una nación será oprimido para que sea como tiene que ser y no como quiera será a la gran banca que como es persona jurídica llevará mejor la opresión.
No hay que confundir a un nacionalista con un loco peligroso, cabe prueba en contrario , claro está.