Andan los analistas desconcertados con el vaivén de los votos en las comunidades que apacientan nacionalismos de esos que antaño se llamaban periféricos. El analista electoral es un sujeto que se parece al economista en que casi nunca adivina lo que va a ocurrir la próxima vez, pero se diferencia de él en que tampoco suele afinar al explicar lo que ocurrió hace una semana. Profesiones con gran futuro y brillante pasado, chamanes de nuestro tiempo, augures con buenos contratos.
El dato que sorprende ahora a tan perspicaces diagnosticadores es la subida tremenda del Partido Socialista en el País Vasco, Cataluña y hasta Galicia, voto restado a aquellos nacionalismos de campanario y nostalgia tribal. Las explicaciones que se nos venden al unísono insisten en que esos votantes movedizos le vieron a la derecha las orejas de lobo y prefirieron la beatitud de la ceja de cordero y en que también quisieron tan reflexivos electores desmarcarse de las aventuras autodeterministas o independentistas que andan insinuando sus paisanos más paisanos. Votantes deseosos de una España plural, pero España al fin y al cabo, celosos de la identidad de su terruño, pero considerados con la solidaridad en el marco de un Estado moderno y la mar de mono, amantes del debate amable entre los pueblos, pero sin que decaiga el consenso y el buen rollito, partidarios de estirar la Constitución por la parte de sus partes, pero sin romperla, pues tampoco es verdad que se vaya a romper España, dónde se ha visto que se rompa un Estado tan majo y en el que cabemos todos, aunque sea a codazos y pisándonos el juanete. Añaden nuestros sesudos especialistas que ya puede ir el lendakari metiéndose el referéndum debajo de la chapela y que más le vale a Carod apuntarse a maquiavelismos más convergentes. Es más, quedan como unos señores nada vengativos y harto generosos esos catalanes que habrían dicho que pelillos a la mar, que no van a castigar a Zapatero por no comerse su Magdalena y que no pasan factura por ave ni pájaro ninguno.
Pues qué quieren que les diga, a mí no me convence ese dictamen. Sin duda incurro en el error más craso, pues no soy ni analista ni enfermero ni nada. Pero me parece que ni hay tal cambio de orientación ni le falta su lógica a ese voto basculante. La inmensa mayoría de ésos que votaron socialista el 9 de marzo volverán a votar nacionalista en las próximas autonómicas y municipales, y nuestros expertos hablarán de oscilaciones nuevas y sorprendentes. No hay tal sorpresa. Esta vez tocaba decidir quién gobierna el Estado y el nacionalismo no férreamente militante votó lo que le parecía más conveniente para su nación, no para el Estado. Si les interesa este PSOE no es por una súbita consideración del interés común de España ni por un ataque de solidaridad interterritorial ni porque simplemente les parezca reaccionario el planteamiento del PP. Es porque creen que con Zapatero son mucho mayores las posibilidades que sus nacionalismos tienen de tensar la cuerda, de dar gato por liebre en nombre de la Constitución, de imponer sus puros intereses “nacionales” y de acabar saliéndose con la suya, siendo la suya en cada momento la que ellos quieran. De cajón.
Cuando corresponda votar a los gobernantes de sus autonomías, de sus “naciones”, volverán a apoyar al que tire del otro lado de la soga; o al que la apriete alrededor del Presupuesto. Eso sí, sin tensión, dialogadamente, sin crispar. Qué cosa mejor que ganar las dos veces, cuando se selecciona al negociador propio y al del otro lado. Lógico y natural.
Ojo, nada de esto le quita legitimidad a esos votos, sólo credibilidad a los analistas a la violeta. Con esto tampoco prejuzgo la política futura de Zapatero, del que dicen tertulianos y periodistas que está mucho más maduro y que ha aprendido una barbaridad de sus experiencias pasadas. Nos invade una ola de optimismo. La fe mueve montañas; y hasta fronteras. Amén.
El dato que sorprende ahora a tan perspicaces diagnosticadores es la subida tremenda del Partido Socialista en el País Vasco, Cataluña y hasta Galicia, voto restado a aquellos nacionalismos de campanario y nostalgia tribal. Las explicaciones que se nos venden al unísono insisten en que esos votantes movedizos le vieron a la derecha las orejas de lobo y prefirieron la beatitud de la ceja de cordero y en que también quisieron tan reflexivos electores desmarcarse de las aventuras autodeterministas o independentistas que andan insinuando sus paisanos más paisanos. Votantes deseosos de una España plural, pero España al fin y al cabo, celosos de la identidad de su terruño, pero considerados con la solidaridad en el marco de un Estado moderno y la mar de mono, amantes del debate amable entre los pueblos, pero sin que decaiga el consenso y el buen rollito, partidarios de estirar la Constitución por la parte de sus partes, pero sin romperla, pues tampoco es verdad que se vaya a romper España, dónde se ha visto que se rompa un Estado tan majo y en el que cabemos todos, aunque sea a codazos y pisándonos el juanete. Añaden nuestros sesudos especialistas que ya puede ir el lendakari metiéndose el referéndum debajo de la chapela y que más le vale a Carod apuntarse a maquiavelismos más convergentes. Es más, quedan como unos señores nada vengativos y harto generosos esos catalanes que habrían dicho que pelillos a la mar, que no van a castigar a Zapatero por no comerse su Magdalena y que no pasan factura por ave ni pájaro ninguno.
Pues qué quieren que les diga, a mí no me convence ese dictamen. Sin duda incurro en el error más craso, pues no soy ni analista ni enfermero ni nada. Pero me parece que ni hay tal cambio de orientación ni le falta su lógica a ese voto basculante. La inmensa mayoría de ésos que votaron socialista el 9 de marzo volverán a votar nacionalista en las próximas autonómicas y municipales, y nuestros expertos hablarán de oscilaciones nuevas y sorprendentes. No hay tal sorpresa. Esta vez tocaba decidir quién gobierna el Estado y el nacionalismo no férreamente militante votó lo que le parecía más conveniente para su nación, no para el Estado. Si les interesa este PSOE no es por una súbita consideración del interés común de España ni por un ataque de solidaridad interterritorial ni porque simplemente les parezca reaccionario el planteamiento del PP. Es porque creen que con Zapatero son mucho mayores las posibilidades que sus nacionalismos tienen de tensar la cuerda, de dar gato por liebre en nombre de la Constitución, de imponer sus puros intereses “nacionales” y de acabar saliéndose con la suya, siendo la suya en cada momento la que ellos quieran. De cajón.
Cuando corresponda votar a los gobernantes de sus autonomías, de sus “naciones”, volverán a apoyar al que tire del otro lado de la soga; o al que la apriete alrededor del Presupuesto. Eso sí, sin tensión, dialogadamente, sin crispar. Qué cosa mejor que ganar las dos veces, cuando se selecciona al negociador propio y al del otro lado. Lógico y natural.
Ojo, nada de esto le quita legitimidad a esos votos, sólo credibilidad a los analistas a la violeta. Con esto tampoco prejuzgo la política futura de Zapatero, del que dicen tertulianos y periodistas que está mucho más maduro y que ha aprendido una barbaridad de sus experiencias pasadas. Nos invade una ola de optimismo. La fe mueve montañas; y hasta fronteras. Amén.
7 comentarios:
Pues ni soy analista ni nada, pero tomo café cada día con gente que me confirma tu interpretación. Gente que me cuenta que ha votado socialista ahora para votar ERC en las autonómicas. También hay que tener en cuenta que, al menos en Cataluña, quienes votan en las generales no son los mismos que votan en las autonómicas; pero sacar conclusiones de eso ya requiere mucho esfuerzo.
Estoy contigo en que en esto de estirar sin romper no hay vaivenes, sino tendencias, y la tendencia a la disgregación ahí está. Es un dato y me sorprende que se descalifique a quien lo mantiene como si estuviera afirmando que es la Tierra la que gira alrededor del Sol.
Yo también estoy de acuerdo.
La gente de las comunidades mencionadas ha votado en estas elecciones contra los brillantes estrategas políticos que organizaron el carnaval de recogida de firmas contra el Estatut, porque los veían como un peligro público (y no les faltaba razón, en mi opinión). La blanduzca derecha moderada que nos sigue gobernando, vista como único baluarte posible ante ese peligro, se ha llevado los votos en causa.
En las próximas municipales o autonómicas no habrá tal tensión opositiva, pues no estará en juego el 'tres en uno' Cortes+ejecutivo+poder judicial que nuestro sofisticado y admirable sistema constitucional ofrece como premio al vencedor de las legislativas, aunque vencedor minoritario sea, y los votos volverán a fluctuar según las lealtades políticas de cada terruño.
Salud,
Si mal no entiendo, esto significa que, digan lo que digan, ni de voto útil, ni de cerrar el paso a un PP que marchaba con obispos, Alcaraces y zumbaos del 11-M, ni chorrás por el estilo. El tema, si bien lo he entendido, es que los maquiavélicos nacionalistas han entendido que para que la opción [PNV/CiU/CC] salga triunfante, el nacionalista ha de votar PSOE y no [PNV/CiU/CC].
Oh, cáspita. Qué coño: ¡cáspita y sapristi! Debe ser por ignorar esto que los de IU se han quedado a solas con Gaspi...
Yo confieso que sigo sin enterarme demasiado de semejante maquiavelia. Y esto, a toro pasao. Si el día 2 de marzo oyese a algún nacionalista decir: "vamos todos a impulsar el nacionalismo pasando de votar nacionalista y votando a los sociatas", no sólo no me enteraría, sino que además me saldría un divieso intentando entenderlo. ¿Rational choice a setenta bandas? Suena a hiperracionalización ex post de unos miles de votos (¿y si a estos hipotéticos maquiavelos les hubiese salido un PSOE con mayoría absoluta? ¿Lo midieron al milímetro, habían quedado en darles sólo 5 escaños de ERC y uno del PNV, pero no más? Por cierto: ¿CiU no jugaba a esto?).
A ver si por la vía del ejemplo me cosco de algo. Si hay algún simpatizante con el programa del PP que controle esto, por favor: para que su opción [PP] salga triunfante, ¿qué va a votar usted en las próximas elecciones? ¿Independientes de Lanzarote? ¿Partido Pro Veritas? ¿Partido de los No Fumadores?
Donde dice "ni de voto útil", debe decir "no se trataba ni de voto útil".
Bueno, vale, no excluyamos que pueda ser por amor, por un enamoramiento tan repentino como incontenible. Años casados con el partido local y, de pronto, zas, aquella ceja que te deslumbra. Pues será.
No sé por qué me ha venido una historia real de por donde mi pueblo y de los tiempos aquellos. Había en la zona un puticlub al que el personal acudía un día a la semanita, como parte de su rutina doméstica. Un conocido mío se enamoró perdidamente de una de aquellas sacrificadas -y tanto- trabajadoras del sexo. Y decía a todo el que quería oírlo: mira, todos van con ella porque no pueden resistirse a sus encantos, porque es maravillosa, tierna y sensible, porque la aman como yo. Y se quedaba todo contento.
Pues eso, el amor de sopetón. No lo excluyamos.
(Valgan las imágenes y comparacines en lo que valga y nada más que en eso, ¿eh? Y sin ánimo de faltar a nadie -y menos a Z, para el que no vale la comparación en modo alguno- ni de crispar).
Hombre, antetodo, no se lo tome así. Creo que es compatible una opción con la otra; el buen sentido dice que los fenómenos complejos, como un resultado electoral, no tienen una sola causa.
Pero hay varias grandes pinceladas que explican el resultado del 9 de Marzo, y una más que plausible es que una parte del electorado nacionalista, teniendo en cuenta el sistema electoral que tenemos, haya optado por frenar al PP votando PSx. El fenómeno seguramente ha sido más visceral que maquiavélico, como su ironía de Vd. justamente subraya.
Analizándolo en otro nivel, lo que acomuna a todos los motivos que Vd. cita -que son causas igualmente plausibles- es que el PP de esta pasada legislatura se ha especializado en atraerse el rechazo frontal de una buena gama de sectores sociales. Aquí se hablaba hoy del nacionalismo, pero hay multitud de ejemplos que apoyan esta observación.
Permítaseme comentar uno que extraigo de una tesis doctoral que se defenderá en los próximos días en una relevante universidad española. Dato 1) Desde hace medio siglo hay un sólido corpus de investigaciones sociológicas que destacan y confirman la centralidad de la familia en la vida española; es uno de los pocos hilos de continuidad en nuestra evolución social reciente. Dato 2) En 2005, 65% de los españoles apoyaban el matrimonio civil entre personas del mismo sexo; en 2008, lo apoyan el 70% (+5%), a pesar del alboroto un tanto desgañitado de obispos y PP.
Pues en este contexto, nótense las actitudes de los candidatos prioritarios en la campaña pasada. El aspirante MRB ofrece la creación de un nebuloso y altisonante "Ministerio de la Familia" (cabría anotar, en la mejor tradición liberal de reducir estructuras gubernamentales), al tiempo que da a entender que su futuro gobierno retirará la denominación de matrimonio a los del mismo sexo (digo "da a entender", porque lo hace mediante gallegadas sin cuento, tipo las empleadas para el trasvase del Ebro). Hasta el electorado conservador, que ya es decir, entiende perfectamente que ese cambio de nombre lleva aparejada una reducción de derechos, digan lo que digan los hombres providenciales que aspiraban a gobernarnos. Le deja en bandeja el terreno a JLRZ, quien se regodea con la declaración que soñaría cualquier político en tal contexto social: "Mi Gobierno no permitirá que se reduzcan los derechos de ninguna familia española". Sin comentarios.
En resumen: el PP se ha especializado en identificar nichos del electorado (nacionalistas, habitantes de la cuenca del Ebro, ambientalistas, grupos familiares no tradicionales, pacifistas, etc., incluso a la izquierda, caramba) y, uno tras uno, en irles gritando en el oído "¡NO ME VOTES!". Varias veces.
Majo, este Mariano. Veremos qué tal el candidato del 2016.
Querido Un Amigo:
Por ahí querían ir mis tiros descarriados: no es "busco nacionalismo votando al PSOE", sino "busco frenar al PP buscando al PSOE".
Querido Garciamado:
Pues vaya usté a saber. Yo es que creo que unas elecciones generales no se pueden comparar con un burdel. En las elecciones hay menos cálculo y más puteo.
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