Viajo a pasar el fin de semana en Gijón y me encuentro levantadas unas cuantas calles principales. En la zona de la playa, por supuesto. Supongo que serán restos de aquel plan Z (¿O era plan E?). Me quedo pensando que un trocito del asfalto nuevo es mío, ya que se paga con el sueldo que me rebajan. Pues ya sabemos que ahora se quiere descontar a los funcionarios lo mismo que hace un año se dio a los ayuntamientos para hacer carriles de bicicleta y aceras de mucho diseño. Decían que se trataba de combatir el paro y ahora lo que suspenden son obras del AVE y de autovías. Tremenda coherencia, claridad de ideas, rigor ideológico. Quien tiene un gobierno tiene un tesoro.
En tales reflexiones andaba cuando vi el partido del Mundial, el de España contra la pobre y honrada Honduras. Por el entusiasmo de los locutores parecía que el rival era Brasil, pero no, se trataba de Honduras. No hay enemigo pequeño, se dice, aunque existan gobernantes enanos.
Durante ese partido recordé mucho a mi padre. En mi infancia, con Franco vivito y coleando, mi padre siempre quería que perdieran tanto la Selección como el Real Madrid. Yo no lo entendía, pese a que él me explicaba que era porque sus triunfos daban aliento al régimen y hacían a la gente conformarse y creerse feliz, pese a tanto oprobio y tanta miseria. Ahora me pasa a mí. Estoy hecho un lío. Me gusta el fútbol y me hace cierta gracia la Selección, pero me parece que para el país no sería nada bueno un éxito en el Mundial. Conviene más que acabemos de hundirnos del todo, de desmoralizarnos, que seamos conscientes de los niveles de incompetencia y frivolidad que hemos alcanzado. Como cuando Franco, nos empachan de fútbol, estimulan a patadas un patriotismo cutre, manipulan las emociones más pringosas, mientras el país va al garete en lo que más importa y nuestros políticos cultivan una ética pública más propia de ratas.
Y si tan importante es la Selección y tanto ha de contar el fútbol, propongo que el próximo presidente del gobierno sea el Guaje Villa y que de vicepresidente pongan al Niño Torres. Al menos nos meterán los goles con más arte. Ah, y que de líder de la oposición juegue Navas, que por la banda desborda mejor que el gallego sonado.
En tales reflexiones andaba cuando vi el partido del Mundial, el de España contra la pobre y honrada Honduras. Por el entusiasmo de los locutores parecía que el rival era Brasil, pero no, se trataba de Honduras. No hay enemigo pequeño, se dice, aunque existan gobernantes enanos.
Durante ese partido recordé mucho a mi padre. En mi infancia, con Franco vivito y coleando, mi padre siempre quería que perdieran tanto la Selección como el Real Madrid. Yo no lo entendía, pese a que él me explicaba que era porque sus triunfos daban aliento al régimen y hacían a la gente conformarse y creerse feliz, pese a tanto oprobio y tanta miseria. Ahora me pasa a mí. Estoy hecho un lío. Me gusta el fútbol y me hace cierta gracia la Selección, pero me parece que para el país no sería nada bueno un éxito en el Mundial. Conviene más que acabemos de hundirnos del todo, de desmoralizarnos, que seamos conscientes de los niveles de incompetencia y frivolidad que hemos alcanzado. Como cuando Franco, nos empachan de fútbol, estimulan a patadas un patriotismo cutre, manipulan las emociones más pringosas, mientras el país va al garete en lo que más importa y nuestros políticos cultivan una ética pública más propia de ratas.
Y si tan importante es la Selección y tanto ha de contar el fútbol, propongo que el próximo presidente del gobierno sea el Guaje Villa y que de vicepresidente pongan al Niño Torres. Al menos nos meterán los goles con más arte. Ah, y que de líder de la oposición juegue Navas, que por la banda desborda mejor que el gallego sonado.
1 comentario:
simplificas,bastante...y lo sabes.Y fuerzas para comparar lo que no es comparable. es casi una averración, y lo sabes. Más delito tienen los que saben...siempre...
Publicar un comentario