(Publicado ayer, 28 de junio, en el El Correo)
Pasa con los bancos, los supermercados, las compras en general, los vendedores que llaman a nuestra puerta… En la vida diaria siempre que hacemos ademán de sacar la cartera para pagar algo que nos gusta hay alguien que surge de las tinieblas y que nos quiere vender todo el lote. Queremos abrir una cuenta corriente, comprar un queso o una película, leer tal libro, aceptar cualquier clase de oferta y entonces aparece la superoferta: “Si además de esa novela negra compramos la enciclopedia del género policíaco, la primera nos sale gratis, si en vez de un vídeo compramos tres, nos descuentan dos. Si en vez del queso compramos toda la tabla nos regalan un boleto para una rifa. Si además de la cuenta corriente abrimos un fondo de inversión y sacamos la tarjeta rosa o naranja nos dan un crédito. Y entonces es de lo más normal que haya personas que nos resistamos, que decimos que no queremos el lote entero, que queremos abrir una puñetera cuenta corriente, no convertirnos en accionistas del banco; que queremos un queso, no ser tahúres; que no queremos suscribirnos de por vida a ninguna editorial ni toda la filmografía de Bergman sino sólo una de sus pelis.
En realidad la vida consiste en esquivar todos los lotes enteros que te quieren endilgar. Y uno se pregunta por qué lo que es normal en las cosas de la existencia cotidiana no lo es en la política, por qué si uno valora que Felipe González nos metiera en la OTAN y el Mercado Común alguien interpreta que uno acepta también el lote felipista de los GAL, la cultura del pelotazo y de la corrupción. Uno se pregunta por qué no puede valorar la política antiterrorista y social-económica de Aznar sin que ello implique llevarse a casa el lote completo de la guerra de Irak y de su prepotencia y de esa manía que ahora le ha dado por pasar de ex político al increíble Hulk o a oráculo de todas las cosas que no hizo mientras mandaba.
¿Por qué no se puede criticar a Zapatero sin por eso tener que abrazar ni el liberalismo económico ni el integrismo católico? ¿Por qué hay que aceptar todo el lote del bando contrario al que se rechaza? ¿Por qué no se puede detestar tan sinceramente la extrema derecha como el buenismo progre como dos formas de la obnubilación mental y de la renuncia a entender la realidad? No digo que no habrá a quien le gusten y hasta le apasionen las grandes ofertas, o sea llevarse a casa todos los lotes de papel higiénico de la política nacional e internacional. Pero hay también quienes nos resistimos a esos tentadores chollos y porque rechacemos el lote completo de lo que nos quieren vender no renunciamos a tener una cuenta corriente normal y corriente (valga la redundancia) y a llevarnos a casa nuestra peliculita, nuestro librito y nuestro quesito. ¿Qué es poco? Igual a algunos eso nos parece el secreto de la vida. Igual somos la inmensa mayoría los que pensamos y sentimos así.
En realidad la vida consiste en esquivar todos los lotes enteros que te quieren endilgar. Y uno se pregunta por qué lo que es normal en las cosas de la existencia cotidiana no lo es en la política, por qué si uno valora que Felipe González nos metiera en la OTAN y el Mercado Común alguien interpreta que uno acepta también el lote felipista de los GAL, la cultura del pelotazo y de la corrupción. Uno se pregunta por qué no puede valorar la política antiterrorista y social-económica de Aznar sin que ello implique llevarse a casa el lote completo de la guerra de Irak y de su prepotencia y de esa manía que ahora le ha dado por pasar de ex político al increíble Hulk o a oráculo de todas las cosas que no hizo mientras mandaba.
¿Por qué no se puede criticar a Zapatero sin por eso tener que abrazar ni el liberalismo económico ni el integrismo católico? ¿Por qué hay que aceptar todo el lote del bando contrario al que se rechaza? ¿Por qué no se puede detestar tan sinceramente la extrema derecha como el buenismo progre como dos formas de la obnubilación mental y de la renuncia a entender la realidad? No digo que no habrá a quien le gusten y hasta le apasionen las grandes ofertas, o sea llevarse a casa todos los lotes de papel higiénico de la política nacional e internacional. Pero hay también quienes nos resistimos a esos tentadores chollos y porque rechacemos el lote completo de lo que nos quieren vender no renunciamos a tener una cuenta corriente normal y corriente (valga la redundancia) y a llevarnos a casa nuestra peliculita, nuestro librito y nuestro quesito. ¿Qué es poco? Igual a algunos eso nos parece el secreto de la vida. Igual somos la inmensa mayoría los que pensamos y sentimos así.
1 comentario:
La mayoría no acepta el lote. Por eso le están lloviendo las críticas al gobierno de sus propios votantes.Se les dice lo que si y lo que no.Solo se llevan el lote completo de un partido, por ejemplo los "libertad d" o ... Son los que se llevan el lote.
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