Cuando era pequeño, en la aldea, los domingos eran días melancólicos. Sospechaba que, allá en la ciudad o quién sabe en qué casas o las de quién, todos se divertían y jugaban y descubrían sensaciones y mundos, mientras las vacas y yo, en Ruedes, rumiábamos las horas como si no conociéramos los altibajos del calendario o las fiestas de guardar. Ahora sé que era mejor así, pero tuve que rodar lo mío para darme cuenta.
Un domingo cualquiera, hoy, cuando uno es un burguesillo de nómina controlada y aguijón verbal. Pues te levantas con menos urgencias que otras veces, dejas a tu niña con sus cuentos y sus recortes y ante Bob Esponja o Dora la Exploradora y te pones a echar a los periódicos un vistazo más tranquilo. Los domingos son días de lectura sosegada de periódicos. Eran. Ya saben que lo estoy dejando en general y ahora les digo que también me voy a quitar los domingos de este vicio malsano. Lo sustituiré por un buen paseo o por Dora la Exploradora o Los Pingüinos de Madagascar, diversión más formativa.
Pues qué nos topamos en la información un día como este. Porquerías. ¿Las habituales? No, más todavía. ¿Imposible? Posible. Sólo he mirado El País, pero creo que por hoy me basta. Noticia primera de la edición electrónica a esta hora: la beatificación de Juan Pablo II y que andan multitudes por Roma. Me los imagino. Un momento, ahora vuelvo… Ya está, era un apretón. ¿En Roma hay tsunamis? No, ¿verdad? ¿Terremotos? ¿Huracanes? ¿Asesinos múltiples? ¿Alienígenas agresivos? Lástima.
Que beatifican a Juan Pablo II. Por mí como si se machacan su órgano ocioso (salvo el pipí, ciertamente) con dos piedras de basílica. Me refiero al suyo de ellos, no al del difunto. Hoy llevarán muchos el cilicio con dos vueltas e incrustaciones de pedrería. Incrustaciones. Insisto, por mí como si se ponen una chapela o unas chanclas de cuadros. Son cosas privadas, asuntos personales de esas personas pías, pías. Pero por eso, si son asuntos privados de un grupo o secta o confesión o sociedad de cilicieros con pústulas, a mí qué carajo me importa, por qué es noticia eso, vamos a ver. Reivindico y reclamo mi interés en no ser informado de algunas cosas que no afectan al interés general ni sirven para la formación de una opinión pública decente. Y punto. Que lo publiquen en el L´Osservatore Romano o nuestro ABC y que se lean y se líen entre ellos, excitados querubines, diablecillos depilados. Yo no quiero saber nada de los ritos a propósito de ese Papa de antes que era tan amigo de Maciel y el Opus y los dictadores fachorros. Y tan poco compasivo con los parias de la tierra. ¿Ven? O no hay Dios ni diablo o el Karolo está ahora mismo ardiendo en las calderas de Pedro Botero, mientras los mitómanos con voto de castidad aplauden con el culete apretado. ¡Qué diablos tiene El País que hablar de sus cosas en primera página, vamos a ver!
¿Quieren una demostración teológico-rural de que sí tiene que haber cielo e infierno? Se la voy a regalar. Imagínense que yo mismo –para no ponerlos a ustedes en el apuro- me he ido este fin de semana a dar una vuelta por Roma y que, curioso, decido seguir a la fervorosa multitud de angelotes que van a beatificar como locos. Que me meto, los sigo y me mezclo. Y que en ese instante se abre la tierra y nos traga a todos los de la plaza y que nos vamos al cielo al por mayor y, confiados los de aduanas, nos ponen a todos juntos para la vida eterna, incluido el que suscribe. ¡¡¡No!!! ¡¡¡No puede ser!!! ¡¡¡Sería el infierno!!! ¿Ven como sí tiene que haber diferencia? A mí que me lo llamen como sea, cielo, infierno o espacio europeo de descanso superior, pero que no me mezclen con beatos, meapilas y castos aflautados. ¡Jamás!
Y luego que murió Ernesto Sábato muy viejo. Descanse en paz como proceda. Nunca tuve yo muy claro si ese señor, escritor de los buenos, había sido de la dictadura, contrario a ella o mediopensionista. Creo que ahora ya lo sé. Mediopensionista. Pero dice El País que fue “gran luchador contra la dictadura”. ¿Exilio? ¿Clandestinidad? ¿Rebelión? ¿Auxilio a los perseguidos, jugándose él el tipo? No. Modelo antifranquista de los de ahora. Quieto parao mientras Videla y compañía mandaban, salvo firmar algunas peticiones discretas, de las que no obligan a dejar el país o no te ponen en peligro de que te lleven a ti a un "chupadero" de aquellos. Pero eso sí, en cuanto cambia el régimen, qué furiosa oposición retroactiva. Como aquí. Todos fuimos antifranquistas. O lo habríamos sido si no hubiéramos tenido la desgracia de nacer un poco tarde, mecachis. Maquis, la mitad de los españoles se habría echado al monte si no llega a nacer en los sesenta y los setenta. Claro, entre que naces, te crías, vas al cole y tal, cuando creces ya no hay maquis. Así que estudias tu carrera y en cuanto llegas a director general te pasas al maquis en comic y en plan memoria histórica. Cómodo y eficaz; y limpio; y compatible con el sueldo oficial y el pedazo de secretaria fina.
De Sábato leo aquella sorprendente etiqueta y me voy a ver la información en detalle para conocer los pormenores de su heroísmo antidictatorial. Viene así explicado: “La vida y la importancia de Ernesto Sabato, no se comprende sin su faceta de luchador por los derechos humanos y su compromiso contra la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983 pese a que en los primeros meses del golpe participó en una comida con el general Jorge Videla, a la que asistió también Jorge Luis Borges. Sabato cambió de opinión al conocer los continuos asesinatos y abusos contra los derechos humanos que protagonizaba la dictadura y, como ha recordado la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, "firmó todas las peticiones que pudo reclamando la aparición con vida de quienes habían sido secuestrados". Firmó todas las peticiones. Más o menos todas, supongo.
Y sigue: “Terminada la dictadura, Ernesto Sabato recibió el encargo del primer presidente democrático, el radical Raúl Alfonsín, de formar parte de la recién creada CONADEP. El equipo de investigación de la Comisión recogió el testimonio y documentó minuciosamente 8.960 desapariciones y la existencia de 340 centros de detención ilegal y tortura. El informe titulado "Nunca Mas", pero conocido también sencillamente como Informe Sabato, fue entregado a Alfonsín en un acto inolvidable para la inmensa mayoría de los argentinos, el 20 de septiembre de 1984, y dio origen al procesamiento y condena de los máximos responsables de las juntas militares de la dictadura, que fueron enviados a la cárcel. Sabato se opuso siempre a las leyes de Punto Final y a los posteriores indultos concedidos por el peronista Carlos Menem”. Pues muy bien. Una comisión y contra el punto final. Me parece bien.
No tengo nada contra el señor Sábato, que en gloria esté. Sólo faltaba. Lo que no me gusta es el modo de informar ni la falta de equidad al elaborar repertorios de héroes. Nada más que eso. Por tal razón, dejo por hoy la prensa y me voy a otros asuntos y a lecturas más gratas. Que los muertos ajusten sus cuentas, si es el caso, con Wojtyla y Sábato. Amén.
3 comentarios:
Algo interesante sí había en la prensa...
http://www.elpais.com/articulo/opinion/hables/Oxford/elpepuopi/20110501elpepiopi_13/Tes
Pues yo al abrir la página de EL PAIS me encontré, ahí a la derecha donde ponen las cosas de última hora, una foto de Berlusconi departiendo animadamente con D. Felipe y Da. Letizia que me estrujó aun más las tripas que la beatificación del polaco. Porque que informen de algo que no me afecta, pues bueno, pero que los representantes no electos de mi estado le rían las gracias a estos personajuchos justifica la revolución y la proclamación de la III República.
La única manera de acabar con esa gentuza (me refiero al italiano, aunque podemos hacerlo extensivo a otros) es desprestigiarle socialmente, el repudio y rechazo por parte de sus homólogos internacionales. Cualquier otra cosa significa respetar poco la democracia.
Tiene razón, profesor, asco de periódicos!
Se reirán Vds., porque estoy desde ayer ¡juy dios qué vergüenza!, en Roma, de todos los sitios de esta tierra. Pero juro que por cuestiones privadas...
No resisto la tentación de referir el comentario, hoy aperitiveando antes de la comida, de un buen amigo desde hace mucho radicado aquí, sobre los fastos de hoy y la continuidad de la Iglesia Católica: "Dos son las únicas diferencias entre Benedicto XVI y Juan Pablo II: nadie pone en duda que Ratzinger es inteligente, como nadie pone en duda que Wojtyla era heterosexual".
Pero no me malinterpreten, ¿eh? Aún rehuyendo cuidadosamente las pías almas que hoy han abarrotado la ciudad, y las cañadas por donde han transitado, yo encantado con lo de la beatificación del papa que, según inmortal análisis, "llenó los estadios y los aeropuertos, y vació las iglesias y los seminarios". Dos o tres más seguidos así (¿hace falta decir que, por idénticas razones, soy un fan de Ratzinger, y cruzo los dedos porque llegue a los 99?) y redimensionaremos la enojosa cuestión vaticana.
Salud,
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