(Publicado hoy en El Mundo de León. La noticia de la que se parte se puede leer aquí)
Los felices ciudadanos de León capital salen a un empleado del Ayuntamiento por cada setenta de ellos y vienen a pagar, de promedio, más de quinientos euros por tamaño privilegio. Y todavía los habrá que se quejen. A mí, que estoy empadronado en Villaquilambre, me dan envidia esos capitalinos, pues supongo que tendrán los servicios públicos mucho mejor atendidos que otros y que recibirán hasta un trato personalizado. Todo un lujo, aunque podría mejorarse no solamente haciendo más funcionarios, hasta que se alcance la ratio de uno a uno, sino también, y entretanto, distribuyendo de otra manera el personal municipal. Se me ocurre que en lugar de asignar los funcionarios a unos u otros servicios, fueran atribuidos directamente a grupos de ciudadanos. Que cada setenta parroquianos tuvieran su particular funcionario, que lo conocieran e intimaran con él. Cuando, así, el roce fuera mayor y el trato más cercano, muchos querrían invitar al trabajador de sus entretelas a pasear los fines de semana o a cenar los viernes, por no hablar de lo que ganarían las celebraciones del santo y el cumpleaños con la presencia del servidor municipal correspondiente al homenajeado. De esa forma también la ciudadanía apreciaría mucho más la labor de los sindicatos, que han tenido el detalle de no poner pegas a ese progreso de la atención municipal. Y qué decir de los partidos, a los que tanto habrá que agradecer por sus filantrópicos afanes.
No creo que en tan sentidas reuniones del vulgo con sus servidores en la municipalidad surgieran disputas políticas ni altercados ideológicos, pues nos consta que todos los empleados públicos han sido seleccionados con arreglo al principio constitucional de mérito y capacidad y sin concesiones a partidismos ni chamullo de ningún tipo.
Ya sé que hay crisis, pero debemos confiar en la solidaridad vecinal. Antes de bajar sueldos o de perpetrar horripilantes despidos a la griega, estoy seguro de que muchos estarían dispuestos a adoptar a su funcionario y a poner algo más de dinero para que no pierda el buen ánimo ni el servicial espíritu. Total, donde caben casi dos mil por qué no van a caber dos mil quinientos y qué importa en casa una boca más. Que no nos los toquen.
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