(Publicado hoy en El Mundo de León. La noticia aludida sobre las faltas laborales del político leonés puede verse aquí. El asunto tiene una gracia que no se puede aguantar: literalmente insoportable)
Hay tantas varas de medir y tan distintas… Coja usted el periódico un día cualquiera, baraje las noticias y luego compare lo bien librados que salen los políticos que la pifian y cómo las pasan canutas los ciudadanos del común que metieron la pata o que simplemente tuvieron una mala racha. Es una discriminación atroz.
Les pongo algún ejemplo. Resulta que a un ciudadano francés un juez lo condena, en sentencia con ocasión de un proceso de divorcio, a indemnizar a la que era su esposa porque en lo sexual había cumplido muy malamente con ella, pues andaba desganado de su dama y descuidó lo del débito conyugal, con grave daño moral y fuerte cabreo de la hembra demandante. Aviados estamos, pero tengo para mí que al pobre diablo lo acompañaba un mal abogado. ¿Acaso pidieron peritaje sobre los méritos de la mujer y su estado general o es que hay que ir a ojos cerrados y caiga quien caiga? ¿Hubo prueba sobre si ella empleaba mimo para atraerlo o lo fustigaba con lengua viperina? Y, sobre todo, ¿por qué no se ponderaron las consecuencias futuras de una decisión de esta envergadura? ¿Van a poder ahora recurrir y solicitar compensación por las ganas pasadas los que casaron con mujer propensa a la jaqueca o educada en la reticencia ante el físico apareamiento?
Pero íbamos a lo de las comparaciones, no nos perdamos. Mientras ese pobre hombre ha pagado caros sus desfallecimientos conyugales, aquí al señor Lázaro Bayón le han salido gratis del todo sus gatillazos laborales y se ha ido limpio de polvo y paja. Mejor dicho, no se ha ido, sino que se ha venido, se ha venido al fin al puesto de trabajo en el Ayuntamiento con cara de aquí no ha pasado nada, quién no falta unos años al tajo sin que se note, vamos a ver, y por qué hay que enfadarse si uno siguió cobrando. Si al marchito esposo francés le hubiera tocado un juez como este Ibán García que don Lázaro tenía de supremo jefe, habría salido bien parado y hasta con una felicitación pese a no dar la talla. Los franceses no disculpan las noches sin polvo, pero aquí lo que mejor se perdona son los polvos que algunos echan a las instituciones y hasta lo ligeras de cascos que se vuelven las instituciones mismas. Luego dicen que por qué nos habremos arruinado.
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