(Publicado hoy en El Mundo de León)
El pasado jueves estaba convocada una huelga de estudiantes universitarios que no sé muy bien qué seguimiento habrá tenido, pero creo que escaso. Al amanecer del jueves, en el césped de campus ya estaba instalada una amplia carpa de color claro. No, no vayan a pensar que era para discursos y debates. El jueves por la tarde las vías públicas que rodean esa parte del campus están llenas de coches de la policía municipal. Tranquilos, no es porque los estudiantes amenacen con una revolución política o con lanzarse a la calle cargados de indignación y pancartas. Desde las cuatro o las cinco resuenan altavoces con música y se prueban sistemas de sonido. Pero no son himnos ni canciones de protesta lo que se escucha. Los viernes temprano aquellos espacios verdes parecen campos de batalla. Los empleados de limpieza se afanan contra reloj para adecentar los lugares. La brisa arrastra cientos de bolsas de plástico, se ven botellas vacías en los rincones. Sí, ha habido una fiesta estudiantil, no sé si lo que técnicamente se llamaría un botellón o de otra manera.
No critico nada, créanme. No critico que la Universidad permita tales concentraciones ni que la fuerza pública las controle. Ahora, al menos, ya no aparecen las instalaciones con los destrozos de hace años. No reprocho el espíritu festivo del estudiantado ni que la muchachada quiera correrse alguna buena juerga de vez en cuando. A un servidor, que peina canas, también le gusta echarse al monte de tarde en tarde, y mismamente el pasado sábado, con unos amigos… Bueno, dejemos eso.
Pero hay algo inquietante o sorprendente, algo que chirría. No porque sobre nada, sino porque falta alguna cosa. Cuentan los historiadores que cuando llegó el año mil de nuestra era se creía que sería el fin del mundo, y que las gentes de muchas ciudades se pusieron a fornicar hasta en los cementerios, como quien juega las diez de últimas. Luego resultó que el mundo no se terminaba. La diferencia posiblemente está en que este mundo nuestro sí se está acabando ahora, pero los estudiantes no saben que apenas tienen futuro y que su vida será dura. Por eso sus fiestas de los jueves son más alegres, despreocupadas. Alguien debería contarles lo que está pasando y lo que les espera.
3 comentarios:
"A un servidor, que peina canas, también le gusta echarse al monte de tarde en tarde, y mismamente el pasado sábado, con unos amigos… Bueno, dejemos eso." pero hombre, no alimentes el morbo sin luego contar..cuenta.jajajaja. No tenemos futuro, cuándo hemos tenido futuro..sin en este país siempre ha habido un montón de paro...Y el botellon se hacía hace diez años también. Y sabiendo que los jóvenes no tienen futuro, qué se debe hacer..porque ir y decir lo jóvenes no tienen futuro, depresión; eso no arregla nada. Yo pienso, no tengo futuro..y con eso no arreglo nada. El botellon se iba a hacer aunque tuviera futuro. pero pero pero...alguien debería contarles que no tienen futuro...¿?
MENOS BOTELLÓN Y MÁS REBELIÓN!!
"La diferencia posiblemente está en que este mundo nuestro sí se está acabando ahora"
Pero se acaba, se acaba? Y qué mundo viene(explique , su versión, que lo mismo sacamos alguna conclusión). dios..nos volveremos todos los jóvenes y no tan jóvenes alcohólicos o luego ya no habrá ni para alcohol..ainsss. En el norte creo hacen su propio pacharán.
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