26 enero, 2012

¿De quién son las cosas?

(Publicado hoy, jueves, en El Mundo de León)

Con el cierre de Megaupload y el procesamiento de su muy ricachón propietario se ha organizado un buen lío. En los servidores de Megaupload los usuarios almacenaban sus archivos digitales y los compartían con quien les daba la gana. Entre tales contenidos había libros ajenos y obras discográficas. Por ejemplo, yo compro la última novela de algún autor famoso, la paso a formato digital bien accesible, la pongo en Megaupload y doy a todo el mundo las claves para que pueda bajarla gratis. El autor de esa obra no gana un duro con tales descargas, yo puede que sí o que no y el dueño del servidor se va forrando. Cuando la autoridad trata de limitar esas prácticas de reparto gratuito de lo ajeno, miles y miles de internautas ponen el grito en el ciberespacio y los hackers toman represalias al grito la cultura es de todos y la literatura para el que la descarga, no para el que la escribe. Pero muchos no la descargan gratis, sino pagando al dueño del chiringuito una cuota premium para “bajar” más material y más rápido.

No sé lo que estará bien y lo que estará mal, me perdí hace tiempo. Pero, para que reflexionemos, doy unos ejemplos. Supongamos que los avances de la ciencia permitan que en un pispás algún ingenio tecnológico pueda reproducir la catedral de León en cualquier parte, con todas y cada una de sus piedras y con sus vidrieras y solo con y darle a un botón. De esa manera, la catedral de León es “descargada” y vuelta a construir en un montón de lugares, en Vitigudino, en Viana do Bolo, en Jerez de la Frontera, en Buenos Aires, en Moscú, en Lima... ¿Deberíamos molestarnos los de León por ese motivo? Al fin y al cabo es cultura y bien está que todo el mundo disfrute del mejor gótico al lado de su casa y sin gastar un chavo.

¿Y los dineros del dueño de Megaupload, un tal Kim? Pongamos que un empleado de su banco comparte a través de la red las claves de acceso a sus cuentas, las de Kim, y usted y yo podemos entrar en ellas desde nuestro computador y ordenar unas transferencias a nuestro favor. Si lo bonito es compartir, dónde está el problema. Si hay reparto, que lo haya, pero sin ley del embudo. Si hacemos la revolución, vayamos a por todas y a por lo de todos, empezando por Kim.

4 comentarios:

Calvanki dijo...

Muy buenas las comparaciones, pero bueno, a mi no me importaría que me duplicaran la giralda aquí en Londres, al menos por algún tiempo :)

En cuanto a lo libros y su divulgación gratuita bajo este tipo de servidores. Estoy casi de acuerdo. Y digo casi de acuerdo porque la industria editorial también nos tima cuando un "libro físico" te cuesta en el establecimiento 12 euros y la copia digital, en la que se ahorran unos gastos monumentales y que no creo que haga falta enumerar, va y te piden 11,99 o 10,99 o 9,99. (de los cuales el autor se sigue llevando un exiguo eurito o menos y el editor no mucho más, ojo) Y resulta que el la red, a un solo click, te lo ofrece gratis.

Mientras la industria siga siendo así de ávida... a mi me parece un insulto a la inteligencia pagar doce libras por un libro digital cuando lo tienes gratis a un click; y no tiene por qué ser a través de plataformas cuyos dueños se forren cobrándote cuentas premium o a través de la explotación de la publicidad; en internet se puede dar y de hecho se da el clásico "te dejo mi libro" como creo tanto usted como yo hemos hecho más de una vez en nuestra vida

roland freisler dijo...

Profesor el ejemplo no cuela, porque no es lo mismo, pasar dinero de cuenta bancaria a otra, que copiar el dinero de una cuenta a otras.
No es lo mismo "descargar" la catedral de León, que queda en su sitio inmutable, que cambiar el dinero de la cuenta de Kim a la de otros particulares que accedieran a ella gracias al cajero.
El argumento se le entiende, pero debe ser mejorado porque si no, es manipulación, Vd pone un ejemplo muy bueno con lo de la catedral pero no tiene analogía ninguna con el del cajero.

Carmen dijo...

Veamos, los leoneses se pueden enfadar todo lo que quieran si les copian su catedral, pero no veo la relación. Es más, estoy por apostar que hay una réplica idéntica en algún pueblo chino. ¿Y?
El ejemplo del dinero lo veo más acertado, está claro.
Hay que pagar, menos por copiar la catedral de León o la Giralda, es lógico pagar por el trabajo, bien mediante una tarifa plana o como bien decía Calvanki ajustando los precios, eso sí.
Un libro físico se puede prestar tantas veces como uno quiera, ojo.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Ya que hablamos del arte como si fuera una industria más, o ponemos la cultura como un servicio que se nos presta previo pago, propongo que, siguiendo el constructo, apliquemos a todos los autores varios la ley de la oferta y la demanda.
Si un Quijote, pongamos por caso, cuesta 5 euros ¿cuánto debemos pagar por esas novelillas modernas ganadoras de planetas y luceros? Si las sinfonías de Beethoven las obtenemos por menos aún en su calita y grabadas por profesionales de la música con prestigio ¿cuánto pagaremos por un cedé de Bisbal, Pitingo o similar?
Todo codicia y avaricia. Yo no veo arte ni cultura, igual es que me hago mayor.
Que tengan un feliz día.