Anoche dormí en Gijón, después de visitar a mis viejos. Cometí la imprudencia de encender el televisor. Maldita la hora. Me encontré con el reciente canal autonómico, Teleasturias, ahí estamos. Y emitían un programa sobre la llingua. Ea, pues. Sobre una lengua que tenemos allá y cuyo nombre no me atrevo a poner por escrito, pues escuché anoche a un montón de especialistas y propagandistas, todos hablando esa lengua, y unos la llamaban "asturiano" y otros "asturianu". Así que no sé si decir que hablan en asturiano del asturianu, en asturianu del asturiano o qué. Yo siempre dije que la lengua de mi casa era el bable, pero se ve que ya no es fino denominarlo así, pues ni uno solo de los sabios con lengua usó tal nombre. Al parecer, estaba yo equivocado. Igual lo mío es llionés y me entero ahora. Así es la infancia. Uno mama y mama y no sabe lo que mama. Yo creí que había mamado una lengua y resulta que era otra y que era distinta. A lo mejor es que a mi me trajeron en Puerto Rico y no me lo han confesado. Será por eso por lo que me gusta tanto la salsa bailable.
Me estaba divirtiendo mucho con el programa, sólo por escuchar el chapurreo de esos tipos que dicen que hablan la lengua de mis raíces y que tienen menos raíces que una golondrina. Porque vamos a ver, un jovenzuelo que al parecer era llingüista de pro y que defendía con oratoria mortecina la urgencia de que Asturias viera oficialmente reconocida esa que al parecer es su lengua, comenzó así una de sus respuestas: "Es una gran falacia decir que...". Él estaba justo en ese instante exhibiendo con orgullo su dominio de esa lengua maltratada, el asturiano, y hay que suponer, por tanto, que no quería mezclar idiomas, que quería hablar el suyo. Sí, el suyo, seguro. "Es una gran falacia".
Yo me iba preocupando a medida que transcurrían el programa y los especialistas. Me preocupaba porque muchas veces los amigos, allá en la opresiva Castilla y León, me preguntan detalles de cómo se dice en bable esto y lo otro. Y acabo de descubrir que no doy ni una. Soy un apátrida idiomático, un deslenguado. Claro, yo lo cuento como lo hablo, que es como lo hablaban mi padre, y su padre y el padre de su padre. Y las madres. Como si tamaños aldeanos tuvieran derechos históricos. Si hablaban raro, que los zurzan. No pretenderán hacerlo mejor y saber más que estos chavales tan estudiados. Faltaría más.
Por ejemplo, yo siempre digo que los sustantivos que en castellano acabarían en o, en bable cambian a u. Queso-quesu, saco-sacu. Pues no. Mis admirados protagonistas televisivos dicen "queso" y "saco". Cuando se lo cuente a mi padre no va a dar crédito. Para una cosa que creía que dominaba, el hombre. Eso sí, un muchacho de ésos dijo de pronto "filantrópicu". Tengo que preguntarle a mi viejo si sabe qué significa. Seguro que no, qué vergüenza. Y otro apuntó que lo que hay en Asturias con la lengua es mucho "prexuiciu". Que conste.
En estas cavilaciones y dudas andaba yo, cuando escuché un ruido a mis espaldas. Me ericé un poco, pues estaba en el piso vacío de mis padres. Me volví, sobresaltado, y allí tenía mi abuelo, diríase que en carne mortal. El abuelo Marcelino, que murió cuando yo tenía tres años, en Ruedes.
- Coño, güelu, qué faes aquí. -Curiosamente me sentí de pronto sereno al enfrentarme con su plácida expresión.
- Na, Toñín, taba viéndote ahí solín y de repente pareciome oír coses de les de antes en la tele. ¿Date más que me siente un pocoñín a la vera de ti en esti tayuelu?
- Siéntate si quies, pero paezme que vas aburrite, güelu.
- Calla, oh, déxame poner la oreya a ver de que hablen.
- Güelu, non se diz "hablen", dizse "falen".
- ¿Quién lo dixo?
- Coño, ¿non lo tas oyendo?
- Cagumimantu, nietu, falar ye otra cosa, ¿no te acuerdes, oh?
- Ya lo sé, cagunmigüela...
- Mecagoenrós, guaje, dexa a la tu güela en paz o doite con la civiella.
- Perdona, oh. Taba diciéndote que ya sé lo que ye falar, ye dir delante de les vaques con la guiada. Pero eso ye en Ruedes na más, toy dándome cuenta.
- Y entós cómo se diz ahora falar.
- Ahora ya non fala nadie, oh, ahora son to tratores. Ya non hay vaques de uncir y los carros tan tos en los museos.
- Bueno, fiu, dices unes coses tan bobes que paez que tas alloriau. Déxame oir lo que parlen esos rapazos. Por la caruca, paécenme tos d´Uvieu.
- ¿Por?
- Por cómo van vestíos. Deben ser de algún desfile de la Ascensión. Tan como mazcaritos, cagonrós. Esos no ficieron la mili.
Soltó una risotada, echó la boina para atrás y clavó sus ojos en el televisor. Me reconocí en algún recóndito gesto y me pareció estar viéndome a mí mismo cuando trato de concentrarme para comprender el contenido de la conferencia de algún abstruso colega.
Y comenzó ahí mi definitivo viacrucis idiomático.
- Nietu, qué quier decir "filoloxía".
- Oye, oh, ¿qué ye eso del "código semióticu"?
- Cagonlespites, que quier decir eso de la "sociollingüística".
Me hartó, me sentía incómodo con tanta pregunta.
- Son les coses de ahora, güelu, qué quies que te diga.
- Pero eses coses ónde les faen, paécenme como de pa la parte de Teverga.
- Qué Teverga ni qué collones, eso vien to de los americanos.
- ¿De Cuba? Nunca más supe del mi primu que marchó p´allá.
- Vaya, oh, ¿non querís oír la tele?
Pero ya no había quién lo parara.
- Mira esi que cara de fartón tien, y tou desgreñau. Ta renegau pidiendo non sé qué.
- La oficialidá, ¿non lu oyes?
- ¿Qué ye, que ye del exércitu? Había en el cuartel de Pinzales un capitán de la guardia civil que llamaben el Raposu y un día...
- No, no, no tien na qué ver, esta ye una oficialidá civil, pa les traduciones oficiales y eso.
- Será otru comederu. Ta subiéndoseme el geniu.
- Tranquilu, güelu, aposienta.
- Ye que toi calentándome, yo pensé que iben a decir alguna cosuca de les que yo conozco. Qué se yo, de vaques, de praos, de sayar patates, de esfoyar maíz o de mayar fabes.
- Ay, tas arreglau. Tú en qué añu crees que vives, tas guapu.
Me di cuenta de inmediato de la metedura de pata. Traté de sacarla.
- Si quiés charramos un poco tú y yo de eses coses que te presten.
- Na, monín, marcho, toy aburriéndome.
- ¿Onde vas?
- Vuelvo p´al cielu, que tan los compañeros esperándome.
- ¿Entós?
- Tenemos muncho qué facer, tamos redatando los estatutos.
- ¿Estatutos?
- Ye que tan empeñaos en dividir el cielu por aldees y andamos entre Clemente Carril, Alfredo Mingo y yo discurriendo el estatutu de los de Ruedes.
- ¿Y Dios que diz, oh?
- Meca, Él anímamos muncho, ta como llocu con eses caxigalines; dicen que ye pa que lu votemos para la próxima eternidá.
- ¿Y vais votalu?
- Depende de la tayada que nos dé. Ya sabes como ye la política, tamos espabilando tos allá arribona.
- Oye, oh...
Me quedé con la frase en la boca, pues me guiñó un ojo como si hiciera la seña del tres y se esfumó igual que había aparecido.
A todo esto, el programa sobre la lengua de ellos había terminado y estaban con las noticias de Asturias. Llegué a escuchar a medias una información que no fui capaz de entender. Resulta que a uno del PP lo grabaron los del PSOE negociando comisiones con unos constructores y mandaron la cinta al fiscal. Y al día siguiente los del PP presentaron una película en la que habían grabado al del PSOE que los había grabado, negociando también él unas mordidas. Vi a este último declarando en rueda de prensa que él ya sabía que lo iban a grabar, porque esa gente anda grabándolo todo y van como locos. Pornoastur.
Han pasado más de veinte horas y todavía no sé si lo que soñé fue lo de mi abuelo o lo de los partidos. Qué mágica tierra la mía.
Me estaba divirtiendo mucho con el programa, sólo por escuchar el chapurreo de esos tipos que dicen que hablan la lengua de mis raíces y que tienen menos raíces que una golondrina. Porque vamos a ver, un jovenzuelo que al parecer era llingüista de pro y que defendía con oratoria mortecina la urgencia de que Asturias viera oficialmente reconocida esa que al parecer es su lengua, comenzó así una de sus respuestas: "Es una gran falacia decir que...". Él estaba justo en ese instante exhibiendo con orgullo su dominio de esa lengua maltratada, el asturiano, y hay que suponer, por tanto, que no quería mezclar idiomas, que quería hablar el suyo. Sí, el suyo, seguro. "Es una gran falacia".
Yo me iba preocupando a medida que transcurrían el programa y los especialistas. Me preocupaba porque muchas veces los amigos, allá en la opresiva Castilla y León, me preguntan detalles de cómo se dice en bable esto y lo otro. Y acabo de descubrir que no doy ni una. Soy un apátrida idiomático, un deslenguado. Claro, yo lo cuento como lo hablo, que es como lo hablaban mi padre, y su padre y el padre de su padre. Y las madres. Como si tamaños aldeanos tuvieran derechos históricos. Si hablaban raro, que los zurzan. No pretenderán hacerlo mejor y saber más que estos chavales tan estudiados. Faltaría más.
Por ejemplo, yo siempre digo que los sustantivos que en castellano acabarían en o, en bable cambian a u. Queso-quesu, saco-sacu. Pues no. Mis admirados protagonistas televisivos dicen "queso" y "saco". Cuando se lo cuente a mi padre no va a dar crédito. Para una cosa que creía que dominaba, el hombre. Eso sí, un muchacho de ésos dijo de pronto "filantrópicu". Tengo que preguntarle a mi viejo si sabe qué significa. Seguro que no, qué vergüenza. Y otro apuntó que lo que hay en Asturias con la lengua es mucho "prexuiciu". Que conste.
En estas cavilaciones y dudas andaba yo, cuando escuché un ruido a mis espaldas. Me ericé un poco, pues estaba en el piso vacío de mis padres. Me volví, sobresaltado, y allí tenía mi abuelo, diríase que en carne mortal. El abuelo Marcelino, que murió cuando yo tenía tres años, en Ruedes.
- Coño, güelu, qué faes aquí. -Curiosamente me sentí de pronto sereno al enfrentarme con su plácida expresión.
- Na, Toñín, taba viéndote ahí solín y de repente pareciome oír coses de les de antes en la tele. ¿Date más que me siente un pocoñín a la vera de ti en esti tayuelu?
- Siéntate si quies, pero paezme que vas aburrite, güelu.
- Calla, oh, déxame poner la oreya a ver de que hablen.
- Güelu, non se diz "hablen", dizse "falen".
- ¿Quién lo dixo?
- Coño, ¿non lo tas oyendo?
- Cagumimantu, nietu, falar ye otra cosa, ¿no te acuerdes, oh?
- Ya lo sé, cagunmigüela...
- Mecagoenrós, guaje, dexa a la tu güela en paz o doite con la civiella.
- Perdona, oh. Taba diciéndote que ya sé lo que ye falar, ye dir delante de les vaques con la guiada. Pero eso ye en Ruedes na más, toy dándome cuenta.
- Y entós cómo se diz ahora falar.
- Ahora ya non fala nadie, oh, ahora son to tratores. Ya non hay vaques de uncir y los carros tan tos en los museos.
- Bueno, fiu, dices unes coses tan bobes que paez que tas alloriau. Déxame oir lo que parlen esos rapazos. Por la caruca, paécenme tos d´Uvieu.
- ¿Por?
- Por cómo van vestíos. Deben ser de algún desfile de la Ascensión. Tan como mazcaritos, cagonrós. Esos no ficieron la mili.
Soltó una risotada, echó la boina para atrás y clavó sus ojos en el televisor. Me reconocí en algún recóndito gesto y me pareció estar viéndome a mí mismo cuando trato de concentrarme para comprender el contenido de la conferencia de algún abstruso colega.
Y comenzó ahí mi definitivo viacrucis idiomático.
- Nietu, qué quier decir "filoloxía".
- Oye, oh, ¿qué ye eso del "código semióticu"?
- Cagonlespites, que quier decir eso de la "sociollingüística".
Me hartó, me sentía incómodo con tanta pregunta.
- Son les coses de ahora, güelu, qué quies que te diga.
- Pero eses coses ónde les faen, paécenme como de pa la parte de Teverga.
- Qué Teverga ni qué collones, eso vien to de los americanos.
- ¿De Cuba? Nunca más supe del mi primu que marchó p´allá.
- Vaya, oh, ¿non querís oír la tele?
Pero ya no había quién lo parara.
- Mira esi que cara de fartón tien, y tou desgreñau. Ta renegau pidiendo non sé qué.
- La oficialidá, ¿non lu oyes?
- ¿Qué ye, que ye del exércitu? Había en el cuartel de Pinzales un capitán de la guardia civil que llamaben el Raposu y un día...
- No, no, no tien na qué ver, esta ye una oficialidá civil, pa les traduciones oficiales y eso.
- Será otru comederu. Ta subiéndoseme el geniu.
- Tranquilu, güelu, aposienta.
- Ye que toi calentándome, yo pensé que iben a decir alguna cosuca de les que yo conozco. Qué se yo, de vaques, de praos, de sayar patates, de esfoyar maíz o de mayar fabes.
- Ay, tas arreglau. Tú en qué añu crees que vives, tas guapu.
Me di cuenta de inmediato de la metedura de pata. Traté de sacarla.
- Si quiés charramos un poco tú y yo de eses coses que te presten.
- Na, monín, marcho, toy aburriéndome.
- ¿Onde vas?
- Vuelvo p´al cielu, que tan los compañeros esperándome.
- ¿Entós?
- Tenemos muncho qué facer, tamos redatando los estatutos.
- ¿Estatutos?
- Ye que tan empeñaos en dividir el cielu por aldees y andamos entre Clemente Carril, Alfredo Mingo y yo discurriendo el estatutu de los de Ruedes.
- ¿Y Dios que diz, oh?
- Meca, Él anímamos muncho, ta como llocu con eses caxigalines; dicen que ye pa que lu votemos para la próxima eternidá.
- ¿Y vais votalu?
- Depende de la tayada que nos dé. Ya sabes como ye la política, tamos espabilando tos allá arribona.
- Oye, oh...
Me quedé con la frase en la boca, pues me guiñó un ojo como si hiciera la seña del tres y se esfumó igual que había aparecido.
A todo esto, el programa sobre la lengua de ellos había terminado y estaban con las noticias de Asturias. Llegué a escuchar a medias una información que no fui capaz de entender. Resulta que a uno del PP lo grabaron los del PSOE negociando comisiones con unos constructores y mandaron la cinta al fiscal. Y al día siguiente los del PP presentaron una película en la que habían grabado al del PSOE que los había grabado, negociando también él unas mordidas. Vi a este último declarando en rueda de prensa que él ya sabía que lo iban a grabar, porque esa gente anda grabándolo todo y van como locos. Pornoastur.
Han pasado más de veinte horas y todavía no sé si lo que soñé fue lo de mi abuelo o lo de los partidos. Qué mágica tierra la mía.
1 comentario:
Y nosotros sin hacer oficial el idioma de los pastores... así no van a respetar nuestras raices ni na: ¡Cágüenlosticacana!
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