10 enero, 2007

Savater sobre los límites de la paz.

Será cuestión de gustos y de opiniones, claro que sí, pero los argumentos de Savater en estos temas de terrorismos, nacionalismos y asesinatos me suelen parecer apabullantes. Su artículo de hoy en El País lo considero ejemplar, valiente y atrevido hasta el vértigo. No hay por qué estar de acuerdo con todo lo que dice, pero es difícil librarse con palabritas de preguntas como la de en cuántos pueblos del País Vasco, su tierra, le está vedado a él comprarse una casita en el campo o pasarse una temporada. Y el que responda que puede en todos, si lleva escolta bastante o deja de molestar, es casi tan miserable o tan enfermo como los etarras. Será quien así hable parte destacada de eso tan de aquí y tan de ahora que Savater nombra ejemplarmente: el izquierdismo más obtuso y falsario de Europa.
Bueno, aquí copio el artículo. Que lo disfruten las gentes de buena voluntad.
Los límites de la paz. Por Fernando Savater.
"Hace unas semanas, José Blanco acuñó un apotegma taoísta: "Los que no saben, hablan, y los que saben, callan". Bueno, a partir del 30 de diciembre ya quedó claro en cuál de las dos categorías hay que apuntar al Presidente del Gobierno. Aunque la calificación puede extenderse -y con agravantes- a la pléyade de expertos en el asentimiento y el hosanna que se han apiñado últimamente para "asesorar" al prócer en lo tocante al fementido "proceso de paz". Rodeado de tantos empeñados en dar jabón, no es raro que el hombre haya resbalado. Y aún se les oye tocar el tambor a los más obstinados, como a los conejitos de las pilas incansables, llamando al somatén contra el PP, que no apoyó al Gobierno en su confusa aventura. Por cierto que no aclaran lo que hubiéramos ganado si la oposición hubiera brindado en este punto su adhesión inquebrantable al Ejecutivo, salvo que tras el atentado de Barajas se les habría quedado cara de tontos a dos líderes en lugar de sólo a uno. Seguir a estas alturas tratando de culpabilizar a los críticos de Zapatero en nombre de lo que hizo o dejó de hacer Aznar es cubrirse de ridículo, cuando no de alguna sustancia aún más fétida. Pero no cejan porque cuando se les acaba el sectarismo se les agotan las ideas. Incluso hay algún caradura ignorante que sigue llamando "enemigos del proceso de paz" a quienes hicieron desde el primer día las reservas y advertencias que luego se han revelado tan dolorosamente pertinentes.
Sin embargo, tampoco saldremos de pobres con quienes no cesan de bailar la danza de los siete velos pidiendo la cabeza del frustrado Pacificador. Convendría recordar, en cambio, su afirmación más errónea y reveladora: "Hoy estamos mejor que hace un año". Ningún no nacionalista residente en el País Vasco habría suscrito semejante aseveración. Y no sólo por la intensificación de la kale borroka, sino por el regreso de constantes formas de intimidación personal (incluso contra gente moderada del PNV), vuelta a las pintadas y ocupación de espacios públicos por panegíricos del terrorismo, etcétera. Pero también por la perpetuación de una situación de acoso a cuanto no recibe el euskolabel nacionalista en la cultura, la educación, la universidad, los festejos públicos... Si las cosas hubieran realmente mejorado, la gente menos adicta al régimen no seguiría marchándose y los partidos constitucionales no tendrían cada vez más problemas para encontrar voluntarios para las listas electorales. Los aspectos cotidianos que no chorrean sangre pueden hacer también la vida insoportable o humillante para los menos dóciles. Uno se pregunta: ¿en cuántas localidades de mi tierra me está vedado comprarme una casita en el campo o ni siquiera irme a pasar una temporada? Pongo la ETB: aparece uno de los concursos más populares, Date el bote. Cada uno de los participantes se presenta a sí mismo con una breve cancioncilla y a mí me toca el que canta "ya no se puede ir a los bares a potear tranquilo, están llenos de policías, a ver si los mandamos a todos a Jamaica". Risitas, es lo normal. Luego el programa de debate Políticamente incorrecto, en el que aparecen en sobreimpresión mensajes de los telespectadores: "Los españoles son los terroristas, etcétera". Y si tropiezo con la retransmisión de la gran competición de bertsolaris en el palacio Euskalduna, ni cuento los loores a De Juana Chaos y similares que tendré que ver en pancarta y soportar en verso. La lista es interminable, pero por lo visto sólo interesa a quienes vivimos allí.
Y es que se está confundiendo desde comienzos del llamado "proceso" la paz con la tranquilidad. La paz es la Constitución, el Estado de derecho, los estatutos aprobados según las normas legales y los códigos penales y civiles que se aplican por igual a todos los ciudadanos españoles. Esa paz no pueden darla acuerdos subrepticios con los terroristas, ni con sus portavoces o servicios auxiliares ni con quienes se aprovechan del clima de intimidación para sacar adelante sus proyectos políticos presentados como derechos inamovibles e inalienables. Pero, en cambio, la tranquilidad (que viene de tranca, según nos decían de pequeños) sí es algo que los mafiosos pueden alterar o restituir. Lo que no tenemos desde hace décadas en el País Vasco es tranquilidad: y los más intranquilos de todos estamos quienes hemos luchado por mantener la paz y las libertades constitucionales. También en el resto de España el terrorismo ha sabido alterar criminalmente la tranquilidad de los ciudadanos, tomándoles como rehenes para conseguir sus objetivos en Euskadi. Y lo que ahora ETA y quienes la secundan han ofrecido desde un comienzo al Gobierno no es sino la restauración de la tranquilidad a cambio de modificar la paz constitucional al modo que a ellos les parezca más conveniente. Es decir, aumentando la hegemonía nacionalista y blindándola respecto a futuras intervenciones del Estado español, llámesele a eso independencia o de cualquierotra fórmula transitoria menos provocativa. Por ello tenía que haber una segunda mesa estrictamente política, en la cual figurarían los hasta ayer ilegales junto con los nacionalistas legales que han prosperado durante estos años bajo la sombra del terrorismo y también los no nacionalistas que allí firmarían su acatamiento al nuevo orden que les relegaba a un papel secundario... pero eso sí, mucho más tranquilo. Éste es el fondo del asunto y esto es lo que está en juego: sobre esto es sobre lo que se pretende que haya ese "diálogo" al cual los nacionalistas no quieren como es lógico renunciar (aunque bastantes de ellos deploren ahora los modos y el apresuramiento de los etarras, que pueden echarlo todo a perder con su exceso de celo: por eso dice Egibar que el ciclo de la violencia está "agotado").
Y ahora ¿qué nos espera? Pues más de lo mismo, pero agravado. Josu Jon Imaz se ha convertido en la gran esperanza blanca de los que quieren a toda costa tranquilizarse asegurando que el PNV ya es más leal a la legalidad constitucional que la Vieja Guardia a Napoleón. No dudo de la buena intención de Imaz ni de muchos de sus correligionarios que le apoyan, pero los que mandan de veras son Ibarretxe, Urkullu, Egibar, Azkarraga y el resto de los convocantes de la manifestación del sábado, en la que los socialistas vascos harán el papel de mamelucos (Patxi López dice que irán porque no quiere que se repita la desunión vergonzosa de las honras fúnebres de Fernando Buesa... ¡como si de lo que ocurrió entonces hubieran tenido la culpa los socialistas!). Y luego vendrán las elecciones municipales. No sé si Batasuna logrará presentarse a ellas con uno u otro nombre, pero en cualquier caso -como siempre- los verdaderamente ilegales serán socialistas y populares, que no encontrarán gente para sus listas, no podrán hacer campaña electoral con la libertad de los demás, etcétera. Consecuencia: mayoría ampliada de los de siempre y viva el tripartito. Ibarretxe seguirá plan en ristre y dirá que más que nunca es necesaria una consulta popular porque los asuntos de los vascos los tenemos que resolver "los de aquí". Continuará la intimidación callejera y quizá también los asesinatos. Y mucha gente de la que aún no se ha ido pensará que con tal de alcanzar por fin cierta tranquilidad cualquier concesión parece razonable...
Sí, hay que hacer algo, claro que hay que hacer algo. Por supuesto, recuperar el Pacto Antiterrorista, sobre todo en su preámbulo, que condenaba el nacionalismo obligatorio estilo Lizarra (luego plan Ibarretxe) como precio al cese del terror. Pero es hora de ir decididamente más allá. Del famoso "proceso" queda en pie una frase que Zapatero repitió varias veces: primero el final de la violencia, luego la política. A lo largo de todos estos años hemos intentado hacer política en el País Vasco a pesar de la violencia y de su permanente adulteración de la voluntad ciudadana intimidada. Pero puede que el Presidente tenga razón y que debamos tomar su fórmula al pie de la letra. Es hora de que los constitucionalistas nos neguemos a participar en el juego político mientras dure el terrorismo. No más elecciones, no más fingimiento de que se puede ser normal en plena anormalidad y de que quienes sacan ventaja de la situación la padecen tanto como sus víctimas directas. La autonomía no puede beneficiar sólo a unos, no es un derecho divino sin contrapartidas ni obligaciones con el Estado. Ya que tanto se invoca el caso irlandés en otras ocasiones, podemos recordar que Blair no ha vacilado en suspender la autonomía mientras no se daban las condiciones políticas y la aceptación de la legalidad necesarias para la convivencia. La pervivencia del terrorismo y de quienes no lo condenan (o lo apoyan) y lo rentabilizan crea una situación excepcional que es preciso encarar con medios políticos excepcionales si queremos alguna vez romper el círculo diabólico en el que estamos metidos. Me parece que todos los ciudadanos que no esperan ventajas directas o indirectas de la coacción etarra o de la subasta política de su liquidación condicional pueden comprender, aceptar y apoyar estas medidas clarificadoras.
Un último recuerdo para nuestros hermanos de Ecuador, que vinieron a España con su esfuerzo y sacrificio para labrarse un futuro, colaborando al desarrollo de nuestro país (como la inmensa mayoría de los inmigrantes, conviene recordarlo), y murieron víctimas de un terrorismo en el que los ricos asesinan a los humildes en nombre de ideales xenófobos y retrógrados, a menudo con la comprensión política -cuando no con la complicidad- del izquierdismo más obtuso y falsario de Europa".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

More maioritario

(continúa en otro medio de comunicación)

"... y si difiere usted de Savater en su lúcido análisis y su sucinta propuesta de solución, es porque íntimamente se alegra de que le amenacen de muerte y le quieran joder la vida. O al menos, porque no es solidario con la tragedia que con tan admirable entereza lleva. O, al-menos-al-menos, porque no le repugna tanto como a nosotros la criminal actitud de los canallas que le quieren matar. Así que ya sabe.
Lo de menos, como ve, es que se la sude a usted la autoridad moral de Savater".
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(Que sí, que sí hay una cuestión de gustos / disgustos. Yo vivo rodeado de lectores del Libelo Digital, y mi angustiado "pero" va hacia un lado. Usted parece vivir rodeado de apparatchiki sociatas aspirantes a sinecura, y su "pero" va hacia el otro. Ya nos querría yo ver en la viceversa. O quizá no: más vale veneno conocido...).

Juan Antonio García Amado dijo...

More mío, qué narices.
A ver si entiendo, estimado ATMC. Lo que aplauda uno del Libelo Digital o un fachorro cualquiera, si se prefiere esa expresión, no puede gustarle a uno decente. Aunque a uno no le gustara por las mismas razones.
Un día una pandilla de médicos asesinos -es un ejemplillo sin base real- se dedica a matar pacientes apuñalándolos con bisturíes. Así que, como rechazamos a esos médicos, condenamos también los bisturíes y los quitamos de los hospitales.
Otro ejemplillo: pongamos que nos cae bien la doctrina socialista. Pero, corcho, caemos en la cuenta de que los nazis también se llamaban "socialistas". Así que fuera el socialismo para siempre, ni mentarlo.
No sé, no sé, no lo veo.
A mí, como decía en el post, me repatean algunos que conozco que le tienen tirria a Savater. Algunos solamente. No es obligatorio amarlo y se puede discrepar muchísimo con él sin merecer mi desprecio (que ya ve usted qué problema tan grande, que yo desprecie a alguien).
De la misma manera, que a mí Savater me caiga bien y lo defienda por ciertas cosas no implica, en modo alguno, que todos los que lo invoquen con aplauso tengan que resultarme simpáticos. Algunos me pueden resultar tan antipáticos como a usted.Ni dialécticas amigo-enemigo (usted no las invoca, lo sé), ni gaitas. Cada vez que el Real Madrid juega con el Racing o con el Villarreal, por ejemplo, quiero que el Madrid pierda. ¿Porque soy del Barcelona? No, cuando juega el Barcelona me pasa lo mismo. Hay más equipos, aunque parezca mentira. Y ganas de que pierdan siempre los grandes.Si tuviera que votar para que ganara la liga el Barcelona o el Madrid, me abstendría.
Entonces las preguntas que yo me hago son dos:
1. ¿Debo dejar de traer aquí a Savater por miedo a que se me confunda con Los Santos y cia?
2. ¿A usted lo que dice Savater en ese artículo le parece bien, mal o regular, con independencia de su ojo puesto en los del Libelo? Estoy seguro de que usted tendrá sus propias razones, completamente independientes de las de esa gente, y que esas razones serán muy dignas de consideración, y más si son críticas.
El Libelo yo casi nunca lo leo ni lo escucho en su versión radiofónica.Pero en esto hago mal, ya lo sé.
La noción de "estar rodeado" es bastante indeterminada. Puede referirse a usted a ámbitos que, por supuesto, se me escapan. Y lamento sinceramente su incomodidad, que seguramente yo compartiría en su situación. Pero, caramba, tengo la impresión de que muchos despachos del edificio donde usted trabaja o de los edificios vecinos están bien repletos de apparatchiki de los que menciona. Apague la radio un momento y dése una vuelta, ya verá.

Anónimo dijo...

1. No, no va por ahí: lamento haber dado pie a la confusión. Se trata del rollo del post anterior sobre la posición en el discurso. Y no iba con usted, sino con ciertos vicios de plumíferos ("otro medio de comunicación") y politicastros. Como en sátira no quedó claro, lo pongo negro sobre blanco.

Savater tiene el coraje cívico de hablar cuando casi nadie hablaba, y decir lo que dolía. No sólo vive amenazado, sino que ya no tiene ni cuadrilla (se ha ganado a pulso el odio de tirios y troyanos: heroico). Yo disiento de él en algunas cosas, habitualmente por su radicalidad (o mi tibieza); en cualquier caso: su coraje no le da razón, pero le da autoridad moral. Sus errores, que los tendrá, serán errores valientes. Pero hay una sospecha que no nos permite albergar: que esté hablando interesadamente.

Ahora bien: cuando cualquier otro plumilla o politicastro sostenga esos mismos errores (de serlo) pro domo sua, entonces no hay autoridad que valga: serán "errores normales" o, peor aún, errores por el interés. Si el gacetillero, además, intenta aprovechar el rebufo y revestirse de la autoridad moral del otro por sostener lo mismo, no cuela. Y cuela menos aún que, si disientes, tú tengas menos autoridad moral que ellos (en plan cómo tiene los huevos de llevarle la contraria a Savater).

Esta película es la triste history of the present. Savater es un amenazado por heroica decisión, Gregorio Ordóñez lo era, Madina lo es. Algún criminal tipo Manzanas estaba amenazado, pero no por heroica decisión, sino por hijoputa. Cuatro tipos con ideas que no cabe ver más distintas. La amenaza no les dio un ápice de razón más. La autoridad moral sólo la tenían los tres primeros; y no por su muerte, sino por su vida.

Pero ¿cómo iba a aguantar este reino de mediocridad que A tuviese más mérito que B? No puede ser. Tós iguales. Así que no es la vida, sino la muerte la que reparte méritos. No es ser heroico, sino ser primo de una víctima lo que te da autoridad moral. Todo es igual, nada es mejor: lo mismo Alcaraz que Ordóñez o Madina (Alca-t-raz, ahora elevado al nivel de emblema del coraje cívico: estamos todos locos).

No es una manía: hablo de un signum temporis que supera con mucho este tema; que, como todo, viene de allende los mares, y que amenaza con quedarse para largo. Si tienes una idea sobre responsabilidad médica, el fulano de la asociación de víctimas de negligencias sanitarias tiene más razón que tú, y si le llevas la contraria eres un capullo. Si crees que tenemos una política criminal exagerada con lo del hurto de uso de coche, el fulano de la asociación de víctimas de robos de coches tiene más razón que tú y si le llevas la contraria es peor. Si tienes una idea sobre gestión del tráfico vial, el fulano de la asociación de víctimas de accidentes de tráfico tiene más razón que tú, y si le llevas la contraria, eres un hijoputa (y si manifiestas que te exaspera y expresas tus dudas sobre si estamos todos locos, eres más hijoputa aún y que si reunión al carajo y que si qué boca tienes). Hace meses montaron un asunto en mi tajo con un académico vasco. Surgió el tema del final de ETA. Dos asistentes dos comenzaron su exposición diciendo: "Me llamo Menganita Pérez y mi hermano vive con escolta; y creo que...".

Siendo así, ¿qué tengo que hacer para disentir y que no me pongas del lado de los que joden al hermano de la otra? (hoy termina el Fratricida, que escribe en el segundo diario de pago más leído de España, diciendo que, como siempre, todos [los partidos políticos salvo el PP están] con ETA, todos contra el PP). ¿Cómo puedo hablar y que lo que digo no sea despreciable por oponerse a "la víctima"? ¿Juro por santa Bárbara Bendita que nunca he votado al PSOE (va a ser peor si digo lo que he votado...)? ¿Que leo a Savater en todos los formatos desde hace años, en ética, política y turf, con similar simpatía? ¿Que a F lo asesinaron horas después de que mi familiar abandonase el despacho? ¿Y pierdo razón si digo que, sí, me inquietó que me amenazaran así los borrokitas de turno en la manifa de Bilbao?

2. Mi centro de trabajo no es lo que me rodea; aunque, según me cuentan, tiene usted razón en lo de las sinecuras.

3. La radio ya apagué hace meses: tengo hernia de hiato y le sienta fatal.

4. ¿Usted está de acuerdo con todo el artículo?
A mí me parecen acertadas y oportunas las menciones al Jabón, la denuncia de la iniquidad terrorista, muy especialmente de la situación de terror en las listas de PSOE y PP, lo de Imaz, etc. Pero hay cosas que sólo se explican desde el calentón.

Lo de que se cubre de mierda quien apela a lo que hizo Aznar es una memez. Valiente y tal, pero valiente memez (hasta Homero sesteaba). Y lo es, porque el principal argumento político del último año y pico es la indignidad y la traición a los muertos, la ruptura de la patria del ZP... según los teledirigentes del PP. La respuesta fue la previsible: no tienes credibilidad ni autoridad moral, porque hace 8 años estabas en las mismas. ¿Que la respuesta le parece una mierda? Será porque la imputación también lo era. Es ridículo imputar esa mierda al que se defiende. “Mira quién habla” nunca puede ser reprochado como “enmierde”.

La necesidad de recuperar el preámbulo antinacionalista del Acuerdo… Pues me lo releo y veo lo que dice: Estella no, Estella caca, abandonen Estella. Pues ya está: ni PNV ni EA están en Estella, y ya lo han denunciado. Debe haber algo más que me pierdo… y no creo que alguien tan sabio crea que lo bueno es el servir de trágala a CiU o PNV, ¿no?

La insinuación de la suspensión de la autonomía me parece no sólo fuera de lugar, sino fuera del tiesto por varios metros. Pregunté en una comida hace años en qué iba a ayudar. Lo más coherente que oí fue “a ver si así aprenden”. Repregunté: “¿los vascos?”. Intervino una amiga: fin de la conversación. Mejor.

En fin. Lamento haberle dado la impresión de identificarle con el Fratricida (a lo mejor a usted no le molesta tanto, pero para mí es peor que mentarme a la madre).

En otra, casi mejor hablamos de imputación… ;)

Un fuerte abrazo,
ATMC