16 marzo, 2007

El estercolero y los gusanos

Viene el capítulo semanal sobre las maravillas universitarias. Esta vez con un toque más personal, pues son historias que me conciernen directamente.
Pongo al amable lector en situación. Llevo un tiempo maldiciendo el estilo siciliano en tribunales y concursos de habilitación, entre otras cosas. Bien lo han ido viendo los amigos de este blog. Como el destino es juguetón y perverso, he ido a salir yo mismo para el tribunal que ha de juzgar muy pronto un concurso de habilitación de cátedras de mi disciplina. Son las gracias de esos curiosos sorteos.
La situación habitual en muchas de las disciplinas es la siguiente: hay dos o más grupos (nunca se sabe exactamente cuántos, pues los rivales de hoy pactan mañana, si conviene, y pasado vuelven a divorciarse si no hay cama para todos) que se disputan el poder sobre vidas y haciendas de los candidatos y que hacen lo posible y lo imposible para beneficiar a los suyos en detrimento de los del "enemigo", con más que liviana atención a méritos y capacidades de los concursantes y, a veces, hasta con desprecio de las formas más elementales. Para qué guadar las apariencias cuando la ostentación soberbia del poder da tan íntimo gustillo. A veces los resultados están cantados por adelantado, como siempre que uno de esos grupos tiene mayoría en el tribunal. Cuando ese predominio no se da de antemano, comienza el baile de llamadas, negociaciones, promesas, insinuaciones, etc.
Una estrategia muy común consiste en extender el rumor, semanas o meses antes del comienzo de los ejercicios, de que ya hay acuerdo de una mayoría del tribunal sobre quiénes deben triunfar, para de esa manera desanimar a los candidatos alternativos que puedan complicar las cosas, y así esa profecía se hace verdad por obra de su malévola difusión. Hace unos días me encontré casualmente con un muy cualificado firmante de la habilitación que me toca y me contó eso mismo, que no se presentaría porque para qué, que ya le habían hecho llegar noticia de que todo estaba atado y bien atado.
Anteayer un amigo me escribió para decirme que corría insistentemente el rumor de que un servidor se había aliado con el jefe de uno de los grupos que pelean en mi disciplina y que lo había hecho "para joder" a los de la universidad X. Le pregunto quién le ha dicho tal cosa y me dice que ha sido el profesor Z. Así que de inmediato le escribo a Z. Éste es el mensaje que le envié:
"Estimado Z:
Te escribo brevemente para hacerte un ruego, en nombre del aprecio que siempre te he profesado y que mantengo, aprecio que siempre he sentido también correspondido por tu parte. Es el siguiente: no contribuyas a difundir patrañas que me conciernen. Ni he pactado nada con W ni con ningún otro para perjudicar a nadie en la habilitación que viene, ni es mi estilo ni lo será nunca semejante proceder mafioso. ¿Tanto cuesta asumir que puede haber alguien que quiera ir por libre y tratar de decidir en conciencia y según su honesta percepción del mérito de cada cual en ocasiones así?
Supongo que algún enfermo de la manipulación andará inventando semejantes infamias, pero de personas inteligentes es saber discriminar y mantener el juicio equilibrado. Me ha costado mucho esfuerzo y más de un disgusto esta actitud que quiero para mí y que equiparo con la más simple decencia. Seguro que no soy el único. Pero si a los que intentamos librarnos de banderías, manejos y manipulaciones nos agravian con trolas como ésa, sólo se conseguirá que definitivamente nuestro oficio sea un puro estercolero y que a los que en él nos desempeñamos no nos quede más autoestima que la propia de un gusano. ¿Para qué leemos tanto sobre justicia, equidad, imparcialidad y cosas tales si, al final, no concebimos que ni uno solo de nosotros se libre de prevaricar?
No he querido, en modo alguno, que este mensaje te resulte ofensivo y ninguna mala fe te imputo, desde luego que no. Simplemente te pido el favor mínimo de que concedas el beneficio de la duda, que creas la palabra de quien te dice que no juega a los pactitos idiotas de ese calibre y que pienses qué razón pueden tener los que te engañan -que ni sé quiénes serán ni me importa- para envenenar el ambiente e injuriar de tales modos".
Z me ha contestado que vale, que él sólo se lo había comentado a ese amigo mío en estricta confianza y que no se lo había creído, pero me informa de que la especie está circulando extensamente. Y que a ver si un día cenamos y tal.
No tengo ningún problema con Z y me da igual que ladren si es porque se cabalga. También entiendo perfectamente que mediante la difusión de esos rumores se trata de neutralizar a uno dentro del tribunal de marras, para hacerlo pasar como vendido ante otros colegas que también tienen que votar allí. Son tácticas más viejas que Matusalén y propias de estos maquiavelos de barrio.
Qué falta está haciendo un poco de renovación, de aire fresco, en esta jodida Dinamarca nuestra de togas y mucetas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo que de sus Alemañas se sabrá usted ésta, que siempre me ha parecido muy eufónica:

UNTER DEN TALAREN
MUFF VON 1000 JAHREN

Gracias.

P.S. CRÓNICA JUDICIAL
Al encausado A le llegan noticias de dos de los magistrados. La Stimmung general es sí, que el encausado A es inocente. Si no el más inocente de todos, uno de los dos o tres más inocentes. Pero que las cosas no son así de fáciles, hay que entender: probablemente no le absuelvan.
A es imbécil. Su reacción: alegrarse, QUÉ GILIPOLLAS. "Mira, piensan que soy inocente. Uno de los más inocentes, si no el que más", masculla sonriente mientras prepara el petate para pasar otra temporada más entre rejas.