21 abril, 2007

Otro artículo fantástico.

Ya antes de echar mi vistazo de hoy a La Nueva España, periódico de mi tierra, un buen amigo me había puesto en la pista del fantástico artículo que contiene. Se titula Curas rojos y cómicos de sainete y lo firma Miquel Silvestre. Reparte estopa de la buena a diestra y siniestra. Una gozada. Pinche aquí si quiere disfrutar.
Lo que no sé es si no estaremos aumentando la crispación por criticar a ciertos progres. Igual conviene más callar y no andar tocándoles sus muy sensibles cataplines/as.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me llamó la atención (de forma desagradable)un artículo del profesor Atienza publicado en la revista Notario, en la que criticaba lo inconsecuente de ciertos católicos, en no perdonar a de Juana y daba sus razones.
Lo que olvidaba era, que si se pide consecuencia es para todos incluido el, que si tanto tiene de "social" ¿por qué no da él la mitad de su sueldo a los pobres?, porque si critica la inconsecuencia de la doctrina cristiana debe salvar la posible contra con un simple - como todos hacemos y luego ya proseguir la crítica al colectivo del que habla en el caso concreto, porque si no , puede una mente poco juiciosa pensar que sólo los cristianos son inconsecuentes.

Anónimo dijo...

vamos a ver, en el caso de De Juana no se trata de que a nivel personal se le perdone o no, sino que las leyes se cumplan o no. Si una persona perdona a De Juana es un asunto de conciencia interna que a efectos públicos es irrelevante, creo yo.

Sl2

Anónimo dijo...

¡Huy! Con la iglesia hemos topado, ¡mecachis! Una ya no sabe a que atenerse; es lo que tiene la relatividad a medida. Cuando conviene la iglesia habla para sus seguidores (no para esta atea recalcitrante), aunque por paradojas de la vida, pretenda legislar para todos; como en el caso de los matrimonios homosexuales. En ocasiones, no se puede hablar si estás fuera de la iglesia pero tampoco si estás dentro. Y mientras, los obispos de manifestación en manifestación. Lo de uno es siempre diferente, claro.
Si ni siquiera los que están dentro de la iglesia pueden discrepar, protestar y opositar ¿qué queda? ¿Cómo se puede evolucionar y cambiar lo que no es justo? ¿Hacemos de lo obsoleto una bandera?
Que no pasa nada por protestar,señores, ya está bien de tanta moralina, doble moral y moraleja. ¡Menudo lío, oigan!

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Silvestre se traga hasta el duodeno el anzuelo típico de la iglesia católica. Qué cierto es aquello de que lo más difícil de ver es lo que tenemos delante de los ojos.

La IC juega permanentemente a dos barajas, la política y la espiritual. Desde su nivel máximo de definición institucional, Estado y confesión, hasta su presencia en las sociedades contemporáneas.

Descendiendo al caso nacional, la IC está permanentemente haciendo política (continuando una tradición ininterrumpida de siglos).

Lo que la diferencia de otros actores políticos es que cuando se encuentra una respuesta política (por ejemplo, las críticas a su clamorosa incoherencia), entonces pretende acogerse al estatus de organización espiritual, y situarse sobre las partes. Para seguir siendo parte, acto seguido -¿o es que olvidamos la COPE? Da una mezcla de risa, pena e ira. Aunque la gente, en general, lo comprende sin necesidad de columnistas -véanse los datos sobre confesionalidad más relevantes existentes, a saber, los del uso de la casillita de la declaración del IRPF (datos sobre los cuales, a propósito, el PSOE que nos malgobierna ha pasado como un rodillo a la hora de "negociar" los acuerdos de financiación con la IC, pasándose la inequívoca voluntad del contribuyente por donde la esponja).

Desengáñese, Silvestre, y piense antes de malgastar la tinta. Las críticas a la IC no tienen nada de teológico, ni se refieren al dogma: son críticas políticas a un esforzado e incansable actor político. Otra cosa es que sean inteligentes, afortunadas, o eficaces -muchas veces dan pena, evidentemente, como las críticas de los profesores de religión que, después de pasar años corrompiendo por unas monedas a tiernos/as niñitos/as, afirmando que su organización es maestra infalible exenta de vínculos jurídicos, protestan porque emplee sobre sus propias carnes dicho ajurídico magisterio infalible.

Saludos dominicales, hermanos en la fe,