17 febrero, 2008

Cuando la izquierda aún se atrevía a dedicarle versos a España

A lo mejor un día de éstos nos ponemos aquí a hacer una antología de versos sobre España de aquella poesía social de posguerra, antidictatorial y bien orientada a la izquierda. Al tiempo que despreciaban a Franco, que abominaban de cárceles y fusilamientos, que cantaban a la libertad y ensalzaban a los oprimidos y a nuestra cuota de parias de la tierra, decían España y hasta la llamaban patria. Increíble. Qué atrevimiento. ¿Serían tal vez inconscientes compañeros de viaje de la dictadura y de sus opresiones? ¿Estarían poseídos por la deformadora ideología que induce el capital oligopolístico y que todo lo permea, hasta la literatura? ¿Serían superestructural manifestación de un modo de producción que hasta con esos cánticos de amor a una España en libertad sólo quiere alienar a las masas trabajadoras y mantenerlas esclavas? Oh, cielos, qué atroces dudas.
Porque el caso es que ellos se tenían por izquierdistas y decían España como si tal cosa y como sin darse cuenta de que el Caudillo enano también la mencionaba mucho, igual que hace hoy el PP. Vade retro. A ningún poeta actual que tenga dos dedos de frente y pocas ganas de que lo llamen facha se le ocurriría ahora cantarle a España, cuando puede tranquilamente dedicar odas a su parroquia o a otras patrias que no se llamen así. Porque ser patriota sigue estando bien visto, y componer himnos y cuadrarse ante banderas. Pero, hombre, lo de España ni de coña.
Cantaban a España esos poetas antifranquistas y socialmente comprometidos y ni sospechaban en qué atroz error incurrían, no se daban cuenta de que un verdadero demócrata y un izquierdista sólo puede, y hasta debe, ser patriota de otras patrias, vivir y morir –y a veces matar- por otras banderas, mantenerse bien erecto ante otros himnos. Militaron muchos de esos poetas de entonces en el PCE, ignorantes de que esa izquierda acabaría siendo unida por otras naciones distintas de las de la E y defendiendo la bandera de la santa tradición de otras patrias, patrias igualmente, pero de recambio. ¡Qué despistados andaban!
Vamos a ver un ejemplo. Eugenio de Nora, leonés que acabó en el exilio suizo, publicó en 1946 el que se considera primer libro de poesía social, Pueblo cautivo. Antes, en 1944, había fundado, junto con Victoriano Crémer o otros más, la revista Espadaña.
Ahí van dos de los poemas de aquel libro.
Quiero decir.
España, España, quiero atestiguarte.
Quiero esculpir en roble viejo, a hachazos,
con mano tosca, pero estremecida
de ira y cariño y pena,
tu águila y tu serpiente, entrelazadas.
España, quiero arropar tu desgracia
en palabras hermosas como pliegues airados,
para que te conozcan y te amen
los que aún te ignoran, los que siguen ciegos
a tu dolor de cárcel y naufragio.
Quiero poner un poco de luz en este acto
de esclavitud y de mordaza puesta
sobre sangre reseca o renovada;
porque no son ajenos
a tu vivir los que tacha con trazos
de oscuridad y luna el enrejado
de los presidios.
Quiero expresar algo
de tu verdad inalterable y viva.
Y aún otra vez cantar cómo te amo,
patria injuriada por tus mismos hijos
de perra, los que ensucian
y mean en tu sagrado, los que arrojan tu nombre
cada día como insulto al hermano.
Corral en que vivimos, patria,
quiero decir la náusea de tus días marchitos,
quiero soñar y prometer la ruta
de libertad de tu pueblo cautivo.

Años fuera del tiempo. IV.
No, no es la primavera.
La que alza el verde ramo.
La materia es eterna;
sólo es joven el cambio.
El tiempo y su transcurso,
la savia y el sol cálido,
no son más que accidentes
de la tierra actuando.
¡España mía, frágil
y eterna en cada tallo!
De tu roca más vieja
siento alzarse mi canto.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde sus orígenes, las izquierdas han sido internacionalistas.

Una golondrina -aunque sea leonesa- no hace verano.

Saludos a todos,

Anónimo dijo...

Esto que escribe el profesor Garcia Amado, hace pensar que los que somos de izquierdas no hemos sabido defender nuestro españolismo, quizas por una falsa modernidad, quizas por que los menos democratas se han apoderado de un discurso que nos pertenece a todos.

Anónimo dijo...

¿Tiene algo que ver un hombre/mujer de izquierdas de 1944 con uno actual?
¿La izquierda es una o son cincuenta y una? concretando más ¿la izquierda "abertzale" y ERC es lo mismo que el PSOE?

Anónimo dijo...

Somos unos pocos, los centralistas,
que aman a su tierra sin ser centristas.
Que la odian a veces, por ser tan terca
en ver nuestras comarcas como una cerca;
en buscar siempre lo que separa
cuando todos sufrimos la historia amarga.
No digas que es Estado, ni son Naciones
Solo somos nosotros, los españoles

Anónimo dijo...

Esos sí que eran buenos chicos, porque hacían poemas a su Patria. ¡Sí señor! Así me lo aprendí yo, oigue.

Pero su Patria España, ¿eh? No aberchales ni eso.

Antón Lagunilla dijo...

El post de hoy me despierta un montón de recuerdos. Cojo de la estantería, a mi izquierda, un viejo y casi olvidado libro de poemas de Blas de Otero, algunos de los cuales cantaba Paco Ibáñez con voz ronca ("Si he perdido la vida, el tiempo, ... me queda la palabra", "me llamarán, nos llamarán a todos, ..."), mientras los coreábamos en aquella universidad, ya desaparecida, del 60 y tantos. Blas de Otero, vasco de Bilbao, escribió en el 64:

España,
patria de piedra y sol y líneas
de lluvia liviana
(orbayo, sirimiri, de Galicia,
Asturias, Vascongadas:
mi imborrable lluvia en cursiva), desesperada
España, camisa
limpia de mi esperanza
y mi palabra viva,
estéril, paridora, rama
agraz y raíz
del pueblo: sola y soterraña
y decisiva
patria!

Eapaña,
palabra bárbara, raída
como roca por el agua,
sílabas
con sonido de tabla
seca,
playa
de mi memoria, mina
roja del alma,
cuando
abrirás la ventana
a la brisa
del alba.

¡Quién iba a decir que después de tantos años solo quedarían cenizas de aquellos poemas!

Un amigo: lo de que, desde sus comienzos, la izquieda siempre ha sido internacionalista, queda muy bien junto al asesinato de Trostky, ¿no cree? Mas exacto es decir que la izquerda marxista y anarquista, en sus comienzos, era internacionalista. En sus comienzos, digo. Hasta la II Internacional (luego vendrían la III, la IV, la V...). A partir de ahí, todo fué guerra, sectarismo, imperialismo soviético, por no hablar del gulag, Pol-pot, ... Un lamentable rastro de cadáveres, cadáveres de hombres y de esperanzas.

Esto que hoy, en nuestro país y en tantos otros, se autotitula izquierda, solo lo es de nombre. En la ralidad, únicamente son malos gestores del estado capitalista, o aspirantes a serlo. Y malos precisamente porque no son internacionalistas, es decir, porque son antiglobalizadores. Pero esta sería otra historia, y otro debate.

En cuanto a los nacionalismos (en el fondo nacionalsocialismos), solo pretenden defender y aumentar sus privilegios, a costa del común. Mas reaccionario, imposible.

Saludos

Anónimo dijo...

Estimado Antón Lagunilla,

critica usted justamente a las personas de nuestro país que se autotitulan de izquierda.

¿Y si probara a extender ese principio a los estados que se han autotitulado de izquierdas?

¿Y si probara a extenderlo a la heterotitulación que tantos practican implícita o explícitamente?

¿Quién está facultado a titular el color político? Mejor dicho, ¿qué criterios hay que seguir para que el título asignado no sea una simple arma arrojadiza?

Cordialmente,

p.s. De acuerdo en que internacionalismo e imperialismo son contradictorios.

Por lo mismo, estoy en fuerte desacuerdo con su identificación de internacionalismo y globalización.
Sin extenderme mucho, el internacionalismo implica la igualdad de los actores y el respeto de principios comunes en todas las dimensiones fundamentales de la vida pública; en cambio, la globalización es hegemónica -dicatada desde un centro hacia una periferia-, y es, por propia definición, parcial: como se ha dicho y repetido hacia la saciedad, al globalizador le interesa la libertad de flujos de mercancías y de capitales; pero no de personas; ni muchísimo menos de derechos. La globalización es un cambio de nombre, perfectamente en el estilo de los años 90, para un viejo producto: el imperialismo.

Antón Lagunilla dijo...

Apreciado un amigo:

1. Más que a las personas que se autotitulan de izquierda, me refería a las organizaciones políticas, sindicales, sociales, etc. que se autotilulan de izquierda.

2. No hay problema alguno en extenderlo a Gobiernos y a Estados que se autotitulan de izquierda.

3. En mi opinión, no se trata de titular color político alguno, sino de intentar llamar a las cosas por su nombre, y negarse enmascarar la realidad mediante el lenguaje. Pero reconozco que es difícil: requiere pensar, explicarse, dialogar, poner en cuestión lo que parece evidente, ... Tiempo y esfuerzo.

4. Utilizaba el término internacionalismo en el sentido de "trabajadores de todo el mundo, uníos", es decir, desde la perspectiva de clase de la izquierda tradicional: el interés de la clase obrera es único, con independencia de países, fronteras, estados, razas y religiones, por lo que su acción y organización ha de ser internacional, y no circunscribirse a un solo estado.

Eso de que "el internacionalismo implica la igualdad de los actores y el respeto de principios comunes a todas las dimensiones fundamentales de la vida pública", carece de sentido, en mi opinión. ¿Qué actores? ¿personas, estados, organizaciones civilies? ¿actores de qué y respecto a qué? ¿cuales son esos principios comunes? ¿Son universales? ¿Quién los define? ¿Qué contenido tienen? ¿De qué vida pública hablamos? ¿De la de USA, de la de Irán, de la de una tribu del Chad o Afgana?. Como decía antes, utilizamos el mismo término, internacionalismo, pero hablamos de cosas distintas. O, en otras palabras, hablamos poco y mal (yo el primero).

No he identificado internacionalismo y globalización. Me he limitado a afirmar que, por regla general, los Gobiernos de izquierda no son sino unos malos gestores del Estado capitalista, y que ello se debe a que no comprenden que desarrollo capitalista y antiglobalización son incompatibles.

5. La globalización es la globalización del capitalismo, un sistema basado en la producción e intercambio de mercancías en un mercado global. Eso es lo que hay,
lo que existe. Sin alternativa. Ciertamente, ello no implica, hoy, la libre movilidad de personas, debido a una contradicción: mientras la economía mundial es global, la estructura política está compartimentada en estados soberanos. Pero es una contradicción que deberá resolverse necesariamente. La UE es un intento, todo lo parcial que se quiera, pero revolucionario En pocos años todos los ciudadanos de la UE han pasado a tener absoluta libertad para vivir y trabajar en cualquier lugar de la Unión. Y los mismos derechos. Solo hay que comparar la Europa de 1900 con la actual. En poco más de 100 años.

Identificar la globalización con el imperialismo me parece un error. Es como comparar el estadio actual del capitalismo con el de hace 150 años.
Saludos.