12 febrero, 2008

Lo que callamos los que menos callamos

Venga, va. Para que no se diga que hoy sólo cae aquí tocho jurídico. Un ratito de confidencias personales y de filosofía barata de bloguero.
A veces pienso cómo sería este blog de mis pecados si, en lugar de ir su autor a cara descubierta, se escondiera bajo el anonimato de un alias. No, para nada quiero meterme con los comentaristas anómimos, a los que aprecio igual que a los otros y cuyas razones comprendo de sobra casi siempre. No va por ahí el tema.
Cada cual tiene su estilo y el mío, por escrito, tiende a la hipérbole y a una cierta desmesura. Asumido está y, con ello, las réplicas en idéntica onda.
Hace unos días le envié a un profesor amigo y extranjero un escrito pretendidamente sesudo sobre asuntos de nuestra común disciplina. Me respondió que gracias y que bien, pero añadió un comentario simpático: que quienes me conocen me quieren y me aprecian así, pero que mi estilo es demasiado "fuerte" y que quien no me tenga estima personal a pesar de todo, puede molestarse grandemente. O sea, que también en lo académico hay que usar el papel de fumar. No diga usted "la tesis X que fulano sostiene carece de sentido y está llena de contradicciones", sino, "hay elementos discutibles en la tesis X que fulano brillantemente sostiene". Pues vale. Se hará lo que se pueda, que será poco. A estas edades y, como decía aquel viejo y malvado compañero, "cuando uno ya tiene las hijas casadas"...
Es cuestión de gustos, seguramente. O de talantes. Y de espaldas cubiertas. Como de gustos hay mucho escrito, pero es inútil, lo que a mí me molesta es la coba gratuita, el jabón, la teoría descafeinada, el todo el mundo es bueno, el por si acaso, el no vaya a ser que luego no me inviten a merendar. La libertad hay que ganársela a pulso y golpe a golpe más que verso a verso. Pero verdad es que el puño desnudo en ocasiones es menos eficaz que el que se envuelve en guante de seda.
En lo doctrinal y académico seguramente cuentan mucho los condicionamientos culturales, los hábitos de cada lugar. Uno lee cómo, por ejemplo, se las gastan los anglosajones en sus polémicas librescas y no hay color. O, entre juristas, cómo atizaba Kelsen y cómo le zumbaban a él.
Aquí, entre latinos, no se estila la crítica sin vaselina. Más aún, sólo se estila la vaselina. Me parece que para la ciencia es peor así y tal vez por eso hay menos ciencia, o más blanduzca. Pero entre nosotros criticar con contundencia se equipara a mentar a la madre. No somos partidarios de una concepción deportiva del debate doctrinal. O parabienes o a callar. Nada de boxeo con fair play y luego a tomarse unas copas tan amigos; es mejor besarse todo el rato, aunque sea sin ganas.
Estos días unos queridos amigos y un servidor compartíamos perplejidad ante lo poco que en la universidad se critica la marcha de la universidad, fuera de las cenas íntimas y del café de las once con los amigotes y en voz baja, por si las moscas. Hay canguelo, miedo, pánico. ¿A qué? Uff, vaya usted a saber. Al Poder, al Sistema, al Coco, a perderse algún chollete, a que no te salude la secretaria del viceponcio del superyo. Eso sí, si a muchos de esos que callan y callan y callan un día no les dan un tramo o no les conceden el proyecto, vienen a que escribas algo y te pongas de abajo firmante, ya que tú eres tan crítico y a ELLOS les han hecho tamaña injusticia. El sistema va bien y España también, salvo que a mí me pisen un callo, en cuyo caso llamo a la revolución y yo la dirijo desde la retaguardia. Creo que semejante virtud se llama ecuanimidad.
Pues, con todo y con eso, uno se calla muy a menudo. Tampoco es plan andar todo el día a mamporro limpio ni arriesgándose a que el "rival" se mosquee y te conteste como se suele: por la espalda, pero sin decir ni mu.
Ahora mismo escribo todo esto para callarme. Verán por qué bobada. He recibido hace unos días una convocatoria para cierto acto. Venía acompañada de una presentación que me llenó de hilaridad y de perplejidad, por lo que se decía y por quien lo decía. Pero me callo, hala. No me da la real gana de ser el que públicamente diga lo que casi todos piensan y achantan. No es por temor, de verdad que no. Es por cansancio y porque para qué. Si cada cual es feliz en su nido y a su bola, dejémoslo estar. Si todo el mundo se va a reír por lo bajinis y a poner luego cara de que muy bien y enhorabuena, a ver por qué tiene que ponerse el Pepito Grillo del blog a cascar como si no tuviera mejor cosa que hacer que cazar mosquitos con la carabina.
En fin, corto aquí, pues siento que me invade la melancolía.
Sorry.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿No tendrá algo que ver con ciudadanos y ciudadanías...?
(y me escondo tras un cómodo anónimo, of course).

Anónimo dijo...

Vielleicht falta cultura dialéctica en España; vielleicht se os agradecería mucho a los que trabajáis en el proceso formativo (aunque en la Universidad vielleicht sea demasiado tarde a estas alturas de formación académica y personal, tronco duro, difícil dobla) construyeséis un clima de padagogía dialéctica en el que se enseñara a discernir la confrontación dialéctica del ataque personal. Se lo agadecería un servidor, se lo agradecería el día de mañana cualquiera que se chocara con alguno de sus alumnos y sufriera las consecuencias de su falta de "discernimiento".

Apuesto a que sé cual era El Acto; si gastaran más dinero en apoyar otro tipo de actos y/o iniciativas del profesorado/estudiantes de la Universidad qué bien nos iría a todos. Vielleicht no interesa.

"There´s no cure for deception, what´s done is done, so another re-run"

Poema Yellow Rose de Kaitee Page

Anónimo dijo...

Cierto, cierto. Yo conozco el caso de las recensiones que confeccionamos los juristas españoles. Lamentables, por muchas razones, sobre las que no me apetece ahora mismo extenderme. Tan sólo diré que hace unos días me enteré de que hay algunos que se recensionan a sí mismos. La falta de crítica es una lástima, no sólo por elementales razones científicas, sino también porque es de lo más entretenido contemplar cómo venerables profesores se atizan intelectualmente sin contemplaciones. Vean, vean si no esta espectacular recensión que confirma la regla:

www.indret.com/pdf/187_es.pdf

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Hipótesis: lo de Cavaco, Letizia, etc.

Anónimo dijo...

Como autora de la obra cuya recensión se cita por un comentarista anónimo de este blog quisiera tan sólo puntualizar que ha recibido respuesta científica por mí en el número 166 de la Revista de Administración Pública en un artículo publicado bajo el título “La naturaleza fundacional de las Cajas de Ahorros y la emisión de cuotas participativas”.

En su momento la tesis doctoral fue objeto de revisión y aprobación no sólo por el Director de la misma, sino también por el otro Catedrático de la disciplina, así como otros miembros del área de Derecho Administrativo de mi Universidad, que muy amablemente accedieron a departir conmigo sobre su contenido. Todas sus correcciones fueron tenidas en cuenta e incorporadas en un trabajo de investigación sometido, finalmente, a la valoración de un Tribunal presidido por el jurista español más reconocido del último siglo e integrado por otros cuatro Catedráticos de prestigio indudable dentro de la disciplina administrativista.

La obra, publicada por la editorial Tirant lo Blanch, ha sido objeto, asimismo, de otras recensiones, además de la citada anteriormente, publicadas en revistas de la especialidad.

No es mi intención profundizar en esta cuestión, por cuanto entiendo que ya recibió respuesta en su momento y que lo prioritario para mí es continuar en la línea de trabajo y estudio que vengo siguiendo desde hace más de 10 años.

Anónimo dijo...

"Cada cual tiene su estilo y el mío, por escrito, tiende a la hipérbole y a una cierta desmesura. Asumido está y, con ello, las réplicas en idéntica onda". Eso es mentira. Usted no tolera más gallos en el gallinero. Cuando ha aparecido gente que le dio detrás de la oreja no ha debatido, ni siquiera haciendo uso de su finísima ironía. A lo sumo insultó y punto. A cagar, petulante.

Anónimo dijo...

Es lo que tienen los valores generales y genéricos como la solidaridad, la cultura dialéctica, el debate científico... que para que existan y funcionen deben ser auténticamente bidireccionales.

Leo que es "de lo más entretenido contemplar cómo venerables profesores se atizan intelectualmente sin contemplaciones", sin embargo la autora de la obra recensionada no es una "venerable profesora", sino una desconocida que publica su tesis doctoral.

Desconozco si la obra recensionada es tan mala y si todos los citados, Director, miembros de tribunal, etc., son tan negados como parece a tenor de las opiniones del autor de la recensión, pero ¿se imaginan el mismo caso al revés?

¿Qué ocurriría si un doctorando o recién doctorado coge algún libro de un "venerable maestro" y lo pone contra las cuerdas, por poner un ejemplo, por la proliferación de reediciones que no son más que "recopias", en cuanto mantienen referencias a normativas muchas veces derogadas o doctrina superada por jurisprudencia u obras posteriores que ni se citan, o, por seguir con los ejemplos, por tanto refrito que se utiliza para publicar en un libro colectivo, un homenaje, una revista de prestigio y dos de pacotilla? ¿Se imaginan a nuestro protagonista imaginario o incluso a un titular criticando en los mismos términos de la recensión la obra de algún superior?

A la vista de las entradas de este blog parece claro que no es oro todo lo que reluce y que la Universidad española es manifiestamente mejorable. Y sin embargo los palos suelen ir siempre en la misma dirección. Curioso.