24 noviembre, 2010

¿Qué nos va a pasar, doctor?

Mientras paseo por una ciudad ajena y amable, saco un par de euros del bolsillo y los miro con aprensión. Tal vez debería meterlos en una cajita y guardarlos, como recuerdo y para que, dentro de un tiempo, los nietos posibles los miren y alguien aproveche para contarles lo que una vez fuimos y a donde llegamos. Debo de tener en alguna parte un puñado de monedas de peseta de las que guardé la otra vez. Qué nostalgia. Supongo que andaría intratable aquella temporada, como todos. Tan contentos. Europeos, ricos, casi sin caspa, la chaqueta de pana en la tintorería, erectas las ideologías más cosmopolitas, la cuenta del banco retozona. ¡Ay!

Cambiaron las tornas. Parece que tanta dicha no obedecía a un divino diseño o a un destino trazado con esa caprichosa mano con que cumple su tarea la Providencia. Nos equivamos, creíamos que éramos un pueblo con derecho a maná sin tasa, a Estado-providencia sin fielatos, a estatuto funcionarial generalizado y por derecho innato, a la holganza turística y a la prejubilación al salir del parvulario. Ahora se jodió el invento. O va camino de joderse, aunque la minoría que lo sabe aún calle y la mayoría feliz e indocumentada se prepara para gastar algo menos en las compras navideñas, pero con el mismo gesto feliz de no pasa ná. Ya veremos quién llora el último.

Quisiera equivocarme, desearía que mi escepticismo fuera una crisis por los años o un desvanecimiento moral por el estrés. Pero el optimismo o las ganas de no saber de tantos colegas,compañeros, amigos y vecinos no hace más que acrecentarme la inquietud. Estamos rodeados y no abrimos los ojos ni nos levantamos del sofá, pensamos que los tiros son petardos de fiesta y que el olor a tierra chamuscada de un aroma nuevo de Cacharel.

Estos días vivo sin vivir en mí, ando con algo de pánico. Tengo que dejar de salir de casa y desconectar teléfonos y redes. Las contradicciones me superan y no tengo hegelianismo en la bodega con el que superarlas en gozosa síntesis. Algún que otro amigo que navega en aguas cercanas a los poderes me cuenta confidencialmente cómo están las cosas por arriba. Hay un terror que aterroriza. El veredicto parece ineluctable, o así lo cantan a sus confesores, en la oscuridad de las capillas, los que deberían salvarnos, pero no pueden cascarnos la verdad en sus crudos términos. España está en bancarrota y a un paso de la declaración terminal de quiebra. Europa anda con estertores. Los que manejan dinero serio y excedente empiezan a cambiar sus euros por otras divisas. Las bodegas del barco huelen sospechosamente a humedad, sus maderas tienen sonidos de carcoma, los marineros aprestan los botes salvavidas sin avisar a los de clase turista, que se matan a gin-tonics, ríen, se tiran los tejos y piden otra ración de calamares. Titánico.

Eso me lo cuentan cuatro por un lado. Con los otros cuatrocientos con los que me cruzo no consigo hablar del tema. ¿Crisis? ¿Ruina? ¿Quiebra? ¿Crack? ¡Quiá! La mayoría pone cara de póker o, para darle a la expresión su justo nivel, cara de parchís, chis, chis, es un juego de colores que tenemos para ti. No sólo no saben ni contestan, sino que, molestos, te cambian de conversación o huyen de ti como se deja a un loquito con su cantilena en la boca. Algún que otro te dice, como uno muy querido ayer mismo, que España es mucha España y que tiene una burocracia capaz de sostener el Estado contra viento, marea y lo que venga. No oso replicar. ¿Burocracia? ¿Estado? ¿Esta pandilla de enchufados de turno restringido que vamos siendo? ¿Estado? Este night club de taifas es un Estado? Primera noticia. Pero a lo mejor lo somos y tenemos parapeto para cualquier tormenta. La fe mueve montañas y en este país nuestro los mártires palman con una sonrisa en los labios y creyendo que van a una vida mejor.

¿Mártires? Converso muy agradablemente con algún honesto y laborioso militante del PSOE de una Comunicad Autonómica de alcurnia. Coincidimos en que lo de Zapatero no tiene nombre; o sí, pero que no es educado pronunciarlo mientras se cena. Vale. A la tercera copa de vino se me ocurre preguntarle a quién votaría él si estuviera censado en Albacete -dije Albacete al tuntún, quizá lo tengo en la cabeza porque hace poco estuve allí y lo pasé muy bien-. Me contesta que, a pesar de todos los pesares, a Zapatero. Apaga y vámonos. Estoy leyendo la más magistral novela que ha pasado por mis ojos en los últimos tiempos, La guerra del fin del mundo, de Vargas Llosa. El buen militante-mártir-capaz de jodernos a todos me recuerda de inmediato a aquellos habitantes de Canudos, entregados seguidores de Antonio el Consejero, que morían y mataban felices porque habían combatido las fuerzas del Mal, al Can, al Perro, y se iban a la dicha eterna a la diestra del Buen Jesús. Alabado sea Dios, siguen votando a Zapatero. Hasta el final de los tiempos, hasta que suenen las trompetas del Juicio Final sopladas por los del Fondo Monetario Internacional.

Otro apreciado compañero me preguntó, ayer mismo, si yo creía que ganaría Zapatero las próximas elecciones. Me puse a recitar la lista de las reinas gordas para no decirle ni pío. Para qué. Sé que él y su señora votaron a Zapatero la última vez, dolosamente, sonriendo para que el mundo se hundiera, sádicos. A por ellos, oé. Somos funcionarios y tenemos cholletes. Ante mi silencio, él sigue y me explica que esta vez a lo mejor no lo vota, al Can, pues nos ha bajado el sueldo y a él el sueldo no se lo baja ni su padre. Eso es un ciudadano maduro, un elector adulto, un individuo preocupado por el interés general.

Ni rezar, no consigo ni que alguien influyente en las otras altas esferas, las celestes, se marque unas oraciones por nuestra economía. Mi suegra, mujer honrada y lealmente pía, sigue pagando misas por las ánimas del purgatorio, pero no hay manera de que se gaste diez euros en una novena por nuestro PIB o por la salvación financiera de los PIGS. Nada, ella también me mira con cara bondadosa cuando le relato que nos vamos al hoyo y, por toda respuesta, susurra un que sea lo que Dios quiera y bendice la bien surtida mesa. Que no nos falte.

En la sección de “noticias más leídas” de los periódicos digitales sigue en los lugares primeros esa información sobre una miss universo que enviaba a su ex novio fotos en pelota. Y así. De lo de Irlanda pasamos. A fin de cuentas, no somos Irlanda. ¿A fin de cuentas? Nos volvemos nacionalistas negativos, al fin el zapaterismo ha visto por qué España es nación: porque no es como las otras, como Grecia, como Irlanda. ¿O sí? Sí. A tomar por el saco la nación, ahora que empezaba a gustarnos.

Nosotros, con nuestra amplitud de miras, con nuestra innata solidaridad, con esta bonhomía de aquí y tanta filantroía, ¿cómo actuaríamos si fuéramos alemanes o si Alemania estuviera como nosotros -o como Irlanda o Grecia- y nosotros tuviéramos la pasta de los alemanes y estuviéramos creciendo? Porque, por cierto, hoy he leído que en Irlanda van a tener que rebajar un diez por ciento el salario mínimo, que es..., de mil quinientos euros mensuales. Pues si fuéramos nosotros los ricos y tuviéramos que poner dinero para sacar de la ruina a los dilapidadores y descarados, ya se podía ir a la porra Europa y el euro, ni un duro. Y verán como en cuanto aquí tengan que echarnos los germanos y franceses el flotador para que no nos hundamos, organizaremos manifestaciones contra la Merkel y el Sarkozy, las que no hemos hecho, ni una, ni contra Zapatero y sus mariachis, ni contra estos sindicatos vendidos, ni contra nosotros mismos, país, por ser un gigantesco engaño y una panda de sinvergüenzas que se creía en la vanguardia de todas las revoluciones de salón.

Que nos den.

9 comentarios:

Carmen dijo...

Estamos tocados y hundidos, lo peor está por venir. Todo el mundo lo sabe y no hay nada que hacer, los mismos estultos en el poder y en la oposición...idénticos resultados.
Y mientras, Zp se reune con los 30 empresarios más importantes del país (los mismos que han contribuido a esta debacle) aún no se ha dado cuenta que el país lo mueven las pequeñas y medianas empresas.
Se incrementa el gasto en formación para desempleados, joder pero si lo que no hay es trabajo, sobra gente cualificada...sobran más de 4 millones.

¿Para cuándo una huelga general? Pero una en serio, exigiendo la dimisión del gobierno, ¡ya está bien, hombre!

Un cordial saludo.

Merlucillo dijo...

Profesor, LA HA CLAVADO.

La orquesta sigue tocando, pero el barco ya tiene un boquete profundo en el casco y, aunque el pasaje no se entere, las vías de agua son tantas y tan importantes, que ya nos han inundando las bodegas.

Los que tienen dinero (mucho dinero) hace tiempo que lo han sacado del país tan panchos, pues para el poderoso caballero don dinero no hay control alguno: si los ciudadanos tenemos que mostrar nuestro pasaporte para cruzar fronteras (salvo en la privilegiada Europa), el capital se mueve a golpe de click de país en país. Y siempre hay algún país bien dispuesto a acogerle, claro.

Estamos perdidos. Aunque nos esforcemos por despertar al de al lado, ya no podemos cambiar nada. Lo único bueno es que después de la crisis que viene (la de verdad, la de la penuria) sabremos valorar de nuevo las cosas y una nueva etapa de prosperidad comenzará. La pena será no poder vivirla.

un amigo dijo...

Las cosas están mal, rematadamente mal - pero aquí vale el refrán antiguo. Va a traer mucha claridad, ese 'mal', va a poner muchas cosas en orden.

Va a dejar chica la caída del famoso muro. Aquí está cayendo otra cosa más grande.

¡Espectadores a sus asientos!

Salud,

Antón Lagunilla dijo...

Pasen y lean:

http://www.cotizalia.com/disparate-economico/empresarios-manifiesto-demoledor-20101122-4431.html

Saludos

¿Empresarios solidarios? dijo...

Una interpretación de lo de los empresarios:

http://elcomentario.tv/reggio/empresarios-y-rey-de-raul-del-pozo-en-el-mundo/24/11/2010/

Verdaderamente preocupado dijo...

La receta:

http://www.elpais.com/articulo/economia/negritos/elpepiopi/20101125elpepieco_2/Tes

¿Qué nos apostamos a que no se siguen estas directrices?

Rogelio dijo...

Amiga Carmen, estoy con usted que la oposición es penosa, pero en total desacuerdo en la igualdad que parece desprenderse de su comentario.

Es como si a una mujer a la que su esposo le da todos los días una buena mano de "eso", no estuviese dispuesta a mandarlo a "eso" porque a fín de cuentas "todos los hombres son iguales".

Así que le daré la razón en que todos somos iguales, si bien unos más que otros.

Esa maldición bíblica, ese concentrado de plagas egipcias que habita en la Moncloa no tiene parangón, es inigualable, es "the best", el "number one".

Querida amiga, el pasado año los PGE, excluida Seguridad Social, ascendieron a 240.000 millones de euros de gastos, frente a 120.000 millones de ingresos (todo aproximado). El ahorro del actual plan de ajuste de nuestro "guía espiritual" supone menos de 5.000 millones de euros, sin haber encarado reforma estructural alguna de cierto calado, así que a riesgo de morir ahogado de todas las maneras yo cambiaré de timonel y aún puede que de barco, porque el día no muy lejano que nos tengan que rescatar por haber faltado los huevos necesarios para hacer lo que se debía de haber hecho a tiempo, va a quedarse un agujero de más de 1 billón de euros, que sumado a la actual deuda pública quizás supere los 30.000 euros por habitante de este pais.

Por tanto, sobran motivos para tener 4 anginas y falta el sentido de Estado necesario para quitarse de enmedio y hacer un "mutis" por el foro.

Carmen dijo...

Rogelio, me explico fatal, soy un caso perdido, jopé.
Primero, me gustaría aclarar que me parecen igual de necios, mediocres e incompetentes, quienes gobiernan y los que están en la oposición, salvo excepciones puntuales. Pero no por ello tienen la misma responsabilidad, eso nunca. Pretendía destacar que Zp y sus acólitos tienen una oposición a su medida, y no la que se merecen.

Y me permito saltar del primero al último, ¡hala!
Y por último, todos los hombres no son iguales...los hay peores ¡faltaría más!
(Es broma, ¡eh!)

Un cordial saludo.

Rogelio dijo...

Carmen, intuía por donde iba pero no iba a desaprovechar la ocasión para darle un par de coces al Tigre de León, al margen de que cada uno es libre de hacer de su capa un sayo.

Un saludo.