08 noviembre, 2011

El debate

Qué peste. He vuelto a hacerlo, anoche vi el debate de los dos candidatos entre los que, al parecer y según designio divino, tenemos elegir para presidir esta cosa nuestra que dicen que es un Estado.

Horrible, qué quieren que les diga. Horribles el texto y el contexto. Pésimo ejemplo para la ciudadanía, deprimente pedagogía política y social. La política-espectáculo es una degeneración de la política, pero hasta se puede perdonar si el espectáculo es bueno o alienta alguna virtud positiva en quienes lo contemplan. No es el caso. No es ni espectáculo, además; es rito paraeclesiástico que pretende mantener en la fe a los que debieron perderla hace tiempo o tendrían que perderla si supieran sobreponerse al efecto hipnótico. La banalidad del bipartidismo sin sustancia se torna exaltación de la política como acto de fe gratuita. Los errores cometidos se sanan, para unos, a base de imputar a los otros los errores venideros. El futuro se sustancia como veredicto sobre los pasados yerros. Y el espectador votante se ve llamado a conformarse como orgulloso notario del equívoco y la equivocación.

Lo que deberíamos saber o lo que querríamos oír no puede decirse, por si nos disgusta. No cabe que se disculpe quien anduvo por sendas fracasadas, porque cómo vamos a tomar en serio a quien reconoce sus culpas. Sostenerla y no enmendarla, por tanto, o enmendarla de tapadillo sin sostener nada a cambio. Tampoco parece oportuno que quien se opuso antes proponga ahora, con lo que el porvenir se asienta en la oposición al pasado y en la acrítica fe en que, pasado el pasado, vendrán los nuevos tiempos porque pasaron los otros. Al elector se lo cultiva a base de mantenerlo en el no saber, en una incertidumbre políticamente productiva. Sabe lo que hicieron los de antes, pero no sabe por qué lo hicieron, y no sabe lo que harán los que han de llegar, pero sabe que, hagan lo que hagan, harán lo que tengan que hacer, aunque sea sin razones. Se volverá a escoger al que nos convenza de que tiene la más grande capacidad de improvisación, pero nadie rendirá cuentas jamás, porque cada uno jurará que simplemente hizo lo que debía.

Para que acabemos de asumir que no hay lugar para la reflexión, porque los rebaños no reflexionan, en los entreactos del debate la cadena oficial que lo emite presenta retazos de tertulia entre equipos de expertos periodistas que se alinean, con perfecta simetría, como periodistas de equipo. A este lado, los que desde su ponderado saber van a decir, sí o sí, que ganó el uno porque tiene razón; al otro lado, los que desde su inmaculada independencia nos harán ver que el vencedor fue el otro, por idénticas razones que no son razones. Se cierra el círculo y se muestra al pueblo, si es que tal hay, aquello de que extra ecclesiam nulla salus, que no hay salvación por libre, que el pensar sin partido es un pensar imposible, impotente melancolía. Cada periodista completa y complementa a su político y, de paso, muere también el periodismo, para que acabemos de morir todos nosotros como ciudadanos políticos. Y conste que esa parte de los tertulianos mamporreros no la vi, solo me faltaba eso. En esos momentos me levantaba a mis cosas y me ponía otro vasito de ginebra. Eso saqué en claro del debate, la ginebra.

Hoy ya solo importan las encuestas para ver quién venció a los puntos y por cuántos puntos. Importa ahora ver quién dijo mejor lo que no dijo. Lo que hablaron, por inane, no puede ser ponderado, el juicio de fondo lo tiene que reemplazar la estadística frívola. Para tales encuestas se podría votar con el mismo fundamento si se hubiera tenido la televisión sin voz o sin haber visto nada. En realidad, ninguno hemos visto ni oído nada, pues no era ese el propósito ni estaba en los planes un debate, sino un ruido, una fantasmagoría, una alucinación colectiva, un rito sustitutorio.

Y para qué hablar de cómo hablan. Sintomático, radiografía perfecta de lo que somos y de a donde vamos. No casa un verbo con su sujeto, la sintaxis es vilmente asesinada, la pobreza léxica es extrema, los razonamientos no son más que estereotipos vacíos, la agilidad de las mentes brilla por su ausencia, las frases y los gestos padecen el agarrotamiento propio de las cabezas más simples y las personalidades más grises. Llevamos años oyendo que son dos brillantes parlamentarios, dos sujetos inteligentes, dos políticos de fuste. Cielo santo, es posible que, en efecto, sean los mejores. Con eso está todo dicho. Para eso los grandes partidos se vienen esmerando, con trabajo de décadas, en alejar de sus filas y de sus tribunas a los más capaces, a los no homologables a tenor del patrón de mediocridad imperativa.

Es lo que hay. Y punto.

5 comentarios:

Miguel dijo...

No puedo menos que compartir una cita encontrada en Paper Papers:

“Guanyi qui guanyi, jo ja he perdut” (gane quien gane, yo ya he perdido).

Es una cita de Joan Sales –abogado, militar, escritor sobre todo– durante la Guerra Civil española.

Por cierto, esta es la primera vez que comento en tu blog, descubierto hace pocos días y que me ha encantado; muchas gracias por escribirlo.

Rogelio dijo...

Tengo, mejor dicho quiero tener, la esperanza de que la pobreza del debate, pese a indiciaria, no sea finalmente constatable merced a unos hechos cuyos efectos sean parejos a los de un quintal de Evacuol suministrado mediante lavativa a 7 atmósferas.

.... que estás en los cielos, santificado sea ......., ... ora pro nobis, miserere nobis ....

Liki Fumei dijo...

Me gustó el final, sobre todo: la última frase.

Hace tiempo que en Asturias se cuenta ese chiste:

- ¿Qué le dice un hielo (R) a otro (R')?
- ¡Ye lo que hay!

AnteTodoMuchaCalma dijo...

Hagan caso de su tío el Reno Renardo. Y óiganlo hasta el final.

http://www.youtube.com/watch?v=tarVlmUF-wg&feature=player_embedded

Anónimo dijo...

jajajaja. un debate, es eso; enfrentamiento dialéctico. Mariano, flojo más que flojo.Leyendo un guión y el pobre no podía salirse del mismo. ¿así pretende gobernar un país? señor, señor...en fin, Rubálcaba al menos da algo más de esperanza. algo..por lo menos ..en fin..eso. El problema es el que es, que esto se ha hundido el ladrillo y todo lo demás con ello. Y ahora como no hay pasta pues a ver de dónde se recorta..cerebritos..cómo lo van a hacer.