27 enero, 2014

Célula básica. Escenas familiares del siglo XXI.



Office de la cocina de una vivienda unifamiliar de clase media. Muebles de madera, decoración discreta. Una pareja, Marisa y Ernesto, comiendo fruta, de postre del almuerzo. 14:55 horas.
M.- Ernesto, tenemos que hablar.
E.- Esa frase me recuerda el comienzo de una película. Cómo se llamaba. Sí, caray, la vimos juntos cuando empezábamos a salir, era una película francesa…
M.- Ernesto, te lo digo en serio, necesito que hablemos de algo muy importante.
E.- Bueno, no será para tanto. Pero di, di
Un adolescente asoma a la puerta, apresurado.
Adolescente.- Mamá, dónde tengo las playeras de tenis. No las encuentro.
M.- Mira donde siempre te las guardo, en el cajón de abajo de la zapatera de tu habitación.
E.- Es un despistado este chico.
M.- Como te decía…
Suena el teléfono fijo. Ernesto se levanta.
E.- Sí, yo mismo… No, no, Orange… Ya, pero es que tengo un compromiso de permanencia y todavía me faltan seis meses para que expire ese plazo…Sí, bueno, pero entiéndame usted a mí… Que sí, que sí, que su oferta es interesante…. Pero espere… Sí, sí, pero ya le he dicho que hasta dentro de seis meses no puedo dejar Movistar… Cómo que por qué, ¿está usted sordo?... No, no es que me enfade… Bueno, discúlpeme, tengo que colgar… Oiga, cómo se atreve a decirme eso, el maleducado será usted. Habrase visto.
M.- No es fácil para mí hablar de esto, Ernesto.
E.- ¿Tú lo has oído? ¿De dónde sacan a estos vendedores telefónicos? Empeñado en endilgarme un contrato para el móvil con no sé qué tarifa, pero ya le he dicho…
M.- Ernesto, por favor.
E.- Qué.
M.- Que me atiendas un momentito, que debo decirte algo importante.
E.- Adelante, Marisa, dime.
M.- Pues no sé por dónde empezar, pero me he propuesto que de hoy no pase, porque…
Timbre de la calle. Ernesto se levanta, sale y retorna al minuto.
E.- Un pobre. Pide comida. ¿Tenemos algo que podamos darle?
M.- No sé, mira en el armario. Mete en una bolsa un paquete de arroz y otro de lentejas, o unas latas.
Ernesto lo hace así, sale y a los cinco minutos está de vuelta.
E.- No sé a dónde vamos a ir a parar en este país, fíjate cómo está el patio. Me ha contado que trabajaba en la construcción pero que lleva dos años en paro.
M.- Ernesto…
E,- Sí, sí.
Suena el móvil de ella indicando la entrada de guasap.
M.- Para mí es difícil, pero si no cojo ahora el toro por los cuernos…
Nueva musiquilla de guasap en el móvil de ella.
M.- No podemos dejar que estas cosas se pudran sin hablarlas…
Otro guasap en el mismo móvil.
M.-  Y tú y yo nunca hemos tenido problemas para entender hasta los temas…
Un guasap más.
E.- Marisa, por Dios, mira a ver qué pasa con tu teléfono.
Marisa lo examina.
M.- Son mis hermanos. Están dándole vueltas a lo del aniversario de mis padres y que qué les compramos. Mauricio dice que les regalemos entre todos un crucero.
E.- No veo yo a tus padres de crucero, qué quieres que te diga.
M.- Pues yo espero que no me lo hagas más difícil de lo que ya a mí me resulta.
Ring, ring del teléfono casero fijo. Lo coge Ernesto.
E.- Es para ti. Tu hermano Mauricio.
M.-Mauricio, estamos acabando de comer… Sí, lo he visto, pero no he podido contestaros todavía… A mí me da igual… No, Mauricio, yo no he dicho eso… Es que mamá a lo mejor se marea… Vale, yo qué sé… Decididlo vosotros o dadme tiempo al menos para pensar, por favor os lo pido… Cómo que borde… Pues claro que no me pasa nada… Bien, si preferís que lo decida yo, dejadme al menos un par de días y os cuento… Sí, no te preocupes… Sí, ya os diré… No, no, no se me va a pasar.
E.- Veréis como acabáis liándola con lo del regalito.
M.- Bueno, eso ahora me da igual.
Melodía de guasap. Marisa consulta el móvil.
M.- Es Mauricio contándoles a todos que yo me encargo mañana.
E.- Pero tú no has dicho mañana, has dicho un par de días.
M.- Ernesto.
E.- Qué.
M.- Quiero que hablemos.
E.- Habla, mujer, te escucho. Pero sin muchas vueltas, que a en diez minutos o así viene el que nos revisa los radiadores.
M.- Yo solamente te digo…
Asoma en la puerta una niña de unos diez años. Grita.
Niña.- Mamá, Rubén me ha escondido los patines.
E.- Ya estamos otra vez. Dile a Rubén que venga aquí ahora mismo.
Se oyen en el pasillo los gritos atronadores de la niña.
Niña.- Rubén, que vayas a ver a papá ahora mismo.
Rubén (apareciendo en calzoncillos).- Qué pasa, papá.
E.- ¿Qué has hecho con los patines de tu hermana?
Rubén.- ¿Yo? ¿Con sus patines? Nada, por qué.
Llamada al móvil de Ernesto, con melodía de Imagine.
E.- Diga… Ah, Alberto… Sí, claro que nos acordamos. No, no lo habíamos hablado. Espera un segundito, que lo resolvemos ahora mismo.
Niña (desde la puerta de la cocina, llorando).- Rubén es un cínico, me los ha escondido él. ¡Mamá, no me escuchas!
E.- Marisa, es Alberto. ¿Te acuerdas de que este año celebran fuera su cumpleaños? Que le digamos si carne o pescado de segundo.
M.- Me da igual.
E.- Coño, Marisa, no me cargues a mí tus decisiones. ¿Tanto te cuesta pensarlo un momentito?
M.- Es que no tiene sentido, Ernesto.
E.- Alberto, sí, oye, que como a Marisa le da igual, pues mira, pescado para uno y carne para el otro, así compartimos. Qué tal va Mary de su gripe.
Ernesto se tira ocho minutos en el móvil, de conversación con Alberto. Al fin cuelga.
E.- Con antibióticos está Mary. Y los tres críos a tratamiento también. Ya le digo que no sé si se van a recuperar para el siete. ¿Sabes que al final nos invitan en aquel restaurante mexicano al que fuimos el pasado año cuando vinieron tus primos?
M.- Ernesto…
E.- Sí, perdona, ya sé que me quieres hablar de no sé qué, pero es que no nos dejan, mujer.
Móvil de Marisa.
M.- Andrea… Sí, Mauricio habló conmigo hace poco... Ay, Andrea, por Dios, no me canséis ahora con eso, que me pilláis en muy mal momento… Sí… Que no, que no es que yo quiera mangonear nada, es que Mauricio me llamó de sopetón y… Claro que había visto los mensajes… Bueno, mira, te llamo luego…  No, Andrea, no me digas eso, es que tengo que hablar un momentín con Ernesto… No, estoy bien… Sí, en quince minutos como máximo. Bueno, pon media hora, por si acaso… Te llamo yo, no te preocupes… Sí, al móvil.
E.- Ya se picó Andrea, a que sí.
M.- Iré a grano, Ernesto, no hay otra manera.
Guasap entrando en el móvil de Ernesto. Lo mira.
E.- Esta sí que es cojonuda. Andrea, tu hermana, recordándome que te recuerde que la llames luego.
M.- Me fallan las fuerzas, Ernesto. Esto…
E.- No me extraña, se pasan contigo.
Rubén (desde el pasillo, a voces).- Papá, ¿me dejas unos calcetines de deporte?
E.- Sí, coge los que quieras.
Rubén.- Pero no recuerdo dónde los tienes.
Ernesto se levanta y sale. Regresa enseguida.
E.- Este hijo tuyo a veces parece tonto.
Timbrazo en la puerta de la calle. Ernesto consulta su reloj.
E.- Debe de ser el de los radiadores. Claro, ya son las tres y media y había dicho que vendría a y cuarto. No es de los más impuntuales. Voy a ver, porque como se nos marche, tendremos que esperar otra semanita para que nos atiendan. Y luego dicen que no hay trabajo…
Marisa se queda sola. Se toca el vientre, pensativa. Coge el móvil y marca un número. Comunica. Lo intenta tres veces más. Al fin le contestan.
M.- Hola. Comunicabas… ¿De qué?...  No, no sé quién me dices… Ah, de tu oficina… Ya sabes que no los conozco a todos… Bueno, pues se me habrá olvidado el nombre… ¿Adónde?... Ah, tienes el coche en el taller… Espera, quiero contarte que he intentado hablar con Ernesto… De qué va a ser, Juan, por favor, lo nuestro… Sí, tú mismo me habías pedido… Cómo que ya te lo explicaré más tarde… Bueno, vale, atiende el teléfono… Luego te llamo yo. O te escribo… Sí, sí, adiós.

Marisa se levanta, recoge unos platos y se hace un café. Vuelve a la mesa y toma su móvil. Teclea dos mensajes. El primero es para Ernesto: “Ernesto querido, estaba intentando decirte que estoy embarazada de otro hombre, de Juan, creo que recordarás quién es. Cuando tengas un ratito lo comentamos, quizá el verano que viene, en vacaciones o así. O por e-mail, si prefieres. Sin prisas”.  El segundo es para Juan: “Juan, vete al carajo. A Ernesto le he escrito que me has preñado y a ti te digo que te den por el saco. Ya me las apañaré. De momento os mando a los dos a la mierda y tiro mi móvil al río. Adiós”.

1 comentario:

Perplejo dijo...

Deben de haberla embarazado por guasap... Tengo que descargarme esa aplicación.

;)