24 enero, 2006

Sigue el diálogo con amigos sobre la cosa vasca.

Dos opiniones de amigos de este blog que merecen estar aquí al frente, de contrapunto y como invitación a seguir reflexionando. Vienen de aquel post del pasado viernes que se llamaba "Batasuna y la paz. Dialogando con un amigo":
1. ESTO DECÍA "ANTETODOMUCHACALMA":
La confusión que reina en este debate se debe a que todos los partidos intervinientes mienten desde el inicio: Aznar fingiéndose patriota constitucional y Zapatero, un radical defensor de las libertades. Empezando por el final: desde el principio de este proceso, ZP jugó en realidad a no desmarcarse de Aznar. ZP sabía que las políticas de Ley y Orden son el principal activo de los partidos conservadores cuando no se distinguen mucho de los otros; y como entonces el PP le estaba machacando en las encuestas, decidió privarle de esa baza adicional con el Pacto Antiterrorista (de aquellos polvos vinieron estos muchos lodos; y la verdad, nunca creí que fuese a decir esto: por muchos polvos que fuesen, no valió la pena). Pero mantuvo la careta de defensor de las libertades. Intentó sacarla a pasear el otro día, cuando habló de la libertad de reunión de los votantes de Batasuna; pero le vio las orejas a las encuestas. Todo es mentira. Por su parte, el objetivo instrumental de Aznar en el 99 era disolver a Batasuna como apoyo para terminar con ETA. En ese momento ya estaban en marcha en la Audiencia Nacional los procesos penales 18/98 (Ekin y entorno) y el de las Herriko Tabernak, en manos de Garçon Le Juge, que iban disparados hacia esa consecuencia: suspender cautelarmente a Batasuna para luego disolverla (art. 129 CP). Pero eso no le valía a Aznar: Aznar necesitaba que SU nombre estuviese en la disolución, que le diese a él y a su partido los réditos políticos. Para eso se saca de la manga una Ley de Partidos que no sólo nos convierte en lo que el TC había dicho que no somos (una democracia militante), sino que tiene más miga. Supuestamente es un filtro de acceso al registro de partidos; en la práctica, disuelve incluso su sustrato social (porque demostrando la inidoneidad de Batasuna para ser partido, disolvió su base social). Es una ley para aplicar consecuencias penales sin pasar por las manos de Garzón.¡Por eso el auditorio no se cosca! Le dicen: HB ilegalizado por Ley de partidos, por -atención- "no condenar el terrorismo" (algo que tampoco condena, por ejemplo, la Cultural Recreativa, pero no la disuelven). Pero también le dicen: disuelto por terrorista. Y se preguntan: si eran terroristas, ¿qué hace Permach dando vueltas por ahí? Si eran terroristas, ¿qué hace este Estado Débil que no los detiene? Y creen que (disensos aparte) Candido Conde Pumpido es un terrorista porque muestra "reservas". Y creen que ZP lo es porque se asomó un poquitín a hablar de libertad de reunión...Batasuna lleva teniendo reuniones que tododiós conoce desde hace cinco años. Jueces y el Ministerio de Interior (el de antes y el de ahora) han estado informados. Saben que jurídicamente, pese disolución, no hay nada que rascar. ¿Qué pasa porque se convoque una reunión en nombre de una entidad ya disuelta? ¿Me prohibirán convocar una reunión en nombre de la masa hereditaria de Viriato, pastor lusitano? Ah, no: disuelta y criminal. ¿Me prohibirán convocar una reunión en nombre de la Baader-Meinhof? Ahora amenazan con penarlo como colaboración con Banda Armada (art. 576 CP), como si ir a esa reunión fuese mantener un zulo o cobrar el impuesto revolucionario. Estamos todos locos.¿Qué me pasaría si fuese yo a esa reunión? Siempre les oí que las garantías de los derechos, si tienen sentido, es precisamente en los casos incómodos: para (o frente a) los cabrones... Que pese a ser en cierta medida instrumentales, no se justifican desde perspectivas consecuencialistas sino de principios...
2. Y ESTO OTRO ACABA DE ESCRIBIR "UN AMIGO", TERCIANDO NUEVAMENTE EN EL DEBATE:
Creo que Antetodomuchacalma, quien parece informado, ha ilustrado de forma punzante las contradicciones y forecejeos que hay bajo la ley de partidos. Nunca olió bien. Rehusaba -facilona, como casi toda la política del ínclito ex-presidente- entrar en el corazón del problema: ¿por qué en el 2001 hay todavía 143.000 personas que votan Batasuna? ¿Y qué vamos a hacer con ellas? ("con" el sentido de compañía, no de instrumento). Tu análisis ético me podría satisfacer, Juan Antonio: está claro que a esas personas "recuperables para la no violencia" cuya existencia (callada) intuimos en Batasuna, les podemos echar en cara el no separarse, o el no buscar una alternativa dentro de Batasuna que acabe con esa ambigüedad. Pero políticamente seguimos en el punto de partida, o casi. ¿Qué esperamos razonablemente que hagan esas personas? (Sí, confieso que me deja perplejo que el movimiento independentista no violento sea tan débil) ¿Cuál es el siguiente paso? La gran debilidad política de la Ley de Partidos, a mi modo de ver, es que carece de un después. Es un callejón sin salida para ambas partes.El problema vasco, como todas las situaciones embrolladas, tiene multitud de componentes. No me cabe duda de que una parte significativa es política. Otra, ruidosa y sangrante, absolutamente inaceptable, es criminal, porque hay que llamar a las cosas por su nombre, y es un crimen incluso matar a un infame torturador, o a la mano derecha de un sanguinario dictador. Como colectivo, nación o estado que sea, llevamos mucho tiempo, quizás desde siempre, dispuestos a rebajar la calificación de los crímenes que nos caen simpáticos, por la razón que fuere. ¿Qué hará falta? Por supuesto que no sé ni remotamente cuál sea el proceso, pero primero se debe escoger si se quiere la paz o la victoria. Me temo que sean incompatibles. Y, si se quisiera la primera, probablemente habrá que recuperar un lenguaje para la paz. Habrá que inventar modos de hablar entre personas que se son mutuamente repugnantes. Habrá que buscar mediadores, y mecanismos para endulzar las tremendas desconfianzas entre partes. Y, desde luego, habrá que perdonarse recíprocamente tantas cosas. Y habrá que explicar a quienes se sienten mortalmente ofendidos, en una y otra parte, que persistiendo en ese sentimiento, y en las acciones que derivan del mismo, solamente traerán más ofensa recíproca y más dolor.Lo que digo, más que ideas, son balbuceos, palpando en la oscuridad, y empleando el poco buen sentido que me queda. La pregunta pragmática y candente que os hago, Juan Antonio y compañía, es ¿creéis que se pueda hacer algo, algo de verdad, sin esas 143.000 personas?

2 comentarios:

IuRiSPRuDeNT dijo...

¿Esas 140.000 personas? Son una constante de momento.Imagino que se diezmarán con el tiempo.


Imagino que ahora le tocará mover ficha a Ibarretxe. ¿Cómo reaccionará ZP?

¿Como reaccionarán esas 140.000 personas?

¿Cómo reacionará la sociedad española ante la nuevo Estatut?

Somos demócratas. Estamos ante un Gobierno manejado por nacionalistas. Decidirán las urnas. Tendrá que ser la propia sociedad española la que reaccione, la propia sociedad catalana, la sociedad vasca.

El propio PSOE ¿Qué hará con ZP?

EL PP permanecerá en su visión únivoca, seguirá el talante de Zaplana, Rajoy and Acebes?

Seguimos con el tema vasco en el punto de partida.

Pero ahora en algo somos diferentes: estamos mascando el resultado de dos partidos mayoritarios condenados a no entenderse: Estamos sintiendo como el mordisco nacionalista está tocando hueso.

Somos demócratas inexpertos imagino que decidirá la ciudanía en el momento que este más madura;

O eso o nos esperan resultados impredecibles: Hasta pudiera ser un gobierno de estremisima porque somos ciudadanos menores de edad, para que nos guíe. jejeje.

¿Con este panorama buscaremos fórmulas para acabar con el problema vasco?

¿si el problema ahora es qué es españa?

Anónimo dijo...

Antes que nada, las debidas gracias al hospitalario anfitrión de estos diálogos.

Efectivamente, Iurisprudent: el problema no resuelto, no formulado, barrido bajo la alfombra obcecadamente, es qué queremos ser, en función de lo que hemos sido -y sobre todo hecho- hasta ahora (otra pretensión de bases sería lunática), y en función de nuestros vínculos.

Ahora está desperezándose en la cueva, va a salir y se va a llevar a unos cuantos políticos por delante. Pronto se secarán mis lágrimas por ellos. El fausto problema de la organización del Estado es un problemilla, en comparación con los problemones de la energía y del agua, del calentamiento climático, de la exacerbada inestabilidad en Oriente Medio, y de las desigualdades entre pueblos. Como decía en su día El Roto (que me parece lo mejor de ese periódico que tan poco agrada a Juan Antonio), con evidente y juguetonamente maligna cita -que pervicaz sobrevive al citado, ¡huy cuán poco tiempo hace, y así y todo parece que hablásemos de un valido de los Austrias-, "quien no vea que todo va bien, es que no está cerrando suficientemente los ojos".