06 septiembre, 2005

De vuelta. Tres perplejidades posvacacionales.

Je, je, imagínense que ahora voy y les cuento por extenso mis periplos. Y que adorno la narración con fotos y anécdotas insustanciales. Adiós blog. Cuántas amistades se echan a perder por semejantes abusos. ¿Ha reparado usted en que el disfrute del que cuenta primorosamente sus viajes es proporcional casi siempre al desagrado y la impaciencia del que lo escucha? Hay mucha gente, creo, que sólo viaja para contarlo luego, y mucha más que evita concienzudamente a los amigos que viajaron durante el último trimestre, no vayan a sacar las diapositivas y nos acaben la paciencia. Viajamos para dar envidia y evitamos a los viajeros para no perder los nervios con sus intrescendentes apostillas sobre la forma de las sombrillas en Bali o el modo de hacer las verduras a la plancha en Murcia.
Tranquilos, yo sólo quiero compartir brevísimamente tres cosillas que me han llamado la atención. De paso, ya lo sé, dejo caer por dónde he andado. Pero finamente y como quien no quiere la cosa.
1. Resulta que tocó pasar en Suiza el día de la fiesta nacional, el 1 de agosto. Sorprendente. Suiza, Estado confederal, eso ya lo sabemos. Pues resulta que en casi todas las casas de casi todos los cantones colgaban en los balcones banderines con los colores de la bandera suiza y de las de todos y cada uno de los veintitantos cantones. Y que en cada ciudad y hasta en el pueblecillo alpino más pequeño y apartado se pasaron dos noches seguidas lanzando fuegos artificiales.
Habrá que estudiar el fenómeno suizo un poco mejor y luego escribir algo. Pero, entretanto, ¿por qué no vamos pensando aquí en un Estado confederal al estilo suizo? ¿Con fiesta nacional y todo?
2. Lo que hace la propaganda turística. Resulta que uno ha tenido la suerte de recorrer variados caminos de Centroamérica: bastante de El Salvador y Guatemala, algo de Panamá, Honduras y Nicaragua. Faltaba Costa Rica y todo hacía pensar que iba a ser otra cosa, aún mejor. Pues no. Pura propaganda. Carreteras infames con cráteres en lugar de baches, puentes a punto de caerse, policías corruptos parando al extranjero para cobrarle mordidas (eso me lo hicieron a mí mismo), precios altísimos por servicios que no los merecen... Sólo se salvan los animales, eso sí.
No digo yo que no haya que ir a Costa Rica, no es eso, pero sí afirmo que quedan en los otros países citados muchos rincones igual de interesantes, menos explotados y con precios infinitamente más razonables. ¿Alguna recomendación para ir pensando? Ahí van tres, sin mucho pensar: La isla de Ometepe (Lago Nicaragua), en Nicaragua, el archipiélago de San Blas, en Panamá, y Antigua, en Guatemala.
3. ¿Por qué dan tantas ganas de hacerse apátrida cuando uno se encuentra con grupos de turistas españoles y oye sus gritos, escucha sus conversaciones y ve sus posturitas y actitudes? Hay un estándar que es temible y aborrecible: pareja en torno a los treinta o treinta y pocos años, poseídos por el coronel Tapioca y ansiosos por contar el menú de su reciente boda y lo bien que nos lo pasamos, ¿te acuerdas de cuántas veces se sirvió lechazo la tía Vicenta? Yo estaba tranquila, pero éste parecía un flan desde tres días antes. Etc.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Resulta casi obligatorio respaldar la moción de visitar nuestra bella Isla de Ometepe en el Lago de Nicaragua como destino turístico de cualquier viajero que guste de la aventura, la naturaleza casi virgen y este dispuesto a compartir con sus habitantes la travesía en una pequeña enbarcación que se asemeja a un mercado flotante y cuyo destino es "un oasis de paz", con dos colosos (el volcan concepcion y maderas) que como guardianes la custodian dia y noche. Sean bienvenidos los que se decidan por Ometepe!!!
Cristina
De Nicaragua