31 agosto, 2006

Y se quedó tan Anxo.

Al viajar se ven cosas graciosas; otras, ridículas sin paliativos. Camino de Galicia, el lunes, caen en mis manos, en un bar de carretera, El Correo Gallego del domingo 27. El titular se las trae, y no decepciona la información a que remite. Resulta que don Anxo Quintana (por cierto, ¿cómo diablos se escribe el nombre de este hombre? Los periódicos unas veces le ponen Anxo y otras Antxo; a veces, un mismo periódico -véase El País en google, por ejemplo lo llama de una forma o de otra según el día. ¿Será que una de las formas es en gallego y la otra en polaco?), capitoste del BNG y Vicepresidente de la Xunta, ha expelido la siguiente declaración: que el monte gallego es "un lujo que el Estado tiene que empezar a pagar".
Sí, como lo leen. No que tenga el Estado que empezar a apagar el monte gallego, no. Que tiene que empezar a pagarlo. Reedición corregida y aumentada de la sempiterna ley del embudo, para mí lo antxo, lo estrecho para ti. ¿Cómo se dirá en gallego "tener mucho morro"? No solicita el amplio Quintana que retornen al Estado central las competencias, sólo que pague éste por lo que ya no es cosa suya. Como si usted me traspasa a mí su coche y yo le exijo que siga usted apoquinando para la gasolina por ser tan lujoso el modelo que me dona. Enésimo ejemplo de cómo la mayoría de los nacionalistas periféricos con chófer y secretarias van experimentando tales metamorfósis, que ríase usted de Gregorio Samsa. Sólo que, en lugar de ir tomando forma de cucaracha, se les pone jeta de oso hormiguero; o de jabalí hozador en arcas estatales. Se parecen a esos jóvenes ya no tan jóvenes que reclaman en casa independencia, libertad de horarios y exención de crítica paterna, pero que chupan del bote familiar sin tasa y no se piran a vivienda propia y presupuesto autónomo ni a empujones. Yo soy yo y mis circunstancias, pero el condumio me lo pagas tú, papi.
Insisto, no ha dicho don Anxo que deban sus conmilitones renunciar, por inútiles o mantas, a sus cargos, sino que deben ser para la Administración central los otros cargos, sólo los otros: los cargos económicos. Vamos, que nosotros, "los otros", ponemos hasta la cama. Así que me traspasen montes a mí también, no te jode.

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