27 agosto, 2007

¿Dónde está Wally capador?

Anteayer, sábado 25, me pongo a leer con calma los periódicos en papel, aprovechando que estamos en Gijón de asueto, que me he levantado el primero, he ido al quiosco, me he tomado un cortado mañanero en al cafetería de toda la vida y no pienso ni dedicar un minuto del día a pensar en cosas de Derecho ni a escribir un post sobre cualquier cosa.
Pero el diablo acecha en cada rincón de la ciudad y en cada página de los diarios. Resulta que veo en el ABC un artículo de uno de sus afamados colaboradores, buen escritor y combativo militante de las derechas católicas; un conservador en toda línea, vaya, y en su derecho está. Y dice este día cosas como éstas:
SARKOZY no me mola nada. No me gusta cómo gallea, cómo saca pecho mientras profiere fantochadas. Sarkozy tiene el ademán resolutivo y el verbo propenso a las pomposidades propio de los gobernantes con ínfulas cesáreas; fuegos de artificio que combina con una corrección política nauseabunda cuando se trata de formar gabinete ministerial (y quizá en esta mezcolanza de protofascismo aspaventero y complejito ante la superioridad de la izquierda se resuma su condición poco fiable). Ahora, aprovechando el marasmo estival, los medios de comunicación se han empleado en glosar una ocurrencia del personaje cuya mera mención causa vergüenza: al parecer, ha propuesto «castrar químicamente» a pederastas y violadores reincidentes (…) Castrar químicamente» a los delincuentes sexuales es una indignidad y una abyección que sólo puede ocurrírsele a un mentecato o a un demente; es como volver al Código de Hammurabi, que castigaba a los ladrones con la amputación de las manos. Los sistemas punitivos civilizados se fundan en la convicción de que el delincuente, tras penar su culpa, puede convertirse en un hombre nuevo; también en la consideración de que todo hombre, incluso el más sórdido criminal, es titular de una dignidad inalienable. Castrar a un delincuente significa pisotear esa dignidad inalienable; significa también negar su capacidad para convertirse en un hombre distinto. Aquí podría oponérseme que un pederasta no es un delincuente, sino un tarado incurable. Puede que en algunos casos así sea (aunque no en la mayoría, como luego trataré de explicar): habilítense, pues, centros psiquiátricos donde tales enfermos encuentren tratamiento adecuado; pero parece evidente que el modo de combatir las enfermedades mentales no es la amputación, física o «química».
Pues quien así escribe sobre la ocurrencia de castrar químicamente a ciertos delincuentes sexuales es Juan Manuel de Prada, en su artículo que titula precisamente “Castración”. Luego fundamenta su opinión con sus habituales referencias a la sacralizad de la persona para el cristianismo y otras consideraciones de raíz religiosa. Pero ahí lo tienen, oponiéndose a esa medida que tanto excita a más de una feminista y que no tardará en proponernos don Zapa si piensa que por ahí van los votos.
Porque miren lo que me encuentro a continuación en otro periódico, esta vez La Nueva España, bajo un titular que se las trae: "Cataluña apoya la castración química si hay evidencia de su efectividad". Se trata de las declaraciones de una tal Marina Geli, que no es aspirante a Operación Triunfo ni azafata de concurso televisivo, sino “consellera de Salud” del Gobierno catalán. En el periódico asturiano aparece así, “consellera”, con lo que no soy capaz de discernir si es que lo han puesto en bable al baño María o si lo recogen en catalán aprovechando que estamos en Asturias. Bueno, pues consellera o lo que manden los meapilas de turno. Pero el caso es que esta señora forma parte de un gobierno de progreso, no sé si por la parte del gobierno o la del progreso, pero ahí está, de avanzadilla, levantémonos todos y tal. Esta chorba, desde su atalaya sanitaria, matarile-rile-rile, nos dice que la propuesta de castración química para delincuentes sexuales reincidentes “tiene sentido si existe un aval de evidencia científica que apoye su efectividad”. Que no vamos a tirar el dinero, vaya, no sea que el violador se tome la pastilla y siga igual. Pero que, si funciona, adelante y viva la rehabilitación amputada.
Y más, pues ahora va a resultar que la publicidad se la lleva Sarko, pero los generalistas de la Generalitat generalizante lo vieron primero, pues el pasado mes de julio se creó en aquella nación –Catalunya, digo- una comisión a instancia de “la Consellería de Justicia y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) –¿por qué huevos, me pregunto yo, interrumpiendo el entrecomillado, pone el periódico aquí esta chorrada de las iniciales?-, en la que participa personal del sistema sanitario de Cataluña”. Perdón, ¿el Tribunal Superior de dónde? De Cataluña, rey. Ah, entonces no digo nada, que ésos son progres y comprometidos con la liberación de los pueblos y la promoción de personas, y, por tanto, si hacen una comisión para ver a quien castran no van a castrar a tontas y a locas, eso seguro. Pero, ay, si ese tribunal y esa comisión llegan a ser de Valencia o Murcia o si la prepara un gobierno de Aznar o Rajoy, arde Troya. Al día siguiente, ocho mil catedráticos de Derecho penal y sus correspondientes becarios firmando enfebrecidos una carta en El País contra la involución penal por obra de la derechota y de su aversión a los pitos. Pero, chico, si lo hacen los amontillados, será que está bien; y si se le ocurre a Sarko, lo copiamos, pero decimos que a nosotros se nos había ocurrido antes.
Cuenta el periódico que dice doña Marina Geli, la “consellera”, que “considera que la castración química podría <<plantearse con intensidad>> en caso de presos sobre los que psicólogos y psiquiatras consideren que es necesario realizar un seguimiento cuando se reinserten en la sociedad”. Maravilloso, absolutamente maravilloso. Esto lo dice Esperanza Aguirre -que es igual de boba, pero del PP- y aquí arde El País. Pero lo dice la Marina esta y chitón, progres callados y con las piernas apretadas, que andan por ahí unas conselleras con la tijera en ristre. Van a practicar la castración química intensa con los delincuentes sexuales que se reinserten en la sociedad. Viva la lógica difusa.
- ¿Usted adónde se cree que va?
- A reinsertarme, he cumplido y pena de cárcel por mis delitos pasados y salgo como nuevo
- Quieto parao. Pase por aquí, que lo vamos a capar.
- ¿Y eso?
- No por lo de la reinserción y tal.
- Ah, bueno, pues procedan, que ardo en ganas de reinsertarme a trozos. ¿Cómo se llama esta clínica?
- Buchenwald. Es un centro de rehabilitación muy moderno y lo dirige una de ERC de Manresa.
- ¡Ay!
- Tranquilo, ya está. No le dolerá más. Vamos a probar si ha quedado bien.
- De acuerdo.
- Mire esta foto de la consellera. ¿Qué siente?
- Amor.
- ¿Y deseo?
- No, deseo no.
- Perfecto, ya está rehabilitado.
- Muchísimas gracias, quedo en deuda con ustedes.
- Pues vótenos, buen hombre, vótenos.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que toda esta milonga veraniega quedaría desactivada si se dejara de utilizar el término “castración”, que significa ablación o amputación de los órganos sexuales, algo que no se puede hacer más que con instrumentos cortantes y mucha sangre por medio. De lo que se está hablando es de la utilización de inhibidores químicos, que –supuestamente- suprimen o atenúan el deseo sexual. Se trata, por tanto, de un tratamiento medico, ya que la pedofilia, entre otras cosas, es un trastorno mental (DSM IV F65.4), que no siempre conduce al delito, como magistralmente explicaba hace pocos días Arcadi Espada (“Yo conozco a un pederasta”). Como tratamiento médico, su objetivo es suprimir o atenuar al sufrimiento del enfermo, y ese es el punto de vista bajo el que puede ser considerado. Como medida penal, preventiva o punitiva, no sería otra cosa, desde el punto de vista jurídico, que una medida de seguridad predelictual o postdelictual, que iría más allá de la pena, situaciones ambas prohibidas por la Constitución, como tiene señalado el Tribunal Constitucional a propósito de la vieja (bueno, no tan vieja) ley de peligrosidad y rehabilitación social, que, increíblemente, parece que va a resucitar cualquier día.

Anónimo dijo...

La superficialidad de Sarkozy no es ninguna novedad para quien lo haya seguido apenas un poco en su trayectoria política, especialmente fuera de Francia; en el Consejo Europeo, los funcionarios de a pie lo reputan el ministro más caradura, incumplidor, impuntual y ávido de oportunidades mediáticas que recuerden en muchos años.

En cuanto a la pedofilia, es una cuestión con no poca semejanza conceptual con el terrorismo. Es perfectamente demostrable que los niños de hoy están sometidos a agresiones mucho peores que la de la violencia sexual (en lo físico, la ambiental -aire, aditivos, sedentarismo, dieta-; en lo psicológico, la publicidad salvaje, que el agudo Beppe Grillo califica de "pedofilia di massa"). Pero claro, los titulares los ocupa la "P-palabra".

Por lo cual, juntar a Sarkozy y pedofilia es tener garantizado el espectáculo, un poco como juntar a Aznar y terrorismo.

Y como la derecha republicana francesa tampoco tiene la exclusiva de la superficialidad, desgraciadamente, es más que probable que vayamos a ver aquí y en muchos sitios a tanto salvador de la patria apuntarse a esas confusiones desde múltiples sectores del "espectro" político, como predice Juan Antonio.

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No sólo hay paralelos de relieve en el tratamiento político-mediático de ambos temas. Las propuestas de tratamiento jurídico de ambos están convergiendo hacia ideas también comunes, de índole totalmente moralizante: se está imponiendo en ambos campos el concepto de "crimen nefando", es decir, de categoría separada que no sería merecedora de las garantías que laboriosamente se han ido construyendo durante un par de cientos de años, con altos y bajos, para todos los ciudadanos. Hoy les retocamos de oficio la carrocería, quirúrgica o químicamente, qué más da, mañana les negaremos el habeas corpus. Y se está imponiendo la "doctrina especial" de penalizar pensamientos y deseos impuros, en vez de actos delictivos concretos.

Como decía una analista británica hace pocas semanas: si el ciudadano X piensa todas las mañanas durante el desayuno en matar a su suegra, y tiene el ordenador lleno a reventar de pelis gore y de fotos representando mujeres de sesenta y cinco años degolladas, cuenta con la protección constitucional de la presunción de inocencia, mientras no se demuestre fehacientemente que ha participado en algunos de esos degüellos. Otra es la realidad para el ciudadano Y que tenga en su ordenador una foto de un niño desnudo ... o para el ciudadano Z que, estando en política, no condene el último atentado de ETA. Yo, qué quieren que les diga, chapado a la antigua -en algunos puntos, como el mismito Juan Manuel de Prada-, me parecen los tres ejemplos marcadamente antipáticos, y podría considerar oportuna, bajo ciertas condiciones reguladas judicialmente, su vigilancia policial preventiva ... pero me siguen pareciendo ciudadanos. En mis empolvadas y confusas meninges, sigo teniendo separadas, no sé por cuánto tiempo todavía, las categorías de "antipatía" y "criminalidad".

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Cuando se abandona el campo de la moralina, y se pasa al de los hechos objetivamente constatados, llama la atención que muchos estados -con el apoyo entusiasta de los mismos moralizadores vocingleros- decidan mantener un trato de favor (acordándole exenciones fiscales, cuando no subvenciones directas, privilegios diplomáticos, protagonismo educativo) ... a la organización en cuyo seno se han detectado, sistemáticamente, mayor número de individuos condenados por agresiones sexuales a niños. Que además ha puesto en práctica una y otra vez acciones de encubrimiento, destinadas a proteger a los agresores, a comprar el silencio de las víctimas, y a desviar la atención del público. ¿Les suena de quien hablo, no?

¡Huy! Pero si ahora que me doy cuenta es la misma organización que sirvió como vivero a ETA, en su tiempo, y que se ha pasado tanto tiempo mirando al tendido cuando atentaban contra "los otros".
Joder, qué paralelos más politicamente incorrectos se me ocurren en los últimos tiempos. No tengo remedio.

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Las percepciones sociales de la realidad y la información fáctica sobre la realidad están divergiendo más y más en nuestras sociedades, con el apoyo entusiasta de muchos "medios" y otros muchos "políticos".

Así, hay tanta gente que teme tomar el avión y coge el coche alegremente; que siente escalofríos al oir hablar de tiburones y declara que le encantan los perros; que pide mano superdura con los pedófilos y lleva sus nenes a un colegio de curas.

¡Ah estadística, estadística! (no sé como se dice en arameo, y a lo mejor algún docto tertuliano, o un estudioso de Mel Gibson, me ayuda) (lamá stadistiktaní podría colar quizás, como primera aproximación à la Sarkozy al tema) ¿Por qué nos has abandonado?

Saludos a todos,

Anónimo dijo...

yo creo que el tema esta en que se trate de una castracion "quimica" que da asi como de limpio, sano y moderno. De manera que habra quien hasta lo justifique.
Si el tema incluyera navajas, hospitales y sangre, hasta los mas progres se rasgarian vestiduras y mesarían sus cabelleras y sus bien cuidadas barbitas.

Anónimo dijo...

Ilmo sr catedrático, respecto a lo que dice la Consellera de la generalitat de Cataluña, le diré, que como la famosa Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, quizá las tendríamos que hacer ablación de clítoris, porque a lo mejor son ellas más violadoras que los propios delincuentes que crea el sistema, porque a estas dos señoras cuando las pica la jija porque sus respectivos maridos no la ponen bien, tienen suficiente dinero para pagarse un gigolo para que se desplace a la ciudad que se encuentren para que las pongan bien, aunque mi propio parecer habría que empezar a castrar a los delincuentes del gobierno central y sus autonomías para que no vayan dejando bebés tirados por la calle como que fueran botellas de leche porque los auténticos delincuentes son ellos y no se les castra ni se les quita el caudal público robado al pueblo español así que especifíqueme VI ¿quién son los delincuentes ? los que roban un radio cassette o un maletín o nuestros políticos que son chorizos de guante blanco a estos si que habría que castrarles totalmente la lengua y los "chanrós" y también el grave problema que padecemos los españoles natural por ser pobre o margionados según da VI a entender en los inicios del comunicado del post, ¿oh? ¡o lalá! se nos olvidaba también que pidan de paso las respectivas señoras que saquen un Decreto-Ley para castrar también a los borbonazos para que no nos traigan hijos idiotas porque de verdad que cada vez que veo a la familia real me da un yuyu que me pongo a llorar. Hasta la vista amigo.

Anónimo dijo...

Castrarles es poco. En este tema, como en el de la homosexualidad, no podemos perder de vista a lo que nos enfrentamos.
Se trata de que una mujer :a unas porque llevan la falda corta, otras porque van justas, otras porque van como las viene en gana; una o varias alimañas (no seres humanos)se acercan a ella y ponen sus infectas manos, sus bocas indeseadas y su puto ciruelo en las partes íntimas de la víctima provocándola como mínimo un trauma muy difícil de superar. A partir de ahí, reflexionen. Ya conocen mi propuesta : VENGANZA PRIVADA.

Anónimo dijo...

¿ Acaso no existe gran similitud entre la castración-inhibición química y la aplicación de una terapia de electrochoque, ordenada por un juez a instancia de un facultativo, caso relativamente habitual ?

IuRiSPRuDeNT dijo...

Hablando de castraciones inhibiciones quimicas y demás...

Resulta que en estos días ha ocurrido un hecho en una comarca leonesa que se ha vuelto a repetir tras tres o cuatro años; kilómetro arriba o kilometro a bajo, en fin, en la misma zona.

Ha sido violada una jovencita de 80 entre unos maizales y no es la primera vez que ocurre. Por un maduro hombreton de entre la treintena.

PD: Me quedo reflexionando y me pregunto si hubiera tenido más repercusión si hubiera sido una jovencita, el caso es que este hecho se repite y cobra tintes sistemáticos, y se zanja el tema con una simple noticia. En fin que parece ser que el campo solo existen topillos.

PD2: Bueno si hay suerte y localizan a este topillo bípedo en plan turista con axento y proceden a su reinserción por su bien y el de nuestras jovencitas octogenarias.

Anónimo dijo...

A.A., que cumple condena en el Centro penitenciario Madrid IV por varios delitos de abuso sexual a menores, recurre la resolución administrativa que le mantiene en segundo grado. Esta resolución se basa en la peligrosidad criminal de A.A.

Entre los argumentos con los que A.A. se opone al rechazo a su progresión al tercer grado, aduce que se encuentra siguiendo un tratamiento con Procrin, como parte de un programa terapéutico para la inhibición del deseo sexual.

(Supongamos que el tratamiento con inhibidores de la libido es efectivo como parte del control de la peligrosidad sexual de cierta clase de agresores sexuales habituales; y que A.A. es de esa clase. Lo fáctico no resuelve las cuestiones de principio).

¿Cómo debe responder el recurso a la alegación de A.A.?

Anónimo dijo...

Viene uno de pasar unos días de vacaciones en el campo, alejado del mundo en una casa sin electricidad, y se encuentra con un debate sobre la castración química (o física, vía venganza privada) de los delincuentes sexuales, lo que no me negarán que resulta bastante deprimente, así, en frío.

En cualquier caso, y en mi modesta opinión, resulta difícil analizar el tema sin precisar mínimamente de qué se está hablando en realidad.

1. Se trata de determinar si la castración química de los delincuentes sexuales podría resultar aceptable como medida de seguridad social frente a este tipo de delincuentes. Si no he entendido mal,

a) no se trataría de una medida preventiva, aplicable a quien no haya delinquido, sino únicamente a quien haya sido condenado en firme como autor de un delito sexual grave (se presume que nadie defiende tal medida para un exibicionista borracho ocasional, pongo por caso).

Por tanto, parece que se excluye al que piensa diariamente en violar a su suegra, aunque tenga el PC repleto de pelis sobre violaciones (a no ser, claro está, que se trate de filmaciones de violaciones reales, y que el fulano sea plenamente consciente de ello, lo que cambiaria las cosas -o no: podría debatirse-. Es como lo de la pederastia: no es lo mismo que el pederasta se satisfaga contemplando estampas de los angelotes de Murillo, que con vídeos de violaciones reales de menores; ¿o sí es lo mismo, mientras solo se dedique a mirar el monitor?).

b) No está muy claro en la propuesta si dicha castración química podría imponerse forzosamente, o se precisaría del consentimiento voluntario del afectado. Cuestión está importante, sobre todo si pensamos en la alternativa que se ofrece a quien no acepte la medida voluntariamente, y en cómo ello puede afectar a la libertad de su consentimiento. Otro bonito tema sobre el que los proponentes no opinan.

c) ¿Cual sería la finalidad de la medida?. En principio, parece que doble: facilitar la rehabilitación del delincuente, impidiendo que vuelva a delinquir, y proteger a la sociedad -más en concreto, a las potenciales víctimas- de nuevos delitos sexuales. Por tanto, no se trataría de una pena, sino de una medida penitenciaria y de política criminal. ¿Sería, a pesar de ello, plenamente constitucional? Parece presumirse por los proponentes de la medida, pero ninguno ha razonado nada en este sentido, ni en el contrario.

2. Los proponentes afirman que la castración química (o. si se prefiere, la inhibición de la líbido mediante fármacos) solo resultaría aceptable si fuera eficaz. Lo que obliga a plantearse varias cuestiones:

a) ¿Quien determina sí es eficaz o no? Al parecer, la ciencia médica, aquí y ahora, no es capaz de establecer, sin margen de error aceptable (por ciento, ¿cual sería el aceptable, y cual no?), si tal o cual tipo de delincuente sexual cesaría o no en su comportamiento delictivo si se sometiera a este o a aquel concreto tratamiento farmacológico. Por tanto, en realidad es el Juez el que debería determinar, caso por caso, si el somentimiento a la castración química del delincuente podría mejorar su situación penitenciaria -caso de A.A., comentado por ATMC-, o disminuir el tiempo de cumplimiento efectivo. Pero el Juez, para decidir, únicamente contaría con la opinión que le dieran los peritos en cada caso, con lo que estamos como al principio: si los peritos en base a cuya oponión decide el Juez se equivocan (o mienten descaradamente), no solo no se ha consegido el fin previsto, sino que se ha puesto en la calle a un delincuente que volverá a delinquir casi con total seguridad, sin que, además, nadie (peritos, jueces, administración, ...) responda de nada.

b) Por otra parte, tal planteamiento implica, en mi opinión, admitir, como premisa, que el delincuente sexual es inimputable, pues su acción delictiva se debería a un problema orgánico solicionable con los fármacos oportunos. Lo cual, a mi juicio, no es ni de lejos aplicable a todos los delincuentes sexuales, aunque sobre esto tampoco se pronuncian los que proponen o defienden la medida.

Y en cuanto al delincuente sexual inimputable, y con el Código Penal en la mano, se le absuelve pero se le interna por tiempo indefinido en un centro de tratamiento adecuado, como a los locos (¿se acuerdan de Puerto Hurraco?), hasta tanto la ciencia médica no garantice, con un altísimo grado de fiabilidad y unanimidad, que han dejado de ser un peligro para los demás.

Pero, desde luego, lo de "contra violación, castración" sí que es abiertamente contrario a la Constitución, como lo de la venganza privada. Por último, y sin ánimo de icordiar, me importa un pito que haya muchos más muertos en accidentes de tráfico que agresiones sexuales, o que éstas sean quinientas veces más numerosas que aquellos.

Un saludo

Anónimo dijo...

Ante
Si el fiscal se opone al recurso, no le progresan de grado ni aunque tome Procrin cada media hora , a no ser que sea del PSOE.
Antón Lagunilla
Claro que la venganza privada es contraria a la Constitución, yo intentaré que se cambie, para que quepa en el ordenamiento la figura.
Todos/as
No perdamos perspectiva, supongamos que , teniendo una relación familiar normal, se despide de nosotros por la mañana nuestra hija de la cual estamos enamorados como padres y al volver a casa, en cualquier lugar una/as alimaña/as , la agarran brutalmente (a ella , a quién nosotros guardamos nuestras caricias), la golpean mientras la amenazan, le arrancan parte de su pelo, de sus uñas, de su piel, le rasgan la ropa, la escupen, la baban, la retuercen los brazos (se que algún hijo perra habrá que al leer esto se empalme; también para el habrá Procrin de ese... pero con plomo)y por último la violan, la meten el pene hasta que la alimaña se sacia (si no les queda claro de lo que se trata, se lo explico con otras palabras como lo hablaríamos en el barrio). Si a mi hija la ocurre eso sólo tengo dos alternativas o ingresar en un psiquiátrico porque no podría volver a conciliar el sueño en mi vida o acabar con la bestia. Logicamente decido acabar con el monstruo, para ello una de dos, o me lo permite el ordenamiento a través de la venganza privada o me lo permite el ordenamiento actual a través de alguna eximente, que se probaría que concurrió, por supuesto.

Anónimo dijo...

¿ Que sucederá el día en que los investigadores; que lo harán; den con un gen, retrogén o protogén inhibidor de la maldad, que nos despoje del germen del mal ?
¿ Será lícito el suministro obligatorio de dicha sustancia desde la guardería; al igual que ahora lo son los programas de vacunación infantil; por motivos de salud pública ?
¿ Si la salud según la OMS es: "El estado de completo bienestar físico, psicológico y social", no podrían incorporarse estas cuestiones al ámbito de la salud pública ?

Anónimo dijo...

Eetimado Rogelio:
Solo tiene que leer "Un mundo felíz", de Aldous Huxley, para tener una idea de los efectos de tan fastuoso descubrimiento científico. Así que esperemos que los investigadores continúen investigando indefinidamente, por el bien de la salud pública.
Saludos