23 septiembre, 2007

Burrocracias autóctonas

El texto que viene más abajo no es de mi cosecha, sino de un amigo y compañero catalán de mi hijo. Para poner al paciente lector en antecedentes, debo fardar un poco. Pues tengo un hijo que va para los veinticinco, es ingeniero informático y trabaja en Ginebra, en el CERN. Allí conoció y se hizo colega de un físico catalán de su edad, se supone que postinero y de ésos que deberían estar disputándose las universidades españolas, si hubiera propiamente España y existieran en ella univesidades y no estos puticlubes, baratos pero con pretensiones. Parece que ese chaval quiere, a su edad y con su curriculum, conseguir una beca catalana, y comprobaremos qué fácil se lo ponen.
Por cierto, un día contaré cómo selecciona el CERN a sus becarios, investigadores y personal. Verás qué cara se nos va a quedar a los que estamos acostumbrados a ocho mil comisiones inútiles y a tanto ruido burocrático para tapar tanta corruptela de oca en oca y tiro por que me toca. Esta es la narración que nos hace el joven físico catalán de su periplo reciente por las procelosas aguas transferidas:
Os voy a contar una historia que me ha pasado la última semana, cuando he estado intentando pedir una beca para poder trabajar infinito y cobrar una mierda (o sea, como ahora, pero oficial). Me ha quedado infinitamente largo, pero creo que merece la pena que esto sea explicado con lujo de detalles; además sé que no tenéis nada mejor que hacer o sea que invertir un poco de tiempo en leer esta historia.
Érase una vez un muchacho alegre y dicharachero que vivía en ese País, Región, Autonomía, Nación sin Estado, República Bananera Escalera de Vecinos o lo que quiera que sea, llamado Cataluñ/nya. Un buen día por la mañana este muchacho (que para el que aún no se haya dado cuenta soy yo) se enteró de que la gente que mandaba en su País, Región, Autonomía, Nación sin Estado, República Bananera Escalera de Vecinos o lo que quiera que sea se había liado la manta a la cabeza y había decidido ofertar una serie de becas para la Formació de Personal Universitari.
(Empieza un breve inciso de el català és fàcil.) Para aquellos que no dominen el catalán hay que aclarar que Formació de Personal Universitari se traduce como Formación de Personal Universitario. (Se acaba el breve inciso de el català és fàcil.)
Ni corto ni perezoso, el muchacho (o sea yo) se informó del procedimiento necesario para solicitar dicha ayuda. Éste era fácil, rápido y sencillo. Se trataba de rellenar una solicitud por internet con los datos personales del solicitante, del tutor y del proyecto y esto desembocaba en un documento pdf que había que entregar al vicerrectorado de investigación o similar. Hasta aquí todo es sencillo y la vida puede llegar a ser maravillosa, pero en el camino de nuestro héroe se cruzaron la malvada bruja Burocracia, el malvado tirano comeniños Carod ayudado por el no menos malvado, a la par que aburridor de ovejas, Montilla. Antes de poder acceder a ver los datos que había que rellenar se necesitaba autentificarse de alguna manera y la manera que pensaron el tirano comeniños Carod y el aburridor de ovejas Montilla fue con el idCat, un certificado digital de esos que están tan de moda. Que no cunda la calma, porque aunque por el nombre parezca que sea una especie de DNI catalán, no os dejéis engañar... realmente lo es ya que sólo es accesible para personal residente en Cataluñ/nya. A los no residentes como yo (luego ya veréis por qué) se les facilita un nombre de usuario y una contraseña como toda la vida de Dios.
Recapitulemos, que me está quedando largo y queda mucha tela que cortar. Nuestro héroe tenía que ir al Castillo de la Bruja Burocracia a rescatar el idCat que había secuestrado el tirano comeniños Carod ayudado por su secuaz Montilla, para poder empezar a rellenar la solicitud. Lamentablemente los malvados habían puesto algún tipo de veneno ponzoñoso en la beca, que haría que si antes de lunes 17 se septiembre no se rellenaba, ésta moría dolorosamente. El rescate del idCat empezó desde Ginebra ya que antes del ir al Castillo había que hacer una instacia conforme se quería ir al Castillo (por problemas técnicos se hicieron tres instancias ya que parecía que el dúo tétrico Carod-Montilla había conjurado de alguna manera a Firefox y Linux). El lunes 10, tras el periplo vacacional, nuestro héroe regresó a la Tierra Prometida también conocida como el Oasis Catalán y se decidió a ir al Castillo de la Bruja Burocracia a rescatar a idCat. Contra todo pronóstico la gestión fue rapidísima y apenas hubo derramamiento de sangre. Lo que aún no sabía nuestro héroe es que el dúo sacapuntas Carod-Montilla tenían aún muchos ases en la manga.
La gestión se basó en ir al Castillo, presentar el DNI y recoger un papel. En ese papel lo único que ponía era que tenías que ir a nosequé web y clicar nosedónde. En este momento nuestro héroe pensó que eso se lo podrían haber dicho por teléfono y no haberlo tenido dando vueltas como un pollo sin cabeza. (En este momento empezó la fase videojuego, en la que había que ir superando pantallas cada una más difícil que la anterior.) Una vez en la Universidad fue a dicha web, clicó donde fuese y se descargó el certificado virtual. Para su sorpresa, se dio cuenta de que aparecía un mensaje diciendo que el certificado solo se podía descargar en el ordenador desde donde se había hecho la petición, o sea, el portátil. Pues nada, cogió el portátil se descargó el certificado, lo instaló, le dijo al navegador de su Linux (o sea Firefox) que lo reconociera, pero para gran sorpresa y estupefación apareció un mensaje de error que decía que Firefox estaba hechizado por el dúo Carod-Montilla y que sólo se podía acceder a través de un navegador de la empresa en la que van a trabajar Dani y Serena.
Con gran pesar en su ser, nuestro héroe se doblegó al poder de Microsoft y sucumbió ante su navegador, donde instaló el certificado e intentó acceder a ver la solicitud (no perdamos de vista que aún no se ha rellenado ningún papel ni similar, todo esto es para poder rellenarlos). Habiendo demostrado su identidad catalana, apareció otra pantalla en la que se pedía que se introdujese el número del CatSalut.
(Empieza un breve inciso sobre la vida y cultura catalana) Supongo que en el resto de España funcionará igual, pero por si acaso os explico lo del CatSalut. Resulta que, con la coña marinera de las competencias transferidas, aquí gestionamos nuestra propia sanidad. Tanto es así que subimos el precio de los carburantes con un impuesto que va directamente a la sanidad catalana (que no a salud de los catalanes). O sea que si echáis gasolina en Cataluñ/nya la pagáis más cara (como todo en esta tierra) porque parte del dinero va para financiar la sanidad. Toda la coña de las competencias transferidas quiere decir que en algún momento del pasado alguien tuvo que coger todos los datos de la Seguridad Social de toda la gente, catalanes por supuesto, y pasarlos a las nuevas bases de datos del CatSalut (este punto es importante). (Acaba el inciso sobre la vida y cultura catalana).
Cuando se introdujo dicho numererito apareció un mensaje de error ininteligible, por supuesto.
A todo esto el lunes ya se había consumido y el martes era fiesta. Llegamos al miércoles en una situación un tanto comprometida: aún no se han visto los papeles que hay que rellenar y encima la cosa esta da un error. Es aquí donde empiezan una serie infinita de llamadas a la Generalitat de Catalunya para pedir por favor que me digan qué hago o qué coño pasa. Las respuestas fueron variopintas, pero la más repetida fue la de "es que tenemos una incidencia técnica, por favor vuelva a intentarlo más tarde". También tenemos la respuesta que consiste en colgar el teléfono o la de remitir a otro número, concretamente a la gente que lleva lo del idCat, que son diferentes de los que convocan las becas, que a su vez son diferentes de los de la página web donde tienes que identificarte. Entre llamadas y tocadas de huevos el miércoles se consumió y nuestro héroe no había podido avanzar nada.
El jueves fue más de lo mismo, pero a nuestro héroe cada vez le quedaba menos paciencia con las incidencias técnicas y cada vez le resultaba menos gracioso que se riesen de él o que pensasen que él era igual de tonto que los que atendían el teléfono. En una de estas llamadas, nuestro héroe descubrió que el error que aparecía era debido a que había una incompatibilidad de datos entre el idCat y el CatSalut. Extrañado porque nunca se ha cambiado de domicilio ni de teléfono ni de nombre ni de sexo, volvió a llamar preguntando por el problema técnico que seguía obstaculizándole el paso, obteniendo esa respuesta que resonaba en su cabeza: "incidencia técnica".
Cuál fue su sorpresa cando más adelante pareció (o parujo) que la incidencia se había solucionado y podía introducir sus datos para pasar de pantalla. La sorpresa fue mayor cuando descubrió que la siguiente pantalla le pedía rellenar los datos de un NO residente en Cataluñ/nya y aparecía su nombre. La cosa graciosa fue que en el campo sexo había tres opciones: hombre, mujer e indefinido (habéis leído bien). Resignado frente a la fuerza de Carod-Montilla, que habían conseguido echarlo de su tierra, se dispuso a rellenar el formulario de alta de NO residente en Cataluñ/nya (no perdamos de vista que de momento no se ha visto la beca). La otra cosa graciosa es que al final del proceso aparece un mensaje en pantalla, al más puro estilo Age of Empires que dice: "...creando ciudadano...". Como ya os podéis imaginar, después de esto apareció otro mensaje de error diciendo que no se podía tramitar la solicitud, que lo intentase más tarde... así hasta quince veces. O sea, que tengo un ejercito de ciudadanos esperando atacar a mi orden.
Con los huevos más hinchados que el caballo de Santiago, nuestro héroe se decidió a llamar una vez más y preguntar por qué lo habían desterrado. Su sorpresa fue que encontró a la única persona competente del Reino y le descubrió que en la base de datos de CatSalut todos los datos estaban bien a excepción del DNI, que algún funcionario gilipollas copió mal en su día y puso el de su puta madre, que no se parecía en nada al mío. La solución era enviar por fax o por mail una copia del DNI pidiendo un usuario y una contraseña como NO residente en Cataluñ/nya. No os sorprende si os digo que el número de fax no respondía y que la dirección de mail no era correcta, ¿verdad? Pues fue lo que pasó.
Al borde del suicidio, el jueves por la tarde, en la llamada enésima, le dieron otra dirección del mail, a la que envió el DNI y cuya respuesta fue que no podían abrir el documento adjunto y por lo tanto que no habían podido ver el DNI. La locura reinaba en su ser y la única solución que vio fue presentarse donde fuese y partir caras a diestro y siniestro.
El viernes por la mañana (sin haber podido ver la solicitud) nuestro héroe se presentó en la oficina de Bienestar Social con la clara intención de no irse de allí hasta que ellos le rellenasen la solicitud. Después de 90 minutos de espera fue atendido por una funcionaria muy maja a la par que competente (recalco esto porque hoy en día el funcionario competente es una especie en extinción) que le cambio el número de DNI de CatSalut y le proporcionó un usuario y una contraseña como residente en el Oasis de los de toda la vida. Finalmente, nuestro héroe introdujo su usuario y su contraseña y se rompieron todos los hechizos puestos por el dúo terrorífico Carod-Montilla, pudiendo así acceder al formulario que cuando leáis esto ya estará enviado (y seguramente rechazado o archivado en un armario muuuuuuuuuy grande).
MORALEJA: La Generalitat es una mierda como un piano y son todos unos hijosdeputa.
MORALEJA 2: Nunca perdáis la esperanza.
MORALEJA 3: Si queréis conservar vuestra salud mental, nunca vengáis a Cataluñ/nya (aunque ya habéis visto que el problema no es el idioma, ¿eh María?)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si el amigo de su hijo obtiene esa beca y se adentra en el maravilloso mundo de la burocracia universitaria, no le habrá venido mal el ensayo.
Yo creo que uno de los objetivos, aunque sea uno pequeñín, de todos esos partidos, plataformas y fundaciones nuevas que están surgiendo, podría ser que los ciudadanos-consumidores-destinatarios-usuarios no tengamos que hacerlo todo nosotros mismos. Que haya un ser humano de inteligencia media al otro lado de los teléfonos de atención al público, que haya una oficina donde se entregue una solicitud en el formato que más convenga a quien la entrega, que las aplicaciones informáticas sean optativas, no obligatorias, que haya personas atendiendo a personas, y no personas sucumbiendo ante programas informáticos. Que te hagan las cosas, y no que se limiten a poner sellos.