26 enero, 2009

¿Bolonia? No, la Casa de la Troya.

Qué chanchullos, cielo santo. Y dicen que nos estamos acomodando a Europa. ¿Se habrá convertido Europa en una gran república bananera?
Me escribe un amigo gallego y me cuenta que en una Facultad de allá había elecciones a Decano y estaban muy reñidas, con amenaza de empate. Solución genial: uno de los vicedecanos dimite y sigue siendo miembro de la Junta de Facultad en su condición de profesor de la casa. La Decana, que se presenta a la reelección, designa en su lugar una vicedecana que no era miembro de tal Junta, pero que ahora sí podrá votar en virtud de su cargo. El nombramiento de dicha vicedecana se realizó por el Rectorado, a propuesta de la Decana, ¡dos horas antes de la referida votación! O sea, el Rectorado tenía clarísimo quién debía ganar. Además, y para que todo sea más carpetovetónico y como de una película de aquellas de Mariano Ozores, ¡la nueva vicedecana es la esposa del vicedecano dimisionario! Sigo pensando que alguien debería estudiar en serio la nueva pujanza de la institución familiar.
Ya metidos en gastos, eliminaron del censo a dos estudiantes reticentes, sin convocar a quienes, reglamento en mano, debían suplirlos. Resultado final: la candidatura que debía vencer ganó por tres votos de ventaja.
Aquí y aquí se puede ver alguna información sobre el particular.
Qué quieren que les diga, el personal más avispado está sobreexplotando la gallina de los huevos de oro y acabarán desplumándola. A pillar, a pillar, antes de que el chollete se acabe. Cuentan las crónicas que allá por el año mil, cuando la peste de Milán, la gente se ponía a follar en los cementerios enloquecidamente. Ahora que la peste es boloñesa, se pasa de los polvos a los lodos y el personal se apuñala por trincar poltronas y sinecuras. Progresamos adecuadamente.
Docentillos, chupatintas y politicastros unidos jamás serán vencidos. Eso sí, cuando la crisis toque fondo y sea hora de aligerar gastos, pagarán justos por pecadores o habrá que prejubilar a un puñado de profesores serios. Después de mí el diluvio. O después de esto un carguete en la Xunta. Y a vivir, que son dos días.

1 comentario:

Emilio dijo...

Que vergüenza, y en cualquier lugar donde mires con un poco de interés ves que todo funciona así... ¿esto es democracia? JA!

Ánimo y continue con el blog que es muy ilustrativo.