¿Por qué son así y hablan de esa manera? ¿Quiénes son ellos? ¿Qué les pasa? Son asuntos que merecen algo más que juramentos, aunque también. Está haciendo falta un poco de análisis.
Esta mañana los de Unileón recibimos el siguiente mensaje, que copio nada más que en lo esencial:
"CURSO DE EMPRENDEDURISMO DE BASE TECNOLOGICA (CEBT IBÉRICO)
La Fundación General de la Universidad de León y la Empresa (Fgulem) en colaboración con la Universidad de León organiza un 'Curso de emprendedurismo de base tecnológica' (CEBT IBÉRICO).
OBJETIVO: Este curso tiene como objetivo mejorar las capacidades necesarias para crear empresas de base tecnológica, tratando de proporcionar a todos los interesados el know-how acumulado por un cuerpo docente con amplia experiencia en materia emprendedora. Los participantes tendrán la oportunidad de innovar y fomentar las habilidades necesarias para la creación de empresas, así como el desarrollo de proyectos empresariales, convirtiendo el conocimiento en valor.
Los asistentes participarán en 7 sesiones formativas en las que se tratarán las siguientes temáticas:
* Idea empresarial y oportunidad de negocio
* Propuesta de valor.
* Plan de negocios y financiación.
* Estudio de mercado.
* Propiedad industrial e intelectual.
* Comunicación y negociación.
* Marketing y estrategia.
Así como 7 tutorías individualizadas obligatorias, en las que tendrán la oportunidadde mostrar y recibir retroalimentación sobre sus proyectos empresariales.
Este curso se organiza dentro del proyecto INESPO, que se encuentra enmarcado en elPrograma Operativo de Cooperación Transfronteriza España-Portugal (POCTEP) 2007-2013…”
Con toda sinceridad confieso que, como suelo leer estas cosas por encima y a la carrera, primero entendí que el curso versaba sobre “Emprendedurismo de base teológica”. Por eso me interesó, consideré que ahí sí había innovación de primera y transferencia a tope y me puse a mirarlo más despacio. Resultó que no, que era lo de siempre. Cursos de estos nos ofrecen quince o veinte al año, y premios al joven emprendedor y concursos de emprendedores y la monda así de lironda. Nuestro santo patrono debería ser San Eufemio; o san Eufemiano, aunque suene a bicicleta.
Esta vez el personal se ha quedado patidifuso con lo del “emprendedurismo”. Andan inventando palabros de este jaez porque les falta el sustantivo. ¿Les falta? No tanto, más bien es que necesitan el eufemismo, por razones que ya se comentaron aquí en broma hace unos días. Porque la cosa sí tiene nombre o expresión y bastaría decir “empresa” o “empresariado” o “iniciativa empresarial” (otra expresión algo tonta, pero menos esperpéntica). Lo que sucede es que la matriz expresiva “empresa” no parece progre en un título, pues en la vulgata al uso tiene connotaciones cuasidiabólicas y suena a “los mercados” y demás engendros de ideología simplona. Así que se pone “emprendimiento” o “emprendedurismo” y parece otra cosa. Es la diferencia entre organizar un curso titulado “Cómo follar a gusto” o uno igual pero que se llame “El amor multidimensional: su dimensión espiritual, física, y cósmica y sus relaciones con la inteligencia emocional”. Va idénticamente sobre cómo echarse unos polvos sin malos rollos, pero se marca más paquete y nadie te va a llamar obseso o guarro por ello.
Ya tenían de otras veces “emprendimiento”, pero a lo mejor ha empezado a sonarles a prender por parte non sancta. Ahora la emprenden con “emprendedurismo”, que parece prender por la parte más dura. Pronto alguna oficina para el lenguaje no sexista pondrá el grito en el suelo y tendrán que renunciar al hallazgo. Menos mal que todavía les quedan “emprendeduría”, “emprendición”, “emprendeciosidad”, “emprendiología” y “emprendiometrio”. Así que tenemos para rato. Lo importante es que en el título no salgan ni “empresa” ni “pito” ni “cefalópodo”, aunque esto último no sé por qué, la verdad.
Juegan a que mismamente los universitarios leoneses, profesores o alumnos, nos vamos a poner como locos a crear empresas. Ya ves. Están cerrando casi todas las que hay, en especial las pequeñas y medianas, más que nada porque nadie les compra y si les compra la Administración no les paga, pero a nosotros igual nos da por ahí y pensamos que qué cosa mejor y que ya verás cómo nos forramos y acabamos pagando impuesto sobre el patrimonio más felices que el pupas. No hay más que ir al cursito y luego ponerse. Cincuenta horitas de nada y ya estás que te sales para ser empresario. Según el programa que hemos visto más arriba, el cuerpo docente te inocula su know-how a nada que te dejes, luego tienes un rato de retroalimentación activa y pasiva, de dar y tomar, y ya posees el conocimiento convertido en valor y te atreves a lo que sea.
Y no sólo estarás ya empresarialmente cachondo, sino que hasta tendrás valor para poner una empresa de base tecnológica. Como no soy de Económicas y hablo como habla el pueblo con su vecino, no sé lo que es una empresa de base tecnológica, si una que usa mucha tecnología para envasar patatas, por ejemplo, o una que produce tecnología. Supongo que será esto último, porque si toda una fundación universitaria confesara que está pensando en el envasado de patatas, no quedaría fino. Así que es de esperar que en plazo corto tengamos en los alrededores de la capital que vio crecer a Zapatero y a otros prohombres y otras promujeres toda una fábrica de chips. O varias. Competiremos con Silocon Valley, pero en lliunés: Val de los Chisminos o así.
Pero la pregunta buena es la de quiénes son ellos, a quién se le ocurren estas churriminadas. Primero, las características generales que les podemos suponer: son sujetos con escasísima imaginación, empeñados en inventarse funciones que den sentido a su órgano y con la cabeza a pájaros. ¿Cursos útiles de verdad para los universitarios? Ya lo creo que podría haber, a montones. Mismamente alguno sobre “Emprende la emigración” o “Reciclado del promotor inmobiliario” o “Cómo dar palo al agua ahora que no hay manera de dar el palo” o “Crea tu propio partido político” o “La afiliación como emprendimiento: listas electorales, empresas públicas y oratoria circense”.
Llegará el fondo hondísimo de la crisis o el Día del Juicio Final y, media hora antes, recibiremos un correo en el que se nos ofrece un curso sobre “El fin del mundo: una oportunidad de negocio” o “Jodidos pero contentos: los secretos de la felicidad a palo seco” o “Emprendimiento y Más Allá: el Cielo puede ser tuyo si inviertes a tiempo” o “Técnicas de negociación con Dios: la salvación está en tu mano, y con beneficios”. Estos de las fundaciones y los variados chiringuitos palmarán con los cursos puestos. Antes muerta que sencilla.
Empezaron los pedabobos, en sagrada alianza con algunos psicólogos sociales deficientemente socializados. Su planteamiento fue sencillo: hagamos como si en las universidades todos fueran como nosotros y en poco tiempo así será. Ya casi es. Decidieron llamar “calidad” a lo infame y extendieron los controles de calidad para que nadie pudiera hacer cosa que valga la pena.
- ¿Usted qué es? -le preguntan a uno cualquiera.
- Yo catedrático de Química orgánica.
- Ah, pues vamos a pasarle un control de calidad.
- Vale.
- A ver esas probetas, ¿no las tiene verdes?
- ¿Verdes? No, por qué.
Porque según la última circular de la Oficina Verde tiene que haber un veinte por ciento de probetas verdes en cada laboratorio de esta universidad.
- Bueno, esto…, pues las compraremos, sí.
- Huy, huy, huy, ¿y estas probetas de aquí?
- ¿Qué les pasa?
- Tienen forma de pene.
- ¿De pene? No lo había pensado.
- Normal, ustedes los químicos llevan en las neuromas los esquemas de la vieja dominación.
- ¿Neuromas?
- Sí, en las neuromas de la cabeza.
- ¿Quiere decir neuronas?
- No nos líe con sus tecnicismos, sabe de sobra a lo que me refiero.
- ¿Entonces qué hago con las probetas estas?
- A la basura ahora mismo o daremos parte a la Dirección del Área de Igualdad y se quedará para el próximo curso sin el certificado ISO-MISMO.
- Caray. Pues lo necesito para la carrera horizontal.
- Hable con el sindicato. Pero ahora enséñenos las rotas.
- ¿Qué rotas?
- Las probetas rotas.
- No tengo, cuando se rompen las tiramos. Bueno, las echamos al cubo de cristal para reciclaje, no se crean.
- Pues tiene que haber un mínimo de rotas.
- ¿Por qué?
- Por cuota.
- Bueno, ¿les parece bien si rompemos estas dos?
- Sí, pero haga como que se le caen, sin violencia ¿eh?
Y así.
Luego, para resultar más espirituales, se aliaron con los economistas, que son lo más contrafáctico del campus. A pedabobos, psicólogos asociales y economistas contrafácticos se les reconoce enseguida. Usted les pregunta: ¿me puede decir por dónde se va a la calle Concepción Arenal? y ellos le contestan: ah, sí, Concha Arenal, y le ponen un power-point. No saben decir siga recto y en la tercera bocacalle gire a la izquierda. No, ellos le proyectan unos diagramas y unas curvas y van leyendo: “Calle: vía por la que se circula; fuera de las ciudades se llaman caminos”. Siguiente pantalla: “Concepción: resultado de la unión amorosa de hombre y mujer. Se celebra el 8 de diciembre”. Otra pantalla más: “Arenal: montón de arena”. Y salen unas fotos de dunas, preciosas, a ser posible con música de Tubular Bells. Pasamos diapositiva, o como se llame: “Calle Concepción Arenal”. Una foto aérea de la ciudad y, al lado, unas cifras: número de habitantes, renta per cápita, extensión en kilómetros cuadrados. Ahí el expositor al que usted había interrogado sobre por dónde se iba, separa la vista de la pantalla y le habla directamente, como si fuera humano; como si fuera humano él. Y le pide que redacte usted un breve escrito de no más de mil caracteres -con espacios- en el que cuente para qué sirve una calle, qué calles famosas del mundo recuerda usted y para qué sirven los pasos de cebra. Si previamente se ha ido la luz por un casual, se suspende la conversación hasta después del próximo puente.
Ya ve, y todo por preguntar cuál era el camino. Encima, el otro le lee la cartilla porque anda usted flojo de competencias y escasamente diestro en destrezas, zurdo casi.
Lo de los pedabobos, psicólogos psicóticos y economistas contrafácticos es un prodigio. Cuanto más yerran, más mandan; cuanto más la defecan, más pote se dan. Sólo se les comparan los políticos de esquina. Los de las psicopedagogías para batracios ociosos han transformado la enseñanza de tal manera que ya no hay alumno ni profesor que sepa hacer la o con un canuto o cuál es la capital de Polonia. Los economistas aplican previsiones retroactivas y disertan sobre la crisis cuando ya pasó, sospechando que seguramente sería por culpa de los mercados.
Bueno, pues esos figuras son los que andan aupados en fundaciones y variadas protuberancias y ahora van a hacernos emprendeduristas. Porque digo yo que el que haga el curso de emprendedurismo será emprendedurista y ya podrá poner un night-club para que la emprendamos bien.
Esto sin unos fusilamientos no se acaba. Les vamos a acribillar el know-how proactivamente. Luego ponemos una empresa de pompas fúnebres. De jabón.