13 febrero, 2012

Garzoneando

Buenas. Un placer regresar al lado de los amigos. Estuvo bien el viaje y resultó interesante Marruecos. El recorrido, variado, con desierto, montaña de mil colores y con nieves incluso, costa atlántica y, de propina, el tumulto de Marraquech, donde hasta hubo oportunidad de ver a Juan Goytisolo sentado en la terraza de un café de la gran plaza. Parecía una estatua, pero creo que era él en cuerpo mortal, y, como los viajeros éramos lectores habituales de El País, nos emocionamos mucho. No es como si te encuentras en Soria a Jiménez Lozano, un suponer, que no lo conoces o que solo emociona a los del ABC. Cultura es cultura.

A ver si luego pongo por aquí unas fotos de paisajes y luces y tal.

Lo de la sentencia del primer juicio de Garzón lo supe allá. A algunos amigos les llegaban mensajes de otros amigos, más o menos de este tenor: “Garzón condenado, hacedme sitio en Marruecos, que prefiero vivir ahí”. Chico, pues no te cortes. Aire. O a Cuba, ya te digo. Aquí todo el mundo amaga con el exilio y no se va ni el Tato, salvo los que buscan currelo, que se marchan sin avisar y sin tantos mohínes.

Esta temporada ando explicando a mis estudiantes de quinto prebolonio la teoría de la justicia de Rawls. Tela. Trato de que comprendan –y lo comprenden, porque tengo un grupo que es un lujo- que todo el montaje de la posición originaria y el velo de ignorancia no tiene más cometido que el de proponernos un experimento intelectual: hacernos pensar qué modelo de sociedad preferiríamos si fuéramos capaces de razonar desprejuiciadamente, sin el condicionamiento derivado de la concreta inserción social y la particular identidad de cada uno. Por ejemplo, qué tipo de reparto de beneficios y cargas entre hombres y mujeres preferiría una persona que no supiera si, al vivir en esa sociedad así organzada, va a ser hombre o mujer.

Para estas cosas del debate diario y cutre el experimento es más fácil, al menos si tratamos con ciudadanos a los que les quede una partícula de seso y que no tengan metástasis de sectarismo en todo su cacumen. Se haría así. Usted cuenta el caso en sus términos abstractos, pero con tres versiones distintas. En la primera versión no hay más que un juez, unos acusados de corrupción que posiblemente son corruptos y una orden que ese juez da de grabarles las conversaciones en prisión con sus abogados. Ni un dato sobre la filiación política o social de los presos ni del juez. Luego pregunte su opinión a los sujetos experimentales.

Seguidamente, averigüe cuáles son las inclinaciones políticas de esos sujetos del experimento, si son peperos o se sienten rojísimos de la muerte. A unos y otros, deles dos versiones precisas del mismo tipo de casos. Las siguientes:

a) Una como la protagonizada por Garzón y algunos investigados en la trama Gürtel.

b) Una en la que, mismamente, un juez está investigando en Asturias la llamada operación Marea o el caso de los eres falsos en Andalucía, juez que ordena escuchas de las conversaciones de imputados del PSOE que estuvieran en prisión provisional y sus abogados.

Que cada cual se pronuncie también sobre estos casos. El baremo para evaluar las contestaciones y calificar los resultados es el siguiente.

1. Personas que sobre el tema en abstracto carecen de opinión formada, bien porque ni se hacen la pregunta o no tienen ganas de pensar sobre ella, bien porque no poseen ninguna capacidad para comprender los términos de la legislación aplicable, pero que, sin embargo, consideran que muy bien que se ordenen escuchas a los del PSOE, pero no a los del PP, o que estupendo que las escuchas se apliquen a los del PP, pero no a los del PSOE. Estamos ante auténticos cretinos, sectarios sin mácula, cantamañanas con alevosía. Una peste de este país y de nuestro tiempo. En su desarrollo moral no han pasado de la fase infantil primera, concretamente la que los freudianos denominan la fase anal. Consideran que moral y políticamente bueno es lo que a ellos les da gustito, y malo lo que les causa desagrado. Son infranormales, por decirlo suave y de un modo casi políticamente correcto. Creo que alcanzan mayoría en este país o van camino de serlo. No son sujetos políticos, son holligans. Son imbéciles, pero son muchísimos y suponen un peligro para la gente normal y de bien.

2. Personas que a la pregunta primera contestan que el derecho de defensa debe ser protegido en su integridad y que aquellas escuchas son reprobables, pero que en alguna de las otras dos situaciones hacen matices y proponen excepciones, bien para que se pueda grabar las conversaciones de los acusados del PP, bien las de acusados del PSOE. Por ejemplo, porque el juez es muy buena gente o porque los investigados son muy malas personas. Estamos ante el típico chaquetero, ante el posibilista que es capaz de explicar que, aunque esté muy mal matar a las mamás de otros, a la tuya hubo que pegarle un tiro porque así lo exigía la justa causa de la liberación de los pueblos o de la reivindicación para los oprimidos. Aunque tu madre fuera inocente, pero tú ya me entiendes. No hay que ser rigoristas ni formalistas en exceso, te dicen desde su fanatismo informal, o desde su formalismo sustancial.

3. Gentes que estiman que lo del derecho a la defensa es una mariconada (sic), que en lugar de aparatos de grabación, o cuando no sean efectivos, hay que colocar instrumentos de tortura y que p´adelante con toos los malos. A falta de campos de concentración, frenopáticos o islas deshabitadas, a este personal habría que darle unos cursillos con muchas fotos y variados testimonios sobre cómo solían y suelen acabar sus iguales en los regímenes sin Estado de Derecho que tan burrísimos los ponen.

4. Individuos que, respondan lo que respondan al primer supuesto, y siempre que no sea con un exabrupto, apliquen coherentemente ese patrón suyo a los otros dos casos, sin discriminar con criterio sectario. Esos son los únicos con los que merece la pena hablar y reflexionar en común, sea en un recinto académico o sea tomando unos vinos por ahí.

Mi personal postura es que las garantías procesales de todo ciudadano y de todo investigado o procesado han de extremarse hasta el límite de lo razonablemente posible y con total independencia: a) de quién sea el investigado o acusado, trátese de pederastas, asesinos, violadores, maltratadores varios, corruptos de derechas, corruptos de izquierdas, ladrones de guante blanco o negro o traficantes de blancas o de negros; también de acusados de terrorismo; b) de quién acuse y de cuál sea el juez o qué currículum tenga. Por ejemplo, a mí no me consolaría que me violara un señor que cuando era socorrista salvó muchas vidas en el mar o en las piscinas y no me haría ninguna gracia que hubiera manifestaciones para exigir que por aquel heroico pasado lo absuelvan de haberme dado a mí por salva sea la parte y sin mi consentimiento. No sé si me explico. Cada cosa es lo que es y el que yo sea muy majo escribiendo un blog –pongamos- no me brinda patente de corso para forzar a mi asistenta o para ponerle escuchas en su teléfono a la del quinto. ¿Nos entendemos?

En cuanto a los de la Gürtel, que tienen todos la mayor pinta de pijos corruptos y ladrones (he dicho pinta y aplíquese, por tanto, el “presuntos”): sus posibilidades de salir bien librados en sus juicios no aumentan porque Garzón haya sido condenado, sino porque Garzón ordenó las escuchas aquellas. Los que sepan algo de Derecho procesal que repasen la llamada doctrina del fruto del árbol envenenado.

A mí Garzón me da igual, es un fulano más, como yo y como tantos, con sus luces y sus sombras como cualquiera. Lo que sí tengo muy claro es qué derechos quiero conservar si un día se me acusa de cualquier delito, y tanto si soy culpable como si soy inocente. Por eso me gustan los jueces que sean buenos profesionales que no se dediquen a ir con los de la feria y volver con los del mercado. Si, además, pintan al óleo o juegan bien al mus, pues magnífico. Pero cada cosa es lo que es y no nos conviene nada confundirnos. Al último que gritó lo de fiat iustitia et pereat mundus lo empalaron al día siguiente, por capullín. Así que cuidadito con las cosas de comer.

PD.- Tómese como licencia verbal el título de esta entrada. Resulta que en castellano sí existe el verbo “garzonear”, que significa “solicitar, enamorar o cortejar” o “dicho de un joven: llevar vida disoluta con las mujeres”. Hay que ver lo que son las cosas, manda narices.

20 comentarios:

Juan Antonio García Amado dijo...

Nada más colgar este post me encuentro con el comentario de Exiliado, puesto al pie del post anterior y al hilo de la polémica que ahí mismo se planteó sobre lo de Garzón. Evidentes coincidencias en las ideas de fondo, que me alegran y que, por otra parte, creo que eran esperables.

Exiliado dijo...

Profesor, me siento muy honrado de haber llegado a la misma conclusión que usted (en mi comentario a la entrada anterior), aunque lo hiciera en términos más simplones.

Gauffre dijo...

Estoy de acuerdo con usted al 100%.

Sin embargo, le hago una pregunta (o dos, según lo que conteste a la primera):

1. ¿Le parece a usted que en este caso hay gente que ha puesto mucho empeño en juzgar a Garzón, mientras que en otros posibles casos de prevaricación a nadie le ha importado lo más mínimo, o incluso han hecho la vista gorda?

2. En caso de que su respuesta a lo anterior sea "sí", ¿cree que eso puede explicar ciertas reacciones que, sin tener en cuenta el contexto, parecen de auténticos descerebrados?

Gracias, y felicidades por su blog.

un amigo dijo...

Si se me permite - yo la polémica no la veo sobre que Garzón, quien es evidente que ha hurgado con los deditos donde no debía, y bien le está el regletazo.

Y sabiendo que hay mucha gente que le tenía ganas, como digo, a 'izquierdas' y a 'derechas', pues me explico el instinto tribal de alancear el moro muerto. Estético no me parece, pero cada uno tiene sus gustos.

Lo que me parece curioso es verlo como un triunfo del "Estado de Derecho", postulado como entidad real y firmemente asentada. Amos, anda. Con optimismo (mucho), podría verse como un pasito de acercamiento hacia el Estado de Derecho al que quién sabe si alguna vez llegaremos. Pero una golondrina, sea del color que sea, no hace verano.

Salud,

Juan Antonio García Amado dijo...

A la observación de Un amigo: No tengo inconveniente en asumir su matiz, sólo que con el siguiente matiz: mejor un pasito hacia el Estado de Derecho, bien lejano aún, que otro paso más en sentido opuesto. Creo que estamos de acuerdo. Cuando defiendo el Estado de Derecho no defiendo este Estado de Derecho, sino el ideal de tal, por el que luchamos, vanamente, para hacerlo real en este Estado.
A las preguntas de Gaufre:
A la primera respondo con un sí. Y él seguro que concuerda en que los anteriores casos no justifican que se haga la vista gorda una vez más, aunque la comparación sirve para criticar con buen fundamento a los que también desde la judicatura o para la judicatura obran con sectarismo de cualquier tipo.
A su pregunta segunda contesto que sí, que pudiera ser. Pero que deberíamos todos ser más ponderados en nuestras reacciones y tratar de razonar desde los principios serio y no a golpe de víscera o al son de tambores tribales, aunque se trate de vísceras muy humanas o de los timbales de la tribu propia.

Antón Lagunilla dijo...

Ya se le echaba de menos, profesor.

Al loro:

Claro que éste Estado de Derecho no es "el Estado de Derecho" ideal. En eso estoy de acuerdo, aunque no estaría de más profundizar en cuál es ese ideal para cada uno, no sea que, con la mejor intención, estemos hablando de cosas distintas. Añadiendo que me parece una boutade afirmar que "éste" Estado de Derecho es una mera secuela de la dictadura franquista.

Dicho esto, y en mi opinión, debe subrayarse la importancia de la sentencia del TS, no tanto porque condene a un Juez Instructor por considerarle responsable, en un asunto concreto, de vulnerar palmariamente el derecho de defensa de los imputados, sino porque la motivación que sustenta el sentido del fallo condenatorio me parece esencial para la consecución de aquel Estado de Derecho ideal (al menos tal como yo lo entiendo), por dos razones: una, por cuanto viene a afirmar, con bastante contundencia, que no hay un efectivo derecho de defensa (ni, por tanto, puede hablarse de juicio justo), sin una absoluta confidencialidad de las comunicaciones entre el acusado y su abogado defensor; y otra, porque, a mi juicio, engarza con aquellas normas de derecho internacional sobre la cuestión que me parece urgente reafirmar en estos tiempos en que, en tantos países y/o circunstancias, el derecho de defensa, simplemente, no existe.

Saludos

Anónimo dijo...

http://noticias.lainformacion.com/espana/por-que-otros-jueces-pincharon-telefonos-como-garzon-y-no-fueron-al-banquillo_JTqvY31NpL3naarLs2BAG4/

Anónimo dijo...

Excelente artículo profesor, un detalle que no menciona pero tiene su gracia, si me lo permite, es que la referida doctrina del árbol envenenado tiene un precedente, más allá del caso Silverthorne Lumber vs. Estados Unidos, en un pasaje bíblico:
"por sus frutos los conoceréis." de San Mateo.
A título de curiosidad. Un saludo.

ardn dijo...

De acuerdo con todo el análisis del anfitrión, incluyendo la taxonomía de los sujetos opinantes. Jurídicamente yo tengo algunas dudas, quizá alguien pueda ayudarme a resolverlas:
- Yo leo el artículo en cuestión, el de con autorización judicial y en casos de terrorismo y tengo claro que tienen que darse los dos supuestos para que sean posibles esas escuchas (porque otra interpretación permitiría la escucha en casos de terrorismo sin autorización judicial, y me parece difícil aceptar algo así en un EStado de derecho -aunque sea de mínimos-). A partir de ahí tengo claro que Garzón lo hizo muy mal y que bien está que le condenen a una pena tan elevada. Después leo el artículo de Francisco Bastida en LNE http://www.farodevigo.es/opinion/2012/02/12/garzon-condena-persona-o-personaje/623067.html
y aprendo que el TC no secunda esa limitación de las escuchas a los supuestos de terrorismo, sino que puede hacerse en otros supuestos también (o eso creo entender), y que Garzón lo hizo mal básicamente porque no fundamentó correctamente su decisión de ordenar las escuchas y no cumplió con los requisitos procesales de identificar claramente los indicios que permitían escuchar a cada cual. Si esto es así -no he tenido tiempo de mirarlo con calma- me cuesta más ver el delito de prevaricación y, sobre todo, la súper pena. Lo hizo mal, en eso está todo el mundo de acuerdo. Pero si hay posibilidad técnico-jurídica de discrepancia interpretativa, realmente lo que hizo fue optar por una interpretación de la norma poco (o nada) justificada e instruir mal el proceso. Que sí, que es muy grave, que es gravísimo, pero no sé si tanto como para entender probado el dolo que requiere el delito de prevaricación. Conste que no me mueven simpatías hacia Garzón, al contrario, y que detesto las muestras colectivas de adhesión a una causa que es sólo un asunto jurídico y nada más. Y a todos los energúmenos que sin querer tener idea de nada van por ahí gritando consignas contra las garantías penales y procesales, les pagaba yo una excursión de un fin de semana a Guantánamo. O a sus hijos.
Que pase un buen día

Anónimo dijo...

Pongamos un ciudad (digamos que imaginaria) donde la normativa dice que todo local de copas debe tener la correspondiente ducha y vestuarios para sus empleados. En la practica los locales del centro son viejos y pequeños y esa normativa nunca se aplica. Un dia, el dueño tiene una discusion con una persona del ayuntamiento. A los pocos dias es inspeccionado y conminado a emprender las obras pertinentes so pena de que el local sea clausurado.

El asunto es legal. La normativa existe y se ha aplicado de forma correcta. Ahora bien, ¿es justo?.

Las protestas en el caso de Garzon no se deben a que la sentencia no sea correcta, sino a que se este usando un rasero muy diferente al que se aplica en el resto de los casos. En un juicio que, casualmente, tiene un fuerte componente politico.

Anónimo dijo...

A mí me gusta Jiménez Lozano y soy lector de El País. No diré nada más so pena de incurrir en simplificaciones. Que para eso está tú.

Anónimo dijo...

Estimado anónimo del bar de copas sin duchas: la comparación no se sostiene. Lo que hizo Garzón tiene graves consecuencias para personas concretas que vieron vulnerados sus derechos constitucionales; lo que hizo Garzón a mí, por ejemplo, no me parece justo, y no creo que su comportamiento le haya hecho ningún bien a la justicia. La resolución de Garzón no era jurídicamente correcta y tampoco era justa, porque la primera garantía de que una decisión de ese tipo sea justa es que sea jurídicamente correcta. Lo demás son pamplinas y hasta que no nos creamos eso, lo de las garantías y los derechos es papel mojado. Que abogados en ejercicio no lo vean así me causa estupor. O se me está escapando algo en la cuestión técnico-jurídica.
Un saludo

Anónimo dijo...

Estimados anonimos de los ultimos dos mensajes: gracias por confirmar que se trata de un juicio politico. Hasta ahora, tenia mis dudas.

un amigo dijo...

Estimado Lagunilla,

veo que su definición de boutade es extraordinariamente generosa. Puede que tenga razón.

No por ánimo de polémica, sólo por aclarar mis ideas, me remito a tres insignificantes hechos.

(a) Treinta y seis años han pasado desde la muerte del dictador.

(b) El Jefe del Estado (del Estado que pretende ser un "estado de Derecho") sigue siendo el mismo bendecido como sucesor por el dictador. [Entre paréntesis, cada vez se les parece más la mirada, no sé si son alucinaciones mías. Este es más pusilánime y juerguista, aquél más carnicero y reprimido. Pero ateniéndonos a la fibra ética demostrada, qué quiere que le diga, cada día de estos treinta y seis años me ha hecho ver que la elección de guiñapo no fue ni casual ni aventada.]

(c.1) Ni los numerosos y prolongados crímenes de la dictadura (que, a propósito, no suele ser presentada como un "estado de Derecho" ni en las más tórridas fantasías de sus actuales defensores públicos) han sido perseguidos, ni (c.2) las sentencias de su "sistema judicial" (empleemos un nombre compasivo) han sido jamás revisadas. Por supuesto que (c.3) no se ha emprendido ni la más remota semblanza de una limpieza de las administraciones y cuerpos del Estado, como al menos hicieron otros estados contemporáneos que, en los difíciles momentos post-dictadura, intentaron avanzar hacia un "estado de Derecho".

¡Y luego nos sorprenden las minucias que en esta bitácora se critican (justamente) un día sí, y otro también! No creo que haga falta ser ingeniero nuclear para ver que sobre tales fundamentos, tal la solidez de las construcciones.

Mucha suerte con su "estado de Derecho". Quizás sea una más de mis innumerables boutades, pero qué quiere que le diga, así planteado no me parece extraordinariamente atractivo. Prefiero una casita con el suelo de baldosa bien fregao que un palacio con alfombras abultadas de tanto barrer debajo. Treinta seis añitos de ná, llevamos barriendo debajo. Qué vergüenza del escudo que sigo llevando impreso en el pasaporte.

¡Limpieza, señores! ¡Toca la gran limpieza!


Salud,

Exiliado dijo...

Un amigo, su comentario está desprovisto de cualquier consideración jurídica. Además tiene un enfoque tan general que se podría aplicar, utilizando una expresión coloquial, a un roto o a un descosido.

Más grave es la idea subyacente de que como no se produjo la depuración adecuada tras la muerte de Franco (en la cama), ahora todo vale. Su argumento parece ser que como el árbol está podrido en sus raíces los frutos del mismo son incomestibles. ¿Aplica usted esa regla a todas las ramas o sólo a las que dan frutos que a usted no le gustan?

Siguiendo su razonamiento, mañana me subiré a un banco en una plaza pública, clamaré contra los horrores del franquismo y me iré a casa con la tranquilidad de que si algún día le doy una paliza a mi mujer o le rompo las piernas a alguien que me mire mal podré llamar fascista al tribunal que me juzgue y argumentar que todo el orden jurídico es inválido.

un amigo dijo...

Estimado Exiliado,

veo que Vd. se extasía en consideraciones sobre la no-juridicidad de mi modesto apuntito anterior, sobre su extremada generalidad, o sobre la gravedad que cree ver en sus consecuencias.

Pero... ¿me equivoco, o pasa de puntillas, no vaya a ser que se despierten, alrededor los tres hechos macroscópicos que, de manera muy poco original, estoy señalando?

Así que correspondo a su pregunta con una igualmente específica: ¿cómo piensa Vd. que haya que afrontar esos hechos macroscópicos para construir en el territorio contaminado por los mismos un Estado de Derecho?

¡Ah! Por simple lealtad interlocutoria, me apresuro a responder a su pregunta "¿Aplica usted esa regla a todas las ramas o sólo a las que dan frutos que a usted no le gustan?" ¡Me perdonará Vd. que vuelva a la generalidad, pero qué puedo hacerle! A todas, a todas. Como alguna vez he comentado por aquí, esta barraca es un experimento fallido - y la puntilla la recibió en 1936 (aunque probablemente estaba ya tocada, pero nunca se sabrá). Que se salven aisladamente personas, cuadros, novelas, poemas, paisajes - por supuesto que se salvan, en cuanto figmentos de la humanidad y del planeta. Pero esa farsa macabra llamada estado-nación está lista para el golpe de escoba. No por debajo de la alfombra, sino pal desbarrancadero...

¡Limpieza, señores, llaman a la gran limpieza!

Salud,

Carmen dijo...

El quid está en la orden dictada por el juez para grabar a todos los abogados y no solo a los sospechosos. De haber sido más selectivo, menos prepotente y chapuzas...no estaría tan clara la prevaricación.

Un cordial saludo.

Exiliado dijo...

Un amigo, en primer lugar me disculpo por el tono abrupto de mi anterior mensaje.

No, no paso de puntillas por los hechos que usted cita. Sin embargo, el pueblo español ha elegido o, como mínimo, refrendado la actual forma de Estado y de gobierno, que a usted y a mí nos podrá gustar más o menos. Y por favor no me hable imposiciones ni cadenas. En este país la gente sale a la calle por cuestiones infinitamente menos importantes. A lo mejor la población vive en las tinieblas y la ignorancia pero como el despotismo ilustrado es cosa del pasado ni a usted ni a mí nos corresponde hacer ver la luz a nadie.     

La premisa de su pregunta me parece, por tanto, errónea, ya que no creo que los hechos que usted describe contaminen el país. No obstante, en la ficción de que así fuera, creo que hay dos actitudes que las personas que comparten su planteamiento general podrían adoptar. 

La posición que podríamos calificar como más "extremista", y que parece ser la suya, negaría la posibilidad de construir un Estado de Derecho con el argumento de que la fuente originaria es ilegitima e ilegal. Lo consecuente entonces sería, en mi opinión, echarse al monte o irse del país.  

La posición que podríamos denominar como posibilista cuestionaría los mecanismos que llevaron a la forma actual de Estado y de gobierno, e incluso intentaría cambiarlos, pero respetaria los mecanismos de un Estado de Derecho, en el que todos estamos sujetos a la Ley. Ahora bien, y aquí soy tajante, en este segundo supuesto no vale que uno elija las normas que le gusten y las que no.              

un amigo dijo...

Estimado Exiliado,

Gracias por la amabilidad; por supuesto que el tono de su mensaje no me resultaba chocante. Concedámonos en buena fe las aproximaciones que impone el medio en el que estamos conversando.

Me parece interesante su negación de la mayor. Recapitulo. Ante mi hipótesis de que los hechos que –parece ser– ambos aceptamos como tales contaminasen el territorio donde se han producido, corresponde Vd. con otra hipótesis diametralmente opuesta: “no le parece que haya tal contaminación”. Aduce como justificación pragmática de este parecer el hecho de que la comunidad que habita el territorio (“el pueblo español”) esté fundamentalmente de acuerdo con esa situación fáctica, acuerdo expresado tanto por una vía activa (“eligiendo”), como por dos pasivas (“refrendando” y “no saliendo a la calle”.)

Su tesis, si la interpreto bien y me permite abstraerla del contexto, es que un crimen se cancela, a efectos prácticos, con un consenso interno a la comunidad donde se ha cometido, aunque sea imperfecto. Colorín, colorado.

Mi tesis, que contrapongo, es que un crimen requiera reconocimiento y reparación; de otra manera el territorio queda imprevisiblemente viciado. Déjeme subrayar, por si las dudas, que no considero imprescindible, especialmente a gran distancia de tiempo, el “castigo”. Acepto que deba existir “un consenso interno” para guiar el proceso, pero no me basta: considero que sea también necesario (a) un esfuerzo explícito porque ese consenso lo más vasto, activo e informado posible, (b) una objetivación al menos parcial de ese consenso interno con “otros procesos” de descontaminación de nuestro entorno, y con estándares externos.

No sé si la encontrará "extremista". Topográficamente, puede: está claro que desde una punta de la mesa, la otra es la punta "extrema", y viceversa. Pero, hablando en serio, le parece una posición conceptualmente extremista? Yo, con todo el respeto, veo el extremo conceptual, la rigidez ideológica, en obcecarse en barrer el crimen bajo la alfombra, e insistir en que como muchos siguen pisando la alfombra sin decir nada, aquí no ha pasado nada.

Salud,

un experimento dijo...

Me permita un experimento mental, a este punto. Alejémonos de nuestra doliente historia, tema ante el que los celtíberos, explicablemente, nos ponemos pasionales. Propondré el experimento, en cambio, en un terreno caro al e-anfitrión de estos intercambios nuestros.

Imaginemos el Departamento X de la UniPepa. Cincuenta personas. Año 0. Los profesores A, B y C, ante una situación unilateralmente declarada como “de emergencia departamental”, pactan “lo que toca hacer”, y en un mes, convencen a 1/3, compran a otro 1/3 (tienen espónsores con arcas profundas), y coercen al tercio restante a que se marche para siempre, sin pararse en medios –los necesarios; hay evidencia documentada de que A y su grupito le han puesto la mano encima a alguno de los recalcitrantes-. Conquistan así el poder absoluto del Departamento, acallan o aguantan críticas externas (a pesar del inicial escándalo), y lo gobiernan diez años, con mano firme. Y creciente guante de terciopelo, faltaría más –puntuado eso sí con un resurgir de los modos del primer momento, cuando hace falta demostrar quién manda-. ¿Promociones, contrataciones? Como ellos quieren, quien ellos quieren. ¿Fondos a proyectos, inversiones estructurales, reglas internas? De la misma manera. Lo hacen crecer a cien personas. El Departamento es un apestadillo (aunque tenga el sustancial apoyo implícito del poderoso Rector, quien ha alojado en su edificio un par de Agencias de seguimiento académico), pero bueno, organiza en su patio ajardinado unas paellas buenísimas, con una sangría excepcional, y raras son las personas del resto de la Universidad que –a título privado, entiéndase bien- no se pasan de vez en cuando por una de ellas a divertirse un poco.

Año 10. Cambio diametral de la Universidad. A se ha muerto de viejo –no antes de ‘imponer las manos’ a su delfín D, que queda como nuevo Director-; B y C se han jubilado. Consenso general: toca pasar página y mirar al futuro, lo que pasó no es agradable, pero quién no tiene un momento difícil. Redacción entusiasta de una nueva “visión, misión y organigrama del Departamento”, con consultores externos, que se somete a votación –incluyendo de forma inescindible en el paquete la confirmación de D como Director Vitalicio del Departamento–, y aprueba un aplastante 59,42% del personal (88,54% del 67,11% que acude a votar). Triunfalismo general, hemos hecho una transición modélica. Adelante, adelante. Quien no confirma explícitamente su consenso, refrenda regularmente al equipo de Gobierno, y además no sale nunca a la calle a protestar. Llegan fondos generosos de la Universidad (que no se sabe muy bien de dónde los saca), pan y circo para todos, y alegría que son dos días.

“Fast forward” al año 20. A los postres de la comida de Navidad, uno de los nuevos, jovencito y con cara de panoli, se pone a hacer preguntas a uno de los Directores de Área más afirmados, vecino suyo de mesa. “Oye, y ¿las plazas ésas raras que todos sabemos cómo se crearon?” “Huy, sabes lo difícil que es tocarlas, jurídicamente no tenemos la base.” “Oye, ¿y esas inversiones que han concentrado las infraestructuras de investigación esenciales en manos que no han cambiado?” “Mira, sería imposible moverlas, ya tendremos algún gesto con estos laboratorios que se han quedado casposos.” Dos copas más. “Oye, ¿y la historia ésa de la mano de hostias que A y sus ayudantes le dieron a aquellos pobretes de G y H, que querían presentar un recurso, denunciar no sé qué cosa?” “Pero bueno, ¿qué pretendes tú?, ¿es que quieres reabrir viejas heridas y envenenar el ambiente de trabajo de todos, cargarte nuestra convivencia?”

Sentado a su otro lado, el hijo de D, ya confirmado como próximo nuevo Director Vitalicio del departamento, asiente sonriente. El panoli calla.

No le voy a hacer ninguna pregunta moralista, para qué. Sí una mucho más sencilla, tribal y egoísta a tope: a un sobrino querido, majete y buena persona, aceptablemente brillante, recién doctorado, con ganas de dedicarse a eso de la Universidad, ¿le aconsejaría el Departamento X?

Mucha salud,