30 agosto, 2015

Poemillas domingueros

I.


Impresión con Monet

Ya no tienen los parques esa luz, no atardece
con un rumor de gasas y señores atentos con sombrero.
Las hojas de los árboles no regalan destellos
ni restan por los siglos suspendidas del aire.
Cuántas veces he visto un nenúfar, no sé, pocas,
y en menos ocasiones me he topado con damas
amparadas del sol con sobrillas alegres.
Es el tiempo el que pone ahora el trazo breve,
el paso se apresura obediente a rutinas,
los novios se cortejan con mínimos mensajes,
se citan y retoman al cabo sus caminos.
No se entiende el esplín, no se guarda añoranza.
Pasan niños cargados con mochilas y padres,
encorbatados servidores administrativos
se saludan apenas y apresuran el paso,
no reparan en que no hay más pájaros que los gorriones
o las torvas palomas, y en que los geranios
son la prosa que oxida los balcones.
Los adjetivos se ahogan cuando expira la tarde
y late en la brisa una gama de grises.

II. 

Lame el agua las calles,
las hojas se resignan
en los sumideros,
bailan en el viento
las páginas de un álbum familiar
abandonado.
Aun no anochece.
Pasan dos niños con los ojos bajos,
los cristales se empañan,
caen persianas y la música
escapa y se refugia
en los cables eléctricos.
Me cuesta imaginar
que detrás de los muros y las puertas
las parejas conversen
o los haya que se amen.
Se hará larga la noche,
llegará otro día
de metal y fatiga.
Hay tiempos como este
en que toda esperanza
es desatino.

III. 
El que te mira desde los espejos
no soy yo, es la niebla que el tiempo
deja, como algodón, en los paisajes
nuestros, color de plomo en los caminos.
Ese brazo que desde atrás te ciñe
no es el mío, es una cuerda tensa
que ata las biografías, que las aprieta
para que no disperse el aire lo vivido.
Estos silencios con que nos decimos
son las músicas íntimas, el ritmo
de este declive amable, vespertino
amor que no se incendia, pero aun quema.
Igual que se derrite el hielo y bajan
los fríos arroyos del invierno oscuro
hacia el mar, así marchamos, juntos,
demorándonos, vértigo, escalofrío,
revelación tranquila, incandescencia.


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