13 junio, 2006

Furia española

¡Ondia!, la furia española. No, no voy a hablar de fútbol y del Mundial. Pero, por cierto, ¿por qué los comentaristas de fútbol ya no usan esa vieja imagen? ¿Porque desapareció el ímpetu de nuestros pizpiretos jugadores de diseño o por qué?
Me refiero a la que lió nuestro sabio Tribunal Constitucional con su Sentencia 237/2005, en la que, aplicando a rajatabla el art. 23.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, sentó la jurisdicción universal de los tribunales españoles para la persecución de ciertos delitos, como los de genocidio, terrorismo, piratería, falsificación de moneda extranjera, prostitución o tráfico ilegal de drogas. Y allá vamos, como motos. Que tiemblen rufianes, malandrines y cacos.
Ya no es sólo que la Audiencia Nacional ponga manos a la obra con lo de los vuelos de la CIA que hacían escalas en Mallorca, dicen, en su viaje hacia países con tortura y todo incluido. Vaya papelón, tanto si el Gobierno lo sabía como si no. Lo seguro es que mentir no miente este Gobierno; que mira lo que le pasó al otro por andar con trolas. Es que ahora, en coherente aplicación de la doctrina del supremo intérprete constitucional, va el mismo órgano judicial a investigar los crímenes de China en el Tíbet y hasta la persecución por el gobierno chino de la secta Falun Gong. Van a caer como chinos.
A mi me parece muy bien que alguien se anime a plantarles cara a los matones del mundo mundial, y hasta me enorgullece un poco que sea España (léase Estado español). Cabalgamos de nuevo a lomos de Rocinante, que se preparen los molinos de viento. Pero, caramba, es que vamos a por todas, estamos en la procesión y repicando, somos el país más inquieto y juguetón del orbe. Justamente cuando cuarto y mitad de los compatriotas de uno comienzan a abominar del universalismo y a mirar otra vez con ojitos mimosos el principio de soberanía nacional, ¡zas!, nos convertimos en guardianes de la universalidad de ciertos derechos y no respetamos ni soberanías ni autodeterminaciones ni nada. A mí me gusta, pero a alguno le puede dar un síncope con tanto torcimiento de neuronas. Cualquier día, manifestación de antiglobalizadores a favor de una justicia global.
Verás qué guasa el día que aquí indultemos a Pakito y lo procese por terrorismo un Marlaska de Sichuan, menudo mosqueo. Como el de China ahora. Y nuestro Gobierno, que venga, jo, que es broma, no os lo toméis así, cómo no vamos nosotros a entender la importancia de la realidad nacional soberana china, jeje; si queréis negociamos y vemos, deberíamos buscar fórmulas de consenso y tal y cual. ¿Se imaginan la cara de los otros, amarillos? Oye, y qué les ofrecemos a los chinos esos a cambio de que dejen de fumigar a los pobres tibetanos. Que vaya Patxi, propongo; sí, López.
A este paso, media humanidad se va a tentar la ropa antes de aterrizar en suelo español (o lo que sea), no vaya a tener aquí causa abierta o celda amueblada a la espera. Como comiencen nuestros jueces con el rosario de dictadorzuelos sanguinarios y proxenetas barbudos, tienen tela que cortar para rato. Menudo marrón para Moratinos, venga asegurarles a todos, algunos incluso buenos amigos suyos y de la pazzzzzz, que tranquilos, que no pasa nada, que acudan confiados a esta nación de naciones a reposar un rato y a reponer energías para volver a la carga. Y en cuento asoman la nariz por estos pagos, hala, a chirona a pagar por sus culpas.
Al pobre Pumpi lo van a volver tarumba, todo el día deshojando la margarita: este criminal sí, éste no, éste sí, éste no, perdón, ¿cómo dices?, ¿este qué?. Y Grande Marlaska y Moreno a su bola, sin reparar en gastos. Y los juzgadores de la Audiencia Nacional desgañitándose más que la niña del exorcista, para ver cómo se lo montan para que Santi Potros o Gadafi salgan bien parados y a los chinos se les meta un buen rejón en rebeldía.
A veces tiene uno la impresión de que todo es un sueño cachondo, que en cualquier momento nos despertaremos y que esto vuelve a sus modos de país normal, donde los buenos son buenos, los malos, malos, y la mayoría silenciosa, mediopensionista. No como ahora, que no se entiende nada.

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