02 mayo, 2009

La crisis y el comerciante torpe

(Publicado el pasado jueves en El Mundo de León)
Perdonen que me repita, pero ha vuelto a pasarme. Los románticos somos desafortunados. Digo lo del romanticismo porque soy de los que defienden a capa y espada el pequeño comercio y hasta me animo a gastar algún euro de más con tal de que no se lo lleven todo los grandes centros. A lo mejor hago mal y que cada palo aguante su vela. Porque vean lo que me sucedió esta semana.
Mi mujer y yo decidimos regalar a alguien uno de esos talonarios hoteleros prepagados. No me digan que no es un detalle, cinco bonos para cinco noches de ensueño y en pareja. Así que nos fuimos de agencias de viajes. Nos atuvimos a nuestras firmes convicciones: no visitemos de mano alguna sucursal de ese supercentro comercial que tanto domina. Allá por el centro nos metimos en la primera agencia que nos topamos. Dos personas detrás de las mesas y ningún cliente a la vista. Una señora nos frena con un seco “qué desean”. Bueno, pienso, tampoco tiene por qué sonreírnos. Le explico lo del talón. Nos habíamos informado bien gracias a internet y sabíamos de qué tipo los había, cómo funcionaban y cuáles eran los precios. Pero creímos, estúpidamente, que allí podían asesorarnos con más propiedad. Craso error. Nos cuenta que sólo los hay de una clase. Una mentira, para empezar. Le pregunto cuánto cuesta ese que menciona, aunque propiamente no nos lo ha ofrecido ni ha dado ninguna muestra de que le apetezca vendérnoslo. No sabe el precio, pero grita a alguien que debe de estar al otro lado de una puerta. Tal que así: “¡Pepe!”. Pepe no contesta a la primera. “¡¡Pepe!!” Ahora sí: “¡Qué!”. Cuánto cuesta tal cosa. “Trescientos euros”, grita Pepe desde el más allá. “Trescientos euros”, nos repite la dama. Otra mentira. Le digo que vale, que lo meditaremos.
En la superagencia de siempre, la del gran capital, nos reciben con un amabilísimo saludo, nos explican hasta el mínimo detalle, nos dan todas las facilidades, fingen que nos conocen de toda la vida, nos felicitan por nuestro buen gusto y logran que, encima de comprar el talonario mayor, les demos las gracias y nos vayamos encantados. Un día de éstos leeremos que la crisis económica se ha llevado por delante el negocio de los otros y no me dará pena. Lo cual es una pena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿también conspirando para hundir las pymes? usted es un antipatriota incorregible

AnteTodoMuchaCalma dijo...

¡Maldito Zapatero!
;-)