17 enero, 2010

Obama nos da mal ejemplo

De los usos y costumbres de los niños de hoy no sé nada y ni siquiera estoy muy seguro de si son algo más que bestezuelas de carga, ya que suelo verlos con una abultada mochila al hombro, o si usan algo más que los dedos, pues me los encuentro pulsando con denuedo unos aparatejos que creo que se llaman videoconsolas o cosa por el estilo y que, tengo entendido, sirven para que no les falte el fútbol en los ratos sin fútbol y para que se entrenen en matar seres de todo tipo, ahora que está mal visto regalarles pistolas de mentira que no matan nada.
Sí me acuerdo bastante de cómo éramos los chavales en mis tiempos. Extraños tiempos aquellos, pues, por ejemplo, yo de niño no conocí pediatra y sospecho que por entonces ni existían esos virtuosos del Apiretal. Juro que no exagero ni un ápice si hago constar aquí, para general escándalo, que el primer médico que me vio en calzoncillos o de cualquier manera fue un cirujano que me arregló lo de la fimosis allá por mis dieciocho o diecinueve años (huy, qué indiscreto ando), y el segundo a mis veintiuno, el que mi padre llevó al pueblo en taxi porque me estaba muriendo con una apendicitis degenerada en peritonitis. Ay, qué recuerdos.
La peritonitis vino por no querer perderme un examen final de Derecho Internacional Público, y de lo de la fimosis para qué hablar. No funcionó bien la anestesia y, para colmo, el viejo cirujano con mañas de capador se puso nervioso. Aún me duele cuando lo pienso. Pongamos que mereció la pena, sí. Encima, como no había dicho nada, regresé a mediodía a casa, en la aldea, y mi padre me estaba esperando ¡con un hacha en la mano! No era para reprocharme la deficiente comunicación filial ni porque estuviera preocupado por ser mi amigo, sino que esa tarde había decidido que juntos debíamos ir al monte a talar unos castaños. Recuerdo cómo me vibraba la entrepierna con cada hachazo en los malditos troncos. No debería rescatar aquí esos retazos de mi memoria histórica, no vaya a ser que vengan los fiscales en avalancha a quitarle a mi padre, que en paz descanse, la custodia con efectos retroactivos y a preguntar si teníamos permiso municipal para el manejo de herramientas cortantes.
Me he ido por los cerros de Úbeda. Decía, antes de sucumbir a la nostalgia de la juventud, que me acuerdo bien de las cosas de los críos de antaño. Por ejemplo, cuando en el colegio aquel de pijillos de medio pelo surgía una pelea. Llegaba un cura con la sotana remangada y el puño cerrado para imponer la paz a guantazos y cada uno de los participantes en el tumulto gritaba tal que así, señalando a algún otro contendiente: “¡empezó él! ¡empezó él!” Supongo que en Madrid habrían dicho “él ha comenzado!, pero estábamos en Gijón.
Imagino que ahora ya no se estila todo eso, pues en los colegios no hay peleas porque está prohibido por la autoridad administrativa admitir que hay peleas y, todo lo más, de vez en cuando unos mozalbetes parten la cara y violan a un compañerito en el baño, incurriendo en una cosa que tiene un nombre en inglés y que provoca puñetazos de los papás a los profesores y pleitos con muchos peritos en secuelas. Pero, como las cosas cambian un montón en la superficie pero en el fondo se mantienen, mal que nos pese, yo sigo viendo rastros de los antiguos modos en los políticos que nos gobiernan y nos atosigan. Aquel ¡empezó él!, tan poco gallardo, lo reproducen a diario estos mandamases de nuestros pecados electorales.
¿Que pillan a cien del partido X enriqueciéndose como locos a pelotazo limpio y recalificación en ristre? Todos los de ese partido van a gritar, como un solo niño, que empezaron los del partido Y. ¿Que la gente se mosquea porque gobiernan unos mandangas perfectamente inútiles? Respuesta de la tropa partidista: será, pero peor nos iría si mandaran los otros, que se meten el dedo en la nariz en los semáforos (hay grabaciones) y se lo hacen con una muñeca hinchable de Benidorm. Y así todo el día.
¿Que tiene el país unos problemas de padre y muy señor mío? Ah, pues todos los politicastros a proclamar, con gesto compungido, que cuánta falta haría un poco de consenso para arrimar el hombro juntos. Y acto seguido: pero, claro, esos de enfrente no quieren consenso ninguno, pues andan criticándonos todo el rato y haciéndonos la oposición (o la oposición de la oposición). Es un razonamiento bien raro que, puesto en esquema, viene a ser así: a) hay que ponerse de acuerdo sobre esto y lo otro; b) cómo vamos a ponernos de acuerdo si no estamos de acuerdo; c) no estamos de acuerdo porque no me dan la razón a mí; d) son todos unos malparidos y con malparidos no hay consenso que valga, de modo que leña, pese a que yo soy un tipo de consensos. Y el respectivo electorado aplaudiendo con las orejas y cantando lo de a por ellos, oé. País de traca y oscuras mentes.
También me vienen a la memoria los viejos trucos de cuando el profesor clavaba la mirada en ti y amagaba con preguntarte la lección que no sabías. Saltabas como un resorte y delatabas al compañero: don Benito, don Benito, aquí el López se está tirando pedos. Maniobra de despiste, pero, con un poco de suerte, salía bien y pasaba el peligro para ti. Pues nuestros políticos igual. ¿Que cuál es el programa económico, educativo o de lo que sea del partido tal? Se le pregunta a su líder quien, con buenos reflejos, va a contestar de esta manera: los del otro partido sí que no tienen programa y, además, se ha visto a un concejal suyo cazando focas en Alaska y a un diputado hablando por el móvil en plena autopista. Al día siguiente los principales diarios llenos de reportajes sobre focas, viajes a Alaska, móviles y autopistas, y de tribunos y opinadores rasgándose las vestiduras, pues qué vergüenza y así está el gobierno o la oposición y tal y cual. Y la casa sin barrer.
Y en esto llegó Obama, luz de luz, faro de Occidente, reserva moral de la humanidad y todo eso. A mí me cae muy bien, conste. Sólo que el incienso me marea. Pero llegó Obama y tronaron los estadios: ahora sí que exterminaremos a los enemigos, los mediopensionistas, los tibios y los que fuman. Y va Obama y no se cisca en los muertos de Bush. Bueno, será que trama una jugada maestra. Caramba, pero, además, se queda con parte de los cargos de la Administración de Bush, incluidos algunos metidos en guerras, y, para colmo, dice que los mantiene porque son los que saben de los correspondientes asuntos. Y no para ahí, cual si quisiera ponernos bien negros, pues a su gran rival en las primarias del partido la hace Secretaria de Estado. ¿Será posible? Después, el muy taimado va y nos pide que mandemos nosotros también más tropas a Afganistán, con fusiles y todo. Hay que decirle que sí, porque seguro que no pretende más que construir unos puentes o ayudar a los viejos afganos a cruzar las calles por los pasos de cebra. Y nosotros no íbamos a instalar escáneres de esos de cuerpo entero en los aeropuertos, pero le exlicaron a nuestro Ministro, de parte de Obama, que eran estupendos y muy divertidos y ahora sí los ponemos porque hacen mucha falta.
Pero lo de ayer ya es el acabose: ¡Obama ha convocado a Clinton y Bush para hablar de la crisis de Haití y coordinar las medidas oportunas! ¿Se habrá vuelto loco? ¿Esa gente no tiene mala leche o qué? ¿Qué forma es ésa de llevar un país? ¿No temen confundir al electorado? ¿No deberían odiarse, gritarse, insultarse, apedrearse y ponerse unas querellas? Señor, señor, qué decepción.
Yo estoy seguro de que nuestro Presidente y nuestro jefe de la oposición van a dar la talla como de ellos se espera, esta vez sí. Apuesto a que antes de tres días Zapatero crea una comisión de crisis a tope y convoca para integrarla a Víctor Manuel y Ana Belén, Raúl, Finito de Córdoba, Ana Rosa Quintana, Fernando Alonso y Suso del Toro. Y que Rajoy se asesorará por un comité de expertos formado por Rouco Varela, una sobrina de Imperio Argentina, Joselito (el niño prodigio), el dueño de una ganadería de toros de lidia, dos registradores de la propiedad y Luis Racionero. Tormentas de cerebros a pleno rendimiento, materia gris dando lo mejor de sí misma, y a por ellos, que son pocos y cobardes y que tenemos que superar las dos Españas y media y llegar a unos acuerdos de todos en cuanto acabemos con esos cabrones del otro lado.
Que aprendan los yanquis, que aprendan. Lo nuestro es tensión competitiva, espíritu de lucha, furia nacional y, sobre todo, amor a España y fidelidad a nuestras ideas y nuestros programas. ¡Maaaarchen!

3 comentarios:

Minipunk Arias dijo...

Personalmente opino que la actitud de obama es encomiable, el intentar resolver una cosa al margen de las banderas ideológicas es lo idoneo.
La oposición al gobierno o partido que sea, debe ser uno más a gobernar, usar la politica de desgaste al enemigo es una muy mala política para todos, la teoría de la democracia es que uno con menos votos también tenga voz y poder de decisión.
De otro modo solo sería:
- Ahora gibiernas tú voy a empujarte fuera del sillón hasta que ocupe yo el sillón.
¿A quien puede beneficiar una política asi?

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

La culpa, para Miche ¿se escribe así? el de Internacional.
**
Mi hija estaba preocupada porque sus amigs iban al Psicólogo y a ella no la mandábamos.

Txetxu dijo...

Es "bonito" esto de los consensos, sobre todo para ayudar al prójimo. La foto, de primera comunión: Obama, Clinton y Bush Jr. Pero claro, esto es como poner a la zorra a cuidar del gallinero. ¿Es que las anteriores administraciones USA no tienen ninguna responsabilidad sobre el marasmo de Haití previo al terrible terremoto? ¿No había nadie mejor, incluso entre los republicanos, para tal cometido?
Abundando en la propuesta del blog, sería maravilloso que Zapatero, por ejemplo, nombrase a Aznar embajador de buena voluntad para Oriente Medio o responsable de eso que llaman "alianza de civilizaciones". Por cierto, casi lo mismo que esa UE que manda a Tony Blair a mediar en Palestina.
Esto de los consensos está muy sobrevalorado y, aunque el 'tu quoque' permanente de la política española asquea, el pasteleo de las oligarquías políticas, de los grandes partidos, es infumable (¡qué de acuerdo están en no reformar la ley electoral!, o ¡con qué devoción los socialistas españoles hacían piña con la derecha para apoyar en Europa a Durao Barroso...!).
En fin, al ecuménico Obama sólo le queda nombrar a Sarah Palin secretaria de familia o de mujeres como debe ser, que debe saber mucho de eso...