09 enero, 2010

Un corazón tendido al sol. Sobre piratas y propietarios

Puede ser entretenido escribir algo de un tema sobre el que nunca sé muy bien qué pensar ni qué decir, el del pirateo en la red y la propiedad intelectual de cantantes y escritores. Vamos allá.
El otro día leí la tribuna de Rodríguez Ibarra en El País y no me sonó mal. Pero cuando vi en el mismo periódico la respuesta de Muñoz Molina, también me resultó bastante convincente. Habrá que ponerse un día de estos a estudiar en serio. Entretanto, puedo decir con propiedad que soy un corazón tendido al sol. Y nunca más a cuento, pues acabo de leer en La Nueva España de ayer unas declaraciones de Víctor Manuel, el cantante que es marido de aquella otra que nos ponía burrillos con esa boca, en las que se despacha a gusto contra piratas y canta loas a la SGAE. Más aún, dice esto: “Por ahora sólo creo en la guardia civil”, que “ha garantizado el cierre de páginas pornográficas sin problemas y que puede hacer lo mismo en caso de delito de derechos de autor”. Ha dicho la guardia civil, sí. Sí, sí, Víctor Manuel.
La guardia civil tiene todos mis respetos, todos. Parientes y amigos tengo en la benemérita y, aparte de que ahí pueda haber de todo, como en cualquier parte, sé cómo curran y lo poco que cobran. Pero me da que al cantante de Mieres se le ha ido la melodía un pelín. Que yo sepa, con las páginas pornográficas no se han metido ni los picoletos ni los jueces ni los legisladores. Otra cosa son las páginas de pedófilos o pederastas, pero ésa es harina de otro costal. Supongo que no querrá el esposo de de doña Ana que se aplique a los piratas el mismo trato que se está dando a los que guardan unas fotos de niños en bolas en su ordenador, pues aviados estaríamos, menudo belén.
Vean en la misma página de la edición digital del periódico los comentarios tremendos que le han caído encima. Son divertidísimos y, al tiempo, mosqueantes, y sirven para que volvamos a preguntarnos, en esta era de desorientación, qué es hoy en día lo progresista y dónde están los malos. No se aclara uno.
Mi impresión, seguro que muy superficial, es que todos exageran. Exageran, creo, los que pretenden que todo sea campo libre y que el combate contra la propiedad privada empiece por la propiedad intelectual. Luego ya veremos si seguimos o si gritamos que mi ordenador es mío, con disco duro y todo, y que nadie me lo quite; y la finca que heredé de papá y el Audi que me trajeron los Reyes; y que no nos cobren impuestos tampoco, porque la propiedad de mi dinero es sagrada. Ahora bien, si van en serio contra la propiedad privada y sus excesos, y en plan de redistribuir y tal, que me avisen y lo miramos.
Y puede que también se extralimiten los otros, los creadores y sus industrias. A lo mejor la SGAE y compañía tendrían que apretar un poco menos. Tal vez deberían bajar el precio de los discos y, probablemente, el de los libros. Aunque me parece que la comparación entre discos y libros hay que tomarla con matices. A los libros les va a llegar la situación equivalente cuando, de inmediato, se generalice el e-book y circulen por internet los textos más de lo que ya circulan.
No sé si los argumentos habituales van completamente al fondo de lo que mueve a los “creadores”. Se trae siempre a colación el perjuicio grave que para la cultura significa el pirateo, pues hace o hará que deje de ser rentable editar discos o libros, y de esa manera muchísimas creaciones memorables desaparecerán del mapa o no llegarán a nacer. En realidad y si somos sinceros, la madre del cordero es la pretensión de esos “creadores” de vivir de sus creaciones. No me parece empeño ilegítimo, en modo alguno. Pero que se diga, que se diga que se trata del mantenimiento de unas profesiones, no de la supervivencia de la cultura y el arte, nada menos. Unas buenas músicas o una buena novela pueden colgarse en internet y, si tienen público entusiasta, se difunden por doquier y dan fama y prestigio a su autor. Que le den dinero ya es otro cantar. Aunque el dinero puede llegar colateralmente: giras, galas, conferencias...
No parece claro que estemos ante una crisis de la creatividad, pese a los piratas; más bien al contrario, existe una explosión de la creatividad, precisamente gracias a internet. ¿Que en la red es difícil discernir el grano de la paja, lo bueno y lo malo, pues hay mucho de todo? Puede ser, pero ¿acaso es buena literatura toda la que como tal aparece en libro o buena música la que se vende en discos? ¡Anda ya! Si esos son los jueces, apaga y vámonos ¿Que no hay en internet, y sin ninguna posibilidad de que una editorial comercial las edite, muchísimos cuentos y novelas mil veces mejores que las paparruchas de Paulo Coellho, o infinita cantidad de músicas de verdad, y no las chorradas de Sorayas y carallos? Y resulta que los Paulos y los cantontos (sic) que todos sabemos pueden vivir de sus “creaciones” gracias a que hay editoriales y discográficas que ponen lo suyo sobre papel o en cd gracias a que mucha gente quiere comprarlo. Pues, por mí, como si les piratean hasta el carnet de identidad. En cambio, no creo que por culpa del pirateo pierda mucho dinero un Luis de Pablo, el músico, o un José Emilio Pacheco, el poeta, aunque éste debe de ser de los que con la poesía venden relativamente mucho. ¿Por qué no suelen lanzarse contra los piratas los poetas? La respuesta es obvia, porque les importa un pito que los pirateen, más bien al contrario; total, para lo que ganan con sus libros, al menos que se difunda su obra.
Los grandes perjudicados por el pirateo masivo no son los artistas, así, todos a una, sino los artistas de la cultura de masas que venden masivamente y pueden vivir de esas ventas. No hay nada malo ni en lo uno ni en lo otro, pero dígase lo que es. El pirateo no ataca la divulgación posible de la obra, pues ahí está la red y qué es el pirateo sino una forma de divulgación; lo que corre peligro es que de la obra divulgada en soporte físico sigan viviendo los que hasta hoy han podido hacerlo.
Es curioso, porque el famoso canon no se reparte en función del valor de las creaciones, sino porque éstas estén en soporte físico, en disco o papel. En parte, no es la obra, su valor o su propiedad lo que así se remunera, sino que se paga por el objeto en el que se plasma materialmente, como soporte para la venta, ese resultado. Por eso un pésimo novelista con obra publicada puede ganar por esa vía un dinero que no obtendría si esa obra fuera muchísimo mejor, sublime, y la hubiera difundido en la red. Este blog no es ejemplo de calidad ninguna, pero creo que sí puedo hacer valer mi propiedad intelectual sobre las entradas, ya que si algún plagiario las copia y las hace pasar por suyas, posiblemente tendré acciones legales para reclamar por lo que es mío: para que no me lo quiten. Lo que no tendré es lucro cesante o pérdida de ganancia económica, pues ninguna me dan. Entonces, ¿es la propiedad intelectual lo que se discute o es el rédito económico resultante de cierta manera de explotar esa propiedad?
Habría que buscar salidas intermedias. No se puede poner puertas al campo, y tampoco al nuevo campo virtual. Soñar con represión y mano dura e implorar que la guardia civil vaya entrando en las casas de la gente a detener piratas parece exceso impropio de Victor Manuel & CIA. Y, ya puestos a reinvindicar propiedades, que funcione el mercado: que siga comprando libros o novelas el que así lo prefiera. Yo, mismamente, sé que continuaré gastando dinero en literatura impresa y en unos pocos discos. Por otro lado, estoy seguro de que muchos de los que “bajan” películas en formatos infames jamás irían al cine ni pagarían los tres o cuatro euros correspondientes por ver esas películas. Para el creador, digo yo, también ha de ser un placer que más gente contemple sus magnas obras cinematográficas o musicales. A mí, en mi modestia, me da mucho gusto que tantos amigos y desconocidos echen vistazos en este blog, que no me da ni un peso. Sí, ya sé, yo no vivo de esto. Caramba, pues que se hagan funcionarios unos cuantos cantantes y directores de cine -muchos ya casi lo son, ¿eh, Sinde?-. Además, si ya les pago las subvenciones con mis impuestos y ya apoquino por el canon, que no se me mosqueen tanto si un día me da por agenciarme en internet algunas de sus obras imperecederas. Y otro detalle: ¿se venden o no se venden discos con obras de Mozart o Mahler?
Conste, con todo, que en la duda me mantengo y que no pretendo defender el descontrol total. Pero alguien va a tener que adaptarse al mercado, y no sólo abaratando el producto. A lo mejor hay que limitar plazos de sacrosanta propiedad intelectual, de modo que El abuelo Víctor ya pueda circular con toda libertad en la red y esté fuertemente protegido el último disco nada más. Para que cualquier pobre con acceso a un ordenador pueda disfrutar sin miedo aquella entrañable canción, lo cual, sin duda, será muy del gusto y del modo de pensar de victormanueles y ramoncines.
Acabo con una anecdotilla. Hace una temporada escuchaba en un bar a un colega de cierta edad que presumía de la magnífica colección de películas que se había agenciado a través de la red y por el morro. Acto seguido, se explayó con vehemencia sobre la vergüenza de que se tolerara a tanto negrito que en las calles vende discos piratas. Agárreme usted esa mosca por el rabo. También, al hilo de la historia, se me ocurre otra propuesta: que a todo artista al que se le encuentre en su computador una película, una canción o un libro bajados de la red sin pagar, se le prive de los derechos de autor sobre sus obras propias. A ver qué pasa.
Y la gente por el prado no dejará de bailar..., aunque te joda, Víctor, ahí todo sentado en el quicio de la puerta... de la Moraleja. Ay, qué diría tu güelu.

6 comentarios:

AnteTodoMuchaCalma dijo...

1. Lo de "Un corazón tendido al sol". Con ese verso "dejo sangre en el papel", siempre pensé que iba de una consulta al proctólogo.

AnteTodoMuchaCalma dijo...

2. Como la SGAE ha emprendido a conciencia la tarea de convertirse en el sustituto funcional del Francés (i.e., la encarnación de todo lo odiado), ha diversificado tanto sus memeces que no todo es lo mismo. Habría que distinguir varias cosas.

2.a. El jodío canon. Materialmente: que paguen los que compran soportes, por si copian en ellos copias piratas. Pero como eso sería que pagasen justos por pecadores, buscan una excusa: "se cobra por el derecho de copia privada".
Y no se ríen al decirlo. ¡Pero cómo va usted a cobrarme por lo que ya es mío! El derecho de copia privada es inherente a la propiedad del CD de Manolo Escobar que me he comprado. No me lo puede usted cobrar, porque ya es mío.
Ah, que dice usted que no me cobra por lo que ya es mío, sino que es un canon compensatorio.

Joder, entonces hablamos de una TASA.

Pero entonces... ¿qué cojones hace UNA ENTIDAD PRIVADA COBRANDO TASAS, QUE SON TRIBUTOS?

Y ¿cómo es posible que la SGAE cobre esas tasas en nombre de autores A LOS QUE RENUNCIA A BUSCAR? (porque en la SGAE cobras SI LO PIDES). ¿Cómo puede tener derecho a quedarse con ese dinero y sus intereses?

2.b. Lo de las páginas de enlaces. La SGAE quiere que una página la pueda cerrar EL GOBIERNO. Y quiere que sea así, porque LA VÍA JUDICIAL PENAL LE HA FALLADO, y LA VÍA JUDICIAL CIVIL TAMBIÉN. ¿Por qué? Porque las páginas de enlaces NO DISTRIBUYEN EL MATERIAL, sino que te dicen DÓNDE PUEDES ENCONTRARLAS. Es como si alguien vende planos de León con indicaciones sobre dónde se ponen los "Top Mantas".

Por eso, como los jueces no quisieron, les quitan la facultad a los jueces y se la dan a Sinde. Como voy perdiendo el partido, pongo a mi entrenador de árbitro.

2.c. Lo de cobrar a las bodas, los bares de copas, etc. por poner música.

Imaginen que los herederos de Pablo Neruda lleguen a los ayuntamientos a cobrarles a los novios porque el concejal sin imaginación empleó versos del poeta.

Imaginen que los herederos de Yeats vienen a los entierros a cobrar por los siempre repetidos versos sobre el duelo.

Imaginen que los herederos de Luis Cernuda y de Neruda le vienen a Sabina a cobrarle por los versos muy bien robados. O, en guerra de herederos: los de Baudelaire contra los de Gil de Biedma, por robarle y medio traducir el "hipócrita lector, mon semblable, mon frère" en la monumental "Pandémica y celeste".

Estamos todos locos.

y 3. La SGAE en 2020, cortesía de MiMesaCojea.

un amigo dijo...

El artículo inicial de Rodríguez Ibarra adolecía de alguna simpleza, pero esencialmente se sostiene.

La 'réplica' de Muñoz Molina hace agua por todas las junturas. No hay por donde cogerla lógicamente, vamos. Es que en una línea le roban el burro y en la siguiente nos lo encontramos a lomos de serpiente pitón, volando marcha atrás. Aparte del tierno detallillo, que dice no poco sobre su catadura moral, de que este 'creador' ha acuñado un nuevo insulto - jubilado.

Qué pena, a lo que empuja la codicia a un hombre.

A ATMC: yo creo que los de la sgae acabarán tarde o temprano exigiendo una cuota de la recaudación del IRPF, razonando que el contribuyente o bien ha pensado en duplicar algo, o bien que no ha denunciado a quien haya duplicado algo.

[Propongo no emplear para hablar de estas cosas el verbo copiar, porque no se duplica para incluir la obra original en una propia - y aunque copiar resulte inteligible para individuos bien intencionados, da pie a que malintencionados y deshonestos como AMM se saquen del sombrero la falacia del plagio. No se copia la obra original; se duplica el soporte digital de una copia preexistente].

Salud,

Carmen dijo...

Veamos, ¿por qué se llama derecho de autor si sobrevive 70 años al susodicho? En realidad, es derecho de herederochupón. No acabo de verlo, oigan.
Además, la mayoría tendrían que pagar por soportar sus bodrios.

Un cordial saludo.

Miguel Fernández Benavides dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
AnteTodoMuchaCalma dijo...

A un amigo que firma "un amigo":

Tiene usted una buena vena profética:

"En 2011, tras un largo proceso de negociación con el Gobierno, la SGAE consigue sacar adelante una ley por la cual se considera al ser humano “un dispositivo de almacenamiento masivo”. Esta ley permite a la SGAE cobrar un canon mensual a las personas, ya que se entiende que éstas son capaces de memorizar y reproducir textos y melodías sin control alguno.

En 2012 se aprueba el decreto por el cual tener un hijo empieza a considerarse “hacer una copia privada de uno mismo”. Los partos se convierten así en la principal fuente de ingresos de SGAE".

(Más en SGAE 2020).