13 diciembre, 2011

Lo real real

Me siento hoy algo torpón, espeso, así que voy a decir cualquier cosa sobre un tema del que casi no merezca la pena hablar. Mismamente, el caso Urdangarín. Por culpa del balonmanista que mete mano, estoy cambiando mis costumbres de oyente de radio. Siempre tengo sintonizada Onda Cero cuando me levanto, y voy oyendo el programa de Carlos Herrera desde la ducha hasta el desayuno. Pero me estoy apartando porque a ese hombre le ha dado por convertirse en valedor y abogado vocacional de la Casa Real, lo que realmente me parece pesado y un poco estúpido. Que cada perrillo se lama su culillo, cada palo aguante su vela, el que la hace la paga (de tarde en tarde), y tal y tal y tal.

El caso Urdangarín no quita coherencia a nuestro sistema político y social, sino que la culmina, hace que todo encaje, que todo cierre como un mecanismo perfecto de suma precisión. Qué razón hay, vamos a ver, para que no roben y se corrompan los de la Casa Real, si en este país el latrocinio y la corrupción no conocen límites ni estadísticos ni sociales ni de clase ni de cargo ni de credo ni de nada de nada de nada. Encima, nos rasgamos las vestiduras porque un yerno del rey resultó del montón e hizo como la mayoría; al menos lo que haría la gran mayoría si pudiera. Y a la gente más tonta y a los periodistas a sueldo les viene la súbita compasión, pobre don Juan Carlos, no gana para disgustos. Como si no supieran en la Casa lo que tenían en casa y no se pudieran haber preguntado de dónde salía la pastita para la buena vida y los inmuebles caros. Como si no lo hubieran mandado a EEUU para alejarlo del pastel cuando lo pillaron con las manos en él. Como si no fuera tradición ya de esta Casa Real y de este Rey la amistad con todo tipo de pillos y chorizos de cuello blanco. Como si fueran los de Urdangarín los primeros negocios de unos que dicen que no tienen que hacer negocios. ¡Anda ya!

No es cuestión de monarquía o república, sino de elegir pistola para pegarse el tiro. Da igual, con tal de que no se atore. Mientras sea en este país y de este país, las posibilidades de que robe el Jefe de Estado son tantas como las de que robe el ujier, cada uno según sus posibilidades y lo que a mano se le ponga: altísimas. Si tuviéramos república y el Urdanga fuera yerno del Presidente, estaríamos contando que con una monarquía de las de toda la vida nos iría mejor. Mentiras, en lo que con este tema tiene que ver y dejando aparte otras consideraciones sobre la forma de Estado, de las que ahora no estoy hablando. Urdangarín también podría haber sido presidente de la república, que para eso fue jugador de balonmano. Piénsenlo. Un poco Urdangarín somos (casi) todos, pero nos falta suegro.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"Un poco Urdangarín somos (casi) todos, pero nos falta suegro".

Aunque estoy casi siempre de acuerdo con sus comentarios, disiento en esto. No pretendo ser
"ejemplar" ni mucho menos,
pero creo que --mucha--, gente (en la
que me incluyo) es trabajadora y honesta.
aunque hayan tenido suegro (o léase oportunidades de enriquecerse ilegalmente). un saludo

Liki Fumei dijo...

Grandes asesores (Colón de Carvajal primero, el marqués de Villar Mir, ahora) tiene La Casa para no dejar pasar las oportunidades de tener un canut algo más desahogado que el que les proporciona el erario, que no llega ni a unos mísero 10 millones de leuros por temporada.

Carmen dijo...

Ni+, ni-.

Un perezoso saludo.

Carmen dijo...

A propósito, Camps dice:

"Supongo que mis conciudadanos querrán que vaya bien vestido".

Es el colmo de la desfachatez. Y con argumentos de igual peso, se justifican el resto de hijos de meretrices.

Un cordial saludo.

Mister Proper (ahora Don Limpio) dijo...

Creo que ha dado usted en el clavo. Desde el primer momento he tenido la impresión de que el señor Urdangarín no ha llevado a efecto más prácticas que las que son habituales en las empresas, fundaciones y sociedades de nuestro país. Tal vez esté equivocado, pero tengo para mí que esta gente no tiene conciencia de estar obrando mal, sino que piensan que "es así como se hacen las cosas".

Me gustaría colarme en las clases de algún caro Master MBA para comprobar si efectivamente en ellos se enseña "cómo se hacen las cosas". Tal vez así consiga entender por qué todo el mundo acaba realizando esas prácticas defraudatorias como si de lo más natural se tratase.

Por mi experiencia previa puedo decir que instituciones aparentemente respetabilísimas esconden a gente de la peor calaña haciendo todo tipo de chanchullos. Todo el mundo lo sabe, pero si alzas la voz lo único que los jefes te dirán es que "es así como se hacen las cosas".

Y lo peor de todo es que en nuestro país la cultura de los negocios se basa precisamente en compartir esta forma de entender la vida: la única manera de socializar con esta gente pasa por aceptar su forma de actuar. El resultado es que los limpios siempre acabamos apartándonos, porque nos resulta insoportable su comportamiento, pero eso les deja todavía más campo abierto.

El país está podrido y van a necesitarse muchos esfuerzos (y años, si no décadas) para limpiarlo. ¡Empecemos ya!

un amigo dijo...

Pues yo me repito, que a mi edad ya para poco más me da. Buena noticia, incluso en su tristura revulsiva, porque todo aquello que sea raticida para la monarquía es vitamina para España, y de la chispeante.

Salud,

Rogelio dijo...

¿ Pues que iba a hacer el pobrecico si siempre había seguido las sabias consignas familiares de aquello de "respeto a los mayores en edad, dignidad y gobierno e inspiración en sus conductas, de donde fueres haz lo que vieres, de no destacar por arriba ni por abajo ?, ¿ acaso no ha cumplido a rajatabla el mantra de "sólo persigo la generación de riqueza y empleo" ?.

Cuanta envidia existe en este pais. Aquí al que mide más de 1,90, es guaperas, casa bien y le van bien las cosas en lo social y lo económico está a un paso de la crucifixión.

Ya vislumbro que cualquier día nos empezaremos a meter con Maikel Sumaje por haber acumulado, como laboriosa hormiga para los tiempos difíciles, pasta como para hartar a Italia durante una buena temporada.

Exiliado dijo...

Estoy de acuerdo con el Profesor en que la cuestión no es tanto el debate entre republica o monarquía como el de la integridad moral y los valores de un pueblo.

Respecto al primer elemento, y ciñéndonos a nuestro entorno geográfico y cultural, tanto la republica como la monarquía pueden constituir una forma de Estado compatible con los principios democráticos (para los que gustan de los países nórdicos, que vean, como ejemplo, Finlandia y Suecia respectivamente). También hay, lógicamente, ejemplos nefastos de los dos sistemas, sobre todo fuera Europa. Cada uno tendrá sus ventajas y defectos en abstracto, pero en la práctica no veo diferencias abismales.

La cuestión de los valores es más peliaguada y, de hecho, esta entrada mete el dedo en el ojo al recordarnos nuestras carencias. Urdangarín no es tan diferente de una buena parte de los españoles. El individualismo extremo del español (que tiene poco que ver con la idea de libertad individual respetuosa de la de los demás) hace que desconfíe de las instituciones, se niegue a cooperar, tire para su lado y busque su beneficio exclusivo, si es necesario violando las leyes, todo ello con el convencimiento de no estar haciendo nada malo. Hay que sumar a ello el concepto tan español (o, como mucho, del sur de Europa) de los “contactos”, por el que los méritos del individuo quedan en segundo tercero plano frente a un elemento tan superficial como conocer a alguien. Por si nos sirve de consuelo, hay países que están peor que nosotros, como Italia, Grecia y buena parte de los Balcanes, donde estos defectos están aun más generalizados que en España.

roland freisler dijo...

A falta de datos más contundentes,lo del duque de Palma todo son conjeturas, veremos si imputa el Fiscal por lo que es, es decir, datos concretos, mientras tanto es inocente y no se debiera condenarle sin pruebas, ni tan siquiera moralmente.

venator dijo...

A mí me maravilla lo de las fundaciones sin ánimo de lucro porque, con las excepciones que seguramente habrá, todas las personas que yo conozco (modestas todas ellas y pocohabientes) que se han puesto a fundar una fundación sin ánimo de lucro, lo hacían para lucrarse aunque fuese sólo un poquito. Y no digo que buscasen lucrarse de un modo ilegal: parece que hay rendijas jurídicas para que la falta de ánimo de lucro sea compatible con el ánimo de lucrarse sin falta.
Un saludo