Ya me parecía a mí que eran de una pasta especial. El Mundo cuenta una cosa curiosa. Resulta que los mentirosos compulsivos, esos sujetos que todo el día están soltando bola tras bola, a cada cual más gorda y delirante, tienen en el lóbulo frontal del cerebro más cantidad de materia blanca. Mira, no es tan mala la cosa. Yo pensaba que era una simple boñiga lo que tenían.
Allá por julio, creo, colgué aquí una cosa que se titulaba "mentirosos compulsivos". Por los archivos de este blog andará. Contaba allí mi experiencia abracadabrante con uno de estos sujetos de lóbulo frontal blanco (por la parte de dentro) y rostro hormigonado. No voy a repetirme, sólo a hacer una sugerencia a los investigadores californianos que han descubierto el asunto ese de la pasta blanca en el coco de los troleros.
¿Por qué no investigan de qué color es la materia que tienen en el cerebro -me da igual que sea en el lóbulo frontal o en la parte del embrague- los sujetos que se creen, una sí y otra también, las mentiras de los compulsivos ésos? Yo me imagino que el crédulo irredento debe de tener un cerebro de tonos azul cielo, con algún estampado leve en la parte de la sisa. Pero bobos, bobos, así de bobos como para creerse todo seguido las patrañas de los malabaristas del embuste hay pocos, al menos que yo conozca. No señor. Lo que yo he visto y veo es que hay muchos que no le creen al embustero ni una, pero que se dejan querer. Oye, total por aguantarle un poco el rollo lo mismo te cae una invitación a cenar que un revolcón, o un masaje para tu ego, que para eso son esos profesionales de la bola generosos en el halago (sobre todo del que manda algo o tiene influencia en cosa que les interese) y prolijos en el peloteo. Pon que seas bizco total, por decir algo no muy políticamente incorrecto. Viene el de la materia cerebral blanca y te suelta que jo, qué ojos, lo más bonito que ha visto, y que le recuerdan a una novia (o hermana, o prima, o a su misma madre, pues cambiará el argumento según convenga para el caso) que tuvo él y que era preciosa y que luego se murió y él estaba a punto de suicidarse, pero que un primo suyo le regaló unos décimos de lotería y que le tocaron mil millones y que con eso compró un palacio y... Y su interlocutor bizco le soporta todo el rollo a cambio del gustito que le dio lo de escuchar que olé sus ojos misericordiosos.
Voy a contar otra, breve, de aquel, tan feo, que yo conocí. Un día apareció con un ojo morado y me narró de inmediato una historia terrible de que le habían descubierto una gravísima enfermedad de la vista y que lo iban a operar los Barraquer y... dos horas de lacrimógeno discurso. Y yo creyéndomelo, como un pringao de los del cerebro azul cielo. Y esa tarde me encuentro a la asistenta del sujeto, conocida común, que me dice que si vi qué golpe se dio ayer el tal elemento mientras jugaba con su hijo pequeño. Ese día defequé mentalmente sobre sus antepasados (¿me habrá quedado políticamente correcta la expresión de esta manera?) y me juré que no me colaba ni otra. Pero hubo muchas más. Hasta que lo mandé a tomar por donde se hacen las deposiciones (sigo preocupado por la corrección lingüística y política).
El otro día me contaron que había aparecido con una tirita en la cabeza y que iba explicando que tenía un tumor cerebral y lo tenían que operar de urgencia. Al poco, lo vi pasar por la calle de la mano de una autoridad local importante, que sonreía beatíficamente mientras lo escuchaba. Supongo que le estaría diciendo lo de los ojos, o lo de cualquier otra parte.
Hace un par de semanas lo nombraron experto autonómico en no sé qué cosa de postín. Y digo yo, ¿de qué color tendrá por dentro el lóbulo frontal el genio que se rindió así a sus trolas? Y qué le habrá contado el de la masa blanca, dios mío, qué le habrá contado.
Allá por julio, creo, colgué aquí una cosa que se titulaba "mentirosos compulsivos". Por los archivos de este blog andará. Contaba allí mi experiencia abracadabrante con uno de estos sujetos de lóbulo frontal blanco (por la parte de dentro) y rostro hormigonado. No voy a repetirme, sólo a hacer una sugerencia a los investigadores californianos que han descubierto el asunto ese de la pasta blanca en el coco de los troleros.
¿Por qué no investigan de qué color es la materia que tienen en el cerebro -me da igual que sea en el lóbulo frontal o en la parte del embrague- los sujetos que se creen, una sí y otra también, las mentiras de los compulsivos ésos? Yo me imagino que el crédulo irredento debe de tener un cerebro de tonos azul cielo, con algún estampado leve en la parte de la sisa. Pero bobos, bobos, así de bobos como para creerse todo seguido las patrañas de los malabaristas del embuste hay pocos, al menos que yo conozca. No señor. Lo que yo he visto y veo es que hay muchos que no le creen al embustero ni una, pero que se dejan querer. Oye, total por aguantarle un poco el rollo lo mismo te cae una invitación a cenar que un revolcón, o un masaje para tu ego, que para eso son esos profesionales de la bola generosos en el halago (sobre todo del que manda algo o tiene influencia en cosa que les interese) y prolijos en el peloteo. Pon que seas bizco total, por decir algo no muy políticamente incorrecto. Viene el de la materia cerebral blanca y te suelta que jo, qué ojos, lo más bonito que ha visto, y que le recuerdan a una novia (o hermana, o prima, o a su misma madre, pues cambiará el argumento según convenga para el caso) que tuvo él y que era preciosa y que luego se murió y él estaba a punto de suicidarse, pero que un primo suyo le regaló unos décimos de lotería y que le tocaron mil millones y que con eso compró un palacio y... Y su interlocutor bizco le soporta todo el rollo a cambio del gustito que le dio lo de escuchar que olé sus ojos misericordiosos.
Voy a contar otra, breve, de aquel, tan feo, que yo conocí. Un día apareció con un ojo morado y me narró de inmediato una historia terrible de que le habían descubierto una gravísima enfermedad de la vista y que lo iban a operar los Barraquer y... dos horas de lacrimógeno discurso. Y yo creyéndomelo, como un pringao de los del cerebro azul cielo. Y esa tarde me encuentro a la asistenta del sujeto, conocida común, que me dice que si vi qué golpe se dio ayer el tal elemento mientras jugaba con su hijo pequeño. Ese día defequé mentalmente sobre sus antepasados (¿me habrá quedado políticamente correcta la expresión de esta manera?) y me juré que no me colaba ni otra. Pero hubo muchas más. Hasta que lo mandé a tomar por donde se hacen las deposiciones (sigo preocupado por la corrección lingüística y política).
El otro día me contaron que había aparecido con una tirita en la cabeza y que iba explicando que tenía un tumor cerebral y lo tenían que operar de urgencia. Al poco, lo vi pasar por la calle de la mano de una autoridad local importante, que sonreía beatíficamente mientras lo escuchaba. Supongo que le estaría diciendo lo de los ojos, o lo de cualquier otra parte.
Hace un par de semanas lo nombraron experto autonómico en no sé qué cosa de postín. Y digo yo, ¿de qué color tendrá por dentro el lóbulo frontal el genio que se rindió así a sus trolas? Y qué le habrá contado el de la masa blanca, dios mío, qué le habrá contado.
3 comentarios:
Muy bueno garciamado, mucha risa, que bien que no te han influido los insultos de los gamberros.
Que bien tienes tomada la medida a todos los tipejos : pelotas, enchufaos , recomendaos y mentirosos
Ja, ¡tienen como coco un coco!
a su ilustrisimo profesor:
cuando leí el artículo que su nariz escribió sobre sus alumnos, me hizo tanta gracia que no cabía en mí; pero no porque tuviese razón, ni lo se, ni me importa; sino porque pensé que como un hombre de su talla podía rellenar su blog con esas cosas tan banales.si sus alumnos huelen mal, cosa que dudo,no le ha dado por pensar que podría ser por la aglomeración de gentes y tantas horas que permanecen esas aulas cerradas?por que no las ventila ni Dios!
respecto al comentario de la Sñra. Rosine, ¿cómo que huelen mal las camisetas de las conquistas del fin de semana? las de ella no huelen?los hombres no huelen? ellos no conquistan los fines de semana?.
Simplemente mi intención era darle mi opinión al respecto, sin ánimo de ofender; pero tampoco usted ofenda a nadie, ni generalice al respecto.
un saludo y hasta la proxima.
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