03 noviembre, 2005

Parábola de como si tal cosa.

Eran dos hermanastros, Alfa y Beta. No se llevaban bien, pero tenían que convivir. Discutían a menudo. Un día estaban en el campo. Se declaró un incendio voraz a la espalda de Alfa.
Beta gritó:
- ¡Fuego, hay fuego!
- ¡Mentira!, replicó Alfa de inmediato.
- ¡Si, sí, fuego detrás de ti! ¡Hay fuego detrás de ti, te vas a quemar! -insistió Beta.
Y, Alfa, furioso, exclamó sin mirar:
- ¡Mientes, falsario! No te haré caso jamás, nunca, para nada porque una vez me dijiste que yo no era bueno. Porque tienes un amigo que es mala gente. Porque una vez te peleaste con un vecino. Porque te huelen los pies. Porque hace años estabas soltero. Porque trasnochas. Porque no me agrada el color de tus ojos. Porque tus ideas no son las mías. Porque no me haces caso bastante. Porque llevas gafas. Porque no te gustan mis chistes. Porque tienes un tatarabuelo que luchó en la guerra de Cuba. Porque no te comes lo que cocino. Porque no sabes decir supercalifragilisticoespialidoso. Porque no juegas a las canicas. Porque cuentas con los dedos. Porque comes las manzanas sin pelarlas. Porque los domingos vas a misa. Porque te rascas con la mano derecha. Porque no te cortas las uñas en jueves. Porque cuando hace viento te despeinas poco. Porque me llevas la contraria, caray. Porque no me gusta tu tía soltera. Porque juegas al mus. Porque fumas. Porque recuchufletas la rantaporronda. Porque no amas las moscas. Porque vas a natación. Porque...
Beta iba a replicar, pero no le dio tiempo.
A Alfa lo quemó el fuego. Pero no le importó. Lo importante era dejar las cosas claras. Y quedaron claras. Y todos se convencieron de que el fuego lo había provocado Beta.

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