Estos/as chicos/as, tan revolucionarios/as, van a conseguir que a este país no lo reconozca ni la pareja de progenitores que lo adopte. Les gusta retorcer las palabras, se lo pasan bomba estrujándolas. Comienzan por la semántica, pero acabarán trajinándose hasta la mismísima ontología.
La última gran reforma de la cosa apareció ayer en el BOE y hoy los periódicos se hacen eco, o se hacen cruces, según el talante del respectivo grupo empresarial. Pues resulta que, a tenor del artículo 4 de la Orden del Ministerio de Justicia de 8 de febrero de 2006, en el libro de familia ya no se inscribirá el nacimiento usando los términos “padre” y “madre”, que son sustituidos por los de “progenitor A” y “progenitor B”.
Es cosa de mucha enjundia, qué duda cabe. La razón de la reforma es que no se sientan mal los matrimonios homosexuales que inscriban a sus hijos adoptados. Con lo cual podrían haber aprovechado para cambiar también el nombre de la inscripción, pues el artículo 4 sigue llamándola inscripción de nacimiento, y los homosexuales sólo pueden inscribir la adopción, pues el nacimiento, mal que les pese (y tienen todo mi apoyo y comprensión) es otra cosa que perpetran otros, los padres biológicos, cosa que ontológicamente es un pelín distinta de esta de los progenitores. Pero bueno, nunca estuvo garantizada la correspondencia exacta entre los términos registrales y la dura realidad biológica, ni que fuera el padre tal el que se fumaba (cuando se podía) hasta los dedos mientras su señora alumbraba nuevo contribuyente.
Todo esto es mucho jaleo, pues como nos metamos con la etimología volvemos a liarla. Y peor si nos vamos al google. Acabo de realizar un ejercicio de sorprendente resultado. Le meto al google "progenitor" y me manda derechito y a la primera a una revista cubana de medicina, en concreto a un artículo que se titula "Padre o progenitor. El paternaje, su conceptualización". Toma castaña. Naturalmente me lo leo, pues a mí estas cosas de fantasá me enganchan sin remisión. ¿Y con qué me topo? Pues con esta perla: "El progenitor conceptualmente es el portador de genes programado para perpetuar la especie". Sucia maniobra de la CIA, seguro, está infiltrada de machistas la academia cubana. Así que mejor nos olvidamos del derecho comparado y las etimologías.
El caso es que se trata de que cuando los que adoptan a la critatura (¿el progenitado?) son un feliz matrimonio de dos hombres o dos mujeres no tengan que pasar por el mal trago de echar a suertes a cuál le va a tocar figurar en el libro de familia como papá y a cuál como mamá. Yo siempre habría creído que a la mayoría de esas respetables (para mí lo son) parejas le iba bien eso de repartirse los roles masculino y femenino, pero estoy viendo que me hallaba en un craso error, inducido sin duda por la homofobia circundante. O eso quedará para que en casa el/la niño/a llame papá y mamá a quien por sus trazas más se lo parezca, pero en la cosa registral progenitores los dos, para que no haya asignación legal de roles. Muy bien, pero si el fin es que no se obligue a ninguno a figurar como padre o como madre, me parece que el sutil legislador la ha pifiado a base de bien. Pues dice la referida norma lo siguiente: La expresión "Padre" se sustituirá por la de "Progenitor A", y la expresión "Madre" por la de "Progenitor B”. Así que ya saben, se trata sólo de que los términos sigan significando lo mismo, pero dicho de otra manera. “Progenitor A” quiere decir “padre”, pero ni se te ocurra decirlo. Por cierto,¿no les ha quedado un poco sexista eso de que la letra primera se la lleve en padre?
En esa desesperada lucha por la precisión y la claridad conceptual, la Directora General de los Registros y del Notariado ha declarado, según ABC (por tanto, hay mala fe y tergiversación de sus ilustres palabras, seguro: se lo habrá soplado Aznar), que «convivirán dos modelos» de la inscripción de nacimiento. Según sus palabras, «se utilizará padre y madre cuando se trate de un matrimonio heterosexual y progenitor A y B para un matrimonio del mismo sexo». Je, ya tenemos el lío. La norma no dice eso que dice que dice su suprema guardiana en este tema. Una gozada y trabajo a tutiplén para leguleyos. Ya me imagino yo la primera inscripción de un hijo de pareja hétero de mi pueblo, el funcionario diciéndole al marido y orgulloso padre que a él le toca figurar como “progenitor A” y el aludido jurando que le arrea dos leches como no escriba ahí que padre y muy hombre. Es que somos unos reaccionarios en aquellos andurriales. Deberíamos tener voz y voto en los tejemanejes de la alianza de civilizaciones.
Pero dejemos la cosa legal por imposible y aportemos nuestra modesta contribución a la lucha contra la discriminación lingüística de los matrimonios homosexuales adoptantes. Creo que se impone, en lógica secuencia, toda una catarata de nuevas reformas legales y terminológicas. Por ejemplo, urge que el ministro Moriles (perdón, quise decir Montilla) negocie con El Corte Inglés para que el día del padre pase a denominarse el día del progenitor A y el día de la madre se llame en adelante día del progenitor B. ¿Y cómo sabe el/la hijoto/a a cuál de sus papis le tiene que regalar la corbata en cada ocasión? Pues consultando el libro de familia, por supuesto. Esto es un sinvivir, pienso, pues releo este párrafo y creo que lo de “papis” habrá que cambiarlo también. Será mucho menos sexista y discriminatorio que a los hasta ahora llamados genéricamente papás se les pase a decir “projis”. Qué escena tan tierna, el infante (en el sentido de niño; disculpen que no ponga aquí lo de infante/a, pues puedo dar lugar a nuevos equívocos) diciendo a sus compis a la salida del cole: me voy, que me esperan mis projis para llevarme a parchís.
Tampoco el Ministerio de Hacienda se va a salir de rositas. ¿Qué es eso del programa padre que el personal se agencia para hacerse en casa la declaración de la renta? Importa mucho que pase a llamarse “programa progenitor”. La prensa y demás medios de comunicación también tendrán lo suyo, pues se acabó lo de “padres de la Constitución”. En adelante, “progenitores constitucionales”. Les puede ir mucho mejor. Y menos mal que aquí no tenemos patria, porque si la hubiera y alguno se apuntara a su paternidad habría que referirse también a los “progenitores de la patria”. Eso que nos ahorramos.
No nos libraremos tampoco los ciudadanos de a pie, pues deberemos enmendar más de una regla de urbanidad. Así, cuando uno se encuentre con un amigo, nada de preguntarle aquello de qué tal está tu padre o qué tal sigue de salud tu madre. No, se impone lo de ¿cómo sigue tu progenitor A/B? Y hasta cuando nos ponemos faltones tendremos que cambiar nuestros hábitos. Ya me imagino a estadios enteros ciscándose en el progenitor del árbitro, a ser posible sin letras que discriminen.
¿Y los esforzados maestros? Pues a buscar nuevos ejercicios para practicar la lectura primera de la eme. Fuera aquello de "mi mamá me mima y yo amo mucho a mi mamá". Que lo reemplacen por cosas más asépticas, tipo "memo mama más mimo", o así.
Oigan, y con todo respeto y sin ánimo de ofender a nadie, digo yo que los teólogos y canonistas van a tener que ponerse las pilas también. No me atrevo a proponer reformas terminológicas para las Personas de la Santísima Trinidad, pero sí me animo con alguna idea más sencilla. Cuando el/la buen/a feligrés/a va a confesarse no deberá decir ya lo de “padre, me confieso de que...”. Por si excepcionalísimamente, excepcionalísimamente, insisto, el confesor no tiene del todo definida su orientación y es de los de antes de la prohibición papal reciente. Ya me entienden. Así que, con la mayor consideración y afán igualitario, digan aquello de “progenitor, hace una semana que no me confieso”.
En fin, que la revolución no ha hecho más que empezar. Una auténtica revolución progenital. Albricias.
4 comentarios:
¡Genial! ¡De puta madr..., perdón, de puta progenitora B!
P.D.- ¡menos mal que Jardiel tuvo tiempo para escribir "Madre el drama padre"!
Pues, al parecer,http://www.larazon.es/noticias/noti_soc14936.htm, la Federación de Lesbianas dice que muy mal y que lo de "progenitor A" y "B" hay que sustituirlo por "progenitor/a A" y "progenitor/a B", para evitar la discriminación lingüística cuando los dos progenitores son dos progenitoras. Un amigo ya me ha hecho esta mañana ver ese fallo de la norma. Fallo que Ibarretxe no habría tenido, seguro. Pero yo me pregunto si no sería más sencillo seguir hablando de padre y madre y inscribir "padre A" y "padre B" cuando son dos varonres los "progenitores" y "madre A" y "madre B" cuando son dos damas las progenitoras.
Y es que cuando se destapa la lámpara de lo políticamente correcto y de la exquisitez fisno-progre, en lugar de aparecer un genio aparece un/a pijo/a, eso ya deberíamos saberlo. O, si queremos evitar términos sexistas, digamos que aparece la gilipollez en su más prístino estado.
Acabaremos calificando la reforma con un Zerolo (http://www.abc.es/abc/pg060305/prensa/noticias/Sociedad/Sociedad/200603/05/NAC-SOC-096.asp
)
Poco a poco me voy quedando sin ética, y no me queda ni la estética: sólo la gramática.
En el juicio salomónico y brechtiano de "El círculo de tiza caucasiano" (o "de Augsburgo", según) nos quedó claro que la maternidad no era un vínculo biológico, porque la verdadera madre era la criada que se jugó el pellejo por el bebé, y no la madre biológica. Un colega suyo, en "Sobre la extinción del Derecho y la supresión de los juristas" (p. 59) lo decía con palabras emocionantes: “La artificialidad, lo realmente humano, se sobrepone a la naturalidad”. Con palabras nada emocionantes lo recogía la
STC 116/1999 (FJ 13º): “no existe... una obligada correspondencia entre las relaciones paterno-filiales jurídicamente reconocidas y las naturales derivadas de la procreación”.
Pero entonces llega el bobochorra de turno y se lía con los progenitores, pensando que cambiando las palabras puede borrar su complejo de culpa. Y es que madre se puede ser sin haber parido, porque la maternidad es verdaderamente humana: amorosa, no biológica: ARTIFICIAL, como decía Capella. Por eso la paternidad le es equiparable. Pero progenitor es el del banco de semen. No cabe hablar del progenitor no biológico.
No me importa quiénes son mis progenitores, pero amo a mis padres. Y me esfuerzo en ser para mi hija algo más que su (plausible) procedencia genética.
Para los no capellianos: Cuando digo "un colega suyo" me refiero a un colega de Garciamado, y no de Brecht.
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