Ha tocado aniversario de la II República. Ocasión para recordar la historia, con las luces y las sombras que vengan al caso. Eso está bien. Ojalá a menudo repasáramos la historia, aunque sólo sea para no repetirla. Por eso es necesario también dar a las nuevas generaciones la matraca con la historia del franquismo, para no repetirla.
En mi juventud leí bastante sobre la República, vista como un breve haz de luz entre tanto autoritarismo y tanta caverna. Y lo fue. Pero confieso que en este momento el tema ya no me pone. Veo ese momento del pasado como instante noble en muchas cosas, sí. Pero instante pasado, y punto.
Lo que ahora no entiendo es la nostalgia republicana de una cierta progresía que añora ídolos y adora a Manes. Me pregunto qué razones podemos tener a día de hoy para la nostalgia de aquel tiempo, si no es por pura desazón ante un presente un tanto gris en lo político y ante un bienestar que nos provoca hartazgo y mala conciencia. Puedo comprender, hasta cierto punto, a los que le tienen más fe a la forma republicana que a la monárquica. Yo le doy poca importancia al tema simbólico-protocolario, pero lo respeto.
Lo que se me escapa es qué otras razones puede haber para una comparación en la que no salgamos ganando. La República tuvo una Constitución no más democrática que la presente. La lista de derechos fundamentales y de los mecanismos de su garantía es mayor y mejor en nuestra Carta Magna. Las conquistas sociales más relevantes de aquel tiempo las hemos recuperado y multiplicado con creces, como corresponde al avance general de los tiempos. Fue el republicano un régimen que en todo lo bueno es precursor modesto del actual y en todo lo temible y tremendo resulta la más grande advertencia.
Lo único por lo que me parece que merece la pena ahondar en las comparaciones es porque hay dos o tres políticos por aquí, a un lado y a otro, que recuerdan a algunos de los de entonces que resultaron más culpables de que aquello acabara como acabó. Con el agravante, para nosotros, de que apenas quedan intelectuales como los de aquella generación. Ahí sí que salimos perdiendo, y da que pensar.
6 comentarios:
Bueno, al menos queda claro que los patriotas somos también republicanos aunque con bandera bicolor.
La comparación entre 1931 y 1978 seguramente sea ahistórica. Relativamente a sus respectivas épocas, la Constitución de 1931 me parece notablemente más avanzada que la sucesiva. Permítanme una cierta envidia de su artículo 26 ....
Pero no se trata de nostalgias, en ello estoy muy de acuerdo. Se trata, simple y llanamente, no pensando en el pasado sino en el futuro, de expresarnos cada uno de nosotros sobre dos cuestiones:
1) si queremos que los asuntos públicos se sometan al principio meritocrático,
2) si consideramos la Jefatura del Estado un asunto público.
Mi respuesta a ambas cuestiones es un decidido "sí".
Buena Pascua a todos,
La Constitución de 1931 fue muy avanzada para su época, y sirvió de modelo a posteriores constituciones europeas. ¿Se podrá decir lo mismo de la vigente?
por qué coño en España una institución como la Monarquía y la nobleza (que son totalmente opuestas a los principios de igualdad y libertad), suscitan un interés (agradable) en gran parte de la población?
por si alguno ya lo ha pensado, que no me conteste como posible causa: la actuación de juan carlos el día del 23-F, ésta no me vale.
Me despido con un verso hermoso que le cantaron (unos cuantos buenos españoles) a los reyes en su visita a Francia: "ESPAÑA, mañana será republicana". [ojalá sea verdad]
Feliz 14 de abril!!
La Constitución de 1931 fue realmente avanzada para su tiempo; lástima que no estuviese en vigor -en la práctica- casi ningún día de los años que ocuparon la República. De todos esos días, más del 75% de los mismos estuvo declarado el estado de alarma o como se llamase en ese momento. Las huelgas fueron casi diarias, y la democracia una utopía. Lástima. ¿A eso es a lo que queremos volver? No estoy en contra de la República, pero sí de esa República. Os recomiendo un libro de uno de los mejores historiadores de la España del siglo XX: EL COLAPSO DE LA REPÚBLICA, DE STANLEY G. PAYNE
Por recomendar algo que no está en las pilas de la librería de "El Corte Inglés", me permito sugerir el libro "El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española", del historiador (este sí) Espinosa Maestre. Contrasten y vean.
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