14 julio, 2007

Ese mágico toque de la vida

En junio del año pasado, el día 17, murió mi padre en Gijón. Lo enterramos en Ruedes y mientras sellaban su nicho vi, a mi lado, una pequeña lagartija moviéndose por la pared soleada. Regresamos a casa a León y al día siguiente en el pequeño porche delantero apareció una lagartija de tamaño más que considerable, que nos acompañó todo el verano. A veces yo me sentaba allí a leer, en la pequeña mesa de piedra, y ella se colocaba muy cerca de mis pies, mirándome muy fijamente.
Cuando comenzó a refrescar, dejé de verla.
Esta mañana he ido a comprar flores para las tumbas de mis padres, pues en Ruedes conmemoraremos esta tarde el fallecimiento de los dos el verano pasado. Al llegar a casa, hace poco más de una hora, coloqué en agua los ramos, para que el calor no los marchitara, y los dejé en el porche, a la sombra. Luego se despertó la pequeña Elsa, la cogí en brazos y me puse a cantarle allí mismo, al lado de las flores.
Y apareció. A tres o cuatro metros vi la lagartija, caminando tranquilamente entre las petunias. Me aproximé un poco más, con la niña en brazos, y no se asustó. Se la presenté a Elsa con toda la formalidad que la ocasión requería.
Espero que nos acompañe al menos hasta que retornen las nieblas y se insinúe la nieve en las montañas de nuestra tierra.
Todo lo que acabo de escribir es rigurosamente cierto, real. No es fantasía ni cuento. Son las cosas de la vida. Es la magia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bonito que la vida tenga magia, y que nos percatemos de ella y no dejemos que se escape.
Que le dure mucho tiempo, y la transmita a las generaciones futuras.
Buen verano

Lopera in the nest dijo...

La muerte del padre, junto al dolor, representa la evidencia de la mayoría de edad, de la pérdida de la "protección" que nos hacía irresponsables. Llega ese maldito momento en que descubres que ya estás solo , sin que nadie te pueda corregir los errores. Ya tienes que tomar tus propias decisiones sin que nadie te pueda corregir. Quizás sea el motivo por el que duele tanto, porque a su ausencia se une nuestra soledad.

Anónimo dijo...

Profesor, no le conocía esta faceta suya tan "sentimental", se ve q mucha culpa de eso se debe a la pequeña Elsa... Disfrutela!