03 diciembre, 2011

Tiempo liberado y tiempo muerto

¿Se me permite hoy una entrada en plan intimista e introspectivo? Muchas gracias. Pero no sé por dónde empezar. He decidido tomarme este día, sábado, de descanso. Me siento raro. De descanso quiere decir que no voy a dedicar ni un minuto –espero, no ha terminado el día- a tareas académico-laborales pendientes y que siempre me atosigan: que si revisar tal texto, que si hacer la memoria de no sé qué, que si empezar o terminar alguno de los artículos que tengo comprometidos para enviar a tal revista o para tal libro. A la porra. Total, por un día…

Esta mañana me fui a la librería a comprarme un poco de literatura que quién sabe cuándo leeré, luego al mercado de los sábados a procurarme unos buenos vegetales de la tierra, y luego me di un paseo. Al fin, de vuelta a casa, me puse a cocinar, que es la labor que más me relaja. Hoy tocaban unos garbanzos a mi manera y para mañana habrá pote asturiano, con alubias, berza, patatas, lacón, tocino, chorizo y morcilla. Las berzas las tengo en mi propio jardincillo casero.

No crean que todo son éxitos en el cultivo del tiempo liberado (que no libre), pues tanto ayer como hoy he intentado ver entero un partido de tenis en la tele (final de la Copa Davis) y no lo he conseguido. Mi maltrecho sistema nervioso no me permite esos excesos. ¿Qué me pasa, doctor?

Este trabajo universitario de uno es un chollo en buena parte (y más para el que lo comparta con la Bartola), pero también una trampa y un problema para el sistema nervioso. Le doy vueltas y vueltas y no acabo de dar con las claves últimas. ¿Por qué se estresa uno, si puede ser el curro más cómodo del mundo? Hay colegas que no dan palo al agua y viven felices del todo. Por cierto, y con las excepciones de rigor, suelen ser los que más se quejan de lo mucho que sufrimos y lo –al parecer- poco que cobramos y los que amenazan con tomar la Bastilla rectoral si nos vuelven a bajar el sueldo. Te los encuentras a las diez de la mañana en algún bar cercano al campus y te llaman para informarte de que somos unos explotados y unos parias y que no hay derecho. Te largas porque tienes prisa, y a la hora del almuerzo pasas por el mismo camino y ves que allí siguen. ¿Habéis vuelto?, les preguntas, y te contestan que no, no, que no se han movido de la barra porque fíjate, no hay derecho a que nos traten como nos tratan y que si no quieres ser de una nueva comisión que se va a crear para la revisión de la poda de los árboles del campus o para la siembra de césped saludable.

Bah, ya me estoy repitiendo. Intentemos ir un poco más al fondo. En las universidades y cuanto las rodea hay un problema de diseño. Es algo tan sutil como perverso. Ignoro si se deberá al puro azar o si será el producto de malévolas mentes, pero las cosas funcionan al revés de como racionalmente deberían. A medida que se asciende en el escalafón, las dificultades para hacer un buen trabajo investigador se multiplican en lugar de menguar. Se hace una considerable inversión para formar al personal académico y, cuando el profesor alcanza una etapa que podríamos llamar de madurez y está en situación de rendir como corresponde, todo se confabula para convertirlo en una mezcla de politicastro burócrata y de paridor de escritos insustanciales. Conviene analizar despacio dos dinámicas dañinas que confluyen: la dinámica burocrático-institucional y el juego de la investigación como escaparate frívolo.

Sobre lo primero. Llevo años luchando conmigo mismo y con el mundo para alejarme de cargos y comisiones. Pero alguna que otra es poco menos que inevitable. Va uno a una reunión de una de tales y se encuentra, por ejemplo, que durante dos o tres horas van a estar reunidos, por ejemplo, siete u ocho catedráticos o profesores titulares. Tiempo que se resta al trabajo que nos justifica y por el que entiendo que se nos paga. Sobre reunionitis:

a) La mayor parte de los asuntos que ahí se tratan o son perfectamente inanes o, si tienen alguna importancia, siempre va a resultar la decisión debida, que es la que conviene al poder rectoral de turno, el que sea. No en vano la primera preocupación de cualquier rector que se precie, cualquiera, es la de procurarse mayoría en todos y cada uno de los órganos colegiados de decisión y supuesto control.

b) Las funciones de tan complejos organigramas son puramente formales o de mera apariencia. Se trata de poner fachada de gestión colegiada, de planteamiento participativo y hasta de espíritu democrático a lo que en modo alguno se quiere en verdad ni colegiado, ni participativo ni democrático. Ni falta que hace, muchas veces. Pero, en términos de legitimación aparente, no queda igual decir que el rector ha decidido X, que presentar esa decisión como resultado de las deliberaciones de siete comisiones, un comité y cuatro juntas. Producción masiva de órdenes del día, memorandos, actas…, para nada, para que parezca que, para que no se diga. Pura filfa.

Llegamos a la gran pregunta. Si las cosas son así y resulta que el rey está tan patentemente desnudo, si casi todo es cuento e impostura, ¿por qué entramos al trapo? Concurren varios factores. Uno, que, a pesar de todo, nos creemos algo o alguien cuando formamos parte de dichos engendros académico-administrativos, y hasta nos da su parte de gustillo esa superficial sensación de poder o influencia. Es que yo estoy en la Comisión de Tal y en la de Cual. Ah, míralo qué importante y distinguido. Y, encima, puedes marcar un poquillo más de paquete si dices lo de me llamó el rector para que me integre en la Comisión de Perífrasis Laureadas y, chico, cómo voy a decirle que no, si se ha dado cuenta de que soy uno de los catedráticos más perifrásticos de la comarca. Vanitas vanitatis et omnia vanitas.

Por otro lado, a muchos les viene al pelo para llenar sus horas. Porque hay personal que se aburre o que necesita pretextos guapos para no estar a lo que se debería. Chico, no puedo hacer esto o aquello porque hoy tengo reunión de la Comisión de Repuntes, mañana hay Junta de Revisión de Comisiones y pasado tenemos Claustro para aprobar el Reglamento de Hormigones Ergonómicos Referenciados. Tendrá que corregir los exámenes el becario, qué le vamos a hacer. A estos fanáticos del tiempo perdido se los localiza enseguida en las reuniones, pues más que nada se inquietan si los cruciales asuntos se resuelven demasiado rápido. A ver si vamos a terminar en media hora y qué hacemos luego. Así que comienzan por plantear si en el acta de la sesión anterior estará bien puesta una coma o si no habría que cambiar un gerundio. Luego, por claras que estén las cosas en cualquier punto, insisten en la conveniencia de revisar paso a paso la documentación y de comentar cuidadosamente los antecedentes. Vamos a ver, ¿los rosales que se plantaron el año pasado eran de rosas blancas o de rosas rojas? Por lo general se salen con la suya, pues siempre tienen al lado un colega con idénticas ansias que mete baza y cuenta que él sabe de buena tinta que se colaron varios rosales amarillos y que esta vez convendría que la comisión entera se trasladara en tiempo y forma al vivero para examinar los arbustos en origen y, de paso, vigilar que no tengan pulgón. Si, con todo, la reunión se acaba, siempre queda el último as en la manga: ahora tomemos un vino para celebrar lo mono que nos ha quedado todo.

Falta mencionar la última vuelta de tuerca: esas inútiles actividades puntúan hoy en día para promociones, ascensos y complementos retributivos. Ahí sí que el sistema julandrón ha sido hábil: por si los ociosos no alcanzaban y ante el riesgo de que muchos prefirieran dedicarse a la universidad en serio, el que no pierda el tiempo así puede acabar en dificultades para su carrera. De modo que a tragar y a fingir orgasmos a comisión.

Sobre lo de la investigación y el escaparate. Las presiones son poco menos que incontenibles para conseguir que en la producción del profesor que se precie la cantidad predomine abrumadoramente sobre la calidad. Con una gran obra de fondo, de la especialidad que sea la de cada uno, no vamos a ningún lado, ni nos acreditamos ni logramos sexenios ni vendemos una escoba. En cambio, con una docena de articulejos mediocres no hay quien nos pare. Las intenciones están claras, nos quieren de florero, más por el palmito que por el seso.

El sistema es recursivo, un auténtico trenecito chuchú. Porque no sólo se promociona mejor el que escribe sin tino, sino que también tiene más triunfos el que coordina y edita. Por eso se explica que todo zurrigurri esté organizando algún libro colectivo del que será coordinador o editor. Si el cazado para colaborar tiene buen nombre, mejor que mejor. Envíame lo que quieras, pero envíame algo para la obra colectiva que estamos organizando sobre “Los derechos del ratón casero: entre la ética y la ecología y hacia la sostenibilidad cosmológica”. Puedes llegar a creerte que te convocan porque han leído tus escritos sobre constitucionalismo posmoderno y confianza legítima. Tontín. Es como lo que decíamos en el pueblo en aquellos tiempos: tú pregunta a cien chavalas y verás como alguna cae. Y te prescriben hasta la lencería de tu artículo: treinta páginas a espacio simple, courier once, notas en times tamaño diez, referencias al final y bibliografía con los nombres en mayúscula arial tamaño catorce. Y las cremitas. Y todos felices, tú y ellos, viendo cómo se ponen bien fofos los currículos a base de hidratos de impresora.

Bueno, ya me desahogué y, de paso, me he chutado mi dosis de tecla. Ahora me voy con Elsa a Mercadona, pues necesito unas morcillas asturianas y ella quiere comprarse unas gominolas sin gluten y unas palomitas. Viene a ser todo lo mismo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo suyo se llama adicción al trabajo y es tratable. Que se lo miren; y entretanto, trabaje ocho horas/día, que es por lo que le retribuye. Recuerde: ocho horas de trabajo, ocho de asueto y ocho de sueño, que costó siglos conseguirlo. Dedique más horas a la pequeña Elsa y a las berzas, o a peinar el agua.

Xaquín dijo...

No quisiera liarla, pero eso de comparar el trabajo (un esfuerzo muscular y neuronal pertinente) con la coca me resulta cansino (como diría el Mota, creo). Y si además te pagan (aún siendo una miseria), a cambio de x horas de "trabajo", sigo sin ver la comparación...

El roxu dijo...

'Tas fechu un inteletual tremendu,...

Anónimo dijo...

Muy explicado, pero requetebien; así están las cosas.Me gusto lo de vanidad, vanidad, pero más lo de tontín y las cien chavalas. ¿gominolas sin gluten?

TE DESEO dijo...

con esa pinta de vampiro, tienes pinta y aire de ir a chaperos. Vas de progresista cuando pareces el viejo Scrooge de Cuento de navidad, obsesionado con ahorrar gastos a las administraciones y ser avaro. Denuncias constantemente que los proyectos en los que embarca el sector público están marcados por la corrupción, el dispendio bobo,
las chorradas,el despilfarro y la ineficiencia, el robo y los caraduras.
Eres neoliberal como nuevo rico, pero profundamente liberal en pijadas como el sexo ( bisexual) y las ya más importantes libertades públicas y derechos fundamentales.
Tenías que haber nacido en una sociedad puritana germánica suiza, helvética alpina, austríaca, nórdica o de puritanismo bíblico transmutado en liberalismo socialdemócrata de origen luteranizante. Eres puritano con los dineros, ya cazurro.
Obsesionado con el trabajo, tratas a los demás de inútiles,
tontos del culo, escaqueadores, malos funcionarios y trabajadores,
inferiores, lameculos, indecentes vagos, ladrones, ineptos,
discapacitados intelectuales y psíquicos, ignorantes, paletos y ociosos.

Pero eres tierno, sentimental,
con buen sentido del humor ingenioso, erótico, atento, humanista y amigo de tus amigos, un sentimental, vamos. Nunca hablas de la bondad en tus escritos, a pesar de saber que también es muestra preclara de suma inteligencia.
Amas a tu hija y esposa, a tu familia.

Exiliado dijo...

Juzgando por algunos de los comentarios, debe de haber lectores de este blog que toman substancias alucinógenas.

El entusiasmo por las reuniones no es exclusivo del sector universitario público español. Por lo que he visto en los últimos años, en los sectores en los cuales los resultados tangibles son difíciles de cuantificar, las personas que tienes poco que aportar mas allá de humo muestran un interés inusitado por reunirse, hablar y discutir sobre los próximos pasos, aunque sin tomar prácticamente ninguna decisión digna de tal nombre. La reunión no es el medio para obtener algo sino el objetivo en sí mismo.

Anónimo dijo...

Todo lo que usted cuenta es verdad, si no fuera porque aúnque usted no presida nada, siempre tiene algún "AS" en la manga para colocar y así mandar en la sombra, pienselo, miento?

Mailen dijo...

Navengando en google me encuentro con esta reflexión, en ningún momento se alejó de la realidad. Muy buena !!