Ya
va pasando, supongo, pero menudo empacho de “La Roja” y demás zarandajas
futboleras. Por supuesto, vi el partido final y lo disfruté de lo lindo, eso no
lo oculto. Y me tiré de los cuatro pelos cuando me perdí la semifinal contra
Portugal, pues estaba varado en el aeropuerto de Bogotá, de vuelta de
Guayaquil, y en la cafetería se negaron terminantemente a sintonizar el
partido, pese a los compungidos ruegos de los españoles que por allí
deambulábamos huérfanos de nuestra droga particular.
Al
hilo de esas victorias en el fútbol, ha habido estos días mucha reflexión con
algo de poso, unas cuantas moralejas y bastante de moralina fofa también. Que
si los españoles no somos tan desastrosos, que si el potencial de las jóvenes
generaciones, que si puede resurgir el espíritu de nación, que si ya no da
tanta vergüenza sacar la bandera, que si el esfuerzo puede tener recompensa,
que si qué muchachos tan competentes y bien formados... Vale. Pero puede que
no esté de más radicalizarse un poco por esas vías, y a eso vamos. ¿Por qué no
sacamos las últimas lecciones del modelo futbolístico y de ese triunfo?
Dice
un amigo mío, y dice bien, que el secreto de “La Roja” está en que los
sindicatos no intervienen en la selección de los futbolistas, y añado yo que
tampoco hay cuotas locales o autonómicas ni se repara en gastos al buscar esa
muy peculiar excelencia deportiva. A los futbolistas con calidad se les mima,
se les paga a base de bien, se los escoge y se los tiene entre algodones desde
que son muy jóvenes prometedores, se les estimula con todo tipo de incentivos,
son convertidos en héroes locales y del país y alabados desde que se les
cataloga cursimente como “promesas”. La ciudadanía sigue, a través de los
medios de comunicación, hasta sus más ínfimas peripecias vitales, hay
curiosidad por sus biografías, por sus familias, por sus andanzas amorosas, por
sus altibajos físicos o emocionales. Cuando algún jugador de tronío ficha por
un equipo inglés de campanillas, nos convertimos en seguidores fervorosos de
las ligas extranjeras y nos volvemos también partidarios del Liverpool o del
Manchester City o del Chelsea. Los asturianos, por ejemplo, estamos encantados
de ver a Juan Mata ganando la Champions o nos apetece que el seleccionador dé
más oportunidades a Cazorla y, desde luego, añoramos al Guaje Villa.
Bien
está todo y no hay por qué tomarlo solamente por el lado de la alienación
popular. Pero, oigan, qué tal si aplicáramos el modelo a algunas otras cosillas.
Por ejemplo, a la selección y promoción de los funcionarios. Por ejemplo, a la
selección y promoción de los profesores e investigadores universitarios. Por
ejemplo, al cuidado exquisito de los jóvenes científicos e investigadores que
se van marchando de España día tras día, desesperados y hastiados, y si te vi
no me acuerdo. Si parecida política se practicara con tales gentes, ¿no nos
emocionaría también ganar un premio Nobel de vez en cuando, ver nuestros
centros de investigación en los puestos cimeros de algún ranking internacional,
encontrar unas cuantas universidades españolas entre las veinte o treinta más
importantes del mundo... ¿Por qué la política científica y académica no sigue
los patrones de la política deportiva, sino exactamente los opuestos?
Donde
quiera que busquemos una importantísima institución científica de talla
mundial, daremos con un puñado de españoles que allí laboran en primera línea
y que allá se quedarán. Aquí, en España, no les hizo, les hace ni les hará caso
ni Zeus. ¿Por qué? Acabo de ver un pequeño reportaje sobre el CERN, puesto que
hoy es el gran día en que, parece, se comunica que ya casi le han pillado el
rastro al famoso y esquivo bosón de Higgs. Las explicaciones las daban unos
cuantos jóvenes físicos españoles que allí trabajan. Mi hijo, por cierto,
también pasó unos cuantos años en el CERN, antes de emigrar a California a
buscar nuevos retos. ¿Tienen esos que han “fichado” por los grandes
laboratorios internacionales alguna posibilidad de que una universidad española
o el CSIC los llame para ofrecerles una cátedra y buenos medios para dedicarse a lo suyo, con sueldos equiparables? No, ninguna. ¿A alguien le importa que se
nos escapen para siempre? No, más bien al contrario, así las plazas de aquí las
repartimos entre primos, amantes, cuñados y mamporreros variados, con
sindicatos y juntas de personal velando por que lo de casa sea para los de casa
y los de la parroquia.
Ya
aburre poner ejemplos y sacar muestras. En una universidad que conozco bien, al
profesor de la rama de ciencias sociales y jurídicas de más impresionante
currículum internacional y que más dinero aporta en grandes proyectos de
investigación se le hurta internamente la promoción alegando que siempre falta
un papelito o una firma en una hoja. Habrá felicidad general el día que coja el
petate y se largue. En esa misma universidad trabaja una persona con la que
tengo estrecha relación y que hace poco ganó el más señero premio de
investigación en su ramo. Los periódicos locales y nacionales recogieron
ampliamente la noticia, pero el rector, reiteradamente avisado, no tuvo a bien
mandar una sencilla felicitación y ningún órgano de esa institución se dio por
enterado. Y así todo, así constantemente. Si se tratara de futbolistas, los
parabienes no cesarían y no faltaría nadie en los homenajes, además de que
habría aumentos de salario, promociones, primas especiales y estatuas en las
rotondas.
Este
país que tan feliz se siente porque la Selección española ganó la Eurocopa, y
antes el Mundial y otra Eurocopa, es un suicida país de chichinabo. Y Del
Bosque está donde está gracias a que no se elige ni se mantiene por votación
entre los distintos “estamentos” y con voto ponderado. Porque si así fuera, el
seleccionador sería un piernas sin seso y de portero colocaría a cualquier
pelotas miope y de centrocampista al sobrino patizambo de algún concejal.
7 comentarios:
Hace falta que en el futbol se hagan bien las cosas para seguir manteniendo el circo "atonta-mentes" y "adormece-sentidos" que es...
O eso, o los de los sindicatos y demás cuotas aún no han tenido acceso a poder meter a sus amigos y amantes a futbolistas, o tal vez sea que no valgan para eso o que tengan que correr demasiado.
Por lo demás, excelente la reflexión como ya es costumbre...
Una de las pocas cosas que falta en su reflexión , es ¿cómo es posible que futbolistas de equipos rivales sean capaces de congeniar en estos eventos?
Uno de los cánticos que entonamos cuando vamos a animar a la Cultural Leonesa dice : "Cuando voy por la calle y me preguntan que si soy del Barcelona o del Madrid, orgulloso yo levanto la cabeza y les digo de la Cultu a morir"
No recuerdo por donde he visto esto. Se que os va a gustar.
El Charlatán
«Si cualquiera de ustedes
Se da por las paredes
O arroja de un tejado,
Y queda, a buen librar, descostillado,
Yo me reiré muy bien: importa un pito,
Como tenga mi bálsamo exquisito.»
Con esta relación un chacharero
Gana mucha opinión y más dinero;
Pues el vulgo, pendiente de sus labios,
Más quiere a un Charlatán que a veinte sabios.
Por esta conveniencia
Los hay el día de hoy en toda ciencia,
Que ocupan, igualmente acreditados,
Cátedras, academias y tablados.
Prueba de esta verdad será un famoso
Doctor en elocuencia, tan copioso
En charlatanería,
Que ofreció enseñaría
A hablar discreto con fecundo pico,
En diez años de término, a un borrico.
Sábelo el Rey; lo llama, y al momento
Le manda dé lecciones a un jumento;
Pero bien entendido
Que sería, cumpliendo lo ofrecido,
Ricamente premiado;
Mas cuando no, que moriría ahorcado.
El doctor asegura nuevamente
Sacar un orador asno elocuente.
Dícele callandito un cortesano:
«Escuche, buen hermano;
Su frescura me espanta:
A cáñamo me huele su garganta.»
«No temáis, señor mío,
Respondió el Charlatán, pues yo me río.
¿En diez años de plazo que tenemos,
El Rey, el asno o yo no moriremos?»
Nadie encuentra embarazo
En dar un largo plazo
A importantes negocios; mas no advierte
Que ajusta mal su cuenta sin la muerte.
No tengo mi mejor día y tal vez no debiera escribir... Pero es mucho el tiempo que llevo siguiendo este blogg y cada vez que me ha sugerido alguna idea he tratado de contribuir como he podido... Yo también estoy entre molesto y asombrado con todo lo que levanta el fútbol, tiene la virtud, al parecer, de hacer olvidar a la gente todo lo que está pasando, somos los campeones!!! campeones de qué??... La semana que viene hará un año que defendí mi tesis doctoral, con la que obtuve todos los honores..., día en el que me gasté mis últimos cuartos con la invitación preceptiva al tribunal. No es que tenga nada en contra de ello, pero desde entonces... no he conseguido trabajo, ni tan siquiera como becario, a pesar de estar pendiente de convocatorias y de todo lo que aparentemente va saliendo. He mandado un montón de Cvs fuera, algunos contestan, otros ni caso, hasta una "universidad" colombiana me ha hecho perder 6 meses tratando con una oferta cuanto menos penosa..., ya os podéis imaginar donde los he mandado. En fin, creo que va siendo hora de pasar página, hasta donde pueda... y que viva la roja!
¡Viva la excelencia y la meritocracia!
Estoy completamente de acuerdo con los comentarios sobre el fútbol y la ciencia ... llevo todos estos días preguntándome cómo es posible que, en general, la gente le dé tanta (o por lo menos, según mi punto de vista, demasiada) importancia al fútbol.
Efectivamente, ojalá se tratara en este país a los científicos como a los futbolistas ... ojalá se favoreciera la investigación y se invirtiera mucho más dinero en ella, ojalá nos preocupáramos por "recuperar" a los científicos que están en el extranjero, ojalá se dieran facilidades a los jóvenes cuyo sueño es dedicarse a la ciencia y la investigación. Ojalá ...
Yo nunca podré olvidar que allá por la época del socialimo felipista, cuando por fin conseguí la beca de investigación por la que llevaba luchando desde la adolescencia, y cuando ya estaba todo preparado para ir a trabajar en Alemania en un proyecto internacional de investigación, el Estado Español tuvo a bien prohibirme salir del país, porque lo prioritario entonces es que yo hiciera la "prestación social sustitutoria" (a la que, por cierto, me llamaron con cuatro años y medio de retraso). Los "deportistas de élite", eso sí, estaban exentos de tal tipo de problemas. Por cierto, la gran perseguidora de objetores e insumisos era la feministísima Fernández de la Vega. Y, por cierto, los equipos rectorales de muchas universidades (la de Barcelona, por ejemplo) estaban encantados de aquella oleada de mano de obra esclava que suponían los objetores de conciencia.
perdí la beca de investigación
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