17 abril, 2011

Berlusconi somos (casi) todos

No le estamos dando a Berlusconi toda la importancia que tiene, no queremos asimilar que es un precursor, el espejo en el que han de mirarse y ya se miran los líderes del mañana y de ahora mismo. Tampoco nos entra en la cabeza que Berlusconi no es el mal, sino el síntoma. La enfermedad somos nosotros. Por la enfermedad está poseída esa ciudadanía que es simplona, maniquea, corrupta y que vota como quien suelta un regüeldo en público, para decir aquí estoy yo, hago lo que me da la gana y me paso la “polis” por el arco del triunfo.

Berlusconi lo sabe. Es un negociante veterano que conoce bien la clientela. Sabe que no es tiempo de ideas, sino de patochadas y que, con crisis y todo –o más aún con la crisis-, a los votantes no les interesa el futuro ni se preguntan cómo será la sociedad de sus nietos. Sólo quiere ese votante medio echarse unas risas y ganar al equipo rival. Si hay que corromper al árbitro, mejor. A esta mayoría cutre que se va formando a modo de costra de la democracia, la honestidad privada y la integridad de los servidores públicos no le resultan gratas, pues le recuerda sin querer el tiempo que lleva sin lavarse el sobaco y esmerándose en que su mano derecha no sepa lo que hace su mano izquierda, y a la inversa. Ahí está lo que distingue, en Italia o aquí, la izquierda y la derecha: la mano que respectivamente no se entera de lo que la otra hace.

Miren lo que acaba de saberse aquí, que en el 2007 este gobierno de pacifistas con gas (mostaza) vendía a Libia bombas de racimo, pero que luego firmó el acuerdo internacional ese para que nadie más las usara y ahora proclama que cómo va a estar usándolas Gadafi, si están prohibidas. ¿Por qué un gobierno que farda tanto de pacifismo y que se la coge con foulard de seda no puede ir cerrando las fábricas de armas, igual que va cerrando o dejando que se cierre casi todo? O fabricando nada más que las que nuestro ejército necesite para esas operaciones humanitarias y de asistencia a la población civil: misiles, bombarderos, bombas de diversa especie, ametralladoras, bayonetas…

Mientras, Aznar declara en inglés que Libia es un país amigo de todos los países buenos del mundo y que no hay derecho a meter a España en una guerra. El juego de las cuatro esquinas ocupa en el presente el lugar que antes fuera de la ideología. Aznar y Zapatero, Zapatero y Aznar, tienen de pacifista lo que un servidor de bombero, nada. Y no porque sean unos guerreros de tomo y lomo, unos convencidos defensores de la guerra; tampoco. No son nada, dicen lo que toque para que los nueve o diez millones de votantes fijísimos de sus respectivos partidos estén contentos y piensen que jope, qué tío nuestro líder natural, qué profundo lo que piensa y qué intenso lo que proclama. Más de la mitad del electorado vive en la más indecente pompa. ¿Y Rajoy? Ah, pero ¿Rajoy existe?

Al rato el PP aclara que no, que don José María no quiso decir eso que dijo porque lo dijo en inglés y no sabe inglés bien y se lía y, además, con ese labio las eses líquidas le gotean. Y nos quedamos todos tan panchos, sin morirnos de vergüenza ajena y propia o sin un razonable retortijón intestinal. Nada, nada, qué cosa más natural, no saben lo que dicen o mienten los unos y los otros como lo que son, bellacos. Ah, y Zapatero aseguró en China que lo mejor está por llegar. Ya me estoy haciendo en el jardincillo un zulo con atún en escabeche, sidra y libros para resistir un par de años. Que lo mejor está por llegar. Pánico da, pánico.

Decíamos que Berlusconi. Pues Berlusconi acaba de proclamar, muerto de risa, que su parte homosexual es lesbiana. Verás cómo revoluciona los estudios del género y sus variadas especies. Menos mal que, con la semana santa, en Italia el Twitter debe de andar de procesión de ciento treinta pasos nada más. Si fuera aquí, estaría el ciberespacio, en horas de oficina, inundado de mensajes de gente que confiesa que su parte heterosexual es del Atleti y que para maricas empedernidos y malos de verdad los eurodiputados que a veces cruzan en rojo los semáforos sin pensar que puede verlos un niño o excitarse alguna lesbiana que tenga a Berlusconi en su parte heterosexual. O a lo mejor es que a Berlusconi le importa Twitter un carajo porque sabe que son casi todos funcionarios y pensionistas o estudiantes que hacen novillos para gritar que en este país hay mucho zángano y gente que se aprovecha un güevo y la parte homosexual del otro.

Por cierto, ¿vieron ustedes la foto del eurodiputado portugués con pinta de cerdo internacional que propuso lo de los viajes en turista para sus colegas? ¿Vieron que él ha seguido en preferente? ¿Le vieron la barriga? Otro posmoderno, otro berlusconiano, otro de los nuestros.

Y luego dicen que las redes sociales son la libertad y la democracia más deliberativa y el café más instantáneo. Sí, por las narices. Hasta un cebón luso de semejante talla ha manipulado a los twitteros y periodistas de esto nuestro que llaman país. La estrategia es clara: mierda a diestro y a siniestro para que parezca que nada ni nadie es mejor ni más honesto que estos sinvergüenzas mayoritarios y autóctonos que mandan en los partidos grandes, para que nos resignemos a votar a nuestros berlusconis más falsos que la falsa moneda, a nuestro Rajoy y nuestro Zapatero o a quien haya de sucederlo en su afán pacifista de vender bombas y decir chorradas para electores sin seso.

¿Quiere usted que le cuente cómo se hace la prueba del algodón del votante capullín? Muy sencillo, diga usted que va a votar a cualquier partido pequeño que no sea el PP o el PSOE o uno de los nacionalistas dominantes, donde los haya. Si su interlocutor le sale con lo de "pierdes el tiempo y haces el tonto, son todos iguales y fíjate que hasta hay un partido húngaro que quiere prohibir los níscalos", ese interlocutor suyo está a gusto con lo que tenemos, está encantado y, casi con toda segurdad, vota PP o PSOE con el culete apretado y fingido gesto de independiente noruego. No pierda usted el tiempo hablando con esa gente y, todo lo más, meta también en su zulo unas navajas de capador. Por si acaso y para cuanto toque, si toca.

4 comentarios:

Rogelio dijo...

La caspa política española está dividida en tres categorías básicas: comisionistas, pesebristas e idealistas.

La proporción a bote pronto y ojo de buen cubero creo que esté en un 1,5%-98%-0,5%.

Entre los primeros cabe destacar a Maikel Sumaje, a Bigote Arrocet y a Felipito Tacatún, además de una élite empresarial alineada, que vive de vender motos a cuenta del dinero público o de una legislación que se adecue adecuadamente.

Los pesebristas son la masa partidaria que vive colgada a la teta del poder en todos aquellos ámbitos en los que es posible arañar un puesto de trabajo que cumpla con los dos requisitos básicos del buen pesebrista:" menos trabajar e ir a la escuela, mándeme vd. lo que quiera " y por ende un sueldo acorde con su excelencia moral e intelectual y a su jerarquía dentro del partido.

Los ejemplos de este segundo tipo de apesebrados son tan numerosos que los podemos nombrar por la denominación del puesto que ocupen dentro de las diversas administraciones, de las empresas públicas, de los organismos autónomos, de los entes, de los consorcios, etc, etc, etc....

El tercer grupo está formado por algún gilipollas despistado que no se ha enterado de qué va el juego y es cooperador necesario para que el chiringuito no se vaya a tomar por el culo y por aquello de mantener las formas de cara a la galería.

un amigo dijo...

Coincidencias y precisiones, obviamente subjetivas.

Berlusconi me parece una persona de notable inteligencia para comprender la sociedad en donde vive - constatación que nos recuerda lo poco relevante que es por sí sola la inteligencia, a fin de cuentas. Con sus actos, con sus discursos, ha entrado magistralmente en sintonía con algo muy profundo de Italia, de muchos italianos.

Además, Berlusconi me parece un personaje público de sorprendente honestidad formal, si acordamos la siguiente definición de honestidad formal: "correspondencia entre las propias acciones, tal como se presentan transparentemente, y los propios objetivos". Cristalino como muy pocos otros políticos europeos - nadie con los ojos mínimamente abiertos se puede llamar a error sobre él. Si en cambio vamos a la honestidad sustancial, la que valoraría la correspondencia de dichos objetivos y acciones con las normas éticas aceptadas habitualmente, pues puntúa malucho, pero no peor que un Blair, por ejemplo - sólo que se le nota mucho más, pobrecillo, precisamente como resultado de su mencionada honestidad formal.

El problema no me parece Berlusconi como individuo, a quien a fin de cuentas considero un bufoncillo nauseabundo e inseguro que el "hecho biológico", por decirlo a la cubana, se llevará por delante antes de mucho. El problema son los muchos millones que lo votan. Con toda su grosería zafia, con su desvergüenza, con su consagración del interés personal como único y exclusivo norte "político", sigue obteniendo un apoyo increíblemente alto. Démonos cuenta de algo tan obvio tan obvio que pocas veces es visto, mucho menos analizado: no lo votan a pesar de ser como es, sino precisamente por ser como es. No lo votan con ojos cerrados ni tapándose la nariz, sino con pupilas dilatadas y respirando excitados a pulmón pleno. Creo que Berlusconi representa el fin por ahora del "proyecto Italia": los muchos millones di berlusconetes y berlusconillos de vía aún más estrecha que su modelo -y que están ahí para quedarse- no merecen un país, dicho brutalmente. Pena por los otros - por las islas de extraordinaria finura que todavía quedan en Italia, como en muy pocas naciones-estado. Pero así son las cosas.

Berlusconi me parece un precursor, qué duda cabe. Entre nosotros, su influencia estilística se nota mucho en Valencia -muy berlusconiano es Camps, como lo es su predecesor-, no sé si por proximidad física, efluvios que flotan sobre el Tirreno y pasan por el Golfo de León... - pero por supuesto no se limita a una sola formación política, faltaría más. Se refiere al sistema.

Berlusconi es el gran fascista de la época contemporánea. En una de sus muchas intuiciones de hombre vivo, listo, habilidoso, chamarilero de "altos" vuelos, ha entrado por la puerta de atrás en las observaciones más meditadas del pensamiento político contemporáneo - ha descubierto que para qué le interesan los contenidos, cuando controla las estructuras. Y ha reconstruído a través del control de las estructuras -con entusiasta ayuda internacional e interna- un fascismo 2.0 mucho más fascista que el 1.0 -que aún se ocupaba ingenuamente de los contenidos-. Ojo porque estamos caminando el mismo camino.

Pero Berlusconi también es un tesoro diagnóstico. Nos lo ha dejado claro: no es el bienestar económico el que puede proteger del fascismo. Ni un sistema de libertades formales. Ni una constitución garantista, ni unos tribunales. Sólo una cosa: o se educa a la gente, o se los educa en pensadores y ciudadanos, o acabamos allí. Garantizado.

Salud,

Mr. Lucillo dijo...

Creo que tanto el post como los comentarios obvian un componente sociológico inevitable al hablar de Italia. La mafia.

Mr. Blair puntuará bajo en honestidad sustancial, amigo un amigo, pero Berlusco está a años luz por su estrech(ísim)a relación con la mafia (100% de escaños en Sicilia, no olvidemos).

Ah! Y no sólo a los italianos se les dilatan la pupilas con Berlusconi. Léanse este interesante relato de "cuatro horas con Silvio"...

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Silvio/off/the/record/elpepusocdmg/20110417elpdmgrep_3/Tes

un amigo dijo...

estimado Mr. Lucillo,

la relación con la mafia de Berlusconi es bastante probable, desde luego probada para algunas personas de su entorno más próximo. Poco original: ha ocurrido igual con otros políticos italianos (véase el caso Andreotti).

También se podría argumentar lo contrario: el gobierno de Berlusconi, demostrablemente, ha puesto en marcha medidas significativas contra la mafia.

Aparte de la dificultad pasmosa del tema, donde la mayor parte de la información está viciada (no casualmente), cualquier observador se da cuenta de que la discusión no lleva a ninguna parte. De nuevo, si nos dejamos embobar por los contenidos, lo único que obtenemos es quedarnos pegados en el barrizal de la ambigüedad que ciertamente le interesa a esos señores.

Mírelo desde el punto de vista de las estructuras, insisto, y lo tendrá mucho más fácil. Qué más me da que "haya" o "no haya" tenido contactos, financiación, lo que Vd. quiera, de la Mafia (en el sentido restringido de "Cosa Nostra"). Lo que es cristalino, de nuevo, es que su forma de organizar los negocios, el poder, su círculo de leales, sus estrategias de comunicación... es intrínsecamente mafiosa, si por mafioso entendemos sustraerse al imperio del Derecho, plegar y deformar todos los criterios de la convivencia al propio interés, al culto a la propia persona.

Situación que también es conocida por los electores, y que, como comentaba, entra implícitamente en los términos del mandato que B. ha recibido de ellos.

Salud,

p.s. He visto que en los comentarios al artículo de Miguel Mora no pocos le critican que se muestre fascinado por B. ¿Lo leo tan mal?, a mi me produce exactamente la impresión opuesta.