(Publicado hoy en El Mundo de León)
Al leer las noticias nacionales y locales sobre los bebés robados durante décadas, me vienen sensaciones esperables: indignación, asco, rabia. Se acrecientan al recordar que al Derecho no le quedan recursos cuando los delitos que hubiera seguramente han prescrito. Pero algo habrá que hacer para que al menos aparezcan nombres y podamos aplicar sobre sus dueños la condena moral más rotunda, el desprecio.
Lo que más me inquieta es imaginar el perfil moral y la actitud social de los que tejieron esa trama y perpetraron los engaños y los robos. Apuesto a que en su mayoría se consideraban y se consideran gente de orden la mar de preocupada por la evolución de las costumbres y por lo licenciosa que se ha vuelto la juventud en nuestro tiempo, a su juicio. Algunos o algunas hasta vestían hábito religioso, para qué decir más. Seguro que gustan casi todos de comentar con los amigos que aquí hace falta mano dura, que la inseguridad es grande, que a dónde vamos a parar con la crisis de la familia como célula básica de la sociedad y demás zarandajas que son lugar común del conservadurismo más perezoso. Ellos, que probablemente están a favor de la pena de muerte o de cadena perpetua para el que abusa gravemente de menores, robaban niños. Ellos, que quizá se indignan porque la gente puede divorciarse con libertad o abortar voluntariamente, vendían los niños ajenos, los vendían y se embolsaban un dinero, y engañaban a los padres mostrándoles cadáveres de bebés conservados en los congeladores de los hospitales. Ellos, que se tendrán por probos ciudadanos porque desempeñan un oficio bien considerado y visten buenas ropas y cuidan sus compañías y las de sus hijos, y que creerán que hasta su alma ha de salvarse porque van a misa y se confiesan y echan unos euros en el cepillo de la parroquia. Ellos, tan orgullosos de su cometido y su biografía, son basura, escoria, porquería, pero no se mueren de grima al verse en el espejo, puede que hasta se gusten.
Que, sin faltar a los derechos de nadie ni a las garantías jurídicas de ninguno, sepamos quiénes son y dónde están. Simplemente para cambiar de acera cuando con ellos nos crucemos, igual que nos apartamos de las víboras y los alacranes.
2 comentarios:
Hola: Gran post! Una pregunta genuina para penalistas: ¿por qué suele decirse que este delito de los "niños robados" ha prescrito? ¿no sigue produciéndose en tanto en cuanto la identidad de los niños sigue suplantándose?
Abrazos. Rafa Escudero.
Hay que tener valor para venir a proclamar tu Sportinguismo en el mismo centro de Oviedo. Por lo demás un discurso muy logrado y original que los seguidores del blog captamos enseguida y el resto tardó un poco más en comprender pero que ilustró muy bien la situación política en España.
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