13 abril, 2011

¡Libera tu lengua!

Hoy va de anécdota, pero con su moraleja o lo que sea. Y con una propuesta. Resulta que, entre eso que tengo que llaman estudiantes, hay algunos que propiamente lo son. Y no sólo porque hagan honor al nombre, sino porque brillan de manera especial. Como destellos en medio de la oscuridad o cosa así. Lo de la oscuridad ya se supondrá por qué lo digo. Luego vuelvo con ellos y con lo que propiamente quería contar, pero antes me voy a permitir un parrafillo sobre los otros, sobre los estudiantes de párpado flojo y neurona relajada.

Este oficio de profesor tiene su aquel. Vas viendo cómo cambia el mundo de los veinteañeros, mientras tú ganas unas canas nuevas cada curso. Los de ahora, boloñeses ma non troppo además, me hacen verdadera gracia. Debe de ser porque no los entiendo. Ni poco ni mucho, nada. Confieso que para mí son cajas oscuras, agujeros negros, misterio. Tendrán sus cosas buenas y malas, como todo y como los de cualquier época. Sólo que yo no capto ni unas ni otras porque no descodifico las señales que puedan llegar de ahí adentro. Tal vez sean gente sublime, genios sensibles, guerreros sin antifaz o tortugas ninja, vaya usted a saber. Yo sólo los veo gratamente integrados en el mobiliario y, si alguna onda emiten o algún signo lanzan a los espacios, simplemente no los recibo con mi anticuado sistema de comunicaciones. Son educados, no tengo queja por desórdenes o descortesía. Felices también parecen, es lo único que puedo decir. Igual que cuando a la orilla del mar contemplas una gaviota posada en un palo y apoyada en una sola pata. Hermosa imagen de placidez. Pero no sabes qué pensará la condenada o si soñara con cocochas de bacalao.

Pues estos igual. Con un puñado de excepciones, claro que sí. Generalizo y me refiero a mayorías y promedios. En standby. Disco duro desconectado, pantalla con florecillas. Y el caso es que no se portan mal y que es afable su expresión. Aunque esté fatal que yo lo diga, me tengo por orador bastante potable y puedo contarles un montón de casos, ejemplos y teorías en una horita, aderezados con unos chascarrillos, si hace falta. Así que al principio pensaba que qué bien me seguían y cómo me disfrutaban. Me inflé un poco, se me subió el ego malamente, lo confieso. Hasta que me caí. Caí en lo que de verdad pasaba: la mayoría no entiende casi nada, ni lo pretende tampoco. Pero están así por el arrullo, porque la melodía es pegadiza aunque la letra parezca en checo, porque el asiento es cómodo, porque a lo mejor en mitad de un ejemplo digo pis y caca y entonces sí que te tronchas. Pero dejémoslos dormitar, pues, al fin, no molestan a nadie y yo hasta les he tomado sincero cariño. A otros les da por buscarse de mascota una iguana o un tritón, que es más raro que lo mío.

Pero también los hay brillantes y muy capaces decía, algunos combinando muy bien la carrera con trabajos para ganarse la vida y otros haciendo su segunda o tercera carrera. Gente de primera, avezada al estudio, despiertísima. E igualmente unos pocos estudiantes primerizos que van por muy buen camino. El caso es que un muchacho de estos que tiene experiencia académica y profesional en otra especialidad me hizo una práctica de comentario de sentencia –sí, soy de los imbéciles que dan las prácticas y dan todos sus grupos de prácticas; colegas hay que no aparecen por ninguno: las suprimen y vivan la madre superiora y la patrona de Bolonia, que casi seguro que es virgen y mártir- en la que se ventilaba un problema legal relacionado con la instalación de un vertedero. Y me escribe en su ejercicio varias frases en las que aparece la palabra “rechazos” por desechos. Su comentario, por cierto, era buenísimo, el mejor. Pero aparecía esta palabra y yo le puse una anotación para que tuviera cuidado con las erratas. Con suma amabilidad me corrigió él a mí y me hizo saber que AHORA, en estos asuntos de la Ecología y las Ciencias Medioambientales ya no se dice basura (¡eso jamás! Debe de ser como decirle negro a un negro o gorda a una gorda o cachocabrón a un cabrón con pintas); tampoco desechos; no, ahora lo correcto es decir “rechazos”. A un vertedero se echan los “rechazos”. Tócate los rechazos, si es que se puede expresar así esta alegría que me embarga, porque cataplines seguro que ya no se lleva. Hace un rato me fui a san Google y encontré algunos textos donde aparece de esa forma empleada la palabreja.

Ningún problema con este excelente alumno que tiene todo mi respeto personal y mi aprecio académico, no va con él lo que digo, sino con el pijerío que a todos nos va rodeando y asfixiando. Mi inglés es ciertamente pobre, y más para hablar de basuras y mierdas (huy, huy, perdón, se me escapó, eso sí que no se puede decir; defecaciones tampoco; rechazos intestinales, tal vez. Pero no sé si me va a salir lo de soltarle a algún vecino eso de haz el favor de no dejar en la acera esos rechazos intestinales de tu perro; será cuestión de practicar), pero me juego unas cañas a que los finolis de guardia están traduciendo a piñón fijo alguna palabreja inglesa que quiere decir “basura”.

En fin, para qué seguir. Los pijos que manejan los diversos cotarros no dejan de sorprendernos. Tan modernos; tan distintos; tan mundiales; tan diferentes; tan sin chicha ni limoná pero con un foulard que se te salen los rechazos, por decirlo de la manera mejor. Pero se me ha ocurrido un nuevo lema que podríamos adoptar esta temporada: “Libera tu lengua”. Que cada uno lo tome como quiera, incluso, que lo rechace aquel al que no le guste.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Ajá. Mi repulsa (si añado enérgica sería pelín redundante, ¿no?) a los rechazos políticos de este país tan decadente.
Oiga, que no me gusta como queda, donde esté la mierda que se quite el rechazo...solo falta utilizar el diminutivo. Anda queee.

¿Libera tu lengua? Hummm, eso es una provocación en toda regla, ojo.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Soy una de sus alumnas ''boloñesas''. No pretendo quitarle razón, aunque considero hay más cajas llenas que vacías en las aulas, pero también nosotros merecemos un tiempo para habituarnos al grado. No sólo no tenemos una seguridad como se podía tener en antaño, si no que tenemos que aguantar críticas de más de un profesor y alumnos de diplomatura. ¿Realmente hay razón para tales críticas? Nosotros no hemos decidido estudiar con el plan Bolonia, si no que se nos ha impuesto, al igual que a los profesores. Y si es cierto lo que decía en su última clase de que el porcentaje de suspensos se mantendrá en el 40% ponga facilidades o dificultades, pónganos más dificultades si es lo que realmente cree necesario, pero por favor, intente dejar de tratarnos como cajas vacias, porque no todos nos despertamos únicamente cuando dice en medio de una explicación caca o pis, si no que hay un gran porcentaje de la clase que le escucha, le entiende y le considera el mejor profesor, el que mejor explica y el que de forma más realista nos hace reflexionar sobre nuestro futuro, pero ver entradas como ésta en su blog, hace que la conexión profesor-alumno se pierda, y no pretendo decir que la relación entre alumno-profesor deba ser de amistad o similar, pero si que deba haber una conexión. Intente darnos una oportunidad a esos ''boloñeses'' que sólo van a clase porque la silla es cómoda( si se puede considerar silla y si se puede considerar cómoda, cosa que dudo).