Hace unos días no se me habría ocurrido usar la expresión “rojo” para hablar de derechas e izquierdas... Ahora lo he puesto así porque nuestro Presidente ha rescatado la palabra “rojo” de la hornacina en la que guardábamos los restos de los muertos y las armas por las que murieron. Alguien ha debido de decirle que se pescan más votos a base de hedor de viejos cadáveres y gesto de vengador caduco. Mis alumnos veinteañeros no tienen ni remota idea de las historias de la Guerra Civil –ni de ninguna otra historia-. Que sean tan ignorantes es una desgracia, ciertamente. Pero aún peor será que lo único que aprendan sea a odiar como se odiaba en aquel tiempo del que no conocen más. Y ya han comenzado. Cuando los historiadores en el futuro se pregunten por qué a los sesenta y cinco años de terminada la guerra y a los treinta de finiquitada la dictadura volvimos a las andadas, a la caverna, al insulto, a las ganas de agredirnos, no van a quedar en muy buen lugar los aznares y los zapateros, para nada.
Pero dejemos eso.
¿Qué significa, al menos en teoría, ser de izquierda –o rojo, si fuera lo mismo-? Hay una manera de ser de izquierda o de derecha, rojo o azul, que es profundamente irracional, pues se basa en sentimientos que son la antítesis de cualquier planteamiento presentable de la política. Me refiero a los que se sienten izquierdistas por la sola razón de que odian al rival. Muchos que se tienen por rojísimos responderían hoy que lo que da sentido a su postura es, en abstracto, la convicción de que todos los que militan o simpatizan con partidos conservadores son unos cabrones, y, en concreto, que porque les cae mal Aznar o piensan que Rajoy, o Zaplana, o Acebes son unos impresentables. Y por el otro lado otro tanto de lo mismo, muchos se consideran hoy muy de derechas por lo mal que les cae ZP y porque opinan que toda persona que se defina como progresista o de izquierda es por definición un inmoral o un capullo. El desenlace natural de tan ilustrados credos políticos es la embestida, la pelea, el llegar a las manos. Ya ocurrió en aquella época que ZP (antes lo hizo hasta Juan Pablo II, todo hay que decirlo) se empeña en recuperar para nuestra memoria y va camino de volver a suceder, dado el nivel que el debate político y social está cobrando en este país que hasta ayer parecía tolerante, pacífico y abierto.
Si ser de derecha o de izquierda es algo que se nota sólo en el tono del mugido y en la fetidez del exabrupto, urge que nos hagamos todos apolíticos. Las convicciones serias y las ideologías respetables no tienen nada que ver con ese tipo de desarreglos mentales e intestinales. ¿Convicciones respetables? Pues traduzcamos a ellas lo que sería una derecha seria y una izquierda seria.
La persona de derechas es conservadora en lo social y poco amiga del Estado en lo político. Lo primero es una cuestión de talante (sí, también hay talantes buenos y serios entre los conservadores), y se refleja en la poco propensión al cambio, en el gusto por mantenerse en los esquemas y valores conocidos, en el apego a las tradiciones y el alto valor que se otorga al orden establecido y las reglas vigentes, cuanto más antiguas mejor. Lo de la poca simpatía en la mirada al Estado proviene de que el conservador confía más en la sociedad que en los políticos, y en las reglas de convivencia basadas en el uso y la historia más que en las normas que publica el BOE. Observa al Estado con desconfianza porque sabe que es lo primero que toman los que pretenden hacer la revolución o cambiarlo todo, y eso no le agrada. Y esa desconfianza del Estado y de la política que desde él se hace conduce también a su preferencia por el mercado. Frente al intervencionismo estatal que busca la justicia social valiéndose del Derecho, el conservador prefiere la “mano invisible” del mercado, la vigencia nada o poco alterada de la regla simple de oferta y demanda, y al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. De ahí que sea tan amigo de lo privado –educación, sanidad, medios de comunicación- y que estime que los servicios públicos prestados por la Administración son caros, ineficientes y propicios para la corruptela.
Desde la izquierda se ve distinto. Se valora más a los individuos que a los grupos, a los ciudadanos que a las tradiciones, y se desea que todo individuo, todo ser humano, por el mero hecho de serlo, tenga iguales oportunidades vitales e idéntica posibilidad de elegir su vocación y realizarla. Cosa que el mercado no hace, pues su reglas son crueles y determinan repartos tan desiguales de la riqueza como para que por la simple circunstancia de nacer en una cuna u otra los sujetos tengan ya muchas veces marcado su destino: el rico hacer lo que quiera, el pobre de solemnidad, apenas lo que pueda, que será bien poco generalmente. Por eso la izquierda considera que sólo desde la acción política y el Gobierno del Estado se puede trabajar eficazmente en pro de la liberación de los oprimidos y los más desfavorecidos, que siempre se hallarán en tal situación de inferioridad o indefensión por obra de la acción combinada de los dos tipos de reglas que tanto gustan a los de la derecha, las reglas sociales tradicionales –morales, religiosas...- y las reglas económicas que imperan en el mercado. Así que el izquierdista aspira exactamente a remover esas dos cosas que el derechista quiere intocables, las convicciones tradicionales y los resultados de la oferta y la demanda en el mercado. ¿Por qué? Pues porque las primeras generan desigualdades sociales injustas y atentatorias contra la idéntical dignidad de cada persona –piénsese en la situación de las mujeres en la tradición y en las convicciones socialmente vigentes hasta hace bien poco- y porque los segundos, los resultados de un mercado no intervenido ni condicionado, engendran desigualdades de riqueza que privan a muchos de los bienes imprescindibles –alimento, sanidad, educación, vivienda...- que les sobran a otros, a los más habiles para pescar en el río revuelto de la oferta y la demanda, o a sus herederos, aunque sean unos perfectos zoquetes y unos haraganes, en su caso.
Por consiguiente, la clave para detectar a una persona de izquierda que quiera ser seria y coherente se llama redistribución de la riqueza. Cuanto más férrea e intensa se quiera esa redistribución que busca atenuar las diferencias entre lo que tienen unos ciudadanos y otros, más izquierdista será el sujeto. En el extremo está el igualitarismo total que quería el comunismo leninista y que desembocó en la tiranía antiigualitaria y explotadora que todos sabemos. En paralelo, los afanes conservadores de las derechas han desembocado también más de una vez en totalitarismos teocráticos que compran el inmovilismo y la santificación de las tradiciones al precio de mucha sangre. Ambos extremos han ido a parar siempre al asesinato masivo y a la axfisia radical de todas las libertades. Pero entre esos extremos viciosos está el sitio para legítimas posturas conservadoras o progresistas, que tienen perfecta cabida y merecen total respeto dentro del juego político constitucionalmente instituido en los Estados de Derecho. Nadie es malo por la sola razón de pensar distinto, tener otro carácter o profesar otros ideales, con tal de que respete al rival y las reglas del juego político pacífico.
Si algo de lo anterior tiene sentido y si en algo valen esas caracterizaciones, a ver quién nos responde ahora a la siguiente pregunta: ser partidario de que los ciudadanos vivan con calidad distinta, cuenten con medios diversos y gocen de diferentes oportunidades vitales según que vivan en Girona o Soria, ¿suena compatible o incompatible son ser rojo y saber dónde se tiene la mano derecha?
Sospecho que no somos pocos lo que, por un lado, creemos en una al menos mínima necesidad de que se distribuya la riqueza, se imponga la solidaridad y se garantice a todos una básica igualdad de oportunidades, a todos; pero que, por otro lado, no les vemos por ninguna parte el socialismo o la rojez a esos que cada día se acuestan con un conservador distinto, al que prometen luego que harán ricos a todos los de su pueblo. Eso es o esquizofrenia o cretinismo. O ignorancia, que también cabe.
Pero dejemos eso.
¿Qué significa, al menos en teoría, ser de izquierda –o rojo, si fuera lo mismo-? Hay una manera de ser de izquierda o de derecha, rojo o azul, que es profundamente irracional, pues se basa en sentimientos que son la antítesis de cualquier planteamiento presentable de la política. Me refiero a los que se sienten izquierdistas por la sola razón de que odian al rival. Muchos que se tienen por rojísimos responderían hoy que lo que da sentido a su postura es, en abstracto, la convicción de que todos los que militan o simpatizan con partidos conservadores son unos cabrones, y, en concreto, que porque les cae mal Aznar o piensan que Rajoy, o Zaplana, o Acebes son unos impresentables. Y por el otro lado otro tanto de lo mismo, muchos se consideran hoy muy de derechas por lo mal que les cae ZP y porque opinan que toda persona que se defina como progresista o de izquierda es por definición un inmoral o un capullo. El desenlace natural de tan ilustrados credos políticos es la embestida, la pelea, el llegar a las manos. Ya ocurrió en aquella época que ZP (antes lo hizo hasta Juan Pablo II, todo hay que decirlo) se empeña en recuperar para nuestra memoria y va camino de volver a suceder, dado el nivel que el debate político y social está cobrando en este país que hasta ayer parecía tolerante, pacífico y abierto.
Si ser de derecha o de izquierda es algo que se nota sólo en el tono del mugido y en la fetidez del exabrupto, urge que nos hagamos todos apolíticos. Las convicciones serias y las ideologías respetables no tienen nada que ver con ese tipo de desarreglos mentales e intestinales. ¿Convicciones respetables? Pues traduzcamos a ellas lo que sería una derecha seria y una izquierda seria.
La persona de derechas es conservadora en lo social y poco amiga del Estado en lo político. Lo primero es una cuestión de talante (sí, también hay talantes buenos y serios entre los conservadores), y se refleja en la poco propensión al cambio, en el gusto por mantenerse en los esquemas y valores conocidos, en el apego a las tradiciones y el alto valor que se otorga al orden establecido y las reglas vigentes, cuanto más antiguas mejor. Lo de la poca simpatía en la mirada al Estado proviene de que el conservador confía más en la sociedad que en los políticos, y en las reglas de convivencia basadas en el uso y la historia más que en las normas que publica el BOE. Observa al Estado con desconfianza porque sabe que es lo primero que toman los que pretenden hacer la revolución o cambiarlo todo, y eso no le agrada. Y esa desconfianza del Estado y de la política que desde él se hace conduce también a su preferencia por el mercado. Frente al intervencionismo estatal que busca la justicia social valiéndose del Derecho, el conservador prefiere la “mano invisible” del mercado, la vigencia nada o poco alterada de la regla simple de oferta y demanda, y al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. De ahí que sea tan amigo de lo privado –educación, sanidad, medios de comunicación- y que estime que los servicios públicos prestados por la Administración son caros, ineficientes y propicios para la corruptela.
Desde la izquierda se ve distinto. Se valora más a los individuos que a los grupos, a los ciudadanos que a las tradiciones, y se desea que todo individuo, todo ser humano, por el mero hecho de serlo, tenga iguales oportunidades vitales e idéntica posibilidad de elegir su vocación y realizarla. Cosa que el mercado no hace, pues su reglas son crueles y determinan repartos tan desiguales de la riqueza como para que por la simple circunstancia de nacer en una cuna u otra los sujetos tengan ya muchas veces marcado su destino: el rico hacer lo que quiera, el pobre de solemnidad, apenas lo que pueda, que será bien poco generalmente. Por eso la izquierda considera que sólo desde la acción política y el Gobierno del Estado se puede trabajar eficazmente en pro de la liberación de los oprimidos y los más desfavorecidos, que siempre se hallarán en tal situación de inferioridad o indefensión por obra de la acción combinada de los dos tipos de reglas que tanto gustan a los de la derecha, las reglas sociales tradicionales –morales, religiosas...- y las reglas económicas que imperan en el mercado. Así que el izquierdista aspira exactamente a remover esas dos cosas que el derechista quiere intocables, las convicciones tradicionales y los resultados de la oferta y la demanda en el mercado. ¿Por qué? Pues porque las primeras generan desigualdades sociales injustas y atentatorias contra la idéntical dignidad de cada persona –piénsese en la situación de las mujeres en la tradición y en las convicciones socialmente vigentes hasta hace bien poco- y porque los segundos, los resultados de un mercado no intervenido ni condicionado, engendran desigualdades de riqueza que privan a muchos de los bienes imprescindibles –alimento, sanidad, educación, vivienda...- que les sobran a otros, a los más habiles para pescar en el río revuelto de la oferta y la demanda, o a sus herederos, aunque sean unos perfectos zoquetes y unos haraganes, en su caso.
Por consiguiente, la clave para detectar a una persona de izquierda que quiera ser seria y coherente se llama redistribución de la riqueza. Cuanto más férrea e intensa se quiera esa redistribución que busca atenuar las diferencias entre lo que tienen unos ciudadanos y otros, más izquierdista será el sujeto. En el extremo está el igualitarismo total que quería el comunismo leninista y que desembocó en la tiranía antiigualitaria y explotadora que todos sabemos. En paralelo, los afanes conservadores de las derechas han desembocado también más de una vez en totalitarismos teocráticos que compran el inmovilismo y la santificación de las tradiciones al precio de mucha sangre. Ambos extremos han ido a parar siempre al asesinato masivo y a la axfisia radical de todas las libertades. Pero entre esos extremos viciosos está el sitio para legítimas posturas conservadoras o progresistas, que tienen perfecta cabida y merecen total respeto dentro del juego político constitucionalmente instituido en los Estados de Derecho. Nadie es malo por la sola razón de pensar distinto, tener otro carácter o profesar otros ideales, con tal de que respete al rival y las reglas del juego político pacífico.
Si algo de lo anterior tiene sentido y si en algo valen esas caracterizaciones, a ver quién nos responde ahora a la siguiente pregunta: ser partidario de que los ciudadanos vivan con calidad distinta, cuenten con medios diversos y gocen de diferentes oportunidades vitales según que vivan en Girona o Soria, ¿suena compatible o incompatible son ser rojo y saber dónde se tiene la mano derecha?
Sospecho que no somos pocos lo que, por un lado, creemos en una al menos mínima necesidad de que se distribuya la riqueza, se imponga la solidaridad y se garantice a todos una básica igualdad de oportunidades, a todos; pero que, por otro lado, no les vemos por ninguna parte el socialismo o la rojez a esos que cada día se acuestan con un conservador distinto, al que prometen luego que harán ricos a todos los de su pueblo. Eso es o esquizofrenia o cretinismo. O ignorancia, que también cabe.
29 comentarios:
Me da la impresión que garciamado se refiere a un hombre de izquierdas de 1936 ¿por qué? porque entonces si que estaba la riqueza mal distribuida.
Hoy en día ¿qué persona afiliada a partidos de izquierda vive en la marginación o en la pobreza? Respuesta = ninguno.
Luego la redistribución de la riqueza lo único que les puede generar es un conflicto a su bolsillo por lo que mejor lo intentarán dejar como está y si acaso como Chaves blindarse la jubilación con 3o millones de pesetas al mes TOMA REPARTO, mi abuela que en paz descanse cobraba 40.000 al mes.
Eso de que a los rojos les preocupa más el individuo que los grupos, tampoco les preocupa el grupo marica, etc ...
Y la igualdad no se puede garantizar con esta gentuza de izquierdas porque o entras por el aro de su democracia y su policía o ya puedes ser Einstein para ganar un duro de ese famoso reparto.
dice garciamado que : "Ambos extremos han ido a parar siempre en el asesinato ..."
Entonces el GAL , la banda asesina que montaron y financiaron unos del PSOE es un ejemplo de talante izquierdista.
"Lo de la poca simpatía en la mirada al Estado proviene de que el conservador confía más en la sociedad que en los políticos,"
García Amado, 26 Octubre 2005
"And, you know, there is no such thing as society. There are individual men and women, and there are families."
Prime minister Margaret Thatcher, talking to Women's Own magazine, October 31 1987
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿????????????
Creo Señor que debería de hacerse mirar por algún especialista la obsesión que tiene, (que comienza a resultar enfermiza) por sus alumnos.
Humillar a los demás es una balsa de aceite en medio de la mediocridad de su vida.
Señor aprenda un poco de educación y humildad y no olvide que la ignorancia puede ser curada pero la estupidez es eterna.
Estimado estudiante, yo revisaré con mucho gusto mis obsesiones, y ojalá la erudición de alumnos como usted me demuestre lo equivocado que estoy. Entretanto, me permito indicarle que en su breve comentario faltan cuatro comas necesarias y sobra otra, que está mal puesta. La expresión referida a la balsa de aceite tampoco es un prodigio literario. En cualquier caso, supongo que eso no es ignorancia, y, si lo fuera, los culpables serían sus profesores por no tener ciertas obsesiones.
No viene a cuento -o quizá sí- pero lo comento igualmente. Mis alumnos universitarios no quieren leer, no les gusta, no tienen el hábito, se aburren, y lo entiendo: hoy les pregunté qué libros les habían mandado leer en el instituto. Cartas Marruecas, de Caldaso; Rimas y Leyendas, de Becquer; la dama del Alba, de Casona; la casa de Bernarda Alba, de Lorca; Castilla, de Azorín, y algo de Jovellanos cuyo título no recordaban. ¿Qué clase de pedagogo tarado (o crítico literario, o filólogo, o lo que sea) ha hecho semejante programa de lectura obligatoria para que los adolescentes se aficionen a la lectura y adquieran el hábito de leer? Obviamente no discuto la calidad literaria de esas obras, no es esa la cuestión (aunque también sobre las famosas joyas literarias habría mucho que decir). Sólo me pregunto si, obligándoles a leer Castilla o las cartas marruecas, a los 15, 16, 17 ó 18 años, alguien se extraña después de que aborrezcan la lectura. Dejemos de engañarnos: este sistema educativo está diseñado para producir borregos, y la culpa no es de los estudiantes, es de quien diseña el sistema educativo. No creo en la teoría de la gran conspiración oculta, pero viendo lo que veo, a veces me parece que existe, y que su único objetivo es que todos seamos cada vez más burros. Cuanto más burros mejor. Como en las novelas policiacas, habrá que preguntarse a quién beneficia, para saber quién es el culpable.
Un saludo
Veinteañeroignorante y a la vez alumno, me da la impresión de que hay poca objetividad por parte de unos pocos con la docencia de garciamado y eso si que es ser obsesivo, yo he sido alumno de garciamado (no todo lo que hubiese deseado) y me he quedado con ganas pues es un filósofo total (digo esto pues he leido una buena parte de su obra) con una rapidez mental poco usual y sabe convivir incluso con los que estamos en las antípodas de su forma de ver la sociedad, lo siento pero a mí me convence porque argumenta y el que hace el gamberro faltando lo tiene fácil si quiere molestar a garciamado, ¿cómo? estudiando más y menos obsesionarse con la labor de un docente que lo único que quiere es mejorar ésta sociedad, estaremos de acuerdo o en desacuerdo con su línea argumental pero manifestémonos como lo que somos : seres humanos ; y a lo largo del curso con estudio profundo demostrar al catedrático que al menos nuestra cabeza no es un busto sin seso.
Eso de insultar queda para los julais antiglobalización, nosotros estamos formados en ciencias jurídicas y humanidades demostrémoslo, no hagamos como los ricos de izquierdas, demos ejemplo primero nosotros y después podremos pedir lo mismo a los demás.
Garciamado, no vigiles tanto nuestra manera de redactar, por favor, no seas cruel, se que es duro leernos a algunos, pero en fin.
Estimado usuario anónimo,
al jubilado que le reprochaba, con exquisita educación y cortesía, cometer faltas de ortografía, no le contestaba usted con la misma dulzura que a su querido garciamado. "Garciamado, no vigiles tanto nuestra manera de redactar, por favor, no seas cruel, se que es duro leernos a algunos, pero en fin". Claro, el jubilata es jubilata, pero garciamado ¡¡es catedrático!! Ohhhhhh. Todos tenemos nuestras manías, ¿sabe a qué le tengo mucha manía yo? A los pelotas (sea cual sea la clase social de la que provengan); y a los que tienen más de un rasero.
Saludos
Gracias, m, falta que hablemos algo un día de estos sobre el papelón de la izquierda en la educación y sobre cómo es posible que algunos que se consideran progres hagan tanto en pro de la ignorancia universal. Y sí, estoy de acuerdo con el método: preguntémonos a quién beneficia eso y daremos con los responsables. Aunque me temo que les va a salir el tiro por la culata: porque los que no saben están aprendiendo... a odiar(los), pues no pueden expresar su insatisfacción o sus frustracones más que con el mal aliento del insulto y la violencia. Nadie les ha mostrado otras maneras, ni en la escuela, ni en la tele, ni en casa.
Y en los demás, "haiga" paz, señores. Anónimo, estamos en las antípodas en casi todo, salvo en el talante discutidor y el gusto por la dialéctica. Y el respeto que nos tenemos, quizá porque cada uno sabe lo que el otro sabe de la vida, y tal vez también porque estamos hechos unos vejestorios desfasados (bueno, hablo por mí, no te piques). Gracias por tus flores. La pelota ya sería un tanto inútil que me la hicieras, pues poder sobre ti ni tengo ni tuve nunca. Ahora bien, medita sobre lo que te dice Sherlok, de todos modos. Lo del rasero es importante, ya sabes que lo dijo Kant.
Abrazos para todos. Y gracias.
Sherlock, no se donde ves tu la pelota, si te tomaras tiempo para leer como yo gran parte de lo que ha escrito garciamado, veríamos si llegabas tu a otra conclusión respecto de su cerebro y sus cualidades argumentativas, si a dar una opinión personal le llamas hacer la pelota no estás atinando.
Yo no hago distinciones entre un jubilata y un catedrático, es más , si te das cuenta pluralizo cuando le pido a garciamado que no sea tan incisivo con la ortografía incluyo al alumno veinteañero e ignorante y a todo el que cometa errores gramaticales en la expresión escrita porque tal vez el jubilata tenga razón en que se debe mejorar en todo incluso en la gramática y la redacción y en eso estamos. Lo que pasa en el barrio (que no lo sabrás) es que hacemos muchos buenos propósitos todas las noches antes de acostarnos y la puta realidad diaria nos obliga a posponer la mejora gramatical por el vivir hoy a ver que tal se da el día.
He releido el escrito y no veo pelotismo por ningún lado, ya sabes que la mujer del César no sólo tiene que ser honrada sino también parecerlo y de verdad insisto en que no veo la pelota por ningún sitio, estoy tan acostumbrado a buscarme la vida con mis cojones y mi inteligencia que nunca he tenido tiempo para arrastrarme ante nadie, ni hincarme de rodillas, ni temblar, ni chivarme (excepto de la policía, chivarse de un madero no es chivarse), lo cual no quita que se pida respeto verbal y continencia léxica en los juicios a las actitudes de un catedrático que ha sido profesor mío.
En todo caso Sherlock te agradezco el papel de voz de mi conciencia, gracias, es imprescindible que los grandes tengamos siempre a alguien cerca que nos recuerde que somos mortales y humanos para que no se nos suba el tono más de la cuenta ( como llevaban los generales romanos en su victoria ese recordatorio en su carro) pues te habrás dado cuenta que soy soberbio y más chulo que un ocho con todo lo vejete que estoy.
Por último Sherlock, manifestarte que me alegro que haya alguien más que le jodan los pelotas y los recomendaos, sorpréndeme más y quedamos un día para solicitar en subdelegación de gobierno permiso para manifestarnos ante comisaría para ver quién se responsabiliza de los 10.000 muertos en esas casas desde la democracia de 1975, esperando tu solidaridad y agradeciéndote que me hafgas reflexionar. Un saludo.
Sherlock, se me olvidaba recordarte que cuando contesté al jubilata estaba sin dormir y luego recién levantado y eso si que de verdad que nos afecta a los de barrio.
Ayer me he permitido copiar este post de García Amado en el blog de Arcadi Espada (previa cita, natürlich). Estos han sido algunos de los comentarios que ha suscitado:
53] Escrito por: Mercutio - 27 Octubre 2005 12:01 PM
Buenos días. Cateto, su comentario nº 211 de ayer (acerca del texto del Sr. García Amado que Venator había copiado en el comentario nº 205) demuestra:
a) que no sabe Vd. leer;
b) que Vd. es un sectario, o
c) las dos afirmaciones anteriores (y compatibles entre sí).
Y me explico. 'No dar la razón a ninguna de las partes' -se habla de derechas e izquierdas democráticas (1)- no es ni 'una postura profundamente cobarde' ni -esto mucho menos- 'colaboradora con el totalitarismo', como Vd. afirma.
En el comentario en cuestión se exponían, grosso modo, las diferencias ideológicas entre ambas posturas (repito: derechas e izquierdas democráticas). Dar la razón a unos u otros supone tomar partido, cosa muy razonable si se quiere tomar partido (parece mentira, ¿verdad?) y absolutamente gratuíta si se está hablando de qué ideas, actitudes o realidades políticas defiende cada cual. Si tiene Vd. necesidad de valorar siempre lo que expone, tiene un problema. Puede no ser grave, pero hágaselo mirar.
Después se pierde Vd. con futuribles asombrosos -que no comentaré hasta después. Y ya al final de su intervención afirma: 'No García Amado no, de la derecha no surgió el totalitarismo.' Esa es la mayor estupidez que he leído con su firma (no se aflija: otros le superan con frecuencia). Por asombroso que le parezca a Vd., la izquierda no aparece como oposición a la derecha, sino como oposición, precisamente, al totalitarismo; aunque no se llamase así, sino absolutismo, o antiguo régimen, o de cualquier otra manera.
Por supuesto, otra cosa es que regímenes de izquierdas -creo que todos- terminen siendo totalitarios; pero es que ese, justamente, es el problema: que si lo que es de izquierdas (¡o de derechas!) es el régimen político (permanente, o con vocación de permanencia) y no el gobierno (esencial y consustancialmente interino, en una democracia) siempre se termina en un totalitarismo. Tanto si el régimen aboga por la propiedad comunitaria como si defiende el libre mercado. Así que no se trata de que la izquierda sea totalitaria; eso es una simplificación y, lo que es peor, mentira. Tan simplificador, tan falso como la identificación, tan corriente en España, de la derecha con la dictadura. Para comprobar ambas falsedades basta con mirar hacia la Europa occidental de los últimos cincuenta o sesenta años para ver países con gobiernos de izquierdas o de derechas radicalmente democráticos.
Así como lo sustantivo en Franco no es su derechismo -y lo tengo dicho muchas veces- sino su autoritarismo, lo sustantivo en la Unión Soviética, la Albania comunista, China o Cuba no era o sigue siendo su izquierdismo, sino ese mismo autoritarismo, esa ausencia de libertad.
No confunda, pues, sistemas de estado de izquierdas -o de derechas- con formas de gobierno de izquierdas -o de derechas-. El único régimen legítimo que por ahora hemos sido capaces de utilizar con un cierto provecho es la democracia; en democracia, todo lo que dice el Sr. García Amado es razonable.
Y ya acabo. Afirma Vd.: 'la posición de no dar la razón a ninguna de las partes (...) termina con la democracia'. ¿Puede Vd. demostrar semejante sentencia? En los párrafos antecedentes he procurado no dar la razón política ni a unos ni a otros. ¿Cree Vd. entonces que mi comentario es antidemocrático?
Aguardo ansioso su lección.
- - - - -
(1) 'Ambos extremos han ido a parar siempre al asesinato masivo y a la axfisia radical de todas las libertades. Pero entre esos extremos viciosos está el sitio para legítimas posturas conservadoras o progresistas, que tienen perfecta cabida y merecen total respeto dentro del juego político constitucionalmente instituido en los Estados de Derecho', dice el Sr. García Amado.
67] Escrito por: Cateto de Pacifistan - 27 Octubre 2005 12:18 PM
53] Escrito por: Mercutio - 27 Octubre 2005 12:01 PM
Joder.
Me explicaré, aunque el razonamiento no es mío sino de Jean François Revel y lo expone en "Cómo terminan las democracias". Lo que me llamó la atención la esterotipación de la derecha y de la izquierda. Aunque mejor decir de la "caricaturización" de la derecha y de "las inveteradas mentiras" de la izquierda. Después el profesor Garcia Amado proponía una suerte de apolitismo salvador que me recordaba mucho a las críticas que el francés hace a aquellos que equidistantemente "nunca dan la razón a nadie". revel es bien sencillo, por una parte está la democracia y por otra el totalitarismo. El totalitarismo llamado "conservador" es derrotado militarmente en 1945 y desaparece. El totalitarismo llamado "progresista" existe, tiene y promueve subsmarinos en los regímenes democráticos para destruirlos o debilitarlo desde dentro. Forman parte de los colaboradores o quintacolumnistas toda una serie de grupos que ante desmanes de las democracias o de los totalitarios (incluyendo el tercermundismo) "nunca dan la razón a ninguna de las partes" lo cual siempre es un juicio más duro a las imperfecciones de la democracia que de los regímenes totalitarios, que nunca se someten a sus opiniones públicas (puesto que no existen) ni a la de los países dónde sí las hay porque los silencia.
La izquierda actual no ha renegado de estos totalitarismos progresistas, de hecho se admiran e incluso alguno se declara heredero cuando no directamente integrante. Ser de derechas no comporta una filio vinculación con la iglesia ni el cristianismo, sólo hace falta ver lo que escribía el propio Revel en su ensayo "Ni Marx ni Jesús".
Y no enseño, opino.
[87] Escrito por: Mercutio - 27 Octubre 2005 12:58 PM
Cateto, gracias por responder en un tono mucho más civilizado que el mío. Que retomo, sin enmienda inmediata aunque sí, acaso, con propósito de tal para el futuro.
García Amado: 'Si ser de derecha o de izquierda es algo que se nota sólo en el tono del mugido y en la fetidez del exabrupto, urge que nos hagamos todos apolíticos. Las convicciones serias y las ideologías respetables no tienen nada que ver con ese tipo de desarreglos mentales e intestinales.'
Si esa alusión a 'la apolítica' es la que motivó su comentario, me quedo -con cierto alivio- con la opción a, versión suavizada: no se leyó Vd. el comentario, aunque probablemente sabría hacerlo si quisiera.
Lo repito: 'Si ser de derecha o de izquierda es algo que se nota sólo en el tono del mugido y en la fetidez del exabrupto, urge que nos hagamos todos apolíticos.'
Otra vez: 'Si [... entonces...]'
En segundo lugar; desde 'El totalitarismo llamado "conservador" es derrotado militarmente en 1945 y desaparece' hasta el final de ese párrafo su eurocentrismo -reducido- es digno de encomio (no se va Vd. por las ramas y se centra en lo que le interesa: su entorno) o de ligero reproche (el mundo es mucho más grande que la distancia desde Berlín hasta... coño, los Pirineos; en Portugal, del 26 hasta el 74 había, caramba, un régimen totalitario conservador; en España, hasta el 75, más de lo mismo). Lo de los 'submarinos' del progresismo totalitario recuerda bastante a una versión -chapucera, escasa en medios económicos, materiales o humanos, y menos decidida- de la llamada 'Operación Cóndor'. ¿Le suena?
Dice Vd. también que 'la izquierda actual no ha renegado de estos totalitarismos progresistas, de hecho se admiran e incluso alguno se declara heredero cuando no directamente integrante'. Pues no. Cierta parte de la izquierda actual no ha renegado, &c. Y cierta parte de la derecha actual -y en este blog hay constancia escrita de ello- tampoco lo ha hecho de los totalitarismos reaccionarios. Si mete Vd. a toda la izquierda -incluyendo al Sr. Espada, por ejemplo- en ese saco, la opción adecuada entonces es la b: sectarismo.
Cateto (cómo me jode su pseudónimo; ya se lo he dicho alguna vez. Optaré por 'pacifistano' desde ahora, si no le molesta), Pacifistano, si incurre Vd. en el error, tan, tan 'psocialista', de identificar una postura política democrática con la versión totalitaria de esa tendencia ideológica vive Vd. en un país con diez millones de dictadores, en un continente con vaya Vd. a saber cuántos más, rodeado de países y gobiernos 'chekistas' y 'gulaguistas' -como Gran Bretaña, o Francia, o Italia, o Alemania, o Portugal, u Holanda. Y eso ambos sabemos que no es real. Distinga entre izquierda y totalitarismo de izquierdas como distingue entre Franco y Aznar, Mussolini y Berlusconi o Hitler y Merkel. Por ejemplo.
Salud. Y perdone mi tono bronco; así me expreso mejor -es mi naturaleza, que diría el escorpión.
Venator: Me despido y les invito a seguir el debate en el blog de Arcadi Espada.
http://www.arcadi.espasa.com
[93] Escrito por: Cateto de Pacifistan - 27 Octubre 2005 01:11 PM
87] Escrito por: Mercutio - 27 Octubre 2005 12:58 PM
No se me enfade. Seguramente no entendí la ironía de García Amado.
Igualmente Revel hace referencia al franquismo y al régimen de Salazar, pero no les dota de capacidad regenerativa al estilo de los totalitarismos de los años 30. De hecho el post franquismo y el post salazarismo ha sido democrático.
En cuanto a lo otro sigo resistiendome a pensar que dentro de cada izquierdista al uso (incluido Arcadi) no haya un pequeño dictador. Si me pregunta si por ejemplo pienso que Solves sea un microdictador,obviamente no. ¿Bono? seguramente sí.
Pero volveré a leer la entrada de García Amado. Y llámeme cateto que no me molesta.
Gracias Venator, Mercutio, Cateto...Y a los demás. El único inconveniente que tiene esto del blog es que uno no tiene a mano a los colegas e interlocutores para invitarlos a unos vinos. Bueno, quién sabe, algo se inventará...
No se preocupe por lo del vino, Garciamado; cuando menos se lo espere ;-)
Hola a todos. Solo quería deciros que... bueno, yo me parto y me mondo al leer todos estos comentarios. Yo no conozco al tal profesor Garciamado, ni a ninguno de sus jóvenes alumnos incultos, pero si que soy una joven de aproximada edad que siempre ha esquivado el tema de la política, porque para mi carecía de interés. A medida que pasan los años, me doy cuenta, de que es necesario aunque no nos guste, tener al menos cierta idea. Así que hoy me he dispuesto a saber un poquito más del mundo en el que vivo, y sinceramente, el escrito del “catedrático”, me ha parecido bastante interesante. Es lógico saber que no es la verdad exacta, porque, ¿a caso la hay? Se que es la opinión con verdad acercada de una persona que dedica su vida a enseñar lo que sucedió… ¿Es necesario juzgar su manera de entender? O lo que es mejor, ¿De expresar lo que el mismo ha presenciado a lo largo de su vida? Pero también me ha hecho darme cuenta de una cosa: No soy ni de izquierdas, ni de derechas. Ni voy a ser más de derechas porque no me gusten los políticos que representan al otro partido… ni viceversa. Creo que soy como soy, que aunque me falte cultura, prefiero ser una inculta, seguro que así soy bastante más feliz. Me río de vuestras críticas, pero a la ver no me causan ningún tipo de impacto, porque teniendo como ejemplo a “esos” que no son tan… incultos, que dan mas quejas que soluciones, que les parece mas importante abuchearse e insultarse entre ellos que el bien del país. Es compresible.
Me fastidia, que siempre que se comience hablando de este tema, aparezcan tantas disputas. Pero en fin, yo tan solo soy una recién enterada, se que no voy ni puedo cambiar nada. Solo se, que estoy por supuesto, a favor del progreso, de la libertad de expresión, de la igualdad en todos los aspectos, y al menos yo, soy así durante mi día a día. Es poquito, apenas apreciable si me sumerjo entre las grandes masas, pero es como el reciclado… solo lo hacen unos pocos, y mejor eso que nada.
Un saludo de la recién enterada.
Querida"recién enterada" empatizo totalmente contigo, si más personas en la actualidad tuvieran esa manera de pensar y convertirlo, hacerlo parte de su rutina día a día, podríamos mejorar considerablemente a nivel de sociedad. Mirad Suecia, si os interesa recomiendo un artículo (que para mí sin duda hoy en día me encanta recomendarlo a todo aquél interesado en temas símiles) http://justicewomen.com/cj_sweden_sp.html Por favor dedicarle 1 minuto de vuestro tiempo, os hará un poquito más ricos. En relación al profesor Garciamado me parece una persona interesante, sin duda llego a visualizarlo como a un 'sensei' de larga edad con una barba larga y blanca en lo alto de una montaña de algún sitio recóndito budista, meditando y envuelto por un fondo de niebla en un día nublado, pero su mente clara como las aguas cálidas del Caribe. Sin lugar a dudas me recuerda a mi padre en cuanto a su filosofía y en cómo ve usted las cosas.
P.D: Suiza, como conjunto y modelo socio-cultural, resulta ciertamente interesante... !Sin duda alguna!
Dios los bendiga
Dios los bendiga
Mi encuentro con el DOC BEN, ha cambiado mi vida. Hace unos meses mi novio dijo que se siente deprimido y que necesita una ruptura. Estaba confundido y demasiado herido, pero no sé qué salió mal en nuestra relación que hizo que él rompiera, lloré con una amiga y ella me dijo cómo el Dr. BEN, restauró su relación con su hechizo, así que le envió un mensaje de texto al Dr. Ben, vía WhatsApp: +1828799 0994 Respondió y prometió ayudarme, me dijo que Mi Novio volverá a mí suplicando de rodillas. Hice lo que me dijo el DOC y 16 horas después mi novio llegó a casa y cayó de rodillas llorando y rogándome que lo perdonara. Él se siente tan atraído por mí ahora y mi relación es encantadora ahora. ¿Tiene algún problema de relación? Contacto: drbenharbalhome @ gmail com o whatsapp / llame al +18287990994
Lo que es obvio es que ni las izquierdas ni las derechas tienen siempre la razón. No hay que comprar todo el paquete. La verdad suele estar repartida.
En general es una mezcla bastante extraña. Creo que hay que hablar de izquierdas y derechas y no de izquierda y derecha, porque hay muchas variantes en ambas. En las izquierdas básicamente tenemos a los socialdemocratas, a los socialistas (que en Europa básicamente son socialdemocratas), a los comunistas y a los anarquistas. Los socialistas y los comunistas, sobre todo estos últimos son muy estatalistas. Los anarquistas, por el contrario, son muy poco estatalistas. Hay que recordar los graves enfrentamientos entre los comunistas, para colmo con fuerte influencia stalinista, y los anarquistas durante la 2ª República. Después tenemos, por el otro lado, a los liberales y democristianos,que unos situan en el centro y otros en la derecha. Los liberales, son poco estatalistas, en eso se parecen a los anarquistas. De hecho hay quien los califica de anarquistas de derechas (así también se suele calificar al populismo de Trump). Los democristianos están en un término medio. Y ya en la derecha clara podemos hablar de los conservadores, la derecha más tradicional, y los ultraconservadores. Y después ya tenemos a los fascistas y nazis. Estos últimos, curiosamente, son también muy estatalistas y en eso se parecen a los comunistas. Los conservadores y ultraconservadores no fascistas, en cambio, suelen ser liberales en lo económico e incluso ultraliberales. También es curioso que el término liberal en su momento, históricamente, se podía situar en la izquierda y ahora lo situan en el centro derecha. En EE UU, en cambio, llaman liberales a los que están más a la izquierda aunque es una izquierda que tiene muy poco que ver con la europea. En los países latinoamericanos las diversas izquierdas que allí hay son muy diferentes a las que predominan en Europa, aunque últimamente están cogiendo cierta fuerza en España básicamente.
Holaa
;(
Holaaaaa
Holaaaaa
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