08 enero, 2007

Nuestras miserias

Mi muy apreciado ATMC, en un comentario, sagaz y sugerente como todos los suyos y que por ahí abajo le respondo en lo posible, me reprochaba amablemente mi lenguaje a menudo excesivo y de subido tono, especialmente cuando me refiero a personajes de la calaña de los etarras y de los que les bailan en agua. Apelaba él, con loable criterio que cumple en lo que puede, a que empleemos en estos juicios y debates un tono más acorde con la fría razón argumental y menos rehén de las emociones. Tendrá razón, no digo que no; o, al menos, dignas de seria consideración son sus razones. En mi descargo, si necesidad hubiera de tal, diré que me mueve no sólo una mala leche innata (la nata de la leche, como si dijéramos; otros la prefieren desnatada), sino también un propósito reequilibrador, tal vez ingenuo y desenfocado, que es lo que pretendo explicar con un poquillo de detenimiento. No me refiero a que debamos igualarnos a los salvajes que llaman constantemente facha y perro al que cuestione sus quiméricas metafísicas nacionales o reproche las prácticas asesinas de los gudaris viles, sino a que está haciendo mucha falta, creo, ponerle límites a los excesos de la tolerancia y a la obsesión por la equidistancia que aqueja a muchos ciudadanos de buena voluntad y quizá escasa reflexión. Equidistancia que acaba siendo falsa y tramposa, mera pose inducida por prejuicios de difícil cura, si es que no estoy muy errado.
Pondré unos pocos ejemplos. Hoy recibí la revista de una ONG de la que soy socio y a la que cotizo regularmente. No la tengo a mano en este momento y no puedo hacer cita literal del texto que me enfadó, pero trato de reproducir fielmente su sustancia. Tiene fecha anterior al atentado del 30-D e insiste en que es muy importante y fructífero el diálogo entre el Estado y ETA para acabar con el terrorismo. Hasta ahí bien, es perfectamente respetable la postura. Pero a continuación el escrito hace una llamada a las dos partes para que respeten los derechos humanos, los terroristas dejando de matar o secuestrar y el Estado dejando de torturar o velando más seriamente por los derechos de los presos etarras. Impoluta equidistancia... aparente, que esconde una falaz igualación de lo desigual. Una vela a dios y otra al diablo y todos contentos. Pues no. Yo también puedo estar echándole la bronca a un etarra y ,si está delante mi tío Herminio (ya sólo me queda éste), aprovechar y soltarle a éste que cuidadín él también y que a ver si no hace fechorías. Y alguna habrá hecho o se le ocurrirá, por qué no, pero de ahí a compararlo con el otro y decir que vale por igual para ambos el mismo apercibimiento, va un trecho largo, pues mi tío a nadie a matado ni secuestrado ni extorsionado.
Bien está insistir en que el Estado se mantenga en la escrupulosa legalidad y controle férreamente cualquier exceso de sus cuerpos de seguridad o en sus prisiones. Pero, hombre, comparar y asimilar así por las buenas no me parece ni justo ni la manera mejor de defender los derechos humanos, precisamente. A día de hoy, e insisto, hoy, lanzar idénticas admoniciones a una banda de asesinos y al Estado español, que se supone que queda por Estado asesino, poco más o menos, me parece que es pasarse siete pueblos y medio y dar justificación a los que matan por la espalda. Un servidor se va a dar de baja inmediatamente en esa ONG y a destinar esos dinerillos a otros que hagan algo más que poner posturitas cómodas y guardarse el culo por si pintan bastos.
Otro ejemplo. Tengo un viejo amigo que gusta de presentarse a sí mismo como activista de los derechos humanos. Fue ciertamente muy activo, pongamos por caso, en el envío de correos electrónicos contra Bush y la guerra de Irak. Nada que objetar. Cada semana envía algún e-mail metiéndose duramente con la Casa Real. El último fue para mostrar indignación por la manía que tiene el Rey este de andar por el mundo matando osos y haciendo el idem. Nada que objetar, absolutamente nada. Pero, carajo, nunca manda un mensaje de similar lamentación o reproche cuando un etarra caza por la espalda a algún ciudadano. Estoy esperando pacientemente que diga algo, desde su comprometido activismo, contra los que pusieron la bomba en la T4 y se llevaron por delante a los dos ecuatorianos, que no eran osos precisamente. ¿Es peor el Rey que Txapote? Supongo que ese amigo no lo creerá así, pero tampoco le costaría tanto un mensajito contra el último cuando venga a cuento, digo yo. ¿Cobardía porque el Rey mata osos pero no activistas de los derechos humanos, mientras que los otros dejan en paz a los osos pero se cargan gente? Puede ser que algo de eso haya. ¿Estrabismo moral? Seguramente también. Arreglados estamos con los que defienden nuestros derechos.
La mayor parte de mis amigos politizados no entrarían ni a rastras en un bar de cabezas rapadas y neonazis. Yo tampoco. Pero se pueden tomar un chato tan tranquilos en una herrikotaberna, riéndoles las gracias a los zoquetes de turno y con cara pensar eso de hacen mal, pero no son malos chicos, son izquierdistas que simplemente se equivocan de estrategia y se propasan. Muchos de esos que repiten la palabra facha ochocientas veces para referirse a Acebes o Zaplana, a Rajoy incluso, se cargan de eufemismos y miramientos para hablar de los batasunos. ¿Miopía? ¿Prejuicio? ¿Miedo? Mucho morro, en cualquier caso. Y no porque Acebes, Zaplana o Rajoy no merezcan mil críticas y no tengan lo suyo. Pero esa manera de quedarse calladitos cuando toca calificar a Otegui, Permach o Barrena (o De Juana, si lo queremos más grave) da que pensar. ¿Qué dirían, entonces, de Acebes, si éste se convirtiese en poco menos que portavoz de un grupo terrorista de extrema derecha y se negase a condenar sus bombas y asesinatos? ¿Y por qué no se enojan lo mismo y tan a menudo con los de ETA o su brazo político? Sólo se me ocurren las mismas respuestas: o son unos cobardes redomados, o en el fondo no juzgan que valgan lo mismo los derechos humanos de todos los humanos ni sienten idéntico aprecio por todas las víctimas. O se creen que a ETA y Batasuna hay que disculparlos más, porque son de izquierdas. Que manda cataplines –miren qué cuidadoso ando hoy con el léxico- que alguien con dos dedos de frente y un par de lecturas pueda creer a estas alturas de la película que eso es izquierda.
¿Qué nos está pasando? Uno, ingenuo, se pensaba que si ETA volvía a matar saldríamos en masa a las calles a condenarlos y gritarles que son unos malditos miserables. Pues no, las reacciones han sido de lo más leve. ¿Porque fueron ecuatorianos los muertos? ¿Porque estábamos de compras navideñas? ¿Porque nos enfangamos otra vez en si los atentados benefician más a este partido o el otro? Que gran pena.
Parecía que era sólida y mayoritaria la disposición de la gente para el nunca mais, la intolerancia frente a los bárbaros, más allá de que discrepáramos sobre si la negociación podía ser la salida y a qué precio. Pero no, se nos ha contagiado la mezquindaz de los partidos políticos, el estilo de esta peste de dirigentes que tiene la moral de los alacranes y la estatura de las ladillas (ojito, que se me va la mano. Me refreno ipso facto).
Y a lo que iba. Tenemos que perder el miedo a las palabras, convendría que venciéramos esos prejuicios que no nos dejan calificar con la mayor contundencia a los asesinos más rastreros. Cuando yo digo que un terrorista de esa calaña es un comemierda no me estoy equiparando a él, pues ni lo mato ni pretendo que se le vulnere ni uno sólo de sus derechos constitucionales, simplemente expreso mi rechazo moral, mi condena de ciudadano, que se quiere honesto y noble, ante la más inmoral de las conductas: la del que mata por la espalda a personas que nada malo le han hecho, la del que aprueba tales acciones, la del que no las condena porque no le estomagan y la del timorato que se tienta la ropa y prefiere reservar toda su indignación para Bush porque está lejos y no le va a enviar a casa o al coche a sus matones.
El día que la parte mayor de los ciudadanos compartamos esos principios morales que son el mínimo de una sociedad decente y que nos atrevamos a expresarlos pacíficamente, pero bien alto; el día que nos dejemos de eufemismos y llamemos a cada cosa por su nombre; el día que no nos dediquemos a calcular si este o aquel atentado convienen más a uno u otro de los dos grandes partidos cuyos programas y prácticas reales apenas se diferencian, ese día ETA se acaba. Pero queda largo trecho, por lo que parece. Mientras seamos tan correctos, tan temerosos de molestar a cualquiera que no esté a un océano de distancia, tan púdicos y tan comprensivos, estaremos alimentando, nosotros, a esos degenerados de la bomba en ristre que se nutren de lo peor; de lo peor de todos nosotros.

8 comentarios:

Tumbaíto dijo...

A ver... Déjeme pensar... ¡Sí, ya lo tengo! Si pudiese elegir entre una España con desaparición repentina de la policia o una España con desaparición repentina de etarras. Sin duda eligiría la desaparición repentina de las fuerzas de seguridad del estado. ¡Pero sin dudarlo!

Creo que es un hecho incuestionable que las diferencia entre lo que aportan y lo que destruyen las fuerzas de seguridad del estado es mucho más de lamentar que lo que destruyen los etarras. Y si no vayamos a las sentencias judiciales...

Sólamente los guardias urbanos españoles ya son más dispensadores de desgracias que los etarras.

Anónimo dijo...

No creo yo que la lógica y la racionalidad que debe conducir cualquier análisis esté reñida con la utilización de un lenguaje vivo y directo, sino más bien al contrario. Las emociones son, también, una faceta para aprehender la realidad, para comunicarnos con los demás, para construir una ideología, es decir, una visión del mundo (creo que los alemanes tienen una palabra precisa para este concepto).

Sucede, además, que lo que podríamos llamar "ideología de izquierda" se ha reducido a un montón de conceptos ambiguos y obsoletos, no solo totalmente inútiles para comprender lo que está pasando y, por tanto, para ilustrarnos sobre qué hacer, sino también responsables de buena parte de la "empanada mental" esa que a veces llamamos "lo políticamente correcto", y cuya negación es objeto de los más duros reproches.

El otro día expresaba mi opinión sobre el asunto de la negociación con ETA diciendo, en principio, que no había nada que negociar, salvo las condiciones de una rendición definitiva, y haciendo algunas otras reflexiones, que una persona tan comedida y competente como ATMC entendió, sin embargo, como fruto de la indignación más visceral, cuando lo único que yo intentaba -seguramente sin la claridad necesaria- era exponer mi personal punto de vista, según argumentos más o menos sólidos, pero desde luego al margen de cualquier indignación (y a fé que estoy indignado, y en grado sumo, a la vista de lo que está cayendo).

Viene esto a cuento de que, en ocasiones, resulta necesario afirmar con claridad lo que uno piensa y entiende, pues caso contrario resulta imposible el debate y la contradición, y que esta claridad se obtiene no solo exponiendo argumentos, sino también expresando emociones. O más aún: no conozco argumentos sólidos que no sean, por ello mismo, emocionantes.

Anónimo dijo...

Querido Garciamado:
Líbreme San Ramón Nonato de reprocharle el taco o el exabrupto por racionalismo o monjismo (?).
El tema es aún el que era cuando llegué aquí (no cambiamos, amigo). En mi opinión, el exceso de emotividad acaba generando una escena política donde los ciudadanos sólo responden a estímulos de ira. En realidad, esa es la causa de algo que a usted le desespera: que tras el atentado la gente no haya salido a la calle a denostar masivamente a los etarras. Pero no es exactamente así: sí han salido, a cagarse en la madre de ZP. Y dicen que no saldrán si no es con quien se quiera cagar en la madre de ZP. Si montamos un discurso político sobre la ira, si TODOS lo hacemos, la gente terminará por actuar a la contra.
Y desde aquí caben dos posibilidades. O sólo unos pocos se deciden a montar el discurso político sobre la indignación moral airada, o lo hacen todos.
Lo más probable es que terminemos haciéndolo todos. Entonces, que apague el último.
Pero si no lo hacen todos... también hay algo que me fastidia, a un nivel mucho menos importante, casi sportif. Y es que cuando X se carga de indignación moral contra el terrorismo y desde ella apoya su argumentación contra la de Y, X juega con ventaja en el debate, porque la misma voz indignada contra ETA es la que emplea el argumento contra Y.

Y sobre qué alimenta a los viles, creo que disentimos. Nunca ETA obtuvo tanto beneficio de la Audiencia Nacional como cuando hace unos meses el presidente de la sala se desgañitaba chillándole al etarra aquél que le apuntaba con el dedo, se le enfrentaba y le desobedecía. Aunque cabe entender la situación de tensión en la que el magistrado la cagó, debemos tener claro que la cagó.

En resumen: para uno que se haya leído los libros rojos de turno, una masa de ciudadanos airados interviniendo en política es un caramelito de contradicciones exacerbadas. ¿A quién le engordamos el caldo?

Lo demás... ¿qué le voy a decir de mis culpas? Tiene usted toda la razón. Filias y fobias.

Un fuerte abrazo,
ATMC

IuRiSPRuDeNT dijo...

Vale. Ok. Entonces cuando los ciudadanos en la epoca de jose mari, salian a mifestarse con las manos blancas en ristre no lo hacian pacificamente, o lo sufuciente mente alto; cuando nuestro pucelanoleones del año en consonacia con josema firmo el pacto antiterrorista (a riesgo de ser llamado, como lo fue, "CALZONAZOS" POR SUS COMPAÑEROS DE PARTIDO. En este caso los partidos politicos mayoritarios no miraban para el bien comun sino para sus resultados electorales.

Es por ello que ETA no se acabó. O quizás sí, quizas eta estaba asfisiada por aznar y llego el señor gandhi y la cagó, no? Vaya pobrecines los etarras ya estaban desmoralizados ya no podían con al vida, a vaya no no estaban desmorailzados estaban apoyados por ibarretxe con su nuevo estatuto para euskadi por eso habia que acabar tambien con el PNV cuanto antes... son harina del mismo costal.

uff que complicada es la política.

Yo creo que Zapatero ha empleado otra estrategia muy distinta a Aznar "LA NADA" esa lo mismo desmorailza más. ¿y ahora qué?

PD: AL final ZP ganará el nobel al tiempo jejeje

Anónimo dijo...

Que razón tiene Vd Tumbaíto, han sido muchos más viles los crímenes policiacos ( siendo responsables los que los hayan cometido y los que miraron para otro lado) que cualquier monstruosidad de ETA y en estos casos no ha salido la gente ni a protestar contra el ministro de turno.
¿Se imaginan que a ZP o a Rajoy se les ocurriese indultar a de Juana cómo han indultado a Vera o acortado la pena a Galindo?
No defiendo a ETA, me cago en sus muertos y no desde el anonimato del blog, he estado en Bilbao haciéndolo; pero me curo en salud porque los siguientes en la lista y por motivos irracionales somos los patriotas.

Anónimo dijo...

Iurisprudent:
Señalas un momento, principios de los noventa, en que las relaciones entre los grandes partidos no estaban tan emputecidas como lo están ahora. Es esa diferencia la que estoy señalando. Quienes hayan generado interesadamente esa relación fratricida son los responsables de esta situación casi pre-política en la que estamos.
En nochebuena estuve en casa ajena. Un comensal se levantó a las doce y cuarto y se fue con su familia, debido a las broncas políticas que mantuvieron otros tantos comensales. El tema: PSOE asesino de 192 personas, un golpe de Estado el 11-M, Cataluña es una sociedad nacionalsocialista, Zapo cómplice de los terroristas... toda la panoplia de Libelo Digital, Libelo Digital TV, El Mundo, etc. Me refiere algún amigo una situación navideña similar. No recordaba haber oído cosas así salvo en los años más terribilísimos en el País Vasco.

Ah, el objetivo ni siquiera se mantiene en secreto: lo dicen públicamente. Crispación --> abstención --> baja el PSOE, sube el PP (históricamente, en los últimos tres lustros, las participaciones mayores benefician al PSOE).

Anónimo dijo...

Juan Antonio,

a mi también me repatea la equidistancia, pero por razones ligeramente distintas.

Mi punto de vista es que al Estado hay que exigirle mucho más que a los terroristas, porque el Estado somos todos. La equidistancia del panfleto de tu ONG me parece reprobable, porque creo mucho más grave que mi país torture -como lo ha hecho- o que se reinvente arbitrariamente el derecho penal -como en el caso De Juana- que no que unos criminales pongan una bomba.

Criminales haylos, y los habrá siempre. En la medida de nuestras fuerzas, los iremos pillando y aplicando la ley. Ahora, si empezamos a jugar con las bases de nuestra convivencia, se puede acabar de veras mal. Mira al otro lado del Atlántico, por si tuvieras dudas.

Tumbaíto dijo...

Saben qué era Aznar? Aznar era tributarista. Su táctica contra ETA no fue la policial, no. La policia hizo de basureros (perdónenme los basureros) recogían los cachos que la asfixia económica producia en la encangrenada ETA.

Pero llegó ZP, un sinvergüenza. Y, qué hizo? Pues claro... montar el tinglado. La razón de la existencia del tinglado es exactamente la misma que la razón de la existencia del senado. No todas las sanguijuelas del erario caben en el congreso.

Pues bien... El tinglado se le ha jodido y no se le ha jodido de cualquier manera. ZP está ciego. Ningún servicio de espionajes extranjero le va a proporcionar información, ninguno. Por eso no pudo anticiparse; la ceguera.

Los etarras han ganado. Ahora el tinglado lo tienen ellos. El dinero vuelve a circular a raudales por vascolandia y...

Ahora, ZP, negocia con tu puta madre. Jaque mate.