14 agosto, 2009

Móviles asesinos

He leído en El País que quizá Michael Jackson murió porque cuando tuvo la crisis que lo puso a agonizar, su médico, allí mismo, se dedicaba a atender llamadas telefónicas. No me extraña nada. Me pregunto cuántas muertes habrá producido el móvil, pero estoy seguro de que muchísimas más que la carretera, y aun descontando las que provoca el uso del móvil en la carretera, mientras se conduce.
Se puede estar acabando el mundo, pueden fundirse los plomos, cabe que se aproxime un maremoto y que convenga huir, o que un cometa se acerque a la tierra a toda velocidad y queramos salvar aquel jarrón que compramos para el loft: como suene el móvil, olvídalo todo, lo primero es lo primero. Antes muerto que dejar pasar una llamada, no vaya a ser que nos ofrezcan una plancha último modelo por asistir a una sesión sobre multipropiedad en Torrevieja o que nos comunique el cónyuge que el tren ya llegó a Consuegra y que está a punto de salir otra vez y que para la cena en casa, mi pichón.
Usted está en una oficina pública ventilando un asunto en el que se juega su patrimonio, su estado civil o la mismísima paternidad de sus hijos, suena el móvil del funcionario y adiós, muy buenas, se cortó el rollo y dentro de quince minutos hay que volver a empezar con la narración de los hechos, sin contar con que la brisa que entra por las ventanas abiertas de par en par se llevó el papel capital hacia los mares del Sur. Pero eso no es lo más llamativo, porque si es al ciudadano reclamante al que le suena el aparatejo, él mismo interrumpe los tratos y se apalanca sobre el mostrador para explicarle a la asistenta dónde dejó los potitos del bebé o cómo se friega la nueva sartén antiadherente, mientras los parroquianos que hacen cola se solidarizan con las preocupaciones hogareñas o aprovechan para llamar a su churri bis y quedar en el apartamentito en cuanto salgan de los aposentos de la burocracia tan enfebrecidos como un toro bravo al abandonar los corrales.
Las consultas médicas y los quirófanos, por ejemplo, están llenos de carteles con el ruego de que los pacientes apaguen los móviles. Quia, antes muerto que desconectado. Estoy seguro de que a más de uno le habrá entrado una llamada mientras era operado a corazón abierto y que, con anestesia total y todo, se habrá levantado para que el compañero de partida que le pregunta si ya viene o qué escuche sus estertores. Momento que el personal sanitario aprovechará para comprobar si le ha llegado un sms que espera, con las claves para participar en el sorteo de un crucero por el río Nalón.
Porque díganme ustedes la verdad, cuánto hace que no terminan de una sentada una conversación vis a vis medianamente larga. Hoy en día conviene ir al grano y no demorarse en rodeos, pues como cante el móvil de la contraparte se va a tomar vientos aquella declaración amorosa largamente ensayada o aquella confesión íntima de las propias tribulaciones, pongamos por caso. ¿Y qué me dicen de esa picante sensación que, según cuentan las crónicas, embarga al cliente del motel cuando, en pleno arrebato tan esperado, se interpone la llamada del marido o de la esposa y hay que detenerse a escuchar que el tráfico está horrible o que había cola en la pelu y atasco a la salida del gimnasio, mi amol, y yo a ti también y espérame a media luz y con ese pijama que me enloquece? En estos tiempos procaces ya no hay dúo que no acabe en trío, por lo menos: él, ella y Movistar.

2 comentarios:

roland freisler dijo...

Hombre, a veces, el movil de marras puede servirte de prueba y tal.
Una vez acababa de follarme a una amiga cuando suena mi movil y me dice con la que estaba que quién era, yo viendo el número dije que otra amiga, contesta anda, no contesta tú, vale trae que pongo el altavoz ¿quién ostias eres llamando a estas horas? , una amiga de Roland ¿y tú?, yo soy la que se lo acaba de follar, ¡ que dices , con la voz que tienes o estas ronca o eres un pedazo travesti ! espera pellejo que ahora te mando una foto del coño ! y colgó.
A veces para disipar dudas no está mal tener el movil en la mesita

José Gutiérrez García dijo...

Sr.GarcíaAmado:sencillamente genial.Siga usted alegrándonos la vida con esa mezcla de humor de muchos quilates y dedo en la llaga.Ya que no tenemos a Tip y Coll y socios,nos quedan sus comentarios inteligentes,irónicos y desternillantes.Inteligencia norteña,brumosa,aguda...céltica(ahora que se lleva lo mediterraneo de dios por todos los sitios).Gracias.